Acerca del pasaje de lo privado a lo público

14/05/2017- Por Norma Gentili - Realizar Consulta

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La autora parte de la dimensión del pasaje de lo privado a lo público. Tomando la mirada y la voz en la constitución del sujeto, recorre los términos de opresión a través de las estructuras imaginarias masivas, abolición de la subjetividad, despotismo como imaginario donde se asienta el poder político y como imperio de la mirada. “En el despotismo donde siempre se obedece 'ciegamente', el ciego es la figura emblemática del súbdito. El despotismo es el imperio de una mirada que está en todas partes y en ninguna, única e innumerable”. “La praxis psicoanalítica consiste en descifrar esas redes de alienación, teniendo en cuenta las máscaras y compromisos…”

        

                                   

 

                              

 

 “… en todas las familias hay cosas que deben ocultarse”.

                              

                                  Sigmund Freud.

 

La dimensión del pasaje de lo privado a lo público. La dimensión es el punto más crucial de la Topología de Lacan. Freud hablando del Narcisismo dice: “el Narcisismo es tomar el propio cuerpo como objeto”. Para el sujeto en el espejo, el Narcisismo es el descubrimiento de una posición extrínseca –tomar su cuerpo como objeto- permaneciendo intrínseco al cuerpo. Se puede tomar el propio cuerpo como objeto con el artificio del espejo, pero finalmente yo permanezco en mi propio cuerpo, y allí sabemos hay una tensión erótica muy fuerte.

El epígrafe es la frase que la cuñada, esposa del hermano, de una mujer con alucinaciones a la que Freud trata, desencadena el episodio por el que concurre, y que había tenido juegos de mostración sexual con su hermano en su infancia. Lo reprimido, los juegos, retornan desde “la realidad”. Lo reprimido, Verdrängung, sacar a alguien o algo de su lugar, desalojar, suplantar una cosa por otra, eyectar, expulsar, impedir la entrada o el pasaje, expulsar a alguien más allá de un límite o de un umbral. Contenidos intolerables para el Yo. El Yo del Yo y el Ello. Alucinaciones.

Con respecto a la voz, la estructura está más cercana todavía al inconsciente puesto que ni siquiera hay necesidad de un artificio como el espejo para que yo esté en mi voz y a la vez me oiga hablar y tome lo que escucho como un objeto. La voz (pulsión invocante) está más cerca de la estructura.

No hay necesidad de un artificio como el espejo para provocar estructura. Es más inquietante, incómoda que la mirada (no hay pose, el punctum no se puede evitar ni “corregir”) lo invocante acude presto a la letra (del Trazo) dado que es el significante, material fónico, lo que la relevará.

La opresión toma su poder de las estructuras imaginarias, masivas, infiltrándose en la existencia de cada uno, estructurando las demandas, imponiendo estilos de vida, ideales, por sugestión colectiva e individual. La praxis psicoanalítica consiste en descifrar esas redes de alienación, teniendo en cuenta las máscaras y compromisos con el fin de abrir paso al camino hacia lo Real.

No se trata de una nueva subjetividad sino de la abolición de ella. En lugar de la imagen reprimida surge una analogía actual. La alucinación encuentra nuevas “ilusiones” para así atenuarse en fantasma socialmente admitido. Y aún el paroxismo de la alucinación puede ser una solución de compromiso provisoria, puesto que es un fardo menos aplastante que el sufrimiento ardiente o de la frustración abandónica, puede ayudar al sujeto a reconstituirse una cierta coherencia, por excéntrica o aberrante que sea. Y esta identidad imaginaria lo sostiene y, temporariamente, lo ayuda a vivir. Puede establecerse un paralelo entre la historia y la ficción; una se convierte en alegoría críptica de la otra.

El despotismo es menos la realidad de un régimen político que la porción, imposible de eliminar, de un imaginario donde se asienta todo poder político. El despotismo es el concepto de un fantasma. No es una forma de gobierno sino un modo de ejercicio del poder. En la escena despótica el objetivo a alcanzar es apoderarse de la mirada. Ser dueño es ver.

