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La columna rota08/09/2003- Por María Eugenia Gabes - Realizar Consulta

La condición de Frida era tan grave que los médicos no creyeron poder salvarla, pensaban que iba a morir sobre la mesa de operaciones. Durante el primer mes no se sabía si iba a vivir.
...La tuvieron que ensamblar por secciones, como si estuvieran haciendo un montaje fotográfico, contó un antiguo amigo.
El resto de su vida sería al estilo de un montaje fotográfico; su obra y su cuerpo eran una construcción que día a día debía renovarse para mantener las ruinas de esa columna que alguna vez la había sostenido.
Frida Kahlo: Del
dolor, a la pintura como una escritura
“...mentiras que uno se da
cuenta del choque mentiras que se llora,
...en mí no hubo lágrimas.
El choque nos botó hacia
adelante y a mí el pasamanos me atravesó como la espada a un toro...”
Relato de
Frida Kahlo sobre el accidente que marcaría su vida.
Alejandro Gomez
Arias, su novio en ese entonces y quien la acompañaba en el vehículo
accidentado diría: ...”la levanté y horrorizado me di cuenta de que tenía un
pedazo de fierro en el cuerpo.
Un hombre dijo: -hay que sacarlo. Apoyó su
rodilla en el cuerpo de Frida y anunció: -vamos a sacarlo. Cuando lo jaló,
Frida gritó tan fuerte que no se escuchó la sirena de la ambulancia de la Cruz
Roja cuando llegó.”
La condición de Frida era tan grave que los
médicos no creyeron poder salvarla, pensaban que iba a morir sobre la mesa de
operaciones. Durante el primer mes no se sabía si iba a vivir.
...”La tuvieron que ensamblar por secciones,
como si estuvieran haciendo un montaje fotográfico”, contó un antiguo amigo.
El resto de su vida sería al estilo de un
montaje fotográfico; su obra y su cuerpo eran una construcción que día a día
debía renovarse para mantener las ruinas de esa columna que alguna vez la había
sostenido.
Se dedicó de ahí en más, a pintar especialmente
su cuerpo miles de veces. Una y otra vez reconstruía en el cuadro lo que estaba
destruido en ella.
Diría: ...”yo no pinto lo que sueño sino lo que
vivo.”
Y era cierto, casi no pudo hacer otra cosa. Era
ella la que sobresalía en esas pinturas, con una imagen patética y una mirada
profunda.
La mayoría de sus cuadros fueron autorretratos
hechos al estilo de las fotos de carnet, como los que
fotografiaba su padre . De frente o medio perfil y
hasta el busto, de modo que el resto que había quedado de ella, permaneciera
excluido de la imagen que mostraba. También duplicó su imagen como en Las dos Fridas.
El dolor fue el leiv motiv de su obra. Quizás, le seguía la soledad,
representada por paisajes despoblados, solitarios. Su esterilidad, era
representada como tierra reseca, sin vegetación, cuarteada.
Algunos de sus cuadros oscilaban entre lo
siniestro y lo obsceno. Otorgaba a la mirada del otro el dolor de su vida, sin
tapujos, desvergonzadamente a veces
Se vestía de tal modo, -con ropas de tehuana-
que ella misma se ofrecía a la mirada del otro como un cuadro.
Qué y quién sostuvo a este cuerpo lastimado,
lacerado, casi destruido?
Cuáles fueron los pilares que le sirvieron para
apoyarse allí donde no había nada, o casi nada?
Frida transformó en metáfora a esa
columna destruida y también a su dolor. La pintura y el amor hicieron de lazo
para sostener esa ruina que fue su cuerpo.
El dolor
Cuanto más insoportable era, más pintaba. Sobre
éste escribió: “La tragedia es lo más ridículo que tiene el hombre, pero estoy
segura, de que los animales, aunque sufren, no exhiben su ‘pena’ en teatros
‘abiertos’ ni ‘cerrados’ (los hogares), y su dolor es más cierto que cualquier
imagen que pueda cada hombre ‘representar’ o sentir como dolorosa”.
