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Traducción de la Conferencia de Ginebra Jacques Lacan (1975)

25/07/2014- Por Olga Mabel Máter y Alejandra Freschi - Realizar Consulta

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La conferencia anunciada con el título “El síntoma” fue pronunciada en el “Centro R. de Saussure” en Ginebra el 4 de octubre de 1975, en el marco de un fin de semana de trabajo organizado por la Sociedad Suiza de Psicoanálisis. Fue introducida por el Sr. Olivier Flournoy. La conferencia apareció en Le Bloc – notes de la psychanalyse en 1985 N ° 5 pp. 5 – 23.

 

 

 

 

Versión original: Ecole Lacanienne de Psychanalyse (Francia) ~ Conférence à Genéve sur le symptôme ~ Conferencia brindada el día 4 de octubre de 1975.

 

Jacques Lacan.:- Yo no comenzaré sin agradecer a Olivier Flournoy por haberme invitado, lo que me da el privilegio de hablarles.

Me pareció que dado el tiempo que hace que llevo a cabo mi práctica les debía una explicación, una explicación sobre el hecho de que primero he practicado y después un día me puse a enseñar.

Verdaderamente no tenía ninguna necesidad de enseñar. Lo hice desde el momento en que se fundó el Instituto Psicoanalítico de París, bajo el signo del acaparamiento, por parte de alguien que no tenía, mi Dios, para nada el derecho a jugar ese rol. Yo lo hice únicamente porque en ese momento de crisis una parte de los psicoanalistas, que acababan de salir de la guerra me pidió intervención porque se había instaurado una especie de dictadura, igualmente llevó ocho años salir de esa crisis ya que esta fundación es de 1953.

Había en ese entonces en Sainte Anne un profesor de psiquiatría, desde ese momento académico, que me invitó. Digamos que él mismo había sido psicoanalizado, pero la verdad su “Jeuneusse” de André Gide no da testimonio de eso, y no estaba muy entusiasmado en jugar un rol en el psicoanálisis. Solamente estuvo muy contento al cabo de diez años, no por darme vacaciones sino por verme partir. Fui yo quien se las dio.

En ese momento, una nueva crisis se declaraba, debido a una suerte de aspiración, con “ruido” de agujero que se hacía en la Internacional. Es lo que Joyce simboliza con el nombre inglés suck es el ruido que hace la caída del agua en el momento en que se aprieta el botón (¿del inodoro?)[1] y todo es aspirado por el agujero.

Es una buena metáfora para esta Internacional tal como la quiso Freud. Hay que recordar que como nada podía garantizarle que después de su desaparición su pensamiento sería salvaguardo es que sólo lo confía a su propia hija. No se puede decir que su hija esté en la misma línea, ¿verdad? Los llamados mecanismos de defensa que ella produjo dan cuenta de ello.

Comencé, entonces, en 1953 un seminario, que alguno de ustedes, me dice Olivier Flournoy, han seguido. Este seminario no es otra cosa que la recopilación que yo dejé en manos de Jacques–Alain Miller, quien me es muy próximo. Lo dejé en sus manos porque este seminario estaba alejado de mí, y si yo lo hubiera releído lo hubiera reescrito o por lo menos lo hubiera hecho más corto.

Escribir no es para nada lo mismo que decir. Lo que pasó es que quise que quedara algo de lo que yo decía en Sainte Anne. Se publicaba en ese momento una revista en la cual yo escribía. Hice la recopilación de un cierto número de artículos aparecidos en ella. Como también había escrito, nada mal, cosas anteriormente, la mitad de esta recopilación es de estos escritos. De ahí mi título Écrits, simplemente. Este título escandalizó a una persona de mi entorno que era una encantadora mujer japonesa, es probable que la resonancia de la palabra Écrits no sea la misma en japonés que en francés. Simplemente, por Écrits, yo quería señalar que era una especie de residuo de mi enseñanza.

Yo hacía entonces en esta revista, La Psychanalyse, más o menos una vez por año, un escrito que estaba destinado a conservar algo del alboroto que había engendrado mi palabra, y para guardarlo y poder remitirse a él. Yo lo hacía con la intención de que, después de todo, esto podría servirme de referencia en comparación con L´Internationale. Bien entendido, ella se burla bastante de todos los escritos y después de todo, tiene razón, porque el psicoanálisis, es otra cosa que escritos. Sin embargo, tal vez no estaría mal que el analista dé testimonio de que él sabe lo que hace. Si él hace algo, no sería excesivo esperar que de eso, deje un testimonio.

No es excesivo esperar que piense acerca de lo que hace. Piensa de vez en cuando. Piensa a veces. Para nada es obligatorio. No estoy dando una connotación de valor al término “pensar”. Yo diría incluso más, si hay algo que he enunciado, esto es naturalmente para asegurar al psicoanalista en esto que podría llamarse su automatismo. Pienso que el pensamiento es a fin de cuentas una viscosidad. Y los psicoanalistas lo saben mejor que nadie. Es una viscosidad en algo que yo he especificado de lo que llamo lo imaginario y toda una tradición filosófica lo ha advertido muy bien. Si el hombre, parece una banalidad decirlo, no tuviera lo que llamamos un cuerpo, no voy a decir que él no pensaría, porque eso es obvio, sino no sería captado profundamente por la imagen de su cuerpo.

El hombre es captado por la imagen de su cuerpo. Este punto explica muchas cosas, primeramente el privilegio que para él tiene esta imagen. Su mundo, si es que esta palabra tuviera un sentido, su Umvelt, lo que hay alrededor de él, lo corpo – cosifica, lo hace cosa a la imagen de su cuerpo. El no tiene la menor idea, por supuesto, de lo que pasa en este cuerpo. ¿Cómo sobrevive un cuerpo? No sé si esto los sorprende aunque sea un poco, si ustedes se hacen una herida eso se arregla. Esto es tan sorprendente, ni más ni menos, que el hecho que la lagartija que pierde su cola la reconstituye. Es exactamente del mismo orden.

