» Introducción al Psicoanálisis

Falo... Soy, lo tengo o lo intercambio? (Sobre algunas cuestiones del narcisismo)

20/07/2010- Por Daniel Argibay - Realizar Consulta

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Es notable como la mitología griega nos deja siempre en reflexión acerca de ella y resulta aún más llamativo ver como Narciso no ha dejado de ser nunca eje fundamental del Psicoanálisis y de otros distintos abordajes de la psicopatología. Pero, lejos de lo que pueda creerse, no fue Freud el primero en citarlo en textos psi. En “Introducción del Narcisismo” (1914) menciona que toma esta palabra de Paul Näcke, quien lo utilizó para describir una perversión, en la que el sujeto trata a su propio cuerpo como un objeto sexual mostrando amor a él mismo, el amor que normalmente se guarda para objetos externos. Posteriormente Freud, en una nota agregada en 1920 en “Tres Ensayos para una Teoría Sexual”, cambia esta afirmación otorgando el uso a Havelock Ellis, quién publico un escrito que llamó "Autoerotismo, un Estudio Psicológico" (1898). Lo cierto es que Ellis conocido de Näcke, si bien no personalmente, intercambiaban sus trabajos en cuanto se publicaban. Näcke los traducía al alemán mientras que Ellis hacía su traducción al Inglés, ambos los publicaban en diferentes revistas científicas.

 

“Narciso (Νάρκισσος)  en la Mitología Griega

“Cerca del monte Helicán vivía Narciso, hijo de la ninfa azul Liríope y del dios-río Cefiso, que por su extraordinaria belleza era requerido de amores por todas las ninfas y aun por los hombres, pero él por orgullo permanecía alejado del amor. El adivino Tiresías le vaticino a su madre: "Narciso llegará a ser muy viejo, mientras no se conozca a sí mismo".

Uno de sus tantos enamorados rechazados fue Animas, a quien Narciso muy disgustado por sus deseos amorosos le envió como regalo una espada, con la orden implícita de que se diera muerte. Animas obedeció pero antes maldijo a su amado. Entre las ninfas había una llamada Eco, que debido al castigo impuesto por Hera no podía comunicarle a Narciso sus sentimientos, ya que solo le estaba permitido repetir los últimos sonidos de lo que oía. Un día Narciso salió a cazar ciervos con una red, y Eco siguiéndolo pero incapaz de ser la primera en hablar dejó que él lo hiciera. Narciso, al descubrir que se había alejado de sus compañeros, gritó:

- ¿Hay alguien aquí?
- Aquí (respondió Eco)
- ¿Por qué huyes de mí?
- Huyes de mí (respondió). Eco salió de su escondite y corrió a abrazar a Narciso. Pero él la apartó bruscamente
- ¡Moriré antes de que puedas yacer conmigo!
- Yace conmigo. Suplicó Eco

Narciso se había ido, y ella pasó el resto de su vida languideciendo de amor y humillación, hasta que sólo quedó su voz.

Ante esto la diosa de la venganza Némesis cayó indignada sobre Narciso y haciendo uso de sus divinos dones, llevó a este a un lago claro de la montaña donde Narciso pudo ver reflejada por primera vez su figura. Al contemplar su imagen el joven se enamoró de sí mismo, intenta abrazarse y no lo logra. La imagen desaparecía cada vez que tocaba el agua. Embelesado y languideciendo Narciso suspira: " ¿Cómo podría soportar poseer y al mismo tiempo no poseer?"

Aunque no había perdonado a Narciso, Eco sintió lastima por él y cuando Narciso clava el puñal en su pecho, repitió: "¡Ay de mí, ay de mí!". Su sangre bañó la tierra y de ésta brotó la flor blanca del Narciso con su corola roja. “

 

Introducción

Es notable como la mitología griega nos deja siempre en reflexión acerca de ella y resulta aún más llamativo ver como Narciso no ha dejado de ser nunca eje fundamental del Psicoanálisis y  de otros distintos abordajes de la psicopatología.