Frida tenía una clara idea de lo que del dolor
permanece mudo, imposible de decir.
La hipnosis, el amor, la droga, el tóxico y el
alcohol, actuaban como estabilizadores para calmar el dolor: del cuerpo, de la
soledad, de la esterilidad y la femineidad herida
para siempre, ya que aquel hierro que la atravesó la privó de su posibilidad de
ser madre.
El dolor agudo saca al sujeto de la escena, es
el Otro metido en el cuerpo, el dolor manda y comanda.
En el dolor crónico, el $ a veces logra rearmar
su escena, lo incluye, o dicho de otro modo, entra en una cadena asociativa,
aunque siempre habrá un real que no accederá a la palabra.
Frida creó con su pintura, al modo de una
escritura. Salió del grito a tramitar su dolor. No lo sufrió en silencio y para
soportar su trauma encontró varios sostenes.
Escribió: ...“Quién diría que las manchas viven
y ayudan a vivir? Tinta, sangre, olor. No se que tinta
usaría, que quiere dejar su huella en tal forma. Respeto su instancia y haría
cuanto pueda por huir de mi.” Sin embargo era lo que la reafirmaba en su subjetividad.
Frida intentaba penetrar en el motivo
que la impulsaba a pintar y a pintar casi sin descanso. La pintura de Frida fue
un relato interminable de su dolor.
La soledad
El accidente coartó gran parte de su vida
social juvenil. Los compañeros de la Escuela Nacional preparatoria y su novio
fueron alejándose, mientras persistía el aislamiento involuntario de Frida. Sus
padres enfermaron a causa del accidente que casi le costó la vida, lo que le
genero un gran sentimiento de culpa, creyó que habían enfermado por ella.
Sin embargo más adulta y casada con Diego
Rivera organizó su vida desde sus limitaciones. Pero la separación matrimonial
la sumió en una fuerte depresión.
Los sostenes
Un corsé de yeso o de acero reprime el
movimiento del cuerpo para que éste no sufra, pero también ayuda a estar
erguido, a caminar, a involucrarse en la vida, ata y desata. Desata la
angustia, pero también el deseo. Frida cuanto más inmovilizada debía estar, más
pintaba. Llegó a atarse a un sillón de ruedas para poder ponerse frente al
caballete y pintar.
Muchos de sus cuadros representan figuras que
se sostienen unas a otras, tales como: “El abrazo de amor del universo”, o “Mi
nana y yo” y uno de los últimos, “El Marxismo dará salud a los enfermos”. En
este último ella se muestra en el centro sostenida por dos grandes manos y un
par de muletas sueltas al fondo; detrás de ella, la cara de Marx.
El amor
Ata y desata, hace lazo, incluye al $ en su
relación al otro y al resto que lo acompaña. Desata el deseo, libera, produce.
Frida deseaba ardientemente un hijo del hombre que amaba, fueron varios sus
intentos, ese producto era abortado. Desplazó su amor materno a sus sobrinos y
animalitos pero no era suficiente. Diego Rivera personificaba con su presencia
el amor que la sostenía. Su cuadro “Diego y Frida”, pintado luego de su
casamiento, muestra a una Frida ligera casi separada del suelo, apoyándose en
la figura gigante de su amado.
La Política
Hace lazo social. Frida no se desentendió de
los grandes movimientos internacionales, ni nacionales.
Fue una luchadora, intentaba sostener su ideal
acompañando a Diego Rivera, que fue el jefe del P. C. de México, hasta que
renunció. Recibió a Trosky en su casa, idolatró a Lenin y Stalin, los
representó en sus cuadros como a dioses. Al final de su vida pensaba que no
había hecho lo suficiente políticamente.