Olivier Flournoy ha hecho referencia, a que es por vía de la mirada, que este cuerpo toma peso. La mayoría, pero no todo, de lo que el hombre piensa, se enraíza ahí. Ya que, dado a lo que se enfrenta, es verdaderamente muy difícil para un analista no ser aspirado por el glu – glu de esta huída, de esta cosa que lo capta, a fin de cuentas, narcisísticamente, en el discurso de aquel que Olivier Flournoy ha llamado recién, yo lo lamento, el analizado. Lo lamento, porque hace un tiempo que el término el analizante, que un día yo proferí en mi seminario ha tomado derecho de ciudadanía. No solo en mi Escuela, yo no le daré más que una importancia relativa, relativa a mí, pero esto ha generado una suerte de locura en la misma semana en la que yo lo había articulado, este analizante. El Instituto Psicoanalítico de París, que está siempre al día de lo que yo cuento, yo diría incluso más, lo que yo digo es lo principal de lo que allí se enseña, este instituto se ha relamido con este analysant que le venía como anillo al dedo, aunque solamente fuese para descargar al analista de ser el responsable, en ocasión del análisis.

Debo decir que, cuando había avanzado en esto, yo no había hecho más que parodiar, si puedo expresarme así, porque toda tradición es del orden de la parodia, el término analysand, que es corriente en la lengua inglesa. Por supuesto, no es estrictamente equivalente en francés. Analysand evoca primeramente el debiendo - ser – analizado, y no es para nada lo que yo quería decir. Lo que quería decir, era que en el análisis, es la persona que viene a construir una demanda en análisis, la que trabaja. A condición de que ustedes no la hayan acostado de inmediato en el diván, en cuyo caso está arruinado. Es indispensable que esta demanda haya tomado forma verdaderamente antes de que ustedes hagan acostar a la persona. Cuando ustedes le dicen de comenzar, y esto no debe ser ni la primera ni la segunda vez, al menos si ustedes se quieren comportar dignamente, la persona, entonces, que ha hecho esta demanda de análisis, cuando comienza el trabajo, es ella quien trabaja. Para nada ustedes deben considerarla como alguien a quien deben modelar. Es todo lo contrario. ¿Qué hacen ustedes ahí? Esto es lo que yo me pregunto desde que comencé.

Comencé, Dios mío, yo diría muy tontamente. Quiero decir que no sabía lo que hacía, como lo ha probado lo que siguió, probado a mis ojos. ¿No hubiera mirado más de una vez si yo hubiera sabido a qué me comprometía? Esto me parece cierto. Es por esta razón que en último término, es decir, al último punto al que yo llegué cuando retomé en octubre de 1967, instituí esto que consiste en hacer que, cuando alguien se posiciona como analista, sólo el mismo puede hacerlo. Esto me parece una primera evidencia.

Cuando alguien se posiciona como analista es libre en esta especie de inauguración, que yo hice entonces y que he llamado Proposition. Es libre, puede guardar las cosas para él o puede ofrecerse a esta prueba de confiarlas a gente que yo elegí para estar exactamente en el mismo punto que él. Es evidente, en efecto, que si se va a dirigir a un mayor, a un titular, a un didacta, puede estar seguro de que su testimonio será completamente tergiversado. Porque primeramente él sabe muy bien que el pobre cretino al cual se dirige tiene ya tanta experiencia que no sabe en absoluto, igual que yo, porqué se comprometió en esta profesión de analista. Yo me acuerdo un poco de esto, y me repienso. Pero la mayoría lo han olvidado totalmente. Ellos solo ven su posición de autoridad y en estas condiciones, uno trata de ponerse al lado de aquel que tiene la autoridad, es decir, que simplemente se miente. Entonces, he tratado que se dirijan a personas debutantes como ellos en la función de analista.

A pesar de todo, he conservado, - siempre hay que cuidarse de innovar, no es mi estilo, nunca innové en nada - , una especie de jurado que está hecho del consentimiento de todo el mundo. No hay nada que sea tan sorprendente como esto, si ustedes hacen elegir a un jurado cualquiera, si lo hacen votar en secreto, lo que surge, es el nombre de gente ya perfectamente bien ubicada. La masa quiere líderes. Ya es muy bueno que no quiera solo uno. Entonces, la masa que quiere líderes, elige aquellos que ya están allí para el funcionamiento de las cosas. Es delante de este jurado que testimonian aquellos que han recibido el testimonio de los que se pretenden analistas.

En el espíritu de mi Proposition, esta operación está hecha para esclarecer lo que pasa en ese momento. Es exactamente lo que Freud nos dice – cuando tenemos un caso, lo que se llama un caso en análisis, él nos recomienda no encasillarlo de antemano. Querría que escuchemos, si yo puedo decir, independientemente de nuestros conocimientos adquiridos que percibamos a qué nos enfrentamos, saber la particularidad del caso. Es muy difícil, porque lo propio de la experiencia es evidentemente encasillar. Nos es muy difícil, para nosotros los analistas, hombres o mujeres, de experiencia no juzgar y no elaborar el análisis de un caso sin recordar otros casos. Cualquiera sea nuestra pretendida libertad – porque esta libertad, es imposible de creer – está claro que no podemos deshacernos de nuestra experiencia. Freud insiste mucho en eso, si fuera comprendido, daría posiblemente la vía hacia otro modo de intervención – pero no puede ser.

Es entonces dentro de este espíritu que quise que alguien que está al mismo nivel que aquel que franquea su paso, dé testimonio. Es, en suma, para nuestro esclarecimiento. Sucede que de vez en cuando alguien da un testimonio que tiene el carácter – eso se reconoce de todos modos – de autenticidad. Entonces, preví que esta persona, sería admitida en el nivel donde hay gente considerada pensante de lo que hace, de manera de hacer una selección. ¿Qué sucedió inmediatamente? Por supuesto, se convirtió en otro modo de selección. Una persona que ha testimoniado honestamente acerca de lo que hace en su análisis dicho a posteriori didáctico, se siente tocada si después de su testimonio no forma parte del grupo de aquellos que son capaces de reflexionar un poco acerca de lo que hacen. Se sienten despreciadas, aunque yo hago todo para que no suceda. Yo trato de explicarles lo que su testimonio nos ha aportado, de una cierta manera de entrar en el análisis después de haberse hecho formar por lo que es exigido. Lo que es exigible, es evidentemente haber pasado por esta experiencia, ¿Cómo transmitirla si uno mismo no se sometió a ella?

