» Arte y Psicoanálisis

El vacío en la pintura china

25/02/2010- Por Ana María Güemes -

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

La verdadera realización está en ir y venir sin fin; siempre nuevo entre las unidades de la vida, así como las sensaciones mas intimas no se limitan al interior, sino que son vibraciones, ondas que se propagan en el espacio que viene de si desbordándolo infinitamente en resonancia con la rítmica del Tao, que es la creación en marcha, la eterna transformación.

Existen para los chinos tres artes mayores, la poesía, la pintura y la música. Las tres están paradójicamente unidas por el vacío, del que todo sale y en el que todo se une.

En la pintura china, a través del tiempo, se ve una evolución que va, de una tradición marcada por el realismo hacia una concepción más espiritual, que se desarrolla con la aparición del Taoísmo.

Lo conceptual de estas ideas fue aportado a través de los filósofos Laozi y Zhuangzi.                                                                                                    

Este pensamiento estético se basa en una concepción del universo, un macrocosmos que se recrea en un microcosmos. La cosmología es de gran importancia ya que la pintura no busca ser un objeto estético, sino que crea un espacio abierto donde la verdadera vida sea posible.

Como describía Wang Wei: “…con un diminuto pincel, volver a crear el cuerpo inmenso del vacío”[1]

La noción de vacío es central en esta estética, el Tao es concebido como el vacío original de donde emana el Uno que es el Soplo Primordial, este engendra el Dos que encarna los dos Soplos Vitales que son el Yin_Yang  de esta interrelación, surgen los múltiples Soplos Vitales, los 10 Mil.

Siempre entre el dos y los 10 mil esta el Tres.

El Tres desde esta perspectiva representa la combinación de los ciclos vitales yin_yang  y el Vacío, que dan origen al Soplo del Vacío Central, sin el cual el Yin_Yang quedaría inactivo o en oposición.

Es por la presencia del Tres que interactúan y se modifican mutuamente.

El Tres Soplo del Vacío Central, no es un lugar neutro, tierra de nadie, es una entidad dinámica, espacio de intercambio y de cambio.

Pero hay algo que no cambia, el Vacío mismo donde se origina el Soplo donde lo que es sin nombre tiende a tener nombre, lo que es sin deseo tiende a tener deseo, pero ya aquí no hay más estabilidad, estamos forzados a aceptar que el verdadero ser es a cada instante el salto mismo hacia el ser, la verdadera vida es en cada instante el impulso mismo hacia la vida.

Lo único constante, lo verdaderamente constante es el Vacío de donde surge constantemente el Soplo.

El Vacío Central transforma al sujeto en proyecto, en el sentido que lo proyecta delante de sí, tendiendo siempre hacia lo inesperado, hacia lo infinito.

 

 

 

La verdadera realización está en ir y venir sin fin; siempre nuevo entre las unidades de la vida, así como las sensaciones mas intimas no se limitan al interior, sino que son vibraciones, ondas que se propagan en el espacio que viene de si desbordándolo infinitamente en resonancia con la rítmica del Tao, que es la creación en marcha, la eterna transformación.

Lao-Tsé lo expresa así en este poema:
Por más que los rayos de una rueda

Sean indispensables,

todo depende del Cubo vacío.                                                                            
Aunque sea imprescindible la arcilla

para hacer vajilla,

el espacio vacío                                                                                                              
es lo primordial.

Por indispensables que resulten los

materiales para hacer puertas y ventanas

lo esencial es la apertura,

es decir “lo que no es”

es más importante que lo que es.                                                                                                                                                             

                                                                                

El arte caligráfico y pictórico como se practica en la China no consiste en la creación de un objeto de arte, sino en una expresión de un arte de vida.

Lacan se interesó por la cultura china y trabajó, durante un tiempo, algunos temas con François Cheng, estudioso de la pintura china.

Tres fueron los autores que le interesaron particularmente a Lacan: Lao-Tsé, Mencius y Shitao.

Shitao fue un pintor del siglo XVII, investigador de la teoría del arte, escribió un tratado sobre la pintura, su estilo revolucionó la pintura china rompiendo con los estilos tradicionales de la época.

El principio básico de su pensamiento se encuentra en el concepto de trazo único del pincel.

