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Psicoanálisis y Género, una perspectiva imprescindible

30/08/2017- Por Irene Meler - Realizar Consulta

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La producción de los estudios de Género es internacional. Se agrega su carácter interdisciplinario, donde convergen y se articulan los abordajes históricos, sociales, antropológicos, biológicos, psicológicos, psicoanalíticos, etc. En este magma productivo hemos optado por cultivar en especial la perspectiva que relaciona distintos desarrollos psicoanalíticos con los estudios provenientes de otros campos. Queda abierta de este modo la convocatoria a presentar trabajos desde perspectivas diversas, con el fin de contribuir a diálogos y reflexiones sobre las subjetividades contemporáneas, su malestar cultural, y los posibles caminos para asistir y prevenir el sufrimiento humano, que nos interpela y nos convoca.

 

 

 

                              

 

 

  Con estas reflexiones, se abre un nuevo espacio en el portal ElSigma, donde se publicarán contribuciones realizadas desde un enfoque psicoanalítico que se articula con los estudios interdisciplinarios de Género.

 

  La categoría teórica de Género fue creada por John Money (1955) para dar cuenta del carácter construido del sentimiento de masculinidad o de feminidad que experimentan los sujetos. En sus estudios realizados en la John Hopkins University sobre estados intersexuales, creó el concepto de “sistema sexo-género” para referirse a los factores que integran la fórmula sexual de cada individuo: genes, gametos, hormonas, caracteres sexuales primarios y caracteres sexuales secundarios. Pese a que la episteme de la década del ´50 privilegiaba a la biología como el referente que otorgaba cientificidad a los estudios psicológicos, Money descubrió un factor que adquiría prioridad por sobre las características de los cuerpos, para explicar la feminidad o la masculinidad subjetiva. Importando un término procedente de los estudios del lenguaje, creó el concepto de “asignación de Género”, para significar la percepción que los cuidadores primarios tenían acerca del infante apenas llegado al mundo, donde era clasificado dentro del binario masculino/femenino. Comprendió que esta percepción desencadena complejos proyectos identificatorios, que divergen según se trate de un niño o de una niña. Recordemos que Freud (1914), cuando introdujo el concepto de Narcisismo, al ejemplificar el modo en que la ingenua omnipotencia infantil, resignada en apariencia en los adultos, era transferida sobre la imagen de los hijos, expresó que los padres consideran que su hijo será un gran hombre, y que su hija, ¡se casará con un príncipe! Es fácil advertir que el camino hacia la consagración narcisista de las mujeres estaba cerrado a comienzos del siglo XX, y que la única vía posible era la alianza con un varón descollante. Una reflexión similar fue la que expresó el creador del psicoanálisis al referirse a la relación existente entre la madre y el hijo varón, considerándola como uno de los vínculos más libres de ambivalencia (Freud, 1933). La explicación para esta versión de esa relación materno-filial era que la madre, al tener impedida la realización de sus ambiciones personales, las delegaba en la persona de su hijo, obteniendo así una satisfacción vicaria.

 

  A comienzos del Siglo XXI la condición femenina ha mejorado en Occidente, pero aún está lejos de haber alcanzado la paridad. A partir de los años ’60 y ’70 los movimientos sociales de mujeres expresaron el malestar cultural femenino, en un contexto que ya las habilitaba para adquirir conocimientos, pero que hacía difícilmente compatible la inserción laboral y la autonomía económica, con el ejercicio de la maternidad.

 

  Las académicas inspiradas en el feminismo, adoptaron el concepto de Género debido a que su carácter constructivista permitía desarraigarse del reduccionismo biologista predominante en esa época, que había operado como una poderosa herramienta de control social, al patologizar las ambiciones personales femeninas. Esta adopción no es universal: se produjo en América y en algunos países europeos, como España. Las académicas francesas e italianas suelen preferir como referencia la de estudios feministas, en parte debido al antagonismo étnico que existe entre Europa y Estados Unidos, y también por el deseo de enfatizar el compromiso político de sus investigaciones.

 

  En este campo los requisitos positivistas de neutralidad valorativa y objetividad no suelen ser aceptados, aunque no se renuncia a la creación de conocimientos verificables y compartibles (Meler, 2013). Se reconoce que el conocimiento es una creación estrechamente vinculada con la posición del sujeto cognoscente en el campo social y con su peculiar constitución psíquica. La validez de los hallazgos, ya sean teóricos o empíricos, se logra mediante el consenso intersubjetivo, estableciendo un diálogo donde la diversidad de perspectivas es valorizada como un recurso epistémico. Esta aclaración sirve puntualmente para explicar que en este espacio virtual se admitirán perspectivas muy diversas, con las cuales la coordinación no estará forzosamente de acuerdo, pero que dan cuenta de la riqueza del campo interdisciplinario.