Pero, lejos de lo que pueda creerse, no fue  Freud el primero en citarlo  en textos psi. En “Introducción del Narcisismo” (1914) menciona que toma esta palabra de Paul Näcke, quien lo utilizó para describir una perversión, en la que el sujeto trata a su propio cuerpo como un objeto sexual mostrando amor a él mismo, el amor que normalmente se guarda para objetos externos.

Posteriormente Freud, en una nota agregada en 1920 en “Tres Ensayos para una Teoría Sexual”, cambia esta afirmación otorgando el uso a Havelock Ellis, quién publico un escrito que llamó "Autoerotismo, un Estudio Psicológico" (1898). Lo cierto es que Ellis conocido de Näcke, si bien no personalmente, intercambiaban sus trabajos en cuanto se publicaban. Näcke los traducía al alemán mientras que Ellis hacía su traducción al Inglés, ambos los publicaban en diferentes revistas científicas.

Cuando Ellis publica su trabajo sobre autoerotismo, Näcke en su traducción remplaza su expresión "tendencia del tipo Narcissus" por la de "Narcismus". Ellis es entonces quien describe una actitud psicológica y de la evocación de "Narcissus", el sufijo "ismo" lo agrega Näcke.

Finalmente, Freud denomina Narcisismo, básicamente, al proceso por el que la libido se dirige hacia uno mismo. Este amor a sí mismo es inevitable en el desarrollo de la persona pues precede al amor hacia otros. El niño supera el Narcisismo cuando sustrae parte de su amor a sí mismo y lo dirige primero hacia los padres y después hacia los demás.

La visión de Freud no se limita a lo estrictamente patológico, sino que, desde una perspectiva siempre atenta al desarrollo sexual infantil, propone la utilización del término en referencia a un estadio normal en el desarrollo de la libido.

Es en función de esto último de lo que parto para iniciar y desarrollar el presente trabajo pretendiendo dar cuenta, desde la teoría psicoanalítica, de un análisis de este Narcisismo definido por Freud y su consecuente relación al desarrollo libidinal; posteriormente, tratare de exponer como Lacan define, el Yo, en tanto reflejo o deseo del deseo de la madre; un somero recorrido por el “Estadio del Espejo” y su relación con el Narcisismo, dando una mirada a la relación dialéctica de éstos fenómenos en la estructuración temprana del psiquismo, como proceso de desarrollo, de la investidura libidinal de la madre hacia el hijo, de la intervención del otro, de la mirada del Otro, reflejo de la imagen que el niño reconoce como propia.

Por último, y mucho más tangencialmente, haré una pasada por el concepto de  Narcisismo Patológico desarrollado por Kernberg como componente de numerosos rasgos de la personalidad que, en el niño (mientras se está constituyendo el Yo), no nos llamarían la atención y, sin embargo, al estar presentes en el adulto nos ocupan en la clínica. Pacientes en los que su personalidad narcisista constituye una patología específica del carácter.

Desarrollo

A. Narcisismo Primario

 

La vida erótica del sujeto a donde nos dirigimos para encontrar al Narcisismo. Las primeras satisfacciones sexuales del niño, las autosatisfactorias, se experimentan en función de  mecanismos de autoconservación, son las pulsiones sexuales que hace el infantil sujeto en las primeras elecciones objetales  que, posteriormente, se independizan. Es decir, la autoconservación implica una dosis de “egoísmo” (interés por la propia supervivencia) que, complementado con la libido, da como resultado el Narcisismo. Podríamos decir, en principio y rápidamente, que el sujeto tiene dos posibles objetos para elegir: él mismo y la madre.

 El primer texto en el que Freud desarrolla su posición en referencia al Narcisismo es “Introducción del Narcisismo”. Un Narcisismo que no tiene que ver con la perversión, sino que se presenta como  complemento libidinoso del egoísmo inherente a la pulsión de autoconservación en tanto atributo propio de todo ser vivos.

