» Subjetividad y Medios

  Hoy en día, se ha difundido o virilizado entre los adolescentes distintos retos a través de la red social Tik Tok, uno de ellos es conocido como “Blackout Challenge o Desafío del Apagón” que consiste en aguantar la respiración al grado de casi desmayarse y experimentar las sensaciones que esta actividad conlleva. Gana el que más tiempo aguante sin respirar.

  Durante 2020 el organismo regulador de datos personales acusó a la plataforma de Tik Tok de violaciones como la falta de atención a la protección de menores, la facilidad con la que los menores pueden acceder y eludir la reglamentación de la plataforma, y la falta de seguridad y de privacidad que brinda ese sitio.  

  Tal es lo que sucedió con Antonella, una niña italiana de 10 años que participó del desafío del apagón. Se puso un cinturón en el cuello con el objetivo de quedarse sin respirar el mayor tiempo posible, mientras grababa la escena con su móvil en el baño de su casa. Su hermana de 5 años encontró su cuerpo inconsciente y aviso a sus padres quienes la llevaron al hospital de su ciudad, pero la pequeña no logró sobrevivir. Sus padres relataron que la niña entraba a esta plataforma sólo para ver videos, nunca se imaginaron esta situación.

  Otro de los tantos desafíos que se vuelven virales en esta red está relacionado con los dientes. Se trata de que cada uno de los participantes se desgaste los dientes con una lima casera. El nombre de este desafío se encuentra distorsionado y es llamado “corrección y embellecimiento dental”.

  Esta práctica que surgió durante la pandemia llegó a través de los “influencers” y afortunadamente fue detectado con rapidez por los odontólogos, quienes lanzaron una advertencia que se viralizó y que prácticamente anuló el reto.

  Desde hace tiempo estos retos se encuentran en internet siendo uno de los que más se difundió el de la “Ballena azul” Se trataba de una actividad interactiva que comportaba un gran monto de sadismo abarcando situaciones de mucho riesgo que incitaban al suicidio. Su nombre “Ballena azul" está relacionado con el varamiento de estos cetáceos cerca de la playa que los lleva a la muerte.

  Esta tendencia nació en Rusia en el 2013. Fue creada por un estudiante de psicología que fue expulsado de la Universidad y cuyo objetivo –como el de muchos paranoicos– era el de depurar la sociedad empujando a los miembros a una muerte por suicidio. Se basaba en la relación que se establecía entre los participantes y los administradores a través de las redes sociales y en grupos cerrados utilizando fundamentalmente las redes de Facebook y de WhatsApp.

  El desafío invitaba a una serie de cincuenta acciones que deben realizar los participantes a razón de una por día. Entre las actividades figuran: cortarse los brazos o los labios, pincharse las manos con una aguja varias veces, quedarse de pie en el borde de la azotea de un edifico alto durante 20 minutos, pararse en el borde de un puente diferente cada día, entre otras, siendo la acción final saltar desde la azotea de un edificio alto o de un balcón. Este fenómeno se viralizó rápidamente en varios países europeos y llego a nuestro país donde aparecieron dos casos.

  Ahora bien, ¿qué es lo que sucede?, ¿por qué estos fenómenos toman a algunos niños y a algunos jóvenes?, ¿qué ocurre con las funciones parentales?

Nos encontramos con que niños y jóvenes tienen una sobrexposición virtual, ignoran los riesgos y peligros de internet y de las redes.

  La conectividad y la navegación en las redes comienzan a muy temprana edad, aunque su reglamentación indica en el caso de las redes, que 13 años es la edad recomendada de comienzo; y en este punto hay escasa supervisión parental.

  En líneas generales, los niños y los adolescentes son los que más saben de internet en su casa y en la mayoría de los casos, como señalé, los padres desconocen la actividad virtual de ellos y de los grupos digitales con los que interactúan. Nos encontramos en nuestro trabajo clínico con muy poca intervención parental en lo referente a la navegación por internet.

  Además, en estos tiempos digitales podemos mencionar por un lado los contenidos mediáticos que se movilizan por la web volviéndose virales y por otro su apoderamiento por parte de la cultura adolescente. Hablar de viralidad en la web supone hablar de ideas que pueden ser apropiadas y que sobreviven en alguna comunidad. Un modelo que se difunde lleva a la actividad a aquellos que lo consumen y que se convierten en multiplicadores.

