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A propósito de “Psicoanálisis para todxs” de Débora Tajer

25/03/2021- Por Lucía Saavedra - Realizar Consulta

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Revisar los a priori epistémicos que subyacen a nuestra práctica analítica es una tarea fundamental a la hora de adoptar un posicionamiento ético. En este sentido, Débora Tajer nos ofrece herramientas conceptuales para poder construir un psicoanálisis a la luz de los desafíos de nuestra época. Un psicoanálisis “pospatriarcal, poscolonial y posheteronormativo”.

 

                                                            

                                                 Débora Tajer y su obra

 

 

  Iniciar la lectura de un libro suele ser una tarea sencilla. En general, algo de este nos convoca y decidimos sin más, emprender tal recorrido. Sin embargo, no es fácil terminar de leer un libro que una no quiere abandonar, incluso sabiendo que volverá a él reiteradas veces. Algo de esto aconteció al leer Psicoanálisis para todxs, de Débora Tajer.

 

  Este libro, en líneas generales, brinda las directrices que conducen hacia la práctica de un psicoanálisis pospatriarcal, posheteronormativo y poscolonial.

 

  Comienza así con un capítulo indispensable para el andamiaje epistemológico de los estudios de género como así también para el trabajo clínico: la historización. Conocer los orígenes de una corriente fecunda que aúna los desarrollos psicoanalíticos con los estudios de género es una tarea fundamental para descubrir lo heredado.

 

  Cuenta, además, con un segundo capítulo que nos habla de las subjetividades generizadas. Así, la autora nos presta sus pensamientos para poder entender la compleja imbricación entre los psiquismos y el social histórico en el cual advenimos al mundo.

 

  Punto fundamental para comprender la construcción de las subjetividades en clave política, la relación entre lo metapsicológico y las estructuras de poder. Tarea central para comprender la dimensión política de los deseos, anhelos, proyectos, modos de vivir, de enfermar, de morir.

 

  En su tercer capítulo la autora corre los velos que le dan carácter universal y transhistórico a la configuración familiar moderna. Así, en el capítulo denominado “El modelo familiar moderno, sus alternativas actuales y los nuevos desafíos” se deconstruye la familia nuclear burguesa como único armado familiar posible, afirmando, a la vez, que la misma está construida sobre la base de la heterosexualidad de dominio.

 

  Revisita así el núcleo duro de la teoría psicoanalítica, lo que nos permite aproximarnos a las configuraciones familiares actuales. Pero, sobre todo, nos brinda herramientas teórico-prácticas para abordar los modos en que armamos lazos familiares, entendiendo a estos como necesarios “frente a la vulnerabilidad humana” (p. 64). 

 

  En el capítulo 4 la autora analiza diversos escenarios actuales que nos plantean desafíos en la clínica. Se refiere a las diversidades sexo-genéricas, a las transformaciones en las relaciones de poder entre los géneros, a las nuevas configuraciones familiares, como así también a las nuevas técnicas reproductivas.

 

  Plantea entonces un horizonte ético: por un lado, no patologizar de antemano, ‒por prejuicios y aprioris epistemológicos‒ lo que es parte de las modalidades identitarias, sexuales y amatorias de la actualidad; y, por otro lado, seguir pensando las formas que adopta lo psicopatológico en estos escenarios. En este sentido, el libro nos aporta nuevas conceptualizaciones a modo de caja de herramientas para poder trabajar en la clínica actual y situada.

 

  Y así llegamos al capítulo 5, “Las infancias trans como infancias posibles”. Aquí la autora desarrolla la construcción de la identidad de género y cómo esta se adquiere en el proceso de identificación primaria. Y en estas explicaciones no se deshace del marco normativo sino que, por el contrario, lo incluye como un contexto que posibilita nuevas formas de habitar el mundo.

 

  Entonces nos comparte sus modos de pensar la clínica desde la perspectiva de género y de derechos, una clínica post-closet, que no solo entiende las infancias trans como infancias posibles y parte de la diversidad humana, sino que actúa en consecuencia de ello. 

 

  El sexto capítulo nos enfrenta con la pregunta “¿qué quiere un hombre?”, y de este modo invierte el enigma asociado históricamente a las identidades feminizadas. Esta pregunta devela la matriz androcéntrica del pensamiento occidental moderno desde el cual se han construido las disciplinas humanas. La pregunta histórica acerca de qué quiere una mujer nos ha constituido en “el otro género” (p. 101).