Hay un dualismo que nace de la doble concepción de la existencia biológica: un sujeto, mortal que tiene como objetivo a sí mismo (autoconservación) y otro sujeto inmortal, germinal, que es sólo una parte en la cadena de la vida (más sencillo de ver en la actualidad, con la investigación genética).

Partiendo de este dualismo, Freud propone, a nivel del desarrollo libidinal, un primer momento que denomina Narcisismo primario, en el que no hay aún constitución del Yo, predominando el autoerotismo. Paulatinamente las pulsiones sexuales comienzan a distinguirse de este momento primario, aunque sostenidas primeramente en la satisfacción de pulsiones Yoicas. Aparecen de este modo las primeras elecciones de objeto, que señalan un alejamiento de aquella indiferenciación primera. La elección de objeto se hace  de manera dual: anaclítica (en dependencia emocional, inclinado hacia el ser de quien se depende, en particular la primera relación objetal que establece el niño, caracterizada por la completa dependencia de éste respecto de su madre), lo que coloca a la madre como objeto sexual; o una elección  narcisista, de si mismo. Recordemos que estas dos elecciones son llevadas a cabo por todo sujeto. Es la preponderancia de una u otra la que determinará la estructuración posterior.

El Narcisismo primario se abandona con la constitución del ideal del Yo, resultado de la castración y lo que resulta como consecuencia es la represión. El niño se resiste a privarse de la perfección narcisista de su temprana edad y si no puede conservarla por las advertencias al respecto recibidas mientras crecía y por su juicio propio, trata de recuperarla en el ideal del Yo. Obtiene así un sustituto del perdido Narcisismo de su niñez. O sea que, tal y como veremos luego que sostiene Lacan, el infante trata de no renunciar al deseo sino que la renuncia está dirigida mas bien al goce, trasladándolo a la metáfora del ideal del Yo; habría así una castración al goce prohibido y no al deseo. Esto es importante ya que este deseo será descargado ahora por otras vías desexualizadas en su objeto, idealizadas, proceso que lleva el nombre de sublimación. También surge la conciencia moral, instancia crítica que derivará más tarde en el superYo.

 

B. Amor, Odio y Narcisismo

 

En “Las pulsiones y sus destinos” Freud trae nuevamente el tema de la libido Yoica y la libido objetal, ahora en relación al amor, al odio y al Narcisismo. En este texto describe al Narcisismo como un estado en el que el Yo, al principio de la vida anímica, se encuentra revestido de pulsiones y capaz de satisfacerse en sí mismo. En este estado Narcisista el Yo es indiferente al mundo exterior. Es en la medida que aparecen estímulos displacenteros que dicho Narcisismo empieza a desarrollar, bajo el principio del placer, las primeras relaciones al objeto, introyectando objetos de placer, y alejando, por proyección, los que ocasionan displacer.  De este modo se forma el Yo de placer.

El amor, se inicia en un autoerotismo narcisista para luego dirigirse a objetos que se incorporan con el entorno que le da placer (madre). Este amor, amor sexual, crece paulatinamente. Es en la fase oral, primera etapa del desarrollo libidinal, donde aparece la relación a la ingesta como mecanismo de identificación y vínculo erógeno. Este  mecanismo conlleva enorme ambivalencia, porque tiene que ver con la eliminación del objeto por la misma deglución. Surge luego la aspiración al objeto en forma de dominio, la fase sádico anal, otra vez la ambivalencia está presente, esta dominación acarrea un grado de indiferencia al objeto. Es en la organización genital que el amor pasa a identificarse como contrario al odio. Un Odio que es anterior al amor.

