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¿Cómo interroga el lenguaje inclusivo al psicoanálisis? Una lectura y una propuesta

13/07/2021- Por Marina Martín - Realizar Consulta

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En este escrito me propongo formalizar aquello que he venido pensando desde el psicoanálisis a propósito del lenguaje inclusivo. He arribado a esta producción a partir de recortar algunas preguntas que podría sintetizar del siguiente modo: ¿qué decisión hay en juego en el uso del lenguaje inclusivo?, ¿qué diferencias hay entre la “x” y la “e”? ¿Debemos hacerle lugar desde el psicoanálisis?, ¿cómo?

 

                                        

                          Aristóteles, Freud y Lacan (2007) por Maxi Muñoz*

 

 

  En este escrito me propongo formalizar aquello que he venido pensando desde el psicoanálisis a propósito del lenguaje inclusivo.

He arribado a esta producción a partir de recortar algunas preguntas que podría sintetizar del siguiente modo: ¿qué decisión hay en juego en el uso del lenguaje inclusivo?, ¿qué diferencias hay entre la “x” y la “e”? ¿Debemos hacerle lugar desde el psicoanálisis?, ¿cómo?

 

  Lenguaje inclusivo, no binario, no sexista, neutro… son nombres que podemos encontrar y cada uno nos remite a distintos modos de pensar este asunto produciendo diferentes efectos.

 

  Las luchas feministas vienen impulsando un fuerte cuestionamiento a, entre otras cosas, el uso del lenguaje. Ya en este siglo pasando por la utilización de la letra “@”, particularmente en internet, se le fue dando lugar en nuestro idioma al uso de la “x” en reemplazo de la marca de género. Vale aclarar que el binarismo del género gramatical (masculino-femenino) que tenemos en castellano no existe en todos los idiomas. Por ejemplo, hay algunas lenguas africanas que cuentan con varios géneros gramaticales y otras como el inglés no tienen ninguno.

 

  Vimos también cómo se empezó a utilizar un modo de enunciar binariamente aquellas palabras que indicaran la marca de género para lxs seres hablantes, por ejemplo “hola a todos y a todas”. Resulta ser que en gramática el género masculino es llamado no marcado y se pretende universal, mientras que el femenino es llamado marcado.

 

  Hay un gran debate sobre este tema en relación a algo que se llama “economía lingüística” y que tiene que ver, justamente, con poder decir más con menos; decir “todos y todas” no resulta económico. Este es uno de los argumentos más divulgados, por ejemplo, en contra de que sea especificado cada vez el género marcado. Ocurre, además, que hay personas que no se identifican con los pronombres masculino – femenino por lo que enunciar cada vez, cada uno, no basta.

 

  La “x”, como decía antes, trajo una solución pero también un problema ya que no puede pronunciarse. La letra “e” parecía haber venido a saldar esta cuestión: se escribe, se dice y rompe con el binarismo de género, salvo por la existencia de algunas palabras en donde la “e” ya se encontraba utilizada para el género masculino (por ejemplo, “los gobernantes”; curioso es que gobernanta significa otra cosa). Vamos constatando paso a paso que no es un tema de simple resolución y que los intereses y posiciones en juego son variados.

 

  Decidí hacer este breve paneo sobre algunos puntos discutidos respecto del lenguaje inclusivo. No busco con esto agotar el debate sino establecer algunos tópicos básicos sobre los cuales asentaré una lectura posible y una propuesta.

 

  Es imprescindible hacer lugar a este tema dentro del psicoanálisis, y por ello invito a pensar qué lugar es ese y cómo nos posicionamos frente a esto. Asumir un lugar desde la opinión no nos llevará a buen puerto, pues nuestra función –analítica– es otra; y, por otro lado, psicoanalizar el debate nos dejaría enceguecidos, sin poder abrirnos a algo que los feminismos han hecho desde sus inicios: cuestionarnos. Propongo entonces que nos interroguemos, que tomemos este movimiento de apertura hacia el lenguaje para cursar una pregunta, aquella que cause a cada unx.

 

  Es a partir de esto que delimito una pregunta que me ha llevado a ensayar alguna respuesta posible: el sujeto, ¿tiene género? Ya el decir tiene nos trae algunos inconvenientes teóricos para dicho concepto psicoanalítico. Asimismo, propongo una vuelta a este asunto (subject).

 

  En una proposición en nuestra lengua formulamos sujeto + predicado. Esto es algo que nos enseñaron en la escuela, tiene que ver con la composición de nuestra gramática, con cómo se estructura una frase. Podemos decir que sujeto es el ser/asunto/materia sobre lo que se enuncia algo, y predicado aquello que se afirma sobre un sujeto.

