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La expresión de una pasión: la creación artística de Frida Kahlo

23/04/2013- Por Mariela Rodríguez Rech - Realizar Consulta

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La expresión artística habla. La obra de arte, ya sea literaria, pictórica, escultórica, etc., emite un mensaje a descifrar así como lo dicho y no dicho por nuestros pacientes en la práctica clínica. ¿Qué expresa un artista en su obra? Desde el psicoanálisis es posible ir un poco más allá de lo que simplemente miramos y adentrarnos en un mundo poblado de mensajes, señales, símbolos, significantes a descifrar y cifrar, que representan sin duda lo más profundo del artista. La obra de Frida Kahlo no está exenta de estos movimientos, sus pinturas expresan toda una vida marcada por distintos hechos, y es sin duda el instante catastrófico vivido, que le posibilita plasmar sus trazos en la tela y así intentar exorcizar tanto dolor y que este pueda circular por los caminos del deseo.

 

 

Espero alegre la salida, y espero no volver jamás.”

Frida Kahlo

 

 

Su obra conmueve. Más allá del análisis académico de su pintura, su obra produce un impacto en quien la mira.

 

Frida Kahlo supo sin duda transmitir en sus trazos la fuerza y la pasión de una vida signada por distintos hechos traumáticos y por el dolor, trazos que quizás le posibilitaron exorcizar tanto sufrimiento. La idea es abrir un espacio de interrogantes que quizás queden sin respuestas pero que al menos posibilitarán instalar algo del orden de una pregunta que circule.

 

La que lleva la Paz

 

Su nombre lleva implícito este significado, nombre de origen Germánico, que hace referencia a un estado de paz y apacibilidad, que parece que la vida de Frida estuvo algo distante de alcanzar.

 

Un breve recorrido por su biografía nos dice que nació en México el 6 de julio de 1907, hija de Guillermo Kahlo y Matilde Calderón y la tercera de las cuatro hijas del matrimonio. Corrían por sus venas sangre española, india y alemana. A la edad de 6 años enferma de poliomielitis dejando como secuela un pie ligeramente deformado.

 

En su casa de la infancia se respiraba el interés y deseo por el arte así como también un fuerte compromiso político y social. Su padre, figura sin duda vital para la vida de Frida Kahlo, era un afamado fotógrafo y participante activo de la Revolución Mejicana.

 

La adolescencia de la artista está signada por el primero de los muchos sucesos realmente traumáticos que devendrían a lo largo de su existencia. Sufre un grave accidente que la pone al borde de la muerte, y que le reporta de ahí en más sucesivas operaciones, intensos dolores, importante discapacidad y una vida recorrida con profundas marcas en el cuerpo, como un real que habla y dolores que tiene que aprender a expresar.

 

Acompañan sus años venideros, su casamiento con Diego Rivera, una participación activa y muy intensa desde lo social y político en la Revolución del pueblo Mexicano, y su pintura.

 

Los primeros retratos marcan un inicio y van cambiando radicalmente hasta dejar paso finalmente a una pintura intensa, apasionada, tan pero tan real, una creación variada y numerosa, una pintura que sin duda muestran su lucha denodada por vivir.

 

André Breton denominó su arte surrealista, pero fue la misma Frida quien se encargó de mencionar que su pintura era absolutamente realista, que si bien había un interjuego intenso entre elementos fantásticos, mágicos y reales, eran aspectos que a ella le permitían intercalar y ensamblar, y así expresar su trágica realidad.

 

La obra artística de Frida Kahlo marca un hito en la historia del arte mejicano: es la primera mujer que por aquellos años pone de manifiesto temas tabú como: la femineidad, el cuerpo, la maternidad, etc. En su obra aparecen tratados estos temas con una absoluta franqueza, algo brutal por momentos, casi descarnada. Su trazo posibilita la expresión de aquellos hechos generales y particulares que conciernen al mundo femenino. La obra creativa de esta artista está signada por su biografía: la relación con Diego, el cuerpo, la imposibilidad de tener hijos, la cultura mejicana, el estado de salud, su concepción sobre la naturaleza y la vida y su visión del mundo.