En cuanto a su nacionalidad jamás renegó de
ella, todo lo contrario. Sus cuadros, sobre todo los primeros, están
indisolublemente ligados a la cultura mexicana, cultura indio-española. Obró
como elemento identificatorio.
Los sostenes
Haciendo una especie de disección en este
cuerpo tan seccionado de Frida, podemos pensarlos como: el amor, la pintura, la
política y el corsé en última instancia. El dolor se entrelazaba en cada uno de
estos elementos y se encontraba omnipresente.
Con relación al amor y a la política, para
Frida, tenían el carácter de hipnotizadores.
Llamaba la atención a quienes la rodeaban, el
intenso amor que despertó en ella Diego Rivera, que ya era famoso como pintor y
como político marxista.
La diferencia de edad, la fealdad de Diego y
los sufrimientos que con él soportó no fueron suficientes para poner distancia
de él hasta su muerte.
Nos dice Freud en su trabajo sobre Hipnosis y Enamoramiento, en referencia a la sobreestimación del objeto: “Nos ha llamado la
atención el hecho de que el objeto amado goza de cierta exención de la crítica,
sus cualidades son mucho más estimadas que en las personas que no se ama”. “En
relación a lo que falsea el juicio de realidad es la idealización...El objeto
es tratado como el yo propio y por tanto en el enamoramiento afluye al objeto
una medida mayor de libido narcisista”.
Más adelante nos dice: ...”el trecho que separa
el enamoramiento de la hipnosis no es muy grande. Las coincidencias son
llamativas. La misma sumisión humillada, igual obediencia y falta de crítica
hacia el hipnotizador como hacia el objeto amado.
Luego de diez años de casados, Diego y Frida se
separaron a raíz de las infidelidades de él, en especial con la hermana de
Frida. Sin embargo, al año volvieron a casarse, pero Frida decidió renunciar a
mantener relaciones sexuales con su marido a pesar de amarlo profundamente, lo
cuál no aminoró su sufrimiento reflejado tal vez en uno de sus cuadros más
particulares: “La Venadita “.
Tomemos nuevamente la teoría de Freud con
relación al fenómeno hipnótico: ”La total ausencia de
aspiraciones de meta sexual no inhibida contribuye a que los fenómenos
adquieran extrema pureza. El vínculo hipnótico es una entrega enamorada irrestricta
que excluye toda satisfacción sexual...”
Para Freud el vínculo hipnótico es una
formación de masa de dos.
Tengamos en cuenta que otros amores que tuvo
Frida fueron tan famosos como Diego Rivera.
Frida, fue parida en el año 1907, pero nació en
1910 con la revolución mexicana. Ella decidió que ese fue el año de su
nacimiento.
A los seis años padeció poliomielitis, su
pierna derecha quedó quebrantada. Ella trataba de disimular su defecto
engrosando su pierna con algunas medias de más. A los quince años se vestía
como un muchachito.
Sin embargo el destino le deparaba una tragedia
mayor, donde hasta su muerte, el cuerpo quedaría definitivamente implicado.
A los 18 años volviendo con su novio Alejandro
Gómez Arias, de la escuela Nacional Preparatoria, sufriría un terrible
accidente que quebraría su columna vertebral en varias partes y arruinaría para
siempre su aparato genital. Bajo los efectos traumáticos de este episodio atroz
vivió veintinueve años más.
Su convalecencia primera duró alrededor de tres
meses. En ese período escribió dolorosas cartas a su novio donde le contaba de
sus sufrimientos físicos y psíquicos debido a la soledad en la que se
encontraba.
Hasta ese momento no le había interesado mucho
la pintura, aunque existe un autorretrato anterior al accidente.
En su lecho de enferma que casi nunca
abandonaría (posterior al traumático accidente), contestando, una a una, cartas
que Alejandro, su novio, le había enviado le dice:
...”Alex, acabo de recibir tu carta hoy y
aunque la esperaba desde mucho antes, me quitó mucho los dolores que
tenía”...La palabra de alguien valorado y amado por ella obraba como paliativo
a su dolor.