A nadie puede caberle duda alguna que hay un antes y un después del Psicoanálisis,a partir de “Más allá del principio del placer”. El postulado de Freud apropósito de la compulsión a la repetición pone en cuestión su propia hipótesis, revisando y re definiendo su teorías. “Mas allá…” cuestiona que el aparato psíquico se rija bajo el Principio del Placer partiendo de la observación de pacientes con neurosis traumática, en los que advierte angustia en la repetición de un recuerdo. La pregunta que Freud se plantea es acerca de ¿Que hace en estos pacientes que la descarga sea displacentera…?. Critica aquí nada menos que el principio económico en que él mismo estaba basando el Psicoanálisis. A partir de este momento los opuestos, “pulsiones Yoicas y pulsiones sexuales”, se empiezan a llamar “pulsiones de vida y pulsiones de muerte.”

Freud sostiene a partir de aquí que el aparato psíquico está soportado por un mecanismo anterior a los postulados hasta ahora y del que el sujeto da cuenta en su recorrido libidinal de manera conservadora y regresiva. Hablo de la Compulsión a la Repetición, mecanismo por el cual el sujeto repite estados y de este modo recupera el dominio sobre algunos estímulos. En los casos de  neurosis traumáticas, Freud observó que esta compulsión era rememoración del acontecimiento traumático.

“For-Da” es un claro ejemplo de cómo, en un niño y el carretel que utiliza como juego, se simboliza la angustia del aparecer y desaparecer de la madre. Es esta repetición la que permite elaborar la angustia pasando de la pasividad de la situación a la actividad; de este modo se establece un reencuentro con una situación identificatoria y, lo que no es menos importante, elaborarla y ligarla.

Esta observación de Freud en su propio nieto resulta fundamental en la clínica, las huellas mnémicas reprimidas de vivencias primordiales no perduran ligadas y en algunos casos son insusceptibles al proceso secundario. La compulsión a la repetición en el paciente implicaría entonces, no sólo la repetición de un estado de cosas, sino que también la imposibilidad de efectuar posteriores ligazones y, por lo tanto, un posterior desarrollo hacia el proceso secundario. El problema de la compulsión a la repetición y la consecuente puja entre las pulsiones de vida y las pulsiones de muerte, estaría entonces, no en un repetir un estado de cosas (que claramente es un mecanismo infaltable en todo momento del desarrollo) sino, en el predominio de una compulsión a tal punto que bloquea el desarrollo de las pulsiones sexuales (en el caso del niño y su juego del carretel, la repetición tendría una justificación positiva que diferiría en mucho de la estereotipia del paciente y su patología).

Sin embargo Freud no se queda en el ámbito de lo psicológico, sino que avanza en sus especulaciones hacia el campo de la biología, hace alusión a un estado antiguo, inicial, en el que nada perturba, dejado una vez lanzado a la vida y al que pretende volver, de modo tal que la meta de vida es la muerte porque de allí se viene. Esta es una concepción, muy parecida a la que tiene el Budismo, la de un estado cero al que se tiende (Principio de Nirvana), es donde estaría situado el Narcisismo primario. Sintéticamente, y como yo entiendo la concepción de Freud, se podría decir que la vida comienza en el paradojal acto por el que lo inorgánico establece una acción opuesta a sí mismo para retornar a su propio estado originario.

En este modelo las pulsiones de autoconservación, Pulsiones de Muerte, Tánatos, son pulsiones parciales, que aseguran al organismo una muerte a su modo, generandose así la contradicción por la que un ser vivo lucha con el peligro que podría ayudarlo a alcanzar rápidamente su mortal meta. En oposición, encontramos a las pulsiones sexuales, cuya característica es ligar y cohesionar a la sustancia viva, por lo que toman la denominación de Pulsiones de Vida, Eros. Su forma más simple estaría representada por la fusión de dos cuerpos celulares, que les aseguraría la inmortalidad.

