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Acerca del fenómeno psicosomático entre la función materna y la constitución del cuerpo en el niño. Lecturas desde Donald Winnicott y Jacques Lacan.

10/06/2021- Por Franco Pozzobon - Realizar Consulta

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El presente artículo despliega la teorización de dos autores (D. Winnicott y J. Lacan) acerca del trastorno psicosomático, con antecedentes en la teoría de S. Freud. Nuestro interés radica en primer lugar en posicionarlo en relación a la constitución del cuerpo en el niño/a, y sumado a ello, la función materna que interviene en el mismo. Con una exposición de los conceptos generados por cada autor lograremos situar clínicamente cada estatuto desde las teorías, por lo que haremos un recorrido desde cada una de ellas para luego producir un entrecruzamiento de ambas. Finalmente de las conclusiones extraeremos puntos en común y diferentes acerca de este fenómeno clínico.

 

 

 

             *

 

 

 

Introducción

 

  Para presentar las propuestas tanto de Winnicott como de Lacan, hemos de comenzar mencionando algunos puntos de la teoría de Freud. En primer lugar con respecto a la constitución  cuerpo situamos dos momentos teóricos que nos parecen de insondable importancia: la estructuración del aparato psíquico detallada en el “Proyecto de Psicología” de 1895, y la “Introducción del Narcisismo” de 1914.

 

  En la temprana obra del maestro vienés, luego de despuntar los albores de la clínica psicoanalítica con las pacientes histéricas, Freud decidió teorizar acerca de un aparato psíquico, que tomara una forma esquemática posteriormente en el “esquema del peine” en La interpretación de los sueños” (1900), o de manera más metafórica –pero queriendo resaltar la importancia de las inscripciones- en “La pizarra mágica” de 1924. 

 

  En el “Proyecto” Freud propuso una serie de huellas mnémicas que en un primer momento son pura cantidad (Principio de constancia) correspondiente a al Proceso Primario, que pueden ser cualificadas (Principio de Placer) en el par placer-displacer y de allí ya posicionarse en el Proceso Secundario, en el preconsciente y la conciencia.

  Ahora bien, de la pura cantidad a la cualificación, las huellas mnémicas “sufren” o “deben ser sometidas” a una serie de transcripciones y retranscripciones desde la percepción a la conciencia.

 

  Dicho “proceso” u operatividad permite que mediante un acto judicativo, la cría humana logre en un primer momento defensivo disponer de lo placentero como propio o “yo” y de lo displacentero como no propio, o no-yo. A su vez, a medida que las huellas mnémicas entran en asociación formándose un “tejido psíquico” que se complejiza, el cuerpo es delimitado por los cuidados y la caricias maternas, diferenciándose del mundo exterior.

 

  Del apuntalamiento en las pulsiones yoicas, tendrá lugar las satisfacciones de las pulsiones sexuales, por lo que es propio de la función materna cuidar, preservar del daño de la no cancelación de las necesidades orgánicas (ejemplo de su ausencia sirva el marasmo descripto por Spitz), además de sexualizar el cuerpo dando oportunidad para que la satisfacción sea sin un objeto predeterminado.

 

  Además, no es un psiquismo que no esté en contacto con el mundo exterior (lo cual sería satisfaciéndose en las huellas mnémicas), sino a partir de una vivencia de satisfacción, ante la cual el viviente estará en constante búsqueda de “re-experimentarla” y como está perdida indefectiblemente, la satisfacción se encuentra originada en la pérdida.     

 

  Por otro lado, en el texto respecto del narcisismo, Freud habla de un yo en términos de “nuevo acto psíquico”, narcisismo secundario que requiere la vuelta de la libido sobre el yo. El planteo parte del narcisismo primario, que según las lecturas actúa como una hipótesis mítica de origen, o bien es la libido que los padres y demás objetos vierten sobre el niño, ubicándolo como “his majesty, the baby”, pero que en este “primer narcisismo” se articula con el autoerotismo, careciendo de una imagen de cuerpo.

 

  Este yo, en tanto yo corporal, yo-superficie, es el que dispone del capital libidinal para investir, e investir-se. El no poder investir objetos por fuera de sí mismo o de la fantasía,  es propuesto por Freud como el productor del delirio de megalomanía, además de ser solidario con la hipocondría. La constitución entonces del yo, en tanto yo cuerpo, implica en primer lugar la unidad del mismo, ante el peligro de la fragmentación por parte de las pulsiones, y por otro, la posibilidad de la relación objetal.

