» Lecturas

Comentario de La Novela de Lacan. De neuropsiquiatra a psicoanalista, de Jorge Baños Orellana

09/12/2013- Por Nicolás Cerruti - Realizar Consulta

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

Con Lacan tenemos una época, y muchas además, un complejo panorama de intereses, un desborde de interés, una cartografía, una escenografía, un trazado de rutas, boulevares y dislates. Baños Orellana pone al descubierto que el pensamiento necesita la más de las veces de objetos para pensarse, y ese, entre otros de sus muchos éxitos, es el logro de este libro. La historia de los objetos, de las cosas, es la historia de las mutaciones, y de los usos.

 

 

El cuenco de plata. 2013

 

 

  Decir que La novela de Lacan, de Jorge Baños Orellana, no es una novela es decir poco, le dije a una paciente cuando se interesó por uno de los libros que cautivaban el escritorio de mi consultorio. No es una novela porque es mucho más (en algún sentido, y el sentido tiene siempre esas cosas de mucho más) y mucho menos; porque es otra cosa. Él parece estar advertido –como de demasiadas cosas por cierto, y una de las palabras para definir este libro podría ser justamente esa: “advertido”– ya que en una entrevista con Pablo E. Chacón, para la agencia Télam[1], la define como Bildungsroman (novela de formación o de iniciación). Más que una novela es un trabajo de formación, una investigación, y una iniciación de otra manera de relatar la vida de una persona tan emblemática del siglo pasado como fue Lacan. Entonces se sintió el retorcijón de un lector que no pudo digerir estas últimas palabras: Lacan… ¿siglo pasado?

  Sí, que uno utilice el recurso de la ficción en un escrito no lo convierte en novela (lo saben muy bien los historiadores); que se hable de cierta persona como héroe no alcanza para que se lo considere el protagonista; que se realice una biografía no se desdice de dejar inscripta la “autobiografía escrita por otro”, o como Libertella lo quiso, la “transbiografía” (como destaca José Ioskyn en un libro de próxima aparición[2]: “un ejercicio biográfico, aunque atravesado por la subjetividad de quien la escribe”). Es que escribir sobre Lacan no dejará de posicionar al sujeto en cuestión. Orellana es psiquiatra, es médico, como lo fue Lacan, y eso contribuye en mucho a poder relatar la historia de este primer volumen: (van a ser tres por suerte) del neuropsiquiatra al psicoanalista. Pero también Orellana es un gran constructor de archivos, un interesado lector, un gran lector[3]. Pero para que haya el tal lector, la tal subjetividad, hace falta la tal escritura, y he aquí el problema. De Lacan tenemos muchos textos, pero no todos. Tenemos textos que incluso no son para leer. Y tenemos falta de textos. Es sorprendente que aquellos que son sus primeros textos recién ahora se comiencen a conocer y circular. Pero, como Orellana lo muestra, no es tan importante sólo por lo que estos textos tienen para decir, sino por cómo posicionan a un Lacan que ha hecho más de una transformación.

  Con Lacan tenemos al artista de una continua performer, al inatrapable payaso (él mismo se define como un payaso[4]) que dialogaba con los ausentes, y a los presentes algunas veces ausentaba. Con Lacan tenemos una época, y muchas además, un complejo panorama de intereses, un desborde de interés, una cartografía, una escenografía, un trazado de rutas, boulevares y dislates. Orellana pone al descubierto que el pensamiento necesita la más de las veces de objetos para pensarse, y ese, entre otros de sus muchos éxitos, es el logro de este libro. La historia de los objetos, de las cosas, es la historia de las mutaciones, y de los usos. Gracias a Orellana ese recurso nos propone un Lacan menos preocupado por las ideas y las teorías, que por los cuerpos y el goce. O sea, encarnar a Lacan en las palabras de un libro no es para nada fácil, pero Orellana lo logra en su relato que él quiere novela, pero que es mucho más y mucho menos: es otra cosa.

    

 



[2]   José Ioskyn, Literatura y Vacío, Buenos Aires, Letra Viva, 2013.

[3]   De hecho no parece hacerlo solo, pues se nutre de un equipo de investigación.

[4]   Por ejemplo en “La tercera”: “No tenían más que mirar mi "Televisión". Soy un payaso. Tómenlo como ejemplo, ¡y no me imiten!”


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas

La Tercera: Asistencia y Docencia en Psicoanálisis

Programa de Formación Integral en Psicoanálisis
Leer más
Realizar consulta

Del mismo autor

» Jugar las rayuelas lacanianas
» Nicolas Cerruti Deconstruyendo al Joyce de Lacan - Entrevista en Radiofonía y Psicoanálisis
» No se puede escribir llorando
» Comentario de Nicolás Cerruti al libro “Sueño, medida de todas las cosas”, de Lila María Feldman
» Presentación de “La confusión, seguido de Diario de un limbo mental” de Manuel Alemian
» Nicolás Cerruti en la presentación del libro de elSigma “El estadio del Screen. Incidencias de la virtualidad en la constitución del lazo social"
» Espacios abiertos del lenguaje. Un perro al sol, un cementerio pobre…
» Presentación de “El arte de lo real. La máquina des-escribir II” de Natalia Neo Poblet- Guido Idiart y colaboradores
» Epifanía del fuego de un escritor
» Arte, escritura, sinthome, verdad
» Presentación del libro “Hacia un decir menos tonto”, de Silvia Bermúdez
» Comentario del libro Cuerpos Textualizados de Natalia Litvinova y Javier Galarza
» Ese Mono
» Nosotros
» Ideas directivas para un simple texto sobre los cuentos de hadas
» ¿Y si hacemos un muñeco?
» La voz humana
» ¨Me siento un músico frustrado¨ Julio Cortázar
» Metegol
» Digamos Basta
» La vida de Pi
» Las aventuras de Pinocho
» La comunidad del anillo
» ¿Y para qué poemas?
» ¿Qué significa andar en bicicleta?
» El arte absurdo
» Y sí, necesitamos a Amélie.
» El puerto
» Se escribe como se tiene un cuerpo: fragmentado
» Blanca Nieves
» Cenicienta
» La escritura del ego (un capítulo fundamental para acercarnos a la noción de nueva escritura)
» El placer del rexto
» Notas sobre el uso de la ficción en el Seminario 10, La Angustia, de Lacan
» Amamos a Murakami
» Escritor-es
» Sobre las “notas de autor” del texto Exiliados de James Joyce
» El objeto a cae, se fija, ocurre, discurre

Búsquedas relacionadas

No hay búsquedas relacionadas.