Quisiera evocar aquí la fórmula de Freud del Soll Ich Werden, a la cual más de una vez valoré. (Falta aquí la transcripción de un momento de la conferencia). Werden, ¿qué quiere decir esto? Es muy difícil de traducir. Va hacia algo. Este algo, es el den? El Werden, es un enverdecimiento? Qué hay en el devenir alemán? Cada lengua tiene su genio, y traducir Werden como devenir solo tiene alcance en lo que ya tiene de den en el devenir. Es algo del orden de la indigencia, si se puede decir así. La indigencia no es lo mismo que el desanudamiento. Pero dejemos esto en suspenso.

De lo cual se trata, es de tomar la medida de este hecho que Freud, cosa muy sorprendente de parte de un hombre tan verdaderamente práctico, ha puesto en valor solo en el primer tiempo de su obra, en esta primera etapa que va hasta 1914, antes de la primera guerra, en su Interpretación de los sueños, en Psicopatología de la vida cotidiana, particularmente en El chiste y su relación con el inconsciente. Valoró esto, y lo sorprendente es que no lo haya palpado, es que su hipótesis de Unbewusstsein, de lo inconsciente, y bien, si se puede decir, la ha nombrado mal.

El inconsciente no es inconsciente simplemente por ser no sabido. Freud mismo lo formula ya diciendo Bewusst. Yo aprovecho acá la lengua alemana con la que se puede establecer una relación entre Bewusst y Wissen. En esta lengua, lo consciente de la consciencia se formula por lo que es verdaderamente, el goce de un saber. Lo que Freud ha aportado es esto, que no hay necesidad de saber que se sabe para gozar de un saber.

Tomemos finalmente esta experiencia que hacemos todos los días. Si esto de lo cual hablamos es verdad, si es en una época precoz que se cristaliza para el niño lo que hay que llamar bien por su nombre, a saber los síntomas, si la época de la infancia es para esto tan decisiva, ¿cómo no ligar este hecho a la manera en la cual nosotros analizamos los sueños y los actos fallidos? No hablo de chistes, completamente fuera del alcance de los analistas, que no tienen naturalmente el más mínimo ingenio. Esto es de Freud, pero prueba igualmente que aquí Freud, ha debido darse cuenta de que el enunciado de un acto fallido solo adquiere valor por las explicaciones de un sujeto. ¿Cómo interpretar un acto fallido? Se estaría en la oscuridad total, si el sujeto no dijera una o dos “palabritas”, que permiten decirle – pero al final, cuando usted sacó su llave de su bolsillo para entrar a mi casa, analista, eso tiene de todas formas un sentido – y según su progreso se le explicará el sentido, sea por el hecho que el crea estar en su casa, o que el desee estar en su casa, o incluso que el hecho de poner la llave en la cerradura prueba algo que se relaciona con el simbolismo de la cerradura y la llave. El simbolismo de la Traumdeutung es exactamente del mismo tipo. ¿Qué son estos sueños, si no son sueños contados? Es en el proceso de su relato que se leen lo que Freud llama sus sentidos. ¿Cómo incluso, sostener una hipótesis tal como la del inconsciente? Si no se ve que es la manera que ha tenido el sujeto, si es que hay otro sujeto que aquel que está dividido, impregnado, podemos decir, por el lenguaje.

Sabemos bien en el análisis la importancia que ha tenido para un sujeto, la manera en la que ha sido deseado. Hay personas que viven bajo el efecto, y esto les durará mucho tiempo en sus vidas, bajo el efecto que uno de sus padres, no preciso cual, no las haya deseado. Es este el texto de nuestra experiencia de todos los días.

Los padres modelan al sujeto en esta función que yo llamo del simbolismo. Lo que quiere decir estrictamente, no que el hijo sea el principio de un símbolo, sino que la manera en la cual se le ha introducido poco a poco un modo de hablar no puede más que portar la marca de la forma en que los padres lo han aceptado. Sé muy bien que hay en esto toda suerte de variaciones y de aventuras. Incluso un niño no deseado puede, en nombre de no sé qué, que le viene de sus primeros bullicios, ser mejor acogido más tarde. Esto no impide que quede la marca del hecho de que el deseo en algún momento no existió.

¿Cómo se ha podido desconocer hasta Freud, que esta gente que uno llama hombres, eventualmente mujeres, viven en el parloteo? Es muy curioso para la gente que cree que piensan, que no se den cuenta que piensan con las palabras. Hay trucos al respecto con los cuales hay que terminar, ¿no es cierto? La tesis de la Escuela de Würzburg, sobre la, digamos, apercepción de no sé qué pensamiento sintético que no articularía, es verdaderamente el más delirante que una escuela de pretendidos psicólogos haya producido. Es siempre con la ayuda de palabras que el hombre piensa. Y es en el reencuentro de esas palabras con su cuerpo que algo se dibuja. Por otro lado, yo osaría decir con respecto a esto, el término inné (innato) si no hubiera palabras, ¿qué podría testimoniar el hombre? Es ahí que él pone el sentido.

Yo intenté, como pude, hacer revivir algo que no era mío, pero que había sido ya percibido por los viejos estoicos. No hay ninguna razón para pensar que la filosofía haya sido siempre tal como lo es para nosotros. En aquel tiempo la filosofía era un modo de vida, a través del cual uno podía darse cuenta, mucho antes de Freud, que el lenguaje que no tiene en absoluto existencia teórica, interviene siempre bajo la forma de lo que yo llamo con una palabra que he querido aproximar lo más posible a la palabra: lallationm – lalangue (laleo – lalengua).

Los antiguos se dieron cuenta de que lalengua era absolutamente capital, desde los tiempos de Esopo. Hay al respecto una fábula bien conocida, pero nadie se dio cuenta. No es para nada al azar que en lalengua cualquiera que ella sea, por la cual alguien ha recibido la primera impronta, una palabra es equivocada. No es ciertamente por azar que en francés la palabra “ne” se pronuncia de una manera equivoca con la palabra “neud” (nudo). No es para nada casualidad que la palabra “pas”, la cual en francés redobla la negación contrariamente a otras lenguas, designa también un paso. Si yo me intereso tanto por “pas”, no es por azar. Esto no quiero decir que la lengua constituya de ninguna manera un patrimonio. Es cierto que es en la manera en que la lengua ha sido hablada y escuchada, para tal o cual en su particularidad, que enseguida algo resurgirá en sueños, en toda suerte de tropiezos, en toda suerte de maneras de decir. Es, si ustedes me permiten emplear este término por primera vez, en este matérilisme que reside el asidero del inconsciente, quiero decir que eso es lo que hace que nadie haya encontrado otras formas de sustentar lo que he llamado recién, el síntoma.