El primer autorretrato lo pintó en el verano de
1926 y se lo envió a Alejandro para intentar una reconciliación, ya que varios
episodios de ambos con otras personas los habían separado. Efectivamente al
poco tiempo se reconciliaron pero luego él viajó a Europa.
Las cartas que ella le envió a Europa revelan
cuan intensamente ella se había identificado con ese autorretrato al que llamaba
“tu Botticelli”. Sin embargo luego le agrega otro título, en marzo de 1927, le
escribe una carta a Alejandro diciéndole: ...”Your Boticelli”, también se ha puesto muy triste, pero yo le
dije que mientras tu vuelvas será “La bien dormida”, como intentando poner en
suspenso su dolor, permaneciendo así en una especie de estado hipnoide.(*)
De ahí en más el cuerpo que sostuvo a Frida fue
un cuerpo construido desde lo imaginario, como cualquier otro cuerpo, pero la
pintura le ofrecía la posibilidad de que ese cuerpo destruido conservara una
imagen más o menos armónica. Su espejo le devolvía una imagen incompleta a
veces, y otras una imagen herida, mutilada, que podría ser fantaseada más
perfecta. Todo el tiempo Frida Kahlo mostraba su falta. Por eso su pintura
tuvo, a mi entender, la categoría de una escritura, en tanto enlazaba lo
imaginario y lo real del cuerpo con lo simbólico de la escritura.
Si observamos las obras artísticas, pinturas y
esculturas del Renacimiento y aún las anteriores del período Bizantino,
leeremos allí la historia de las religiones, en especial la del Cristianismo.
Pocos siglos transcurrieron hasta que el Cristianismo, pasó de la escritura
simbólica y la transmisión oral, a la transmisión por medio de la
representación figurativa, plástica.
Las religiones monoteístas, judías y musulmanas
se transmitían a través de signos. No aparecían figuras en actitudes que
demostraran que algún dios podía tener características humanas.
Así el Cristianismo se regía por el nuevo
testamento, escritura, signo que se transmitía, primero en lengua griega y
luego en latín.
Pero como bien sabemos esto era privilegio de
unos pocos, que escribían a otros que podían leer. En fin, los misterios
sagrados quedaban en poder de una minoría.
Tal vez no alcanzaba para los cristianos la
escritura en forma de signos, ni tampoco la renuncia a toda forma de paganismo.
De éste, tomó entonces algo muy preciado, el cuerpo en su dimensión gozosa.
Si los griegos, y luego los romanos,
representaban los avatares de sus dioses, sus luchas, sus amores y sus
sufrimientos, por qué el Cristianismo no podía hacer lo mismo con su Dios hecho
hombre, Jesucristo ?
¿Si Jesús, humano, sufriente y apasionado tuvo
un cuerpo y en él sufrió martirio, que mejor que transmitir esa gesta al pueblo
de Dios de la manera más directa y clara posible?
Recién en la época Bizantina los cristianos se
atrevieron a pintar en cavernas y piedras, en columnas y en maderos aquello que
los representaba, el nacimiento, la vida y la muerte de Jesús y todo lo que
rodeo el misterio de su nacimiento; la virginidad, la resurrección y los
milagros, como así también a los mártires que acompañaron el movimiento
cristiano. Y fue precisamente en el “Renacimiento”, donde esta transmisión
llegó a su máximo esplendor. Allí es donde el Cristianismo tomó definitivamente
la herencia que los antiguos habían legado a la humanidad. La plástica y la
escultura entonces se hicieron cargo de mostrar al mundo el acontecimiento
cristiano.
Si el cuerpo en la antigüedad era objeto de
pura belleza; un despertar de los sentidos y una afirmación de las facetas
eróticas del goce, no lo fue menos en el Renacimiento.