 

En “Psicología de las masas y análisis del Yo”  Freud destaca el carácter social de las pulsiones de vida, por las cuales cohesionan diferentes partes y permiten el desarrollo, restringiendo de esa forma la agresividad propia del Narcisismo, característico de las pulsiones de muerte. El amor actúa como valor y mandato cultural, imponiendo la transformación del egoísmo en altruismo. Esto vale para el amor sexual por el sexo opuesto, como para el amor por el mismo sexo, amor homosexual sublimado. Dicho amor en forma de ligazones libidinales tendría sus comienzos en las primeras relaciones establecidas por el niño con la realidad, o sea, en la familia. Este modelo será trasladado luego a las diferentes instituciones tales como el ejército o la iglesia y consta de dos tipos de ligazones: uno hacia el lider, derivado del paternal y uno con la masa de “iguales”, derivado de la fratria. Ambos ligazones implican un compartir ese mismo líder por parte de un conjunto de individuos; esto sería posible gracias a la anterior adquisición del Ideal del Yo en el Complejo de Edipo.

 

 

C. Ideal del Yo, Narcisismo Secundario, Cultura y Super Yo

 

La adquisición del Ideal del Yo no implica la desaparición del Narcisismo ni mucho menos. El Ideal del Yo es heredero del Narcisismo Primario. La ilusión de completitud y la autosatisfacción del Narcisismo Primario son remplazadas por sublimaciones con metas sexuales sin la inmediatez del amor y el ingreso a la cultura. Es el Ideal del Yo, basado en el Complejo de Edipo (prohibición de incesto) y en una nueva identificación, de carácter simbólico (ideal del Yo), lo que produce el ingreso al Narcisismo Secundario y a esa cultura, una cultura en la que el Supero Yo cumplirá su papel protagónico y son las pulsiones de muerte las que intervienen en la instauración de ese Super Yo que viene a reprimir ciertas pulsiones libidinales por mecanismos tanáticos, dando lugar a al orden repeticiones que provocarían “desexualizadas” sublimaciones de la libido, permitiendo la entrada al orden simbólico de la cultura. En este proceso podemos  observar como una libido de objeto se transforma en libido narcisista, sublimándose, y operando una nueva búsqueda gratificatoria, ya no a nivel primario, sino como Narcisismo Secundario.

 

 

D. Estadio del Espejo: Moi (Yo del Narcisismo)

 

Lacan explicará con su teoría del Estadio del Espejo, una correlación entre agresividad y Narcisismo. Entre los 6 y los 18 meses el niño pasa por experiencias de carácter estructurante al enfrentase con su imagen al espejo. Esta experiencia se convierte en la matriz del Yo para pasar a organizar en relación a la identificación y a partir de ese momento presenta un destino alienado. Es el cuerpo el principal medio en este proceso, es en el cuerpo que se resuelve la cuestión de la “fragmentación corporal” en la que se ve inmersa la cenestesia (conjunto de sensaciones independientes de los sentidos que produce el sentimiento general de la existencia) del niño, hasta conseguir una imagen de “totalidad”. Es de esta observación de Lacan de la que nos podemos valer para elucidar algunos síntomas observables en cuadros como histeria, paranoia,  etc. El niño forma su imagen a partir de la imagen del otro armando un sentimiento de perfección y que además, esta alienación en el exterior de su cuerpo genera agresividad. Lacan define así características paranoicas en el Yo. El niño configura una imagen de si mismo o Yo ideal del Otro, en el deseo de la madre, construyendo su propio Yo y, por lo tanto, entrando en el Narcisismo Primario. El Narcisismo para Lacan inicia con la constitución del Yo ideal.

 

 

E. Del  Falo que se es al Falo de Intercambio

 

Lacan retoma la cuestión profundizando la importancia del campo de lo simbólico. En una primera instancia estaría el movimiento bascular por el cual el niño constituye su imagen narcisista mediante el reconocimiento de su cuerpo en relación a la imagen que refleja el deseo de la madre sobre él mismo, hay en esto variaciones respecto de lo que postula  Freud en relación a los fenómenos identificatorios: no es el niño el que provoca la identificación con su madre, sino que es la madre la que produce el Yo del niño en tanto que es ella la que le dice lo que pasa. Es, en tanto Otro, la que lee sus necesidades, las construye y le aporta códigos. Es con ese “igual” del espejo que el niño se identifica y cree que es él. Es este proceso en el que el sujeto construye el Narcisismo Primario, basándose en los significantes que la madre inscribe en su cuerpo.