Lean un poco, estoy seguro de que no les sucede habitualmente, la Introduction à la psychanalyse, la Vorlesungen de Freud. Hay dos capítulos sobre el síntoma. Uno se llama Wege zur Symptom Beldung, es el capítulo 23, después verán que hay un capítulo 17 que se llama Der Sinn, el sentido de los síntomas. Si Freud aportó algo es esto. Es que los síntomas tienen un sentido, y un sentido que solo se interpreta correctamente, correctamente queriendo decir que el sujeto deje caer algún cabo, solo se interpreta en función de sus primeras experiencias, a saber en la medida que encuentre, lo que voy a llamar hoy, no pudiendo decirlo mejor, la réalité sexuelle.

Freud ha insistido mucho al respecto. Creyó poder acentuar notablemente el término de autoerotismo, realidad sexual, que el niño descubre primero en su propio cuerpo. Me permito, esto no me ocurre todos los días, no estar de acuerdo, y esto en nombre de la obra del mismo Freud.

Si ustedes estudian de cerca el caso del pequeño Hans, verán que lo que ahí se manifiesta es lo que él llama su Wiwimacher[2] porque no sabe llamarlo de otro modo, se introdujo en su circuito. En otros términos, para llamar a las cosas por su nombre, él tuvo sus primeras erecciones.

Este primer gozar se manifiesta, podría decirse en cualquiera. Por supuesto, no es verdadero, sino verificado, en todos. Pero es justamente aquí que está la punta de lo que Freud aportó, basta que esto sea verificado en algunos para que tengamos el derecho de construir al respecto algo que tiene la más estrecha relación con el inconsciente. Porque después de todo, es un hecho que Freud ha inventado el inconsciente. El inconsciente es una invención en el sentido de descubrimiento, que está ligado al reencuentro que hacen algunos seres con su propia erección.

Nosotros llamamos esto así, ser, porque no sabemos hablar de otra manera. Sería mejor no utilizar la palabra ser. Algunas personas en el pasado han sido sensibles a esto. Cierto Santo Tomás de Aquino – un hombre santo e incluso un síntoma – ha escrito De ente et essentia. No puedo decirles que les recomiendo la lectura porque no lo van a leer, pero es muy astuto. Si hay algo que se llama inconsciente, esto quiere decir que no hay necesidad de saber lo que se hace para hacerlo, y para hacerlo sabiéndolo muy bien. Habrá puede ser una persona que leerá De ente et essentia, y que se dará cuenta de lo que este hombre santo, este síntoma[3] (3), destila muy bien, ni el ser ni la esencia se atrapan fácilmente.

No hay necesidad de saber todo esto. Solo hay necesidad de saber que en ciertos seres, como se los llama, el encuentro con su propia erección no es para nada autoerótico. Es lo más hétero que hay. Se dicen: ¿pero qué es esto? Y se lo dicen tan bien que este pobre pequeño Hans no piensa en otra cosa, lo encarna en los objetos más externos posible, a saber en el caballo que piafa, que cocea, que corcovea, que se cae. Este caballo que va y viene, que tiene una cierta manera de deslizarse a lo largo de los andenes tirando de un carro, es lo más ejemplar para él de aquello a lo que se enfrenta, y de lo cual no comprende nada, gracias al hecho, por supuesto, que tiene un cierto tipo de madre, y un cierto tipo de padre. Su síntoma, es la expresión, la significación de este rechazo.

Este rechazo no merece para nada ser enganchado del autoerotismo, bajo el solo pretexto que después de todo este Wiwimacher, lo ha colgado en alguna parte bajo su vientre. El goce que es resultado de este Wiwimacher, le es ajeno, al punto de estar en el principio de su fobia. Fobia quiere decir que le tiene miedo. La intervención del profesor Freud, mediada por el padre es un truco, cuyo único mérito es haber tenido éxito. Llegará a hacer soportar el pequeño pene a otro, en esta ocasión a su pequeña hermana.

Abrevio el caso del pequeño Hans. Solo lo introduje porque, dado que ustedes son de una ignorancia absoluta, no veo por qué no habría de improvisar hoy. No voy a leerles todo lo que preparé para ustedes. Simplemente quiero tratar de transmitir algo de lo que sucedió, hacia fines del siglo pasado, en alguien que no era un genio, como se le dice, sino un honesto imbécil como yo.

Freud se dio cuenta de que nadie podía decir que había cosas que el sujeto parlante sabía sin saberlas. Este es el relieve de las cosas. Es por esto que he hablado del significante y de su efecto significado. Naturalmente, con el significante, no he agotado la cuestión. El significante es algo que esta encarnado en el lenguaje. Hay una especie que ha sabido ladrar de tal manera que un sonido, en tanto significante es diferente de otro. Olivier Fluornoy me dijo haber publicado un texto de Spitz. Lean su De la naissance à la parole para tratar de ver cómo se despierta la relación ante el ladrido. Hay un abismo entre esta relación y el hecho que al final el ser humillado, el ser humus, el ser humano, el ser como ustedes quieran llamarlo, se trata de ustedes y de mí, que el ser humano llega a poder decir algo. No solamente a poder decirlo sino incluso este cáncer que es el lenguaje, implica desde el comienzo una especie de sensibilidad.

He visto muy bien niños muy pequeños, aunque fueran solo los míos. El hecho que un niño diga “puede ser”, “no todavía”, antes de que sea verdaderamente capaz de construir una frase, prueba que hay en él algo, un pasaje que se atraviesa, por donde el agua del lenguaje llega a dejar algo en ese pasaje, algunos desperdicios con los cuales va a jugar, con los cuales él deberá arreglárselas. Es lo que le deja toda esta actividad no reflexiva, los residuos a los cuales más tarde, porque es prematuro, se agregarán los problemas de lo que va a asustarlo. Gracias a lo cual el niño va a ligar la realidad sexual y la del lenguaje.

Permítanme exponer aquí algunas ecuaciones tímidas, a propósito de lo que ya expuse en mis Escritos como “La significación del falo”, lo que es una muy mala traducción para Die Bedeutung des Phallus.