Pero el cambio se operó en otra dimensión. El
cuerpo no sólo deparaba belleza, sensualidad, armonía, sino que además era
objeto privilegiado de sufrimiento.
El cuerpo sangrante de Cristo, atornillado a la
cruz, era un llamado a la virtud.
Quien estuviera dispuesto a transmitir una
verdad, la verdad de la palabra de Dios, tendría que estar dispuesto también a
sufrir por ello. Se sustituía el placer del sexo, por el goce del sufrimiento y
de la privación.
Era algo que iba más allá de la palabra, era
necesario poner el cuerpo para defender esa verdad.
Era una guerra lo que se libraba y como sabemos
en una guerra son los cuerpos los que están en lucha.
Sin embargo a una guerra se va porque la patria
llama, porque la estructura social así lo requiere.
En la lucha cristiana se renunciaba a los
placeres del cuerpo, es más se ofrecía un cuerpo en pos de un ideal, de una
verdad.
Voy a tomar un ejemplo:
Podemos observar en innumerables cuadros, la
figura de San Sebastián atravesado por flechas, atado a un madero. Casi todos
llevan el nombre de “El Martirio de San Sebastián”. Sin embargo tuve
oportunidad de ver uno dedicado a este mártir donde unos monjes le extraen las
puntas de las flechas de su cuerpo doliente. Ese cuadro se denomina “Curando
las heridas de San Sebastián”. Efectivamente parece que Sebastián era un
soldado a las órdenes del emperador romano Dioclesiano del siglo III, que fue
enviado a la muerte al enterarse éste que aquel era cristiano.
San Sebastián no llegó a morir en esa condena
por martirio a través de flechazos, fue curado de sus heridas y una vez
recuperado se presentó al emperador para reafirmar su condición de cristiano.
Por supuesto nuevamente fue condenado al martirio.
En la mayoría de los cuadros renacentistas de
San Sebastián, se lo observa a este en una actitud gozosa, tal es su expresión
inmutable mirando al cielo.
También se han llevado a la pintura el martirio
de San Andrés, el de Santa Catalina y el de muchos otros que prefirieron la
muerte lenta y violenta que acompaña a los martirios, antes que renunciar a su
ideal. La religión cristiana en su vertiente plástica y también oral, se
caracterizó por hacer del cuerpo el centro principal del goce místico.
Toda Europa y los pueblos colonizados por ella
han heredado a través de las artes la doctrina cristiana, que no solo fue
transmitida por la vía oral y escrita sino también por la artística.
En la América hispana esta costumbre traída por
los colonizadores, prendió rápido en los pueblos, con las características
particulares de cada uno fue contada la historia de Cristo, de sus
sufrimientos, también de sus milagros y de los milagros que operaban los
diferentes santos. También pagaban con el cuerpo los infieles que eran quemados
como un acto de purificación.
En Andalucía era común que se pintaran y se
dedicaran al santo de la predilección los retablos como ex votos. Estos
retablos eran chapas metálicas o maderas donde se representaba la enfermedad o
el accidente ocurrido a algún individuo junto con el santo o santa de su
devoción y por escrito el nombre del accidentado agradeciendo haber sido
salvado.
En México encontramos retablos desde el siglo
XVI y XVII hasta la actualidad.
Frida también conservó este estilo del retablo,
sobre todo en sus primeros cuadros. Pero fue su cuerpo doliente lo que más
pintó. “La columna rota” del año 1944 es tal vez un exponente más metafórico
que los anteriores.