 

En un primer Edípico momento, madre e hijo son “uno”. El chico, en el lugar del Falo, Falo de la madre, a la que completa ilusoriamente. A posteriori, la castración, introduce al niño en lo simbólico. El niño deja de estar en el lugar de algo  que se es. Como resultado de la castración, el niño descubre que  no lo es todo para la madre. No era Falo sino que lo representaba en un juego donde este circula como una posición. Entra el niño de este modo al orden simbólico tal y como Lacan lo entiende.

La ley, ya no es ley materna. Mediante el lenguaje se construye la Función del Padre que viene a cortar la simbiosis  (Madre –fálica- / hijo –Falo-). El Falo queda, de este modo,  más allá de cualquier personaje, pasa a ser algo que se tiene, que se da y que se recibe, algo que se intercambia.

 

En 1960 Lacan vuelve con al Estadio del Espejo, esta vez entendiendo la imagen especular como imagen incompleta, debido a la naturaleza deseante del sujeto. Esta incompletud en la imagen refiere nuevamente al Falo Imaginario, objeto de la pulsión que nunca se muestra tal cual es, siempre estará envestida de  imágenes que el sujeto se apropia en las identificaciones con su propia madre.

Es rodeando la falta que se refuerzan las identificaciones, en derredor del Ideal del Yo y desplegando los procesos del Narcisismo Secundario. Es rodeando esta falta que el sujeto se consolida como hacedor de cultura, como humano insaciable en dirección permanente de la labor sin terminar. Es precisamente el Falo lo que está al final, como causa en la cadena significante, producida  por cada sujeto.

El Yo se forma por la imagen del otro, está ligado a la imagen del propio cuerpo, tiene su origen en el espejo, el Otro es su espejo. Es el lenguaje, como orden simbólico, lo que sostiene el Narcisismo. El sujeto no preexiste al lenguaje sino que, justamente, es sujeto porque así es determinado por el lenguaje.

 

 

F. Personalidad Narcisista

 

Me ocuparé en esta parte final del desarrollo de lo que se denomina Personalidad Narcisista a partir del concepto de Otto Kernberg. Su posición deriva de la escuela de la psicología del Yo americana, de un subgrupo de esa escuela que incluye una teoría de relaciones de objeto, especialmente la que comenzó con Erikson y continuó con Jacobson y Mahler, que corresponden, a la teoría de relaciones de objeto desarrollada tanto por la escuela Kleiniana, como por la escuela “Independent Group” en Inglaterra.

Una autoestima regulada  normalmente es la consecuencia de la integración del concepto de sí mismo que depende de la capacidad de desarrollar lo que Melanie Klein definió como “relaciones totales de objeto”, e integrar representaciones buenas e idealizadas con representaciones malas y persecutorias de sí mismo. De esto resulta el concepto de Yo normal y este Yo normal es investido libidinalmente garantizando un sentimiento de continuidad de la experiencia subjetiva, como el valor que el sujeto tiene de sí mismo.

El narcisismo estaría así sustentado en la integración libidinal y agresión, en las representaciones parciales de sí mismo, que están integradas en el concepto del Yo. El Yo (self), a la vez, tiene la protección secundaria de la integración de representaciones significativas de otros, un mundo interno de representación de seres queridos y que quieren, un mundo interno que da protección libidinal.

El narcisismo normal también se protege con  el SuperYo normal, su inconciente y conciente moral que lo acepta, en tanto se acerca al Ideal del Yo y se aviene a las restricciones superyoicas. Este SuperYo normal preserva al sujeto de excesivas reacciones autoagresivas.