 

  En este sentido, la autora avanza un paso más, corriéndose del enigma universal acerca del “deseo femenino”, que convierte en la pregunta por “…el deseo del género al cual no pertenezco” (p. 101). Así, desarrolla cuatro historiales clínicos que se desprenden de su práctica para poder construir lineamientos al momento de trabajar en la clínica con sujetos que han sido “… subjetivados en un contexto de dominación masculina” (p. 103).

 

  En los capítulos 7 y 8 Débora Tajer inaugura un espacio para sus maestras. Nos trae al presente la obra de Silvia Bleichmar y Gilou García Reinoso, quien además fue su analista durante veinte años, recuperando lo más valioso de dos psicoanalistas argentinas.

 

  Desarrolla los aportes fundamentales de Silvia en relación a lo que denomina “el sujeto silviableichmariano”, un sujeto construido en la compleja relación entre lo político y el psiquismo. Como así también dos conceptos claves en la obra de Bleichmar: autoconservación y autopreservación.

 

  Respecto de la obra de Gilou, nos comparte sus reflexiones acerca de la constitución del psiquismo, a la que considera como determinada por las relaciones patriarcales que operan en la desigualación de lxs sujetxs, entendiendo esto como punto de partida. Punto de partida que nos permite, a través del trabajo psicoanalítico con perspectiva de género, dirigirnos hacia otros horizontes posibles donde lxs sujetxs puedan “…desarrollar sus posibilidades en la vida” (p. 126).

 

  Capítulo 9 “Con el psicoanálisis no alcanza, pero sin el psicoanálisis no se puede”. Aquí la autora nos muestra un psicoanálisis atravesado por los feminismos de nuestra época, en tiempos de la ola verde que ha inundado todos los espacios que habitamos. Se refiere al patriarcado, a la responsabilidad afectiva, la deconstrucción, al concepto de “relaciones tóxicas”, a los escraches y al consentimiento.

 

  Pero, fundamentalmente, este capítulo nos permite pensar la clínica con perspectiva de género elaborando con solidez sus lineamientos teórico-clínicos. Y en este punto nos queda claro, contra todo pronóstico de lxs guardianes del pensamiento-dogma, que practicar un psicoanálisis con perspectiva de género no es “militar la clínica” sino que, por el contrario, es practicar un psicoanálisis “que no de vergüenza” (p. 152).

 

  En el último capítulo de esta obra: “Heridos corazones. Psicosomática, psicoanálisis y género. Aportes para pensar la vulnerabilidad coronaria”, desarrolla los resultados de su tesis doctoral, en la cual ha trabajado “… la vulnerabilidad psicosocial diferencial por género de la enfermedad coronaria” (p. 153). En este capítulo observamos cómo el género impacta diferencialmente en los modos de enfermar, de vivir y de morir de lxs sujetxs.

 

  A lo largo de todo el libro nos encontramos con un pensamiento interdisciplinario: la psicoanalista, la sanitarista, la investigadora, la docente y la autora militante comprometida con los acontecimientos de su época. Todas ellas aparecen en esta obra en donde las líneas de pensamiento fugan hacia otros lugares confluyendo en un pensamiento particular que sin duda nos deja muchas respuestas pero, por suerte, también muchas preguntas.

 

  Llegadxs a este punto, es posible captar la complejidad de abandonar este libro por un tiempo hasta volver, inexorablemente, a él. Y esta complejidad acontece por, al menos, dos motivos: por un lado, una no quiere dejar de pensar ‒se, en, con‒ la autora.

 

  Por otro lado, este libro es un refugio acogedor. Refugio acogedor para aquellas personas que hemos decidido voluntariamente abandonar los dogmatismos, fugarnos de la transmisión psicoanalítica heteronormada, entendiendo a esta como un dispositivo político-epistémico que excluye y psicopatologiza las existencias que queremos habitar.

 

 

  En este sentido, no solo recomiendo su lectura a las personas que inician sus pasos en la clínica, sino a toda aquella persona que emprenda un viaje rizomático hacia la comprensión del malestar humano. 

 


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