 

  En cuanto a los fenómenos o trastornos psicosomáticos no fueron abordados directamente por Freud, como sí por Georg Groddeck, Felix Deutsch y Smith Ely Jeliffe. No obstante, las teorizaciones freudianas acerca de las neurosis actuales son antecedente directo y modelo de pensamiento para ubicar, si se nos permite la expresión, “un mecanismo”.

 

  Éste consiste en que la tensión somática (Freud, 1895a) no posee un tratamiento psíquico (es decir el adosamiento de una huella mnémica, posteriormente un representación) y es descargada gracias a la insuficiencia psíquica (Freud, 1895b) y la solicitación somática en el cuerpo, sustituyendo el orgasmo con las manifestaciones de crisis de nervios, palpitaciones, sudoración, hiperventilación, etc. Semejantes a los que en la actualidad se denomina “panic attack”.

 

 

Acerca de Donald Winnicott, y la elaboración imaginativa

 

  Con una mirada de lo “intermedio” entre los famosos mundos internos y externos de la tradición psicoanalítica inglesa proveniente de la gran Melanie Klein, el representante del middle group, se interesó en lo transicional.

 

  La zona de la experiencia intermedia, en la cual la misma psicoterapia será parte de la superposición de dos zonas de juego –la del paciente y la del analista-, tendrá origen en el desarrollo emocional primitivo, período de crucial interés para el psicoanalista inglés. La madre suficientemente buena podrá ejercer sus funciones de holding, handling y objekt presentation, favoreciendo los procesos desde la dependencia hacia la independencia en el lactante.

 

  El espacio transicional permitirá que se produzcan los fenómenos transicionales y tome su lugar el objeto transicional, que facilita la elaboración o el tratamiento de la separación del niño y su madre, y de sus cuerpos. El espacio transicional permitirá luego la zona potencial de la experiencia, que permitirá los logros culturales para el niño: en primer lugar el juego, y después lo que converja con actividades científicas, artísticas y religiosas.

 

  La constitución del cuerpo en el niño se llevará a cabo por medio de la personalización que realiza la madre y por medio del handling o manipuleo del cuerpo del niño. Sumado a esto por medio de la elaboración imaginativa, trabajo psíquico acerca del funcionamiento del cuerpo, que permite que haya un sostenimiento y una continuidad del ser habitando ese cuerpo, permitiendo así también la constitución de un self verdadero o auténtico.

 

  Entonces como sostiene Winnicott en 1988, la unidad psique (donde podemos pensar todo lo que corresponde al aparato psíquico), soma (lo que refiere a lo corporal) y mente (aquello que implica lo cognitivo o el desarrollo psicológico de la mano, por ejemplo, de Piaget, Vygotski o Wallon), pueden constituirse en una unidad psique-mente-soma, originada en el espacio transicional auxiliado o sostenido por una madre suficientemente buena:

 

“Al principio hay soma, luego una psique que en la salud queda gradualmente anclada en el soma; tarde o temprano aparece un tercer fenómeno llamado intelecto o mente. El mejor enfoque para estudiar el lugar que le cabe a la mente en la naturaleza humana es partir de la base de una existencia simple del psique-soma, con un ambiente suficientemente bueno”. (Winnicott, 1988, p.195)    

 

  La elaboración imaginativa es, sostiene el autor en 1971, la posibilidad de libidinizar objetos y también el propio cuerpo por lo que se relaciona directamente con el narcisismo freudiano:

 

“… la palabra ‘psique’ se refiere a la elaboración imaginativa de las partes, sentimientos y funciones somáticas, es decir, al hecho de estar físicamente vivo” (Winnicott, 1949, p.2).

 

  En cuanto al trastorno psicosomático para Donald Winnicott, tiene que ver con la disociación o rompimiento de esta unidad psique-soma. Cuando se produce un trastorno psicosomático el autor dirige el pensamiento a algunas fallas del maternaje en el momento del desarrollo emocional primitivo, las cuales son vividas como traumas arcaicos en el proceso de la personalización. Ante ello, se produce una disociación o escisión del yo, que permite ir en vías paralelas a los procesos propios de la psique con los del soma, al estilo de cierta autonomía.

 

  Dicha autonomía podría leerse como una defensa a partir de la escisión para no experienciar las vivencias traumáticas que no permitieron la instalación de huellas transicionales en el aparato, por lo que el cuerpo los viviría de manera concreta en los trastornos psicosomáticos, mientras que a nivel psíquico las asociaciones se dificultan acerca de los mismos.    

 

 

Lacan y la utilidad de la invención freudiana del inconsciente

 

  La constitución del cuerpo en el niño según las enseñanzas lacanianas se puede proponer desde la experiencia especular, y desde el baño del lenguaje sobre el cuerpo.

