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Argentina, julio de 2018: la ley de despenalización y legalización del aborto

11/07/2018- Por Carmen González Táboas - Realizar Consulta

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Partiendo del acontecimiento que implicó la enorme movilización de militantes mujeres en torno al debate sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo, la autora se introduce en las problemáticas del ser, la identidad a partir del género, para abordar la sexuación y aquello que no se deja atrapar por las definiciones, los esquemas, las jerarquías fijas y los cálculos: lo femenino.

 

 

 

            

                                    "Miércoles de ceniza"

 

 

  Buenos Aires. Alrededor del Congreso, bien separadas una de otra, dos multitudes de mujeres (las azules y las verdes) esperaban el resultado de la votación de esta Ley. Entre los del pañuelo verde (ellos, corbata verde, pañuelo verde en la muñeca), se veían muchas adolescentes y jovencitas militantes de diferentes feminismos.

 

  De ambos lados, las consignas casi podían deslizarse a un simple: “aborto sí, aborto no”. Las nuevas generaciones militantes han hecho del aborto una bandera del “género”, un baluarte de la libertad sexual irrestricta. Las voces en contra de la promulgación de la Ley, una bandera por “la vida”: aborto no. ¿Es que alguien desea un aborto?

 

  En cambio, el acontecimiento se produjo en el recinto parlamentario, donde se dieron “los más largos, responsables y plurales debates, después de lo cual ninguno de nosotros es el mismo”, así abrió su discurso la diputada del Pro[1], Silvia Lospannato.

 

  Al fin las movilizaciones de las mujeres en este siglo habían tenido consecuencias. Dijo la diputada, hoy nosotros hablamos de una tragedia de la salud pública, se discute el aborto legal o clandestino y se le quita poder a algún otro poder que lo retiene, para defender la vida desde la concepción libremente consentida; la “obligación” de salvar “las dos vidas” carece de argumentos; es una falacia para forzar a las mujeres a ser madres.

 

  La multitud militante por los derechos de la mujer mostró haber ganado espacio público y político. Su fuerza parece concentrada en la capital y en el gran Buenos Aires, aumentada por los movimientos estudiantiles, secundarios y universitarios; llega hasta Rosario (Provincia de Santa Fe).

 

  Pero frente a una multitud estaba la otra, que esperaba dejar las cosas in statu quo ante. Nada más elocuente que el resultado en la Cámara de diputados; la Ley de despenalización y legalización del aborto se sancionó con 129 consensos contra 123 votos en contra. Ahora se aguarda la sanción del Senado.

 

 

La cita fallida

 

  En esos números de votos (tan parejos) se refleja la Argentina dividida e inestable, mostrando, por un lado, el resultado de la cita fallida entre culturas indo hispanas, por otro, un poderoso impulso de las mujeres a salir del lugar asignado por la mestización indo hispana aún demorado en muchas provincias argentinas.

 

  ¿Cómo fue la mestización indo hispana? Multiétnica, pero cruelmente desigual. En los tiempos de las independencias gobernaron los que importaron de Francia, a su manera, las libertades Ilustradas: los criollos y los mestizos blancos. Silenciada la voz débil de los mestizajes marginales que existen y resisten, donde la mujer tiene su lugar, nada recubre la grieta de la que se habla como si fuera de hoy.

 

  Las míticas culturas nativas (absortas o en fuga) no habían podido con el Dios Único, el Hombre blanco, y el Libro; sin embargo, occidentalizadas, guardan algo de sus cosmovisiones.

 

  Incluso los Imperios azteca, incaico y maya (cuyos mitos, mapas de poder y composición étnica mutaban) eran inestables, se sucedían unos a otros: “llegaron gentes extrañas y…”. En durísimas condiciones de vida supieron de yerbas y artilugios abortivos.

 

  Sin embargo, los mitos tramaban precarias madejas de creencias donde el fraile encontró tierra fértil. Solo a principios del siglo XIX llegaba una fuerte inmigración europea. Nada de esto está ausente de los dramas y las tragedias de esta América, desde la colonización luso hispana, pasando a la explotación por las Compañías de Indias venidas de la Europa protestante, y hasta la permanencia de los numerosos dictadores latinoamericanos. Mis diez Ensayos[2] intentan mostrarlo.