 

Sus autorretratos, los retratos y las escenas que representaba estuvieron atravesados por un intenso simbolismo y un lenguaje metafórico, que no es hermético sino por el contrario, permite descifrar y leer acerca de sí. El tiempo de convalecencia la sumió en un intenso análisis de sí misma. Recordemos el espejo que se hace instalar en su cama para poder reflejarse, y de este reflejo poder reconstruirse, el hecho de tomar su propia imagen rescatada de la muerte, es la que le permite rearmarse y renacer. Frida diría: “Me retrato a mí misma porque paso mucho tiempo sola y porque que soy el motivo que mejor conozco.”[i]

 

Sus pinturas llevan el sello de la soledad: escenarios amplios, despojados, árido, que paulatinamente van teñidos de una fuerza intensa y vital.

 

Un recorte

 

Son muchos los conceptos teóricos que desde el psicoanálisis permiten hacer una lectura de la obra de Frida Kahlo: pulsión, fantasma, significante, síntoma, semblante, duelo, etc. Sería pretensioso intentar revisarlos a todos ellos, por lo que propongo un recorte, que sin duda no es arbitrario y que apunta a enfocar la mirada.

 

Tomando a Andrea Kettenmann (Kahlo, Alemania, 1999), conmueve la fuerza de la expresión, sus trazos contundentes, los colores, y la capacidad de plasmar en la tela, ese vacío inaugural, toda una vida. Pero principalmente la capacidad para poder expresar el hecho traumático. Mi recorte apunta hacia este concepto teórico: el instante catastrófico y su significación en la vida del sujeto; en este caso en la vida de Frida Kahlo.

 

¿Qué pinta Frida Kahlo? ¿Qué dicen sus trazos? ¿Qué plasma el artista en la tela, ese vacío que invoca a la expresión? Sin dudas creo que se puede pensar la obra artística como una metáfora que abre su lectura a múltiples significados que hablan del posicionamiento subjetivo de quien la realiza.

 

La creación artística de Frida nos lleva a incursionar en un mundo de metáforas plagados de significados. Su obra es un grito desesperado que intenta aplacar tanto sufrimiento, es sin duda un diario íntimo de toda una vida. Sus pinturas hablan de un real contundente que hizo estragos: el accidente y sus marcas en el cuerpo, es el instante catastrófico, ese real descarnado que no pudo poner en palabras pero que sin duda su obra artística intenta expresar.

 

A partir de lo leído, pienso ese instante catastrófico, justamente como un real que irrumpe, invade, transforma la existencia de un sujeto, donde las palabras se interrumpen, donde lo simbólico no tiene cabida, todo queda suspendido. Es un abrupto y descomunal golpe al yo, y produce en el sujeto un agujero, una grieta, quedando sin referencias, sin posibilidad de ligar, justamente porque queda sin palabras. El yo queda azorado.

 

Esta artista muestra en su obra creativa este desvalimiento físico y psíquico que dejó como secuela el hecho traumático, un yo mutilado, donde quedan coaguladas emociones, representaciones, pensamientos, sin posibilidad de tramitar. Como congeladas en un tiempo y que cada tanto, ante cada dolor, operación o impedimentos, reaparecen. Podemos pensar el acto artístico y su obra como un intento de descongelamiento, como un intento de desanudar ese nudo mortificante. ¿Acaso Frida Kahlo no intentó con sus pinceles, sus colores, sus trazos enlazar algo que quedó sin ligar en su subjetividad?

 

Observemos la pintura de 1944, “La columna rota:” es un cuadro que le permite desplegar de manera casi brutal, una metáfora de su sufrimiento, dolor físico y soledad, representación de una fractura, casi rasgadura que va más allá del cuerpo.

 

 

 

Podemos pensar que todo dolor físico tiene su correlato en lo simbólico y sin duda remite a una pérdida. Las sucesivas operaciones, los post operatorios, el estado de reposo prolongado en el tiempo al que estuvo expuesta la artista, sin duda conmueve todo su ser y su psiquismo.