 

  El atravesamiento del Estadio del Espejo (Lacan, 1949) permite que la imagen del otro significada desde el Ideal frente al cuerpo fragmentado del niño, sea ortopédica y anticipatoria. Desde la vivencia de fragmentación del cachorro humano, en donde las pulsiones se satisfacen anárquicamente, es posible velar dicho fraccionamiento  somático por medio de la unificación imaginaria del cuerpo, siempre y cuando la imagen del otro se encuentre posicionado en el lugar propicio.

 

  El baño de lenguaje (1970/1972-1973) es aquel que proviene de los decires maternos sobre el cuerpo del bebe, delimitando entonces que el organismo queda resignado al registro de lo real, mientras que un cuerpo erógeno se conforma simbólicamente, propiciando zonas erógenas producto del encuentro con el lenguaje, y el goce hijo del significante:

 

nubes, aguas superiores de su gocecargada de rayos que distribuyen cuerpo y carne... (Lacan, 1970, p.432). El encuentro traumático con lalengua, implica los laleos maternos que surcan el cuerpo, en tanto superficie de goce, un “trou-matism” (agujero-traumático), lo que nos dirige a pensar como sostiene Lacan que “el cuerpo es algo que se goza” (Lacan, 1972-1973, p. 32).

 

  En “Radiofonía”, Lacan explicó que a partir del cuerpo de lo simbólico -cuerpo incorporal aunque suene como oxímoron-, es que al incorporarse al segundo cuerpo, este último se constituye como tal. Nuestros cuerpos como los podemos observar y sentir, especialmente cuando hay alguna dolencia, herida o enfermedad se han constituido en un primer tiempo lógico por efecto del lenguaje. En otras palabras, un ser hablante se hace un cuerpo por y gracias al lenguaje, y por tanto la anatomía no es el destino como sostuvo Freud, sino que el sexo tiene que ver con el sujeto y su inscripción en la función fálica.

 

  En cuanto al fenómeno psicosomático Lacan, a lo largo de su enseñanza, lo ubica en los tres registros: en un primer momento como “relaciones con lo real”, por fuera de las relaciones de objeto en 1954-1955. Luego como comprometido con la holofrase, a la altura de 1964, y en serie con algunas psicosis y la debilidad mental por el sujeto monolítico debido a la ausencia de afanisis, en lugar de sujeto del significante causado por la operación metafórica del Padre.

 

  Finalmente en 1975, el psicoanalista francés lo propuso con un goce congelado, y relacionado con el número y con la degradación del nombre propio, portándose como marbete: un imprimatur en el cuerpo. Al respecto dijo:

 

“Es por ese sesgo, por la revelación del goce específico que hay en su fijación, como siempre debe tenderse a abordar al psicosomático. (…)Lo psicosomático es algo que, de todos modos, está en su fundamento profundamente arraigado en lo imaginario”. (Lacan, 1975 p. 139-140)

 

  En otros términos, no en terrenos de un síntoma en tanto marca del Otro sino, muy contrariamente como laceración del Otro. Hacemos especial hincapié en esto: mientras que los laleos maternos dejan surcos de goce en un cuerpo, lo cual brinda modalidades de goce particulares (ya sean sintomáticas especialmente), el fenómeno psicosomático en algún lugar también proviene del Otro, pero en tanto laceración.

 

  Esto implica que a diferencia del síntoma que concierne al goce fálico (fuera del cuerpo), el fenómeno psicosomático es solidario del goce del Otro, de algún ciframiento (cercano al número por lo real), que no cede al desciframiento del jeroglífico.

 

  Ante la manera de abordar al fenómeno psicosomático, Lacan propone que “la invención freudiana del inconsciente sirva” (Lacan, 1975), es decir, partir como en muchos casos de psicosomática de la construcción para arribar a la asociación libre o, valernos del artilugio transferencial para lograr una noción de causa.

 

 

Conclusiones

 

  Para Freud, para Winnicott y para Lacan, la función materna es aquella desde la cual la sexualidad se instaura en el cuerpo del viviente. Ya sea como “agente externo”, la o el que ejerce la personalización y. en tanto tesoro de los significantes, es aquella que permite la conformación del cuerpo en el niño. A su vez, de la transmisión materna inconsciente, así como de los significantes otorgados, se establecerán particularidades en la constitución corporal: zonas erógenas.

 

  De las vicisitudes de la constitución del cuerpo en el niño podrá ocurrir que se propicie una unidad psique-soma que implica la naturaleza humana al decir de Winnicott, o  que el viviente se haga un cuerpo como expuso Lacan. No va de suyo ni para uno como para otro el advenimiento de un cachorro humano con un cuerpo constituido.