En este cuadro podemos observar el cuerpo
desgarrado partido en dos desde el cuello hasta la pelvis sostenido por una
columna jónica rota cuyos pedazos se sostienen dificultosamente uno sobre otro,
como si lo único que le conservara el equilibrio fuera el corsé que ata el
torso de Frida. El rostro casi impávido, los ojos fijos de los que se
desprenden lágrimas blancas, el resto del cuerpo traspasado por clavos que
proyectan su sombra y semejan gotas de sangre. Detrás un cielo oscuro y una
tierra yerma, agrietada, reseca. “La columna rota” pareciera el compendio de su
vida. Todo el sufrimiento de su cuerpo y de su alma
reflejados en esta imagen. En 1953 escribiría en su diario con el título
Años: “Esperar con la angustia guardada, la columna rota y la inmensa mirada, sin
andar en el vasto sendero...moviendo mi vida cercada de acero”. La pasividad
forzada a la que la condenaba su cuerpo dañado, “esperar”, “sin andar”, se
desmentía de algún modo con la actividad incansable de la mirada.
En el final debió soportar aún un sufrimiento
mayor, tuvieron que amputarle parte de su pierna derecha, la que había sufrido
poliomielitis y además graves lastimaduras en el accidente. En su diario dibujó
dos piernas cortadas de las que salen alambres de púa, segura demostración de
los dolores que sufría. Una inscripción debajo del dibujo dice: “Pies para que
los quiero si tengo alas pa’ volar.”
En una de sus biografías se comenta que Frida
Kahlo les simpatizaba a los médicos ya que nunca se quejaba, -”lo aguanto todo
un poco a la mexicana, sufriendo sin protestar”.
En su diario, dejó testimonio escrito y
dibujado de sus estados de ánimo y de su deterioro, escribió: ...“He estado
enferma un año, el Dr.Farill me salvó, me volvió a dar alegría de vivir, no
tengo dolores, solamente un cansancio y como es natural mucha desesperación,
una desesperación que ninguna palabra puede describir. Sin embargo tengo ganas
de vivir, ya comencé a pintar”...
Esa desesperación que Frida creía que no podía
describir, la escribió pintando.
La compulsión a la repetición del trauma que
signó su vida no la abandonó jamás.
La repetición incesante de su rostro, de su
cuerpo y de la figura de Diego Rivera, da clara cuenta que el accidente y su
relación con él fueron los traumas más importantes, tal como ella lo expresara:
...”Los dos accidentes mayores que tuve en mi vida fueron, el choque y haber
conocido a Diego ...” El sexo, el amor y la muerte
acompañaron como a cualquier humano la vida de Frida Kahlo. Sin embargo en ella
estas pulsiones fueron fuertemente juzgadas. No escatimó el goce masoquista que
le producía su cuerpo lacerado y con el cual impúdicamente se mostraba desde
sus cuadros, ni cedió a sus deseos de crear con eso mismo.
Frida encontró tal vez y a su manera un marco
para acotar su angustia y para ubicar allí un objeto que desprendido de ella
quedara incorporado al mundo del arte.
María Eugenia Gabes
La dirección de correo
electrónico la autora es: claves@pccp.com.ar
BIBLIOGRAFÍA
-Conde, Teresa del: “Frida Kahlo. La pintora y
el mito“, Universidad Autónoma de México.
-Freud, Sigmund: “Psicología de las Masas.
Hipnosis y Enamoramiento”, Obras -Completas, Amorrortu Editores.
-Freud, Sigmund: “Más allá del principio del
placer“, Amorrortu Editores.
-Herrera, Hayden: “Frida: Una biografía de
Frida Kahlo“
-Kettermann, Andrea:
“Frida Kahlo. Dolor y Pasión“,
1907-1954. Benedikt Taschen 1992.
-Le Poulichet, Sylvie: “Toxicomanías y
Psicoanálisis“ Las Narcosis del deseo, Amorrortu
Editores.
-Morris, David: “La Cultura del dolor“, Andrés
Bello Editor.
-Saenz, Cristina: “Anudar un cuerpo“, Reunión Lacanoamericana de Psicoanálisis, Buenos Aires, 1995.
-Wenger, Adriana: “Dolor y Arte “ Frida Kahlo.
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