 

  Hoy las prácticas religiosas católicas se olvidan. Los pastores evangélicos acuden al ansia de credulidad. Pero las capas aluvionales afro indo luso hispanas subtienden el fuerte sincretismo religioso que atraviesa a esta América, reverbera en todas las capas de la sociedad, resurge en las artes, del cine a la telenovela.

 

  No es posible borrar (hoy estamos ante la prueba) los efectos de la poderosa inmixión siempre bifronte de la Iglesia católica. Siempre activa, existe una Iglesia de los pobres paralela a la otra, jerárquica, aliada a los poderes más nefastos. Aquella sabe de la desesperación; esta otra es la Iglesia multisecular educadora cuya acción abarcó todos los niveles de la educación y excluye la libertad de determinación y de creencias.

 

 

Modernidad argentina

 

  Se sabe, los teólogos creen en la teología dogmática. De ahí “el carácter sagrado de la vida dada por Dios desde la concepción”. La potencia de tal creencia intocable se ha probado; tuvo parte en todos los bloques partidarios, de modo notable en la coalición gobernante Cambiemos. El Presidente Macri posibilitó la discusión parlamentaria.

 

  El anterior gobierno nacional y popular la había preparado con una serie de Leyes avanzadas, sin poder franquear nunca el abismo: que una mujer pueda negarse a ser madre. La “madre naturaleza” la reclama con el dramatismo barroco de sus beatos católicos. Lo sabemos los practicantes del psicoanálisis; también un aborto culpable puede eternizarse en las envolturas angustiosas del fantasma[3].  

 

  En Argentina, el Proceso militar de 1976 aniquiló las utopías revolucionarias. De 1983 a hoy, los acontecimientos y las inestabilidades sociales, económicas, políticas no descansan.

 

  Hubo un gobierno nacional y popular que respondió con una serie de Leyes: Ley de prevención y sanción de la trata de blancas y de personas y asistencia a las víctimas (2008), de Protección integral a las mujeres (2009), de Matrimonio igualitario (2010), de Identidad de género (2012) y algunas más.

 

  ¿Qué decir? Que no se estudian las problemáticas que se desprenden de las Leyes, y que una economía siempre inestable le quita base firme a cualquier ley, porque carecerá de los medios de aplicación. Además, donde la Ley sea rechazada se actualizará el dicho que los hispanos usaban para neutralizar las ordenanzas del Rey: “se acata pero no se cumple”.

 

  Los actuales avances evocan al gato de las botas de las siete leguas. Si el Senado la aprueba, se sentirá la falta del Estado en la salud pública, se recortarán gastos, no se consolidarán los dispositivos médicos y otros, para la educación sexual, etcétera.

 

  Seguirán las movilizaciones por los derechos de las mujeres: “Educación sexual para decidir, anticonceptivos para no abortar, aborto legal para no morir”. La iglesia seguirá sosteniendo su poder sobre las conciencias.

 

  En las posiciones que hoy defendían “las dos vidas” se sentía el horror de tocar a la Sagrada familia cuyo pilar es la Virgen madre. La furia del Pontífice argentino en Roma mostró que la Iglesia, hoy como ayer, se imagina encargada del Bien de todas las almas, creyentes o no.

 

 

Identidad de género

 

En Argentina, los feminismos defienden la teoría de la identidad de género. Un género idéntico a sí mismo, con el verbo ser cierra toda pregunta. No se advierte la pobreza que supone decir soy: mujer, hombre, animal, planta, basura, cosa.

 

  Es ahí donde Lacan (a quien se cita sin comprender) creó una palabra: sexuación. Cada hombre o mujer elige, sin saberlo, su lugar en una lógica sexual. Me explico: es verdad que cada uno porta el género al que se ha identificado por diferentes encuentros.

 

  La subjetividad se vio ante una elección ¿hetero, homo, bi, trans, queer? Eso le sucede a un “ser hablante” siempre expuesto a todos los equívocos, vacilaciones, dudas, embrollos propios de del ser que no puede escapar a las palabras, que además enfrenta al coro de los otros. Subsiste el prejuicio de que decide el órgano; se tiene o no se tiene.

 

  Una manera de ignorar la verdadera lucha es instalarse en el soy eso de la identidad de género, y ahogar cualquier pregunta en el ruido de las reivindicaciones, en marchas y eventos que sin embargo son indispensables para conmover día a día a una sociedad que sin saberlo o sabiéndolo reproduce el patriarcado específico de la conquista y colonización hispanas.

