» Arte y Psicoanálisis
El objeto y el concepto en el arte contemporàneo26/01/2006- Por Carlos Federico Weisse - Realizar Consulta

El arte conceptual se caracteriza por el empleo de medios no convencionales, su difícil comercialización y su carácter efímero. Géneros como el performance, la instalación, el videoarte y el arte en Internet han cobrado tanta validez, que hoy las escuelas de arte han abierto espacio a estas manifestaciones. Si antes lo que preocupaba al artista era el uso de los colores, ahora es el manejo del concepto.
El arte conceptual se
caracteriza por el empleo de medios no
convencionales, su difícil comercialización y su carácter efímero. Géneros como
el performance, la instalación, el
videoarte y el arte en Internet han cobrado tanta validez, que hoy las escuelas
de arte han abierto espacio a estas
manifestaciones. Si antes lo que preocupaba al artista era el uso de los
colores, ahora es el manejo del concepto.
A finales de la década de los 50
y principios de los 60 surgieron grupos gestores de nuevas ideas y soluciones,
como American Pop y Brithish Pop, Les Nouveaux Réalistes, La Figuration Narrative
y Fluxus que culminaron entre 1967 y 1972 en un grupo que creó el arte conceptual.
En la década de los 60 las artes
plásticas dan un giro importante abandonando las poéticas de índole
romántico-idealistas. A partir de este momento inciden sobre todo: la tendencia
sintáctico-formal por una parte, y la
semántica-pragmática por otra, donde
se presta menos atención a la sintáctica de las formas. Ambas alternativas
sobrepasan las fronteras institucionalizadas de los géneros artísticos
heredados de la tradición, y en una tercera tendencia se cuestiona el estatuto existencial de la obra como objeto.
Si en el arte tradicional
predominaba el objeto sobre la teoría, en el modelo sintáctico-semántico, desde
la abstracción, se da un equilibrio hasta pasar a situaciones límite donde la
teoría es más importante que el objeto (arte conceptual). Tan necesario como
percibir la obra concreta es actualizar los conceptos teóricos anteriores a la
misma, sus presupuestos productivos y receptivos.
En el arte conceptual el “concepto”
predomina sobre el objeto hasta
eliminar el objeto haciendo del arte pura teoría, es “conceptual” lingüístico y
tautológico en tanto “arte como idea”. El arte objetual en cambio es aquel que
sólo pretende desplazar la atención desde el objeto hacia el concepto,
pretendiendo que el receptor no sea tan pasivo y participe más activamente en
la obra de arte.
El arte conceptual intenta una
emancipación de la práctica social actual, en tanto no acepta la realidad tal y como se nos presenta, sino que se
participa de ella y la altera para hacer que el arte sea igual a vida. No hay
un artista y un receptor, sino un artista-receptor-espectador-emisor.
Las tendencias objetuales se
refieren en sentido estricto a aquellas donde la representación de la realidad
objetiva ha sido sustituida por la presentación de la propia realidad objetual,
del mundo de los objetos. No se trata de enfrentamientos objeto-antiobjeto, pues
son estériles ya que, no toda obra que utilice los medios tradicionales es desdeñable,
ni lo conceptual se reduce a lo anti objetual. Se trata de un cuestionamiento del objeto artístico
tradicional derivado de un concepto estrecho del arte, ligado al arte del
caballete , se aboga en cambio por
la expansión de los dominios del arte consistente
en una recuperación teórica y práctica
de aspectos extra artísticos, incluidos los antropológicos y los sociológicos.
Frente a la mentalidad optimista del arte tecnológico y su subordinación a la
razón instrumental, se han afianzado las tendencias antitecnológicas. Y
paralelamente a esta tendencia alcanza relevancia la noción del azar o lo casual como principio
compositivo de una parte de estas manifestaciones. La recuperación del azar
significa una vuelta a las fuentes de la vivencia, a la naturaleza, tanto a la
del individuo como la ambiental. Esta fue una tendencia que pretendía aliar la
revolución con la utopía estética.