El Narcisismo normal se protege también por la gratificación de sus impulsos instintivos, la gratificación sublimatoria de impulsos agresivos y la gratificación de impulsos sexuales.

 

El Narcisismo Infantil es tomado por Kernberg  como el primer grado de Narcisismo Patológico, presente en toda la patología de carácter, en toda neurosis, ya que todo  conflicto neurótico se basa en una fijación de conflictos infantiles. En este sentido toda patología neurótica conlleva patología narcisista. Hay una relación indisoluble entre Narcisismo y relación objetal, investidura de sí mismo e investidura objetal, no puede separarse uno de otro y hay una oscilación, una alternancia constante entre investidura de sí mismo y de objeto.

Hay, a partir de Kernberg y en relación a su perspectiva del Narcisismo, patologías que hasta aquí he mencionado, son las llamadas Personalidades Narcisistas. Su gravedad reside en la frecuencia con que se presenta y en que afecta fundamentalmente la capacidad de las relaciones amorosas, función vital en todo sujeto. El sujeto de Estructura Narcisista tiene un mundo interno devastado. Establece un Yo grandioso, patológico, basado en la condensación de imágenes idealizadas de si mismo y de objetos externos. Por otra parte no logra integrarse, predominan en él las estructuras agresivas y persecutorias del SuperYo, difíciles de tolerar debilitando ese SuperYo que pierde la función protectora del Narcisismo del Yo. El Yo es así patológicamente grande y queda en constante peligro de vérselas con la realidad. Hay  en la Personalidad Narcisista un mundo de relaciones internas al objeto verdaderamente paupérrimo, el sujeto queda desprovisto de  toda capacidad de gratificación narcisista y con su autoestima en peligro permanente, oscilante entre una habitual omnipotencia y crisis de sentimientos de inferioridad.

La envidia, consciente o inconsciente, es un afecto importante de la Personalidad Narcisista. El Yo, patológicamente grande, preserva, insuficientemente, a estos sujetos de la envidia, por lo menos de la envidia inconsciente. Y digo que la protección es insuficiente porque, generalmente, no los libra de una envidia del orden de lo consciente.

Enumero a continuación, algunas de las características de estas Personalidades Narcisistas en las que, como vimos, existen  alteraciones Superyoicas moderadas:

  • Amor patológico de sí mismos con grandiosidad.
  • Sensación de tener derechos de privilegio.
  • Exhibicionismo.
  • Exageración de la importancia de las aspiraciones personales.
  • Dependencia excesiva de admiración de los demás.
  • Superficialidad personal por la falta de integración en profundidad del sí mismo y de representaciones de los demás.
  • Oscilación entre grandiosidad e inferioridad.
  • Amor patológico caracterizado por idealizaciones transitorias.
  • Devaluación.
  • Incapacidad de depender (porque necesitan que los admiren, pero no pueden realmente depender por no poder tolerar profundamente el hecho de necesitar a aquellos de quienes dependen).
  • Falta de empatía con los demás.
  • Dificultad en someterse a relaciones en profundidad.
  • Incapacidad de experimentar tristeza.
  • Si se deprimen, es una desesperación profunda, y primitiva.
  • Tendencia a graves alteraciones del estado de ánimo.
  • Predominio de Una cultura de vergüenza sobre una cultura de culpa.
  • SuperYo de valores infantiles.

 

Pero hay otros casos de Patología Narcisista en que las alteraciones del SuperYo son mucho más graves, pacientes con una definida conducta antisocial. Sujetos en que la agresión no es reprimida, no puede disociarse o proyectarse como en las estructuras narcisistas que funcionan mejor; vuelve, infiltrando el Yo patológico grandioso. Se trata de  un mayor predominio cuantitativo de la agresión en conflictos inconscientes profundos, de un predominio del odio como Estructura Caracterológica, es lo que Kernberg describe como  Psicopatología del Odio.