 

  Una mujer es algo diferente de un pañuelo verde o de una consigna, que solo valen en el campo del Derecho. Incluso la “identidad” de género hace de los hombres y las mujeres, de los hetero, y de los homo, y de cualquiera que tenga una buena tarjeta de crédito, un individuo previsible y calculable para los mercados capitalistas. La mujer militante ocupará un target más en el mercado.

 

  Para el Derecho la voz de la reivindicación ha sido y es siempre débil; en 2012, abogadas feministas latinoamericanas hablaron de feminicidio, “homicidio de una mujer por ser mujer”. Una generalización de la causa. Pero a la vez una puesta al día del problema de las mujeres que buscan amparo en la Justicia y reciben el menosprecio de policías y de jueces, estructuras fálicas perfectamente aseguradas.

 

  El movimiento iniciado iba a crecer hasta la movilización por el “Ni una menos”, que no tuvo la eficacia esperada. Las feministas saben de las paradojas; hay mujeres que, golpeadas, vuelven con el hombre denunciado, hay abortos clandestinos mal realizados que retornan como culpa y castigo.

 

  Hay el sentimiento íntimo de no saber nada, de no valer nada, de no ser nada, como hay hombres subidos al culto de la potencia viril.

 

 

Con el psicoanálisis

 

  Si con el verbo ser no alcanza, ¿qué tenemos a cambio? Hablo con el psicoanálisis, porque el psicoanálisis sabe de la lógica de la sexuación.

 

  Identificarse a un sexo no implica una identidad fija, no se reduce a un yo de la conciencia que no tiene como responder a las preguntas sobre la diferencia de los sexos. El psicoanálisis se orienta por las dos lógicas que hacen la diferencia los sexos y muestra que esa diferencia determina un singular modo de existir en el mundo, como hombre o como mujer.

 

  Lacan la llamó lógica de la sexuación, y pone en evidencia algo que dijo la filósofa y feminista Judith Buttler, ya avanzada su investigación: que el asunto de ser mujer le parecía más difícil de lo que había creído.

 

  El psicoanálisis sabe que una mujer y un hombre (más allá de sus prácticas sexuales) se inscriben, como tales, en lógicas diversas. Si normalmente nos reúne a todos la lógica compartida en los asuntos cotidianos, Lacan llama “goce femenino” (que no quiere decir que sea solo de las mujeres ni de todas las mujeres) a los modos de satisfacción impredecibles, que escapan a las reglas y desordenan los cálculos.

 

  Se puede poner de este lado lo abierto, lo variado, lo poético, lo que se hace sin tantas cavilaciones, la experiencia que no se puede capturar en una definición, meter en un esquema, en un ordenamiento, en una jerarquización fija, en una medida. Hay hombres que saben de esta lógica abierta, hay mujeres que se agotan en la justificación para poder ser alguien.

 

  El psicoanálisis apuesta a que uno/una pueda reconocerse en la lógica en la que habita, donde se juegan los embrollos de su existencia, y entonces también de sus acciones, sus luchas, sus ideas.

 

  Si una mujer se desengaña de una supuesta identidad de ser, podrá enfrentar en sí misma y en la sociedad las encrucijadas y las paradojas que ni la ciencia ni la razón resolverán. Es el caso donde una mujer, o un hombre y una mujer, se enfrentan a la decisión de un aborto.

 

  Las palabras son encubridoras, lo real del cuerpo es manipulable para la ciencia; pero lo más real en el ser hablante es un pliegue del que poco sabemos pero que determina lo singular de una elección. Lacan le llamó el misterio del cuerpo hablante al modo de habitar el lenguaje que llamamos existencia.

 

  La idea de responder de la propia existencia y de los propios actos puede quedar ahogada en el ruido de las consignas y las acciones políticas. El análisis puede abrir la experiencia donde un juicio práctico oriente una existencia de mujer.

 

 



[1] Partido del Presidente Macri, parte de Cambiemos, actual coalición gobernante.

[2] La cita fallida 1. El continente mestizo. Una mirada, con Lacan. Buenos Aires, Grama, 2017. La cita fallida 2. Mutaciones americanas. Una mirada, con Lacan. Buenos Aires, Grama, 2017.

[3] El psicoanálisis llama fantasma al “teatro privado” de las imaginaciones de cada uno.

 


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