 

  La producción de los estudios de Género es prácticamente inabarcable, debido a que se entrecruzan producciones realizadas tomando a las mujeres y su experiencia como unidad de análisis (Women’s Studies) con otras enfocadas en las experiencias masculinas (Men’s Studies) a las que se agregan los estudios realizados por los sujetos que no se alinean a uno u otro lado del binarismo genérico (Queer Studies).

 

  Es un campo internacional, ya que existen producciones provenientes de diversos países centrales, tales como Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Italia y Australia, entre los más conspicuos, y de países en vías de desarrollo, entre los cuales la Argentina cuenta con una prolífica producción que abarca alrededor de cuatro décadas.

 

  A eso se agrega su carácter interdisciplinario, donde convergen y se articulan de modos diversos los estudios históricos, sociales, antropológicos, biológicos, psicológicos, psicoanalíticos, etcétera. En este magma productivo hemos optado por cultivar en especial la perspectiva que relaciona distintos desarrollos psicoanalíticos con los estudios provenientes de otras disciplinas, que se realizan con este enfoque.

 

  Como es sabido, el psicoanálisis contemporáneo se conjuga en plural. Dos tradiciones teóricas se diferencian al interior de los estudios de Género: el psicoanálisis lacaniano y el psicoanálisis anglosajón de las relaciones de objeto. Para complejizar aún más el panorama, es conveniente explicar que el feminismo, como teoría filosófica y política, también reconoce distintas vertientes.

 

  Una partición algo esquemática pero cuyo beneficio es la claridad, divide las posturas feministas entre aquellas que enfatizan las aspiraciones igualitaristas, y las que rechazan los ideales emancipadores por considerar que quedan prisioneros de una perspectiva androcéntrica, predominante en las culturas humanas, que se han caracterizado a partir del Neolítico, por la dominación social masculina (Bourdieu, 2000). Mientras las feministas igualitaristas detectan y denuncian los remanentes de inequidad, ya sea económica, laboral, política o subjetiva, que crean condiciones de desventaja para las mujeres, las feministas diferencialistas exaltan y revalorizan las cualidades tradicionalmente femeninas, atribuyéndoles un valor cultural que ha sido desdeñado y subalternizado en las culturas androcéntricas.

 

  Otras vertientes al interior de los estudios feministas se clasifican según sean tributarias de diferentes teorías sociales. Por ejemplo, hay amplios desarrollos creados por feministas socialistas o marxistas, mientras que otras producciones se encuadran en una postura liberal. Recientemente el intercambio con las tradiciones culturales de los pueblos originarios de distintas regiones del planeta, ha dado lugar a la aparición de producciones feministas denominadas post coloniales o decoloniales.

 

  Aún en los trabajos psicoanalíticos, que podrían considerarse, según un enfoque tradicional, al margen de estos debates, se advierte la impronta de estas opciones teóricas. Esto sucede porque hoy no es pensable un psicoanálisis biologista o estructuralista, que, ya sea por vía de uno u otro reduccionismo, considere la existencia de una naturaleza humana universal e invariante. La comprensión de las subjetividades y sus rápidas transformaciones contemporáneas, sólo puede intentarse desde una articulación estrecha entre historia social y constitución subjetiva.

 

  Queda abierta de este modo la convocatoria a presentar trabajos en este nuevo espacio, con el fin de contribuir a diálogos y reflexiones sobre las subjetividades contemporáneas, su malestar cultural, y los posibles caminos para asistir y prevenir el sufrimiento humano, que nos interpela y nos convoca.

 

 

Bibliografía

 

Bourdieu, Pierre: (2000) La dominación masculina, Barcelona, Anagrama.

Freud, Sigmund: (1914) “Introducción al Narcisismo”, en O. C., Buenos Aires, Amorrortu, 1980.

------------------: (1933) “Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis”, Conferencia Nº 33 “La femineidad”, en O. C., Buenos Aires, Amorrortu, 1980.

Meler, Irene: (2013) Recomenzar. Amor y poder después del divorcio, Buenos Aires, Paidós; reedición Diario La Nación, Colección Postlacanianos, Buenos Aires, 2016.

 

Money, John: (1955) Desarrollo de la sexualidad humana, Madrid, Morata, 1982.


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