Este predominio de la agresión lleva a que el SuperYo prohibitivo se tolere mucho menos aún. El SuperYo pasa a ser sumamente sádico y se proyecta en forma de tendencias paranoides que lo debilitan y tolera así la conducta antisocial, la agresión invade el Yo patológico grandioso y se produce una autoadmiración en cuanto a la agresión, ya no es simplemente ser el más lindo o el mejor, sino el más cruel, el que menos teme al dolor y a la muerte.

Hay en estos sujetos agresión egosintónica, sadismo caracterológico que puede estar también dirigido contra sí mismo. Está convencido de su superioridad al resto.

Esta Personalidad Psicopática, combinación de estructura narcisista, tendencias paranoides, tendencias antisociales, sadismo caracterológico o automutilación crónica, constituye lo que Kernberg llama Síndrome de Narcisismo Maligno, que es la forma más grave de las Personalidades Narcisistas.

 

 

 

 

 

Conclusión

 

Queda claro después de todo lo expuesto que el Narcisismo no necesariamente es patológico, sino que en su forma normal es esencial en la construcción del aparato psíquico. Desde la concepción psicoanalítica, el Narcisismo es un avatar inevitable en la constitución del sujeto.

Pero si, como hemos visto, existe más de una concepción acerca del origen de este Narcisismo, nos podríamos preguntare entonces, si estas dos concepciones no son contradictorias…

Tomemos el concepto de Narcisismo Primario. Un Narcisismo Primario como estado originario de carácter intrauterino, omnipotente, de completitud, un estado sin fallas en el que nada perturba. Esta es la Freudiana posición que daría una relación entre  Narcisismo y Autoerotismo. Por otra parte tenemos la noción Lacaniana en la que el Narcisismo se establece con la emergencia de un Yo, posible solamente mediante un vínculo. El Narcisismo originaría entonces en el momento en que se establece el Yo, lo que implicaría la constitución de este como unidad, posible solo en la construcción del vínculo con la madre. Anteriormente a este momento de constitución narcisista no encontraríamos ese “nirvánico” estado descrito por Freud sino que para Lacan se trata de un Yo fragmentado y sin unidad.

El punto de encuentro creo que tiene que ver con que para Freud el elemento más importante que viene a perturbar el Narcisismo Primario es nada menos que “Complejo de Castración”, mediante el cual  se opera el reconocimiento de una falla y que va generar el deseo de reencontrar esa narcisista perfección. Así la deferencia entre Freud y Lacan es sólo del orden de la dirección que tomo cada uno en el recorrido del tema, del acento puesto por cada uno en determinados aspectos de la misma problemática.

La última tópica del desarrollo de este escrito nos lleva a concluir que si para Kernberg el Narcisismo Normal se sustenta en la integración subyacente entre libido y agresión, y el Narcisismo Patológico está basado en la incapacidad de esta integración, esa incapacidad tiene varios aspectos: represión, disociación, proyección en la estructura narcisista habitual; infiltración de las estructuras del SuperYo y del Yo por agresión en el narcisismo maligno; y destrucción total de la estructura del SuperYo y de las capacidades de investidura libidinal en la personalidad psicopática.

Lo que Kernberg define como Síndrome del Narcisismo Maligno tiene como característica principal la conducta antisocial, una Estructura Narcisística sin capacidad de identificación de valores morales, sin capacidad de sentimientos de culpa, en definitiva sin  compromiso a ningún otro, sin absoluto registro de ningún otro como semejante. Hay en este tipo de sujetos algo del orden de la ley que no rige, una Función Paterna que no operó y los dejó, fuera del, nada menos, tan indispensable orden simbólico, en la relación al otro como semejante. 

 

 

 

 

Bibliografía

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  6. NASIO, J.D. Enseñanza de los siete conceptos cruciales del psicoanálisis. Gedisa, Buenos Aires. 1989.
  7. http://www.salvador-dali.org
  8. http://www.escueladeletras.com

 


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