La apropiación de la realidad como elemento artístico se realiza desde la hostilidad al objeto artístico tradicional, la extensión del campo del arte, la desestetización de lo bello.
La nueva sensibilidad, en sus
diferentes modalidades, se inserta en la dialéctica entre los objetos y los
sujetos a través de la producción no sólo
de un objeto para el sujeto sino también de un sujeto para el objeto. Las nuevas tendencias y sus objetivos pretenden poner en cuestión el arte
dominante, o mejor dicho su práctica. Hay una reacción a favor de lo social e
histórico en detrimento de la galería y el museo.
El objeto tiene su antecedente en
el collage utilizado por el cubismo,
anteriormente excluido del concepto del arte pasó a formar parte de la obra de
arte, naciendo de esta manera el arte objetual independiente. El collage restablece la identidad entre la
representación y lo reproducido pues los materiales reales no son sólo objetos
de uso que están subordinados a la obra de arte, sino que por sí mismos son
reconocidos valores estéticos que anteriormente no poseían, y se los eleva a la
categoría de arte.
Aunque hubo artistas como Picasso,
Tatlin, que iniciaron este paso a lo objetual, fue M. Duchamp quien dio el paso
decisivo hacia el arte, tanto objetual como conceptual. Su envío de la obra Fuente (bajo el seudónimo de R.
Mutt), declarándola obra propia por el
mero hecho de haberla elegido y destinada a ser pensada desde un nuevo ángulo,
supone la aproximación del arte a la realidad liberando a los objetos de sus
fines de utilidad y consumo, acentuando su vertiente formal y proclamando el
principio de que cualquier cosa puede ser motivo de una articulación artística.
Para Duchamp este gesto era una provocación artística contra el concepto del
arte burgués, y es el gesto mismo el considerado arte, creando así las bases
del arte “objetual” y del arte “conceptual”. Fue K. Schwitters -otro pionero
del arte objetual neodadaista- quien conservó sus provocaciones dentro del arte.
Éste aprovechaba los elementos de deshecho encontrados como material para
realizar sus obras Merz, cuyo
objetivo era la creación de relaciones entre todas las cosas del mundo, con la
pretensión de unir arte y no-arte en la imagen total Merz.
En el Objeto encontrado el surrealismo continúa la tradición antiburguesa
y antiartística del dadaismo. Es más importante la transformación del espíritu,
la provocación constante que la obra de arte. En dicho objeto no hay un orden
establecido, es el azar el que hace que varios objetos se relacionen, se
encuentren y emerja algo que impacta en el espíritu del artista y lo considere
su obra. Esta obra aparece por casualidad, nunca en la intención, la obra ha
surgido del azar, en el momento que la unión o dispersión de objetos ha
ocasionado el impacto en la sensibilidad del sujeto.
Esta acción transformadora del
arte habitualmente se desarrollaba en el plano urbano, pero con el surgimiento de los movimientos ecologistas
esta provocación urbana se traslada al mundo natural pues aquello que destruye
la naturaleza nos afecta a todos. Su campo de acción es la naturaleza física en
un sentido amplio, tanto el exterior natural, como la transformada
industrialmente, convertida en material artístico. Se trata de que los mismos
espacios naturales sean objetos artísticos. Es un retorno a la naturaleza en
una acción transformadora que instaure nuevas relaciones con ella. El Land art
se apropia de la naturaleza de un modo estético y artístico. Para mostrar su
obra recurre a la fotografía, televisión, vídeo, siendo estos medios más
útiles, porque permiten una toma completa del paisaje, así como la plasmación
del tiempo en el proceso. En el Land art aún más que en el arte Povera se da el
proceso conceptual, pues al ser la obra la misma realidad, hace que el
espectador descubra cosas que le habían pasado desapercibidas y reflexione si
los valores mostrados tienen un status artístico y por qué.