  Por otro lado, es menester aclarar que algunos jóvenes y adolescentes consumen y llevan a la acción estas macabras ideas porque tienen un estado de fragilidad psíquica importante. Muchos de ellos como antes mencioné, no son concientes de los peligros que enfrentan y a los que se exponen. La red está llena de oportunistas y abusadores que se ocultan detrás del anonimato.

  Sabemos que no hay adolescencia normal sin momentos depresivos: los duelos que van atravesando son trabajosos, complejos, lentos, y pueden transformarse en patológicos. Los estados depresivos en la pubertad y en la adolescencia muestran, al igual que en la infancia, intensos sentimientos de no ser queridos, de ser marginados, con una profunda autodesvalorización, con vivencias de ser rechazado socialmente y fantasías sobre la muerte.

  Es frecuente el sentimiento de vacío cuando las posibilidades de representación psíquica se encuentran limitadas y esta característica da paso a la acción como respuesta.

  Tristeza, autorrepoches e inhibiciones conforman una trilogía relevante en materia de síntomas que en esta etapa puede llevar a actos agresivos y autoagresivos, como los propuestos por el Blackout Challengue y su antecesor la Ballena Azul.

  La frustración, derivada de las necesidades de dependencia, puede producir agitación, ansiedad o la desesperada necesidad de reemplazar a los padres perdidos con nuevas figuras aparentemente “gratificadoras” –como los administradores de los desafíos– que con su sadismo manipulador los pueden llevar a cometer actos graves e irreparables.

Las amenazas, los intentos de suicidio y los suicidios no son raros, al igual que los accidentes.

  Una viñeta clínica. Me consulta la madre de Agustina de 16 años por un episodio que tuvo lugar en la escuela, en este momento de presencialidad y burbujas.

La encontró su preceptor llorando en un pasillo. Agustina le relato que tenía problemas familiares y que desde hace mucho tiempo no veía a su padre.

  El padre tiene una nueva familia y vive lejos de Buenos Aires. Sus padres hace años que están separados. Ambos volvieron a formar pareja y tienen una nueva familia.

  Agustina, hace tiempo que se hace cortes en los brazos y los oculta bajo su ropa. También se lastima las manos. Dice que su problema está relacionado con su padre, ella lo extraña mucho.

  Cuando le “duele mucho” según sus palabras recurre a realizarse cortes. Me comenta que comenzó a cortarse a partir de uno de los desafíos de una de las redes sociales. Según lo que averiguó en los sitios de internet, cortarse alivia el sufrimiento y, de hecho, ella se convenció que es así.

  Estuvo practicando un desafió llamado El abecedario del diablo: en el cual con cada letra del abecedario debe decir una palabra relacionada a un tema. Con cada fallo tendrá que producirse una lesión en la mano.

  No pretendo aquí desarrollar un caso clínico, sino que mi intención es la de dar visibilidad a la influencia de los contenidos de las redes sobre un psiquismo frágil vulnerado y vulnerable, como es el de Agustina y como estos a través del aprendizaje vicario y de los mecanismos de identificación se van amalgamando con aquellas ideas inconscientes, que habitan en su joven psiquismo, añadiendo representaciones a su sufrimiento psíquico.

  Encontramos en esta viñeta clínica: la caída de las funciones parentales, duelos infantiles sin elaborar, temas relacionados con su sexualidad, entre otras cuestiones,  que se precipitaron durante la pandemia, como consecuencia de la cuarentena. La generación de Agustina es la primera que vive una situación de confinamiento, un prolongado encierro, la interrupción de clases y del contacto con sus pares; fundamental en esta etapa de la vida, y provocada por la alarma frente al virus.

  El hecho de convivir 24 por 7 en el caso de los grupos familiares ha contribuido en muchos casos a mejorar los vínculos y en otro trajo mucho malestar, en parte producto de la endogamia y también por la inquietante transformación de la privacidad y la intimidad...

  Sin dudas esta circunstancia excepcional del coronavirus contribuyo a dar mayor transparencia a las otras pandemias que enfrentamos como humanidad, una de ellas es la declinación de las funciones parentales.

Bibliografía 

Cruppi, M. Vivir en la posmodernidad. Sobre el desplazamiento de las significaciones en el Siglo XXI. Letra Viva Editorial. 2017. 

Cruppi, M. Redes peligrosas. El odio en modo goce, en Hilda Catz y col. El virus muta nosotros… mutamos, Una mirada psicoanalítica. Ediciones Vergara. 2021. 

Cruppi, M. “El odio en modo goce”. Revista Imago Agenda. Setiembre 2017.