Es sorprendente que el psicoanálisis no haya estimulado en lo más mínimo a la psicología. Freud ha hecho de todo para esto, pero, bien entendido, los psicólogos son sordos. Esto solo existe en el vocabulario de los psicólogos, una psiquis pegada a un cuerpo. ¿Por qué diablos, el hombre sería doble? Que haya un cuerpo encubre suficientes misterios, y Freud ayudado por la biología, ha marcado muy bien la diferencia entre soma y germen. ¿Por qué diablos no limpiar nuestro espíritu de toda esta psicología defectuosa, y no tratar de deletrear lo que hay de la Bedeutung del falo? He debido traducir por significación, por no poder dar un equivalente. Bedeutung es diferente de Sinn, del efecto de sentido, y designa la relación con lo real. ¿Por qué desde que el psicoanálisis existe, las preguntas no han sido hechas en este nivel? ¿Por qué ese supuesto ser, por qué ese se goza apareció sobre lo que llamamos Tierra? Nos imaginamos que es un astro privilegiado bajo el pretexto de que ahí existe el hombre, y de cierta forma es verdad, con la única condición que no haya otros mundos habitados.

¿No les parece que esta “realidad sexual”, como yo me expresé hace un rato, es específica en el hombre, por esto que no hay entre el hombre y la mujer ninguna relación instintiva? ¿Qué nada haga que todo hombre, para designarlo por lo que le va bien, siendo que él imagina naturalmente la idea del todo, que todo hombre no es apto para satisfacer a toda mujer? Lo que parece ser la regla para todos los demás animales. Evidentemente, ellos no satisfacen a todas las hembras, pero se trata solamente de aptitudes. El hombre, ya que se puede hablar de “el hombre”, tiene que contentarse con soñar. Debe contentarse con soñar, porque es absolutamente cierto que no solamente no satisface a toda mujer, sino que La mujer, pido perdón a los miembros del M L. F.[4] posiblemente presentes aquí, La mujer no existe. Hay mujeres, pero La mujer, es un sueño del hombre.

No es por nada que él se satisface con una, incluso con varias mujeres. Es que para las otras no tiene deseo. ¿Por qué no tiene deseo? Porque ellas no concuerdan con su inconsciente.

No es solo que no hay La mujer, La mujer se define por ser lo que yo ya he dicho antes y que lo repito para ustedes, ser del No toda. Esto va más lejos, y no viene del hombre, contrariamente a lo que creen los miembros del M. L. F., es de ellas mismas. Es en ellas mismas que son No todas. A saber que ellas no se prestan a la generalización. Incluso yo lo digo entre paréntesis a la generalización falocéntrica.

Yo no he dicho que la mujer es un objeto para el hombre. Por el contrario, he dicho que era algo con lo cual él jamás sabe cómo desenvolverse. En otros términos, no deja jamás de meter la pata abordando a cualquiera de ellas, sea porque se equivocó, sea porque justamente era esta la que necesitaba. Pero no se da cuenta sino après coup.

Es uno de los sentidos del après coup del cual yo hablé en su momento, y que ha sido tan mal relevado en el famoso y eterno Vocabulaire de la psychanalyse por el cual Lagache estropeó el psicoanálisis entero. Bueno, en fin, no está tan mal, no exageremos. Probablemente lo único que le interesaba era “lagachear” lo que yo decía. Después de todo, por qué no se “lagacharía”?

Yo no estoy absolutamente seguro de tener razón de todo. No solo no lo estoy, sino que tengo la actitud freudiana. En la próxima ocasión que deba revisar todo mi sistema, no pediré nada mejor que recogerlo. Todo lo que yo puedo decir, es que sin duda gracias a mi boludez, esto no sucedió todavía.

Ahora les dejaré la palabra.

Yo estaré contento, después de esta charla, de saber lo que ustedes han sacado de ella.

 

 

Respuestas:

 

J. L.: Para alentar a alguien que tenga una pregunta para formular yo querría decirles que alguien que tenía que tomar un tren, no sé para donde…

- Para Lausanne

J. L.: ¿Ustedes saben quién es?

- El Dr. Bovet

J. L.: Es un nombre que no me es desconocido. El Dr. Bovet me ha hecho una pregunta que yo encuentro muy buena, es una manera de decir. ¿Hasta qué punto, me ha dicho, se toma usted en serio? Esto no está mal, y espero que esto los aliente. Yo me cago en este tipo de preguntas. Continuar al punto de estar en el vigésimo segundo año de enseñanza, implica que me tomo en serio. Si yo no he respondido, es porque había un tren para tomar. Pero igual, yo ya respondí a esta pregunta, implícitamente identificando lo serio con la serie. Que una serie matemática sea convergente o divergente quiere decir algo. Lo que yo enuncio es totalmente de este orden. Trato de apretar cada vez más, de hacer una serie convergente. ¿Lo logré? Naturalmente, cuando uno está cautivado… pero incluso una serie divergente tiene interés, a su manera, converge también; esto para las personas que tienen alguna idea de las matemáticas. Transmito esta respuesta porque se trata del Dr. Bovet.

Dr. Cramer.:- Ud. dijo, si lo seguí bien, que es la madre quien habla al niño, pero el niño debe escuchar. Es sobre este “el niño debe escuchar” que yo quisiera formularle una pregunta.

J. L.:- ¡Sí!

Dr. Cramer.:- ¿Qué es lo que hace que un chico pueda escuchar? ¿Qué es lo que hace que el niño sea receptivo a un orden simbólico que le enseña la madre o que le aporta la madre? ¿Hay algo de inmanente en el hombre pequeño?

J. L.:- En lo que dije, me parece que está implícito diría yo. El ser que he llamado humano es esencialmente un ser parlante.

Dr. Cramer.:- Y un ser que debe también poder escuchar.

J. L.:- Pero escuchar es parte de la palabra. Lo que yo evoqué concerniente al “tal vez”, al “todavía no” se podrían citar otros ejemplos, prueba que la resonancia de la palabra es algo constitucional. Es evidente que esto está ligado a la especificidad de mi experiencia. El hecho de que alguien esté en análisis, siempre prueba que ha escuchado. Que Usted plantee el hecho de que haya gente que no escucha nada es ciertamente sugestivo, pero difícil de imaginar. Usted me dirá que hay gente que puede tal vez no escuchar más que el bullicio a su alrededor.

