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Las construcciones freudianas y el “shanzhai” de Byung-Chul Han: el arte de la falsificación china

18/08/2019- Por Julián Ferreyra - Realizar Consulta

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Se trabaja el neologismo chino “shanzhai” ‒en inglés fake o en criollo “trucho” ‒ desde un ensayo de Byung-Chul Han, para así relanzar y utilizar dicha noción ‒ligada al arte, la tecnología y el merchandising‒ dentro del psicoanálisis. Específicamente y por un lado, cómo las construcciones freudianas (1937) implican necesariamente lo inventivo, la copia y un respetuoso plagio allí donde no es posible recordar; por otro lado, y habida cuenta que un caso clínico es una construcción, se ensayan algunas críticas y propuestas clínico/estéticas a este género literario desde la deconstrucción oriental del clásico derecho de autor ‒copyright‒ y de la ilusión de creación ex nihilo occidentales. Se propone, “shanzhai” mediante, ir hacia un ficcioanálisis con covers freudianos, recordando que no necesariamente la copia implica estafa o plagio, ni invalida la posibilidad de creación, ya que muchas veces lo falsificado es mejor y más útil que lo “original”.

 

 

                           

 

 

I. Lo fake en el lejano Oriente

  

 

             

Shanzhai famoso contemporáneo a la campaña presidencial de Obama,

que se encuentra en el abajo citado ensayo de Han.*1

 

  Del célebre y contemporáneo filósofo coreano Byung-Chul Han nos llega su ensayo sobre el shanzhai[i], el cual presenta algunas líneas de sentido sobre la estética y lógica de una parte del arte y la cultura popular en China. El mismo es un neologismo que designa la voz inglesa fake, o lo que en criollo llamaríamos “trucho”.

 

  Aunque al principio se utilizaba solamente para teléfonos celulares o falsificaciones de productos de marca, abarcó luego todos los terrenos de la vida: hay libros shanzhai, premios Nobel shanzhai, películas, diputados o estrellas del espectáculo shanzhai. Para el autor, algo shanzhai es más que una mera falsificación barata, ya que su diseño y utilidad no tienen nada que envidiar al original; incluso las modificaciones técnicas o estéticas les confieren una identidad propia.

 

  Así, y lejos de toda reverencia al precepto occidental de “identidad”, cuando un original es hecho fake, vía shanzhai, adviene un producto u obra con una identidad propia que es distinta estética y funcionalmente al “original”. Incluso a veces es más original, flexible, elocuente y útil. En China, original y copia no equivalen necesariamente a viejo y más nuevo respectivamente.

 

  En el arte chino clásico, por ejemplo en la pintura, la formación del artista es desde la copia. Un excelente copista, que logra producir una obra igual o incluso mejor a la original, es tan o más respetado que el autor primero. El aprendizaje por vía de la copia es connotado como reverencia, respeto a los autores precedentes.

 

  Si la copia es tan o más magistral que el original ya no tiene sentido ni importancia cuál es