 

  Voy a tomar algunos pasajes del Tratado de Lógica de Aristóteles[1]. Allí en sus Categorías Aristóteles se pregunta cómo es que una cosa puede decirse de algo o cómo algo puede estar en una cosa. Por ejemplo, ustedes pueden pensar que La Gioconda es una mujer pero, ¿lo es? ¿Hay algo de ésta que contenga mujer? La pregunta por cómo definir una substancia y lo que se pueda decir de ella es un problema para dicho filósofo y se propone solucionarlo.

 

  Lo que se dice de una cosa, lo que está en una cosa, lo que una cosa es… Aristóteles intenta estabilizar estos interrogantes con una lógica. Siguiendo esta línea nosotrxs podríamos preguntarnos: el inconsciente, ¿es lo que se dice de algo?, ¿es lo que está en algo?, ¿es lo que es?[2]

 

  De este modo, el estagirita intenta definir en su lógica el grado de identificación, de inclusión, del sujeto por parte del predicado[3]. Busca saldar la apertura existente entre estos dos términos: entidad primera (sujeto) y entidad secundaria (predicado). No le resulta nada fácil; de hecho debe tomar una decisión y afirmar la existencia de una entidad primaria sobre la cual se asentará todo lo demás[4]: esta substancia hará de soporte a entidades secundarias como el género y la especie. Dirá: “(…) de no existir las entidades primarias, sería imposible que existiera nada de lo demás”[5]. Resalto en esto último ese imposible.

 

  ¿Qué hace Aristóteles frente a dicho imposible? Lo entifica; y desde allí construye un edificio lógico con diversas categorías y clasificaciones que delimitan un campo de sentido que hoy llamamos “sentido común”.   

 

  Es así que a pesar de su esfuerzo algo se le escapa allí constantemente, puesto que hay una imposibilidad entre el sujeto y el predicado que persiste. Los predicados son categorías que pretenden nombrar la cosa, decirla, volverla decible; lo buscan, mas no por esto lo logran. Son modos de nombrar lo real, podríamos decir, pero estando advertidxs de que no se trata de un real preexistente –como sí ocurre con la substancia primaria aristotélica– sino de un real que acontece pero que no es.

 

  Por tanto, hay una imposibilidad entre el sujeto y el predicado que no cesa de no ser suturada. Incluso muchas veces sucede que el predicado se substancializa: este movimiento es lo que nos hace creer que el género, dicho en el predicado, hace o está en el sujeto. Es el efecto de “el decir es justamente lo que queda olvidado detrás de lo que es dicho en lo que se escucha”[6]. ¿Qué queda olvidado, entonces? La operación que vuelve al género como inherente al sujeto: el decir.

 

  Dicha imposibilidad es un desenganche, agujero, hiancia, que localizamos una y otra vez en la clínica. La existencia de algo no se inscribe más que para otra cosa y es por ello que un significante no puede significarse a sí mismo.

 

  Aquí cabe otra acepción de sujeto en tanto adjetivo: “algo que está sujetado”. ¿No queda de este modo el sujeto sujetado por el género en el predicado?

 

  Podemos decir que el sujeto para el psicoanálisis, producido como efecto entre significantes, es ausencia de ser: “el ser es impredicable”[7]; su ausencia también. Gracias a las exposiciones teóricas de François Récanati[8], Lacan caracteriza al ser como sección de predicado, esto es, que pueda ser cortado analíticamente.

 

  Sección es la separación, es el corte que producimos en un cuerpo, en el discurso de lxs analizantes, y es a la vez las partes dadas como producto del corte. Sexión con x, como lo desarrolla Récanati[9], sexúa y falta al mismo tiempo; sexúa faltando. Es el corte y lo cortado. Por ello podemos decir que el sexo constituye y falta.

 

  El sexo está excluido, pero no excluido desde “antes” sino que es excluido cada vez. Es un real que al hablar y por el mismo hecho de hablar es excluido en el acto enunciativo. Con el género gramatical tenemos la ilusión de poder significar aquello que, por estructura, está perdido. La sexualidad está representada en el psiquismo por la relación del sujeto con aquello que no le es propio: “se instaura en el campo del sujeto por la vía de la falta”[10]. Desde el psicoanálisis operamos restituyendo la hiancia, esa falta que será escrita en tanto función.

 

  “Que el sexo es real, de esto no cabe la más mínima duda. Y su estructura misma es lo dual, el número dos”[11]. Pero no pensemos el número dos del mismo modo que propone Aristóteles, dos como lógica binaria y complementaria, sino dos como una relación dual no binaria.

 

  Con la frase “hola a todes”, ¿hay una mayor inclusión? Considero que sí en tanto el género gramatical binario (masculino-femenino) establece a priori sólo dos modos de identificación. Pero el sexo no es el género, no es eso, aunque a veces se lo haga pasar por ahí.