Dr. Cramer.:- Yo pensaba por ejemplo en los autistas. Sería un caso en el cual el receptáculo no está en su lugar y donde no se puede escuchar.

J. L.:- Como su nombre lo indica, los autistas se escuchan ellos mismos. Escuchan muchas cosas. Esto desemboca normalmente incluso en la alucinación, y la alucinación tiene siempre un carácter más o menos vocal. No todos los autistas escuchan voces, pero articulan muchas cosas, y lo que articulan, se trata justamente de ver donde lo han escuchado. ¿Usted ve autistas?

Dr. Cramer.:- Sí

J. L.:- Entonces, ¿qué le parecen los autistas a Usted?

Dr. Cramer.:- Precisamente que ellos no logran escucharnos, que permanecen aislados.

J. L.:- Pero eso es otra cosa. No logran escuchar lo que tiene para decirles en tanto que usted se ocupa de ellos.

Dr. Cramer.:- Pero también nos cuesta escucharlos. Su lenguaje permanece cerrado.

J. L.:- Es justamente lo que hace que no los escuchemos. Es que ellos no lo escuchan a usted. Pero en fin, hay seguramente algo para decirles.

Dr. Cramer.:- Mi pregunta iba un poco más lejos. ¿Lo simbólico, voy a emplear un cortocircuito, se aprende? ¿Hay algo en nosotros desde el nacimiento que hace que uno esté preparado para lo simbólico, para recibir precisamente el mensaje simbólico, para integrarlo?

J. L.:- Todo lo que he dicho lo implicaba. Se trata de saber por qué hay algo en el autista, o en aquel que llamamos esquizofrénico, que se congela, si se puede decir así. Pero ustedes no pueden decir que no habla. Que ustedes tengan problemas para escuchar, para dar alcance a lo que dicen, no implica que no sean personajes ante todo verbales.

Dr. Cramer.:- ¿Usted cree que el lenguaje no es solamente verbal, sino que hay un lenguaje que no es verbal? El lenguaje de los gestos, por ejemplo.

J. L.:- Es una cuestión que ha sido planteada hace mucho por Jousse, que el gesto precedería la palabra. Yo creo que hay algo de específico en la palabra. La estructura verbal es bien específica y tenemos un testimonio de esto en el hecho de que los sordomudos son capaces de un tipo de gestos que no es para nada el gesto expresivo como tal. El caso de los sordomudos demuestra que hay una predisposición al lenguaje, incluso en aquellos que están afectados de esta enfermedad, la palabra enfermedad me parece acá bien específica. Hay discernimiento de que puede haber ahí algo de significante como tal. El lenguaje de señas no se concibe sin una predisposición a adquirir sin el significante cualquiera que sea la enfermedad corporal. Yo no hablé todavía de la diferencia entre el significante y el signo.

O. Flournoy.:- Yo creo que al Sr. Auber le gustaría que usted pudiera elaborar eventualmente un poco la diferencia que acaba de mencionar.

J. L.:- Esto nos lleva muy lejos, a la especificidad del significante. El tipo de signo se va a encontrar en el ciclo de manifestación que uno podría, calificar de exterior. Es, no hay humo sin fuego. El signo es captado de inmediato, si hay fuego es que alguien lo hizo. Incluso si uno se da cuenta después que el bosque arde sin que haya un responsable. El signo se inclina siempre, enseguida, hacia el sujeto y hacia el significante. El signo es captado de inmediato como intencional. El significante es percibido de entrada como el significante.

O. Fluornoy.:- En lo que se ha dicho, usted ha dicho frases muy bellas sobre la mujer. Tal como < La mujer no existe, hay mujeres. La mujer es un sueño del hombre>.

J. L.:- Es un sueño porque no puede hacer nada mejor.

O. Fluornoy.:- O < La mujer es eso con lo que el hombre no sabe jamás desenvolverse> Me parece que en el título de su conferencia se hablaba de symptôme, y tuve la impresión finalmente que la mujer, es el symptôme del hombre.

J. L.:- Yo lo dije claramente en mi seminario.

O. Fluornoy.:- ¿Se puede decir recíprocamente que el hombre es el symptôme de la mujer? ¿Significa esto que en la niña y el niño, el mensaje que la madre va a transmitir, el mensaje simbólico, significante, va a ser recibido de la misma manera, porque es la madre quien lo transmite, sea a la hija o a al hijo? ¿Hay una reciprocidad o una diferencia de la cual no se escapa?

J. L.:- Hay seguramente una diferencia, que tiene que ver con esto que las mujeres comprenden muy bien que el hombre es un pájaro raro. Hay que juzgar al nivel de las mujeres analistas. Las mujeres analistas son las mejores. Son mejores que el hombre analista.

O. Fluornoy.:- ¿Cuál es finalmente esta relación con el significante que parece ser algo de trans – sexual o bisexual?

M. X.:- Las mujeres son mejores analistas, ¿mejores en qué? ¿Mejores cómo?

J. L.:- Esta claro que son mucho más activas. No hay muchos analistas que hayan testimoniado que comprendían algo. Las mujeres se adelantan. No tienen más que ver a Melanie Klein. Las mujeres allá van, y allá van con un sentimiento absolutamente directo de lo que es el bebé en el hombre. Los hombres necesitan un rudo quiebre.

M. X.:- Los hombres también tienen ganas de tener un bebé.

J. L.:- A veces ellos también desean dar a luz, es verdad. A veces, hay hombres que, por razones que son siempre muy precisas, se identifican con la madre. Tienen ganas, no solamente de tener un bebé, sino de estar embarazados, esto sucede a menudo. En mi experiencia analítica he tenido cinco o seis casos muy claros, que habían llegado a formularlo.

M. Vauthier.:- Como analista ¿tuvo la ocasión de tratar pacientes psicosomáticos severos? ¡ Cuál es la posición del significante en relación a ellos? ¿Cuál es su posición en relación a su acceso al simbolismo? Se tiene la impresión de que ellos no alcanzan el registro simbólico, o no se sabe cómo engancharlos. Querría saber si desde su manera de plantear el problema, usted tiene una fórmula que pueda aplicarse a este tipo de pacientes.