 

Tomo las palabras de Juan David Nasio en “El dolor físico”: “El dolor es una reacción afectiva ante un pérdida. Para hablar de dolor debemos hablar de una pérdida violenta e imprevista. El dolor está vinculado con el tiempo, con la inmediatez, con lo imprevisto.” [ii]

 

Menciono brevemente estos conceptos, porque excederían el objetivo de este trabajo, pero cabe como pregunta que lleva a la reflexión: ¿acaso Frida Kahlo no tuvo que lidiar con un proceso de duelo, de pérdida de su integridad que la atravesó por muchos años?

 

Podemos decir que el sujeto está atravesado por cuatro vínculos: el primer vínculo de amor con su ser amado, el vínculo de amor con el propio cuerpo, un vínculo con la imagen de nosotros mismos y el vínculo amoroso: amar y ser amados. Cualquier ruptura en alguno de estos cuatro vínculos que nos impregnan, va a decir Juan David Nasio, provoca un quiebre que genera dolor psíquico. Así a la pérdida del vínculo con el primer objeto de amor aparece el duelo, a la pérdida del vínculo con nosotros mismos, la humillación. El sentimiento de abandono, cuando algo del orden de la ruptura en el vínculo con el ser amado aparece.

 

Sin dudas, por cada uno de estos estado transitó la vida de Frida Kahlo, como todo sujeto atravesado por el lenguaje: duelo ante el fallecimiento de su padre por un ataque cardíaco en 1941, la humillación que vivió cuando tuvo que integrarse a un país totalmente ajeno para ella como lo fue EE UU, el dolor del abandono en su separación de Diego Rivera.

 

Podríamos decir que hay una larga lista de estos dolores, pero indefectiblemente el dolor por la pérdida del vínculo de amor con el propio cuerpo, en este sucesivo e incesante tránsito que va desde la poliomielitis pasando por el accidente, las operaciones, los abortos, la pérdida de una pierna, el dolor imperante fue el de la mutilación. Fue la pérdida de la integridad corporal, que todo ser humano casi implícitamente preserva, lo que la sumió en un terrible estado de desesperación y agonía.

 

La mutilación, como efecto en lo real, signa la vida y obra de Frida Kahlo, pierde la referencia principal a la integridad y es un real proceso de duelo que debe transitar para por ejemplo conformar una nueva imagen de sí y aprender a amar ese nuevo cuerpo, y enfrentarse a esa pérdida de referencia que generan las sucesivas lesiones en el cuerpo.

 

Su obra se tiñe de este real inasible, inabarcable, difícil de ligar; como el análisis de nuestros pacientes que muchas veces transita por silencios coagulados, que hay que transformar.

 

Frida inicia un proceso de transformación: por medio de la pintura intenta poner en algún lado tanto dolor psíquico. Un año después del accidente esboza en un dibujo (Accidente, 1926) lo brutal del hecho traumático y las consecuencias del mismo. Su pintura de 1932 “La cama volando” habla, se descifra en ella, ese descomunal desvalimiento que la circunda. En obras como “Mi nacimiento” también de 1932, “El sueño” de 1940, “Sin esperanzas” de 1945, Frida da a ver algo de eso imposible de tramitar, da a ver algo de lo imposible de configurar. Santiago Kovadloff va a decir: “Si de pintar se trata, es para que lo inconfigurable, pueda, de algún modo, aparecer”.[iii]

 

 

Así, a este cuerpo herido, dañado, la artista intenta sobreponerse y contrapone la obra “Árbol de la esperanza mantente firme” de 1946 donde aparecen muy bien expresadas las contradicciones con la que tuvo que luchar: la pulsión de muerte en su deseo reiterado de quitarse la vida, el dolor, las sucesivas operaciones, los períodos de recuperación y su parte más vital ligada a la pintura, a su relación con el arte, sus vínculos afectivos, su participación social que le permite la construcción de un lazo social que la sostiene y la ampara.

 

El acto creativo de la artista fue sin duda una metáfora de lo más genuino de sí que inclusive va más allá de la marca traumática estructurante y fundante que la constituyó como sujeto. Su obra apela a historizar esos huecos no historizados ni fáciles de historizar. Su pintura fue un soporte real: la obra, el cuadro, el autorretrato o los retratos toman la dimensión significante porque a partir de ella podemos descifrar su significado.