 

  El trastorno psicosomático para Winnicott se relaciona con una falla del preconsciente en tanto poder significar las cargas inconscientes que provienen de épocas arcaicas producto de un ambiente que no brindó facilidades en el periodo de la dependencia. A su vez no se generaron ligazones entre las huellas transicionales dejando como saldo la presencia de experiencias temibles:

 

  ¿Es la conformación del trastorno psicosomático en el niño una defensa ante algo traumático? ¿Es posible pensar que al intervenir como analistas sobre la disociación psique-soma es menester realizar un trabajo de entramado simbólico con el material ofrecido por el paciente?

 

  Desde la versión de Jacques Lacan, el analista deberá en la dirección del tratamiento, lograr deconsistir la holofrase que puede constituirse por significantes o sintagmas. En la clínica con niños nos preguntamos si la orientación es valernos de pensarlo como “fenómeno efecto de la verdad de la pareja familiar”. Es de conocimiento público que lo psicosomático es transestructural, por ende será un trabajo previo en entrevistas preliminares lograr determinar clínicamente un diagnostico estructural, y a partir de allí comenzar a abordar al fenómeno psicosomático.

 

  A su vez las entrevistas con padres o responsables se vuelven necesarias para el tratamiento, al tener en cuenta al niño entre el deseo, el amor y el goce de los padres. Por supuesto que cada caso presentara circunstancias particulares que no permiten que propongamos reglas standard.

 

  Desde Winnicott podemos hablar de una falla en el maternaje y en la unidad psique-soma, desde Lacan podemos nombrarlo como laceración y no marca del Otro.

 

  Lograr obtener ciertos lineamientos de cada tratamiento dependerá desde los anteojos winnicottianos de la creatividad del analista, puesta en acto en su zona de superposición (juego) con el niño, o con la técnica del garabato o dibujo.

 

  Determinar la dirección de la cura, siempre bajo transferencia, presenta obstáculos para la estrategia, la táctica y la política del analista. Construir al Otro en primer lugar (ante lo que traemos a colación las construcciones) parece ser un inicio posible entre otros, para que la vida del hablante que padece estas marcas de goce, pueda ser un poco menos dificultosa.  

 

 

Fotos*: Freud con sus nietos Heinerle y Ernst (El niño del Fort Da –“del carretel”-) hacia el año 1922.

Cortesía de Winnicott Trust y Wellcome Collection (Londres)

Lacan junto a su hija Sibylle.

 

 

Referencias Bibliográficas

 

- LACAN, J. (1972-1973). El Seminario de Jacques Lacan. Libro 20. Aun. Paidós. Bs.As. 2012.

- LACAN, J. (1975). “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma”. Intervenciones y Textos 2. Buenos Aires: Manantial, 2010, pp. 115-144.

- WINNICOTT. D.W. (1949). La mente y su relación con el psique-soma. Escrito leído ante la Sección médica de la Sociedad Psicológica Británica el 11 de diciembre de 1949, y revisado en octubre de 1954. Brit. J. Nled. Psrchal., vol. XVII. 1951.

- WINNICOTT, D.W. (1988). La naturaleza humana. Ed. Paidós. Bs As. 1993.

 

 

Bibliografía

 

- FREUD, S. (1895a). “Proyecto de Psicología”. En Obras completas, vol. I. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, pp. 239-246.

- FREUD, S. (1895b). “Manuscrito G”. En Obras completas, vol. I. Buenos Aires: Amorrortu, 2007, pp. 239-246.

- FREUD, S. (1914). “Introducción del narcisismo”. En Obras Completas. Volumen XIV. Amorrortu Editores. Bs.As. 2010.

- FREUD, S. (1915). “Lo inconsciente”. En Obras Completas, vol. XIV. Buenos Aires: Amorrortu,  2010.

- FREUD, S. (1923). “Dos artículos de enciclopedia”. En Obras Completas, vol. XVIII. Buenos Aires: Amorrortu,  2010, p. 227-254.

- LACAN, J. (1949). “El estadio del espejo como formador de la función del yo tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Escritos I. Siglo veintiuno editores. Bs.As. 2008.

- LACAN, J. (1954-1955). El Seminario. Libro II. El Yo en la Teoría de Freud. Buenos Aires: Paidós, 2010.

- LACAN, J. (1964). El Seminario. Libro XI: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós, 2012.

- LACAN, J. (1970).  Radiofonía. En Otros Escritos, Ed. Paidós, Bs. As.: 2012.

- SPITZ, R. (1958). El primer año de vida del niño. Bs.As. Fondo de cultura económico. 2006.

- WINNICOTT, D. (1979). Escritos de psicoanálisis y pediatría. Bs.As. Paidós. (2008).

 


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