Su vida sumamente azarosa ira adquiriendo una serie de seudónimos, por  ejemplo el que aparece en el titulo de su tratado de pintura, “Palabras sobre la pintura del monje Calabaza Amarga” que Lacan cita en su seminario “La Lógica del fantasma”, al referirse al trazo unario, la identificación freudiana y el ideal del yo.

Lacan se interesa por la noción de Yin_Yun que es traducida por Caos, da cuenta de un estado donde Yin_Yang están aún indiferenciados, pero en un virtual devenir que designa una promesa de vida.

Shitao al referirse al trazo unario en pintura, lo ubica como ese espacio primero donde el deseo de la forma puede emerger.

Se encuentra en los comienzos del cuadro, puede permanecer durante la ejecución y al final del mismo ya que un cuadro que busque la completud, fracasaría, el pintor sabe que nunca podremos conocer algo completamente, seria un fracaso y que aquello que podemos describir como tal no puede resultar verdadero a quien lo percibe.                                                                             
En un verdadero cuadro debe quedar un espacio siempre virtual que tienda a nuevas metamorfosis.                                                                                                         
Surge de la imagen del YIN_YUN, la noción de trazo único del pincel, Shitao lo define como siendo en el orden pictórico el equivalente al soplo, la traza tangible.

Constituye una célula viviente, unidad de un sistema de vida.

Es el modo de hacerse cargo del ritmo y las  pulsiones secretas, de atar y desatar nudos mediante la dicotomía de lo pleno y lo vacío.                                                   
No es una simple línea sino un poderoso significante, ya que significa más de lo que manifiesta.

El verdadero artista debe lograr ese grado de disponibilidad abierta donde los soplos internos estén en condiciones  de revelar aquellos que vienen de afuera, es en ese encuentro que se da el verdadero trazo, para el logro de ese encuentro debe darse en el Artista la receptividad, que es un estado superior de conocimiento, intuición plena que le permite captar algo que no sabe y que sin embargo ya conoce.

François Cheng, distingue dentro de la tinta negra especies diferentes considerados colores Independientes y diversos tipos de pinceladas.

 

 

La pincelada es el elemento que unifica toda dialéctica trascendiendo todo conflicto entre dibujo y color, pleno y vacío, hombre y paisaje, esta  íntimamente ligada con el LI; la Nervadura interna de todas las cosas, que busca reflejar la estructura interna de lo que dibuja mas allá de los aspectos externos.

El trazo del pincel encarna el proceso por el cual el hombre que dibuja se suma a los gestos de la creación.

El acto de trazar una pincelada se corresponde con el acto que saca lo UNO del CAOS, estos elementos que venimos enumerando conforman una red coherente, que solo puede funcionar por un factor siempre presente que es el VACIO.

Sin el VACIO en pintura, lo mismo que en el universo no circularían los alientos no operaria el YIN_ YANG.

En la composición de un cuadro el vacío interviene desde las líneas básicas hasta la composición.

Durante la dinastía TANG, empieza a escribirse en los espacios blancos del cuadro, en general el que pertenece al cielo, poemas caligrafiados.

Cheng dice que la escritura china, además de ser es visual introduce la dimensión del tiempo.

En esa representación del espacio de tres dimensiones; el poeta relata la experiencia vivida, revela el pensamiento del pintor al pintar el cuadro, el eco que lo suscita permite que el hombre a través de las palabras, aún cuando no este representado en el paisaje, marque su presencia dentro del cielo_ tierra: su dimensión simbólica.

Nos comenta François Cheng que en esos años a junto a J. Lacan constataron que el signo es el resultado de un deseo, dotado de una significación que sin embargo no se agota, al servicio de la palabra aunque guardando una distancia con ella, por lo que la interpretación del analista debe ser poética.

 

 

 

 Bibliografía:

François Cheng: “Vacío y plenitud”, Ediciones Siruela, España, 2005

Lacan Jacques: Seminario “La lógica del fantasma.” inédito

                               

 



[1] Wang Wei, 99 cuartetos de Wang Wei y su círculo, Editorial Pretextos, Valencia 2000


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas


Del mismo autor

No hay más artículos de este autor

Búsquedas relacionadas

» pintura
» Tao