 

  ¿Cómo ponemos en función el sexo en tanto que está excluido? ¿Cómo lo hacemos operar/opeorar[12]? Por medio de la escritura; siendo que ésta opera por exclusión como propone en la pizarra Lacan para el número entero más pequeño que no esté escrito allí[13]. La función de la escritura introduce un enigma lógico y la letra designa un lugar.

 

  La “x” propuesta por el lenguaje no binario, al ser escrita, interroga; devuelve el enigma al predicado que tiende a ser sustantivado. Le devuelve el enigma al sujeto.

 

  Mi propuesta es que la “x” permite aislar una función que secciona/sexiona al predicado. Esta función puede ser escrita como: s(x). Por vía de esta función la “x” escribe aquello que no puede ser dicho en todos, en todas, ni en todes. Hay un pasaje, un cambio de materialidad de lo oral a lo escrito[14]. Un pasaje que no es sin pérdida ya que se escribe, y por tanto es legible, pero no se puede decir: al escribirse se descompleta en un mismo acto.

 

  No se tratará, entonces, de un mero reemplazo de caracteres por “x”, lo que nos llevaría al simple aplicacionismo de una regla. La propuesta es a poner en función la “x”, a interrogar las letras desde la escritura y la lectura.

 

  Poner en función la “x” como analistas es un acto político y, en tanto tal, hace a nuestra ética.

 

 

Arte*: Maxi es ilustrador y dibujante freelance de Buenos Aires, Argentina. La presente obra fue realizada para la revista http://www.lamujerdemivida.com.ar/

http://ilustraciones-max.blogspot.com/2007/06/aristoteles-freud-y-lacan.html

 

                  

 



[1] Aristóteles. (2015). Categorías en Tratados de Lógica (Órganon). Madrid: Editorial Gredos.

[2] Para profundizar en este punto y diferenciar el inconsciente de una entidad, me parece oportuno citar a Ferrater Mora en lo siguiente: “El modo común de concebir el ser substancia podemos llamarlo “la positividad”. En virtud de su riqueza propia, la substancia está constituida positivamente; determinar una substancia no es limitarla, sino únicamente “encajarla” dentro de un sistema conceptual. El ser substancia de una substancia no le viene, por así decirlo, “de afuera”, sino “de dentro”; algo es substancia, porque posee un haber propio y puede ser, por tanto, principio o de sus modos de ser o de sus manifestaciones”. - Ferrater Mora, J. (1985). “Substancia” en Diccionario de Filosofía. España: Alianza Editorial. [p. 736].

[3] Distingue los tipos más generales de predicación en función del grado de identificación del sujeto con el predicado: inclusión total, inclusión parcial, inclusión total en un sentido y parcial en otro sentido, inclusión nula. - Aristóteles, Categorías… [p. 29].

[4] “Las substancias (primeras) son el substracto de todo lo demás, por lo cual son substancias por excelencia (…) la substancia primera es, pues, formalmente hablando, “entidad””. - Ferrater Mora, J. (1985). “Substancia”… [p. 735].

[5] Aristóteles, Categorías… [p. 36].

[6] Lacan, J. (1972-1973). Clase 3 en El Seminario ‘Otra vez – Encore’. Versión crítica de Rodríguez Ponte. [p. 5].

[7] Lacan, J. (1972-1973). Clase 2 en El Seminario ‘Otra vez – Encore’. Versión crítica de Rodríguez Ponte. [p. 34].

[8] Aludo a: Clase 11 del Seminario ‘… o peor’ (1971-1972); y a la Clase 2 del Seminario ‘Otra vez – Encore’ (1972-1973). Ambas de la Versión crítica de Rodríguez Ponte.

[9] Lacan, J. (1972-1973). Clase 2 en El Seminario ‘Otra vez – Encore’. Versión crítica de Rodríguez Ponte.

[10] Lacan, J. (1964). Clase XVI: El sujeto y el otro: la alienación en El Seminario ‘Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis’. Buenos Aires: Paidós. [p. 213].

[11] Balmès, F. (2007). Capítulo: ‘Sexual’ en Dios, el Sexo y la Verdad. Colección Freud <> Lacan dirigida por Roberto arari. Ediciones Nueva Visión. [p. 79].

[12] Aludo a la propuesta de Lacan para su Seminario ‘… o peor’ (1971-1972), Paidós: “(…)… o peor es en suma lo que siempre puedo hacer” [pág. 11]. Frente al lugar vacío de la estructura, hago peor, opeoro.

[13] Lacan, J. (1966-1967). Clase 2 en El Seminario ‘La lógica del fantasma’. Versión crítica de Rodríguez Ponte. [p. 4].

[14] Récanati dirá que “(…) entre el objeto y el representamen de alguna manera cambiamos de espacio, o al menos hay algo como un agujero que hace justamente al objeto y al representamen inenganchables en esta relación”. - Lacan, J. (1972-1973). Clase 2 en El Seminario ‘Otra vez – Encore’… [p. 7].

 

 

 

 


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