Lo dicho hasta ahora deja en
claro que la realidad tal como se la
concebía en la modernidad se ha hecho irrepresentable y que aquello que se
ocultaba bajo el velo de lo bello se
ha retirado, se ha desestabilizado la
formación del gusto y ha emergido entonces lo real bajo la especie de lo informe, del terror clamando por el
vacío, hay entonces un llamado al
vacío, un intento de presentación
del vacío. Así el arte conceptual y objetual es un intento de enmarcar el
vacío, concepto compatible con lo sublime en Kant y con la vacuola en Lacan.
En la filosofía kantiana de lo sublime hay una referencia de la
inconmensurabilidad de la realidad con respecto al concepto, el placer así
proviene de lo inconmensurable, no hay determinación o regulación como existe
en lo bello. Lo sublime tiene lugar cuando la imaginación fracasa y no consigue
presentar un objeto que se establezca de acuerdo al concepto, es decir la idea
no podría presentar un objeto que fuera un caso de ella. Lo inconmensurable
entonces se hace dolorosamente insuficiente en su posibilidad de
representación.
El arte contemporáneo entonces podríamos definirlo
como aquello que tiene la capacidad de
presentar lo impresentable que corresponde a un vacío de la imaginación en la
medida de esta inconmensurabilidad de la realidad con el concepto. Esta
capacidad llevará a este arte a un
trabajo de des realización que tendrá su realización en lo que H. R. Jauss
denominó “el objeto ambiguo”, es decir el objeto que no porta la etiqueta de “obra
de arte”. El objeto ambiguo involucra al propio observador en la constitución
del objeto estético en la medida que el receptor se convierte en co-creador de
la obra, liberado así de su pasividad contemplativa. El objeto ambiguo es
definido por Jauss como aquel objeto: “que dentro de la ontología platónica no
tiene interpretación”.
Lopez Anaya califica esta situación como estética de la
incertidumbre, plantea que la relación con el objeto es una “relación de
incertidumbre”, en tanto el hecho artístico no es concebible fuera de las
relaciones de observación y de esta manera se pone en cuestión la
sustancialidad de lo bello. Lo único verdaderamente placentero de este arte es
la actividad reflexiva del espectador, no el objeto en sí y sólo puede
disfrutar de la atracción interrogativa que sobre él ejerce el objeto
cuestionándolo, rechazándolo y, en el fondo, convirtiendo el comportamiento
teórico en estético. Lo que se plantea es el absurdo del ready-made, que afirma una función estética a pesar de ser un objeto
no artístico. Hay una tendencia de los artistas a convertirse en críticos
especulativos de su disciplina y producen obras que más que objetos artísticos
son objetos de crítica artística y devienen planteos acerca de la relación
entre el arte y la realidad. ***
Harold
Rosenberg utilizó la denominación “objetos de ansiedad” para describir obras de
arte que tienen como cualidad principal producir inquietud o duda sobre su
status artístico. Es decir objetos que trastornan, desconciertan y sumen en la
confusión al espectador, es decir que no se dirigen a la percepción sino que
apuntan a la interpretación del mismo. Pero
también el objeto interpreta su momento histórico. En esto coincidimos con
Gérard Wajcman cuando plantea que el objeto es una máquina de interpretar, que
formula constantemente preguntas y da respuestas. Al suponer un sujeto (todo
objeto de arte supone un sujeto) el contemplador recibe su propio mensaje en
forma invertida, resuena así en la obra sus propios significantes Amo que
implican su posibilidad de un más allá del goce estético al instaurar un marco
en el mundo desde el cual el objeto le habla. Como interpretante, el objeto de
arte invierte el lugar de dichos significantes Amo, justamente denuncia su
impostura ideológica y los muestra en toda su carencia, en toda su irrisoria y
hueca pomposidad. En síntesis, el objeto de arte llama a ser interpretado por
el espectador pero a su vez en su interpretación el observador es interpretado
por el objeto en tanto sujeto histórico
al que corresponde ese objeto en su ambigua existencia.
Carlos
Weisse
El
correo electrónico del autor es: cfweisse@fibertel.com.ar
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