 

Su obra permite el enlace interrumpido en el instante catastrófico: donde fallaron las palabras apareció la pintura. Como en la práctica analítica, donde lo simbólico no operó aparece la construcción, el cifrado que le posibilita al sujeto analizado, ligar, asir lo que quedó desanudado logrando de esta manera algo del sosiego perdido.

 

La pintura le posibilitó a Frida Kahlo ir construyendo un mundo más apacible. Sus obras muestran esta enigmática capacidad de saber hacer con el vacío, con lo innombrable, de poner en la pintura el trauma imposible de asir.

 

Sus pinturas de los últimos años: “Naturaleza viva” de 1952, “Fruta de la vida” del 53, si bien se le hacía muy difícil pintar porque su estado de salud no lo permitía, muestran su intenso apego a la vida, prescinde de las muletas, como lo muestra su pintura de 1954 “El marxismo dará salud a los enfermos”. En sus últimos días expresó algo que muestra su íntima esencia: en un intento desesperado por asirse a lo más vital: “Pies para qué los quiero si tengo alas pa’ volar”.

 

 

 

A modo de conclusión

 

Como suele ocurrir en la vida, la de Frida se trocó en un instante. Todo en un instante. Su mundo fue conmocionado. El instante catastrófico la dejó sin palabras, casi detenida en un tiempo circular. De qué asirse? Qué rescató de ese momento que le permitió seguir? Frida supo qué tenía que hacer, hacer a la medida de su sufrimiento: tenía que crear. Y así creó un mundo de pinturas, colores, intentó llenar el vacío, plasmó en la tela toda una vida a modo de diario personal que le permitió fluir y no quedarse anquilosada, detenida en el tiempo.

 

Intentó a través de la creación artística lograr una recomposición de todos estos significantes deshilachados, anudarlos y armar una trama afectiva con la pintura que la sostuvo y la transformó en una mujer deseante, capaz de transformar el dolor insoportable en un dolor simbolizado, pudo armarse un nombre propio.

 

Fue capaz en definitiva, de acechar sus fantasmas y ponerlos a andar en el camino de la creación.

 

Frida diría: “Yo quisiera hacer lo que se me da la gana detrás de la cortina de la locura. Así arreglaría las flores todo el día, pintaría el dolor, el amor y la ternura, me reiría a mis anchas de los otros y sobre todo de mí. Construiría mi mundo, que mientras viviera, sería mío y de todos.”

 


 

BIBLIOGRAFIA

Freud, Sigmund: “El creador literario y el fantaseo” (1908), en Obras Completas, Volumen IX, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979,pp.123-136.

Freud, Sigmund: ” Duelo y Melancolía”(1917), en Obras Completas, Volumen XIV, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1979,pp235-256.ires, 1

Freud, Sigmund: “Lo ominoso” (1919), en Obras Completas. Volumen XVII, Amorrortu Editores, Buenos Aires, 1980,pp.215-252.

Grimberg, Salomon, Frida Kahlo,JG Press, China, 2006.

Le Poulichet, Sylvie:La obra del tiempo en psicoanálisis. Amorrortu Editores. Buenos Aires,1996.

Kettenmann, Andrea: Kahlo, Taschen editorial, Mexico 1999.

Nasio, Juan David: El dolor físico, Editorial Gedisa, Argentina,2007.

Kovadloff, Santiago: El silencio en la luz: la pintura en El Silencio Primordial, Ed.Emecé, Argentina,2009,pp 131-150.

Píngaro, Norma: Curso Arte y Psicoanálisis, clases virtuales de la Comunidad Russell, Argentina, 2010.

Revista Descubrir el Arte: “De musas a artistas: la dura batalla de las mujeres por llegar a la cima de la creación”, Arlanza Editores, Madrid,2007,pag 58-61.

 

 


[i] Andrea Kettenmann, Kahlo,  Alemania, 1999, pág. 18.

[ii]Juan David Nasio, El dolor físico, Argentina 2007, pág. 51

[iii]Santiago Kovadloff, El silencio primordial

[iii] Juan David Nasio, El dolor físico, Argentina 2007, pág. 51

[iii] Santiago ial, Argentina 1992, pág. 149.

 

 

 


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