J. L.:- Es cierto que está en el dominio todavía más inexplorado. Igualmente es del orden de lo escrito. En muchos casos no sabemos leerlo. Habría que decir aquí algo que introdujera la noción de escrito. Todo pasa como algo que estuviera escrito en el cuerpo, algo que está dado como un enigma. No es para nada sorprendente que nosotros tengamos este sentimiento como analistas.

M. Vauthier.:- ¿Pero cómo hacerles hablar lo que está escrito? Ahí me parece que hay un corte.

J. L.:- Es absolutamente cierto. Hay lo que los místicos llaman la firma de las cosas, lo que hay en las cosas que pueden leerse. Signatura, no quiere decir signum, ¿no es cierto? Hay algo para leer ante lo cual, a menudo, nosotros nadamos.

M. Nicolaidis.:- ¿Puede ser que el psicosomático se exprese con un lenguaje jeroglífico mientras el neurótico lo hace con un lenguaje alfabético?

J. L.:- Pero eso es de Vico.

M. Nicolaidis.:- Uno siempre es el segundo.

J. L.:- Por supuesto que uno siempre es el segundo. Siempre hay alguien que ha dicho.

M. Nicolaidis.:- Sin embargo, el no habló de lo psicosomático.

J. L.:- ¿Vico? seguramente no. Pero en fin, tomemos las cosas por este lado. Si, el cuerpo considerado como cartucho, como librando el nombre propio. Habría que tener una idea más elaborada de lo jeroglífico que Vico. Cuando él dice jeroglífico, no parece tener – yo he leído la Scienza nuova – ideas muy elaboradas para su época.

O. Fluornoy.:- Quisiera que nuestros compañeros tomen la palabra. Mme. Rossier. Que se entable el diálogo intersexual.

Mme. Rossier.:- Yo quería decir que cuando usted habló, evocando lo psicosomático, de algo “escrito”, yo comprendí “gritos”, el grito. Y yo me pregunté si la inscripción en el cuerpo de los psicosomáticos no se parece más a un grito que a una palabra y es por eso que nos cuesta tanto comprenderlo. Es un grito repetitivo, pero poco elaborado. No pensaría para nada en el jeroglífico, que me parece ya demasiado complicado.

J. L.:- Un enfermo psicosomático es complicado, y esto se parece más a un jeroglífico que a un grito.

O. Fluornoy.:- Y sin embargo, un grito es endiabladamente difícil de traducir.

J. L.:- Eso es verdad.

M. Vauthier.:- Siempre se otorga un significante a un grito. Mientras que, uno quisiera otorgarle un significante al psicosomático.

J. L.:- Freud habla del grito en un momento. Tendría que volver a encontrarlo. El habla del grito, pero eso queda en la nada.

Mme. Y.:- ¿La diferencia entre la palabra escrita y la palabra hablada? Usted parece estar pensando en esto.

J. L.:- Es cierto que hay ahí, en efecto, una hiancia sorprendente. ¿Cómo es que hay una ortografía? Es lo más extraño del mundo, y que además sea manifiestamente por lo escrito que la palabra haga su brecha, por lo escrito y únicamente por lo escrito, lo escrito de eso que uno llama cifras, porque no se quiere hablar de números. Hay algo ahí que es del orden de lo que se formulaba como pregunta, del orden de la inmanencia (esencia). El cuerpo en el significante, hace rasgo, rasgo que es un Uno. Lo traduje de Einziger Zag, que Freud enuncia en su escrito sobre la identificación, por rasgo unario. Es alrededor del rasgo unario que ronda toda la cuestión de lo escrito. Que el jeroglífico sea egipcio o chino, es lo mismo desde esta mirada. Se trata siempre de una configuración del rasgo. No es por nada que la numeración binaria solo se escribe con unos y ceros. La cuestión debería juzgarse al nivel de: ¿qué tipo de goce se encuentra en el psicosomático? Si evoqué una metáfora como la del congelado, es porque ciertamente hay esta especie de fijación. Tampoco es por nada que Freud emplea el término Fixierung, es porque el cuerpo se deja llevar a escribir algo del orden de los números.

M. Vauthier.:- Hay algo paradojal. Cuando uno tiene la impresión que la palabra goce retoma un sentido con un psicosomático, no es más un psicosomático.

J. L.:- Totalmente de acuerdo. Es por la revelación del goce específico que tiene en su fijación que siempre es necesario abordar al psicosomático. Ahí uno puede esperar que el inconsciente, la invención del inconsciente, pueda servir para algo. Lo que nosotros esperamos, es otorgarle el sentido, de eso se trata. Igualmente, el psicosomático está en su fundamento, profundamente enraizado en lo imaginario.

M. Z.:- Soll Ich werden, usted más o menos ha transcripto “él es pensado” Pienso en el discurso del obsesivo que piensa, que repiensa, que cogita, que en todos los casos llega el mismo al “él es pensado”. El “él es pensado” ¿podemos comprenderlo también como “dispensado” en el sentido en el cual el “dis” quiere decir de arriba hacia abajo, desmontar, desarticular y finalmente hacer caer la estatua? ¿Se puede hacer la conjunción entre el “dispensado” y el “él es pensado”?

J. L.:- Esto tiene una gran relación con la obsesión. El obsesivo es esencialmente alguien que es “piensa”. Es “piensa” avaramente. Es “piensa” en circuito cerrado. Es “piensa” para el solo. Esta fórmula me fue inspirada por los obsesivos. Ustedes han reconocido muy bien la afinidad con el obsesivo, porque no lo dije yo.

Mme. Vergopoulo.:- Hay algo que me ha sorprendido en el seminario, con respecto al tiempo. El concepto es el tiempo de la cosa. En el marco de la transferencia, usted dice que la palabra solo tiene valor de palabra, que no hay ni emoción, ni proyección, ni desplazamiento. Debo decir que no he comprendido muy bien cuál es el sentido de la palabra en la transferencia.

J. L.:- ¿Qué respuesta espera obtener? ¿Sobre la relación del concepto con el tiempo?

Mme. Vergopoulo.:- Sobre la relación de la palabra antigua con la palabra actual. En la transferencia, si la interpretación es acertada, es porque hay coincidencia entre la palabra antigua y la actual.