El Déspota puede ser estúpido. Loco, ignorante, ebrio, enfermo. PERO VE. No ver es estar condenado a obedecer. En el despotismo donde siempre se obedece “ciegamente”, el ciego es la figura emblemática del súbdito. El despotismo es el imperio de una mirada que está en todas partes y en ninguna, única e innumerable. Colmo del goce del dueño es poder mirar la mirada. El poder despótico se constituye como un puro “ser de mirada”. Inmersos en lo virtual miramos. Pero, “esa lata de sardinas nos mira”. El ojo implacable del verdugo que impera bajo dos premisas: amor y temor.

Que los padres sean muy cercanos es algo preocupante para el niño, y lo contrario, que los padres se peleen, se destruyan, se separen también es preocupante. La estructura del Edipo es una pregunta que se hace el niño y que le plantea esta cuestión a propósito de sus padres ¿mis padres es Uno… o es Dos? El niño está confrontado a una pregunta de identidad y diferencia

Identidad. Identificación. El Demonio de la Analogía, escribe Mallarmé. Einfühlung: identificación con un “objeto” metafórico. Freud con su lucidez cáustica, piensa que la identificación amorosa en su paroxismo que es el Einfühlung (asimilación de los sentidos del otro) es una locura. Es el fermento de las histerias colectivas de las muchedumbres que abandonan el juicio propio. Es la hipnosis que nos hace perder la percepción de la realidad puesto que la delegamos en el Ideal del Yo. El objeto de la hipnosis devora o absorbe al yo. “En el enceguecimiento amoroso nos convertimos en criminales sin remordimientos”.

¿Es Uno… es Dos? La relación entre el hombre y la máquina llegará a ser regulada por medios psicológicos y psicotécnicos, necesidad que se tornaría cada vez más urgente con el desarrollo social. Si contrastando con estos procedimientos psicotécnicos el diálogo psicoanalítico nos permite restablecer la relación humana. ¿La forma de este diálogo no está determinada acaso por un impasse, a saber, la resistencia del Yo? ¿No es el diálogo analítico del cual sabemos que admite liberar al analizante de las cadenas de la ignorancia (ignorancia del deseo) otorgándole una palabra plena. (Para su lectura, semblant/deseo del analista). Los conceptos fundamentales del Psicoanálisis son tomados como desalienantes respecto de la alienación social. Esta observación introduce la noción de una tópica que nos parece importante para articular con el Inconciente lo que pertenece a lo social. La pulsión (Trieb) resulta de su estructura, del encuentro del Sujeto del inconsciente con la exterioridad de la demanda en el Otro (Sujeto barrado losange D) evoca en Lacan el origen de la pulsión en el momento en que el sujeto da con la intromisión de la demanda del Otro. Lo que anda lo que no anda. Para percibir que no hay mundo, que hay cosas que están en el mundo que hacen que el mundo sea inmundo, para destacar esto y sacar a Morfeo de la imbecilidad (exceso de sentido) de esto se ocupan los analistas, para lo cual es necesario que estén acorazados contra la angustia, contra lo que no anda. Extrínseco e intrínseco. Siempre estamos divididos ante una cuestión de identidad. Los nuevos espejismos propuestos por la Ciencia procuran analogías unficantes, devoradoras. Roland Barthes en La cámara lúcida dice: “con mi vida privada, con su resguardo es mi derecho político a ser un sujeto lo que he de defender”.

 

 

Bibliografía:

 

Freud, Sigmund: “Sobre un caso de paranoia crónica”.

Lacan, Jacques: “Algunas reflexiones sobre el Yo”.

Grosrichard, Alain: Estructura del Haren.

Oury, Jean: Locura y sociedad segregativa.

Vappereau, Jean-Michel: “¿Es Uno…o, es Dos?”  

 

Kristeva, Julia: (El) Trabajo de la Metáfora


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