J. L.:- Hace falta que de tiempo en tiempo, yo me ejercite en algo tentativo. Que el concepto sea el tiempo es una idea hegeliana. Pero sucede que, en algo que está en mis Escritos sobre “El tiempo lógico y el aserto de la certidumbre anticipada”, yo he subrayado la función de la prisa en lógica, a saber que uno no puede quedar en suspenso porque en algún momento hay que concluir. Me esfuerzo en anudar el tiempo con la lógica misma. He distinguido tres tiempos, pero eso es un poco viejo, lo he escrito hace mucho tiempo, inmediatamente después de la guerra. Hasta cierto punto, se concluye demasiado pronto. Pero este demasiado pronto es simplemente la evitación de un demasiado tarde. Esto está totalmente ligado a lo más profundo de la lógica. La idea del todo, de lo universal, está ya de alguna manera prefigurada en el lenguaje. El rechazo de la universalidad está esbozado por Aristóteles, y él lo deja de lado, porque la universalidad es lo esencial de su pensamiento. Puedo decir con cierta verosimilitud que el hecho de que Aristóteles lo deje de lado, indica a fin de cuentas, el carácter no necesitado de la lógica. El hecho es que solo hay lógica en un humano vivo.

M. Melo.:- En su primera respuesta, usted ha partido de la palabra serio, y llegó a la noción de serie. Me llamó mucho la atención ver como nosotros reaccionamos a esta palabra serie, alineando una serie de enfermedades unas después de las otras. Hubo el autista, el obsesivo, el psicosomático, y hubo la mujer. Esto me llevó a pensar, en el hecho de que usted ha venido a hablarnos y que nosotros hemos venido a escucharlo.

Esta es mi pregunta. ¿Usted no piensa que entre la transferencia y la contratransferencia, hay realmente una diferencia que se sitúa a nivel del poder?

J. L.:- Es igualmente muy demostrativo, que el poder nunca reposa sobre la fuerza pura y simple. El poder es siempre un poder ligado a la palabra. Resulta que después de haber machacado las cosas por mucho tiempo atraigo gente por mi parloteo que evidentemente no tendría este poder sino fuera seriado, si no convergiese en alguna parte. De todas formas es un poder de un tipo muy particular. No es un poder imperativo. Yo no doy órdenes a nadie. Pero toda la política reposa sobre esto, que todo el mundo está muy contento de tener a alguien que diga “Adelante”, y no importa hacia dónde. El principio mismo de la idea de progreso, es que se cree en el imperativo. Es lo más original que hay en la palabra, y que yo traté de esquematizar, ustedes lo encontrarán en un texto que se llama Radiofonía, y que no recuerdo donde lo doné. Se trata de la estructura del discurso del amo. El discurso del amo está caracterizado por el hecho de que en un cierto lugar, hay alguien que hace semblante de comandar. Este carácter de semblante es absolutamente esencial. “De un discurso que no sería del semblante” ha servido de título para uno de mis seminarios. Que haya alguien que quiera encargarse de esta función del semblante, hace que todo el mundo esté encantado. Si nadie hiciera semblante de comandar, ¿dónde iríamos nosotros? Y por un verdadero consentimiento fundado en el saber que es necesario que haya alguien que haga semblante, aquellos que saben caminan como los otros. Lo que ustedes acaban de captar aquí con una cierta manera de tomar distancia, es lo que evocan como una sombra de poder.

O. Fluornoy.:- Una pregunta más en la serie que ha mencionado el Dr. Melo. A propósito de la psicosis, usted introdujo el término de forclusión que se emplea sin saber muy bien lo que el recubre. Me pregunté al escucharlo si lo que está forcluído en el psicótico no es el goce. ¿Pero se trata de una verdadera forclusión o de un semblante de forclusión? Dicho de otra manera, el psicoanálisis ¿puede llegar a un psicótico o no?

J. L.:- Es una muy linda pregunta. Forclusión del Nombre del Padre. Esto nos lleva a otro piso, el piso donde no está solamente el Nombre del Padre sino también el Padre del Nombre. Quiero decir que el padre es aquel que nombra. Está muy bien evocado en el Génesis, donde Dios le pide a Adam que dé un nombre a los animales. Es como sí allí hubiera dos pisos. Dios supuestamente sabe qué nombres tienen, porque es él quien los ha creado, digamos, y después todo pasa como si Dios quisiera poner a prueba al hombre y ver si él sabe imitarlo.

Hay allá abajo dos historias en Joice, Jacques Auber debe saber muy bien a qué hago alusión, ¿no es cierto? Aquel que primero dirá gou a la gouse, dirá oua a la oua. Está claro que en el texto, todo implica que el hombre, está puesto en una posición grotesca. Yo creería que contrariamente a lo que choca a mucha gente, es ante todo que las mujeres han inventado el lenguaje. Por otra parte, el Génesis lo deja entender. Con la serpiente ellas hablan, es decir con el falo. Hablan con el falo, tanto más cuanto que para ellas, es hétero.

Aunque sea uno de mis sueños, uno puede igualmente formular la pregunta. ¿Cómo es que una mujer ha inventado eso? Se puede decir que ella tiene interés en eso. Contrariamente a lo que se cree, el falocentrismo es la mejor garantía de la mujer. Solo se trata de esto. La Virgen María con su pie sobre la cabeza de la serpiente, esto quiere decir que se sostiene en ella. Todo esto ha sido imaginado, pero de una manera jadeante. Se puede decir sin la menor seriedad, porque hace falta alguien así de chiflado como Joyce para retomar esto.

Él sabía muy bien que las relaciones con las mujeres eran únicamente su propia canción. Ha tratado de situar al ser humano de una manera que solo tiene un mérito, el de diferir de lo que ha sido enunciado precedentemente. Pero a fin de cuentas, todo esto, es una forma de remachar, es el síntoma.

Es aquello a lo que me siento más inclinado o atraído, es decir que es la dimensión humana hablando propiamente. Es por esto que yo he hablado de Joyce – el síntoma, así, de un solo rasgo.

 

                        Buenos Aires, 30 Junio de 2014.

 

Versión completa traducida por Olga Mabel Mater y Alejandra Freschi

 

 



[1] Aclaración de las traductoras

 

[2] En el caso freudiano de Hans la referencia a “la cosita de hacer pipí”.

 

[3] Homofonía en francés entre santo hombre (saint homme) y síntoma (synthome).

[4] Movimiento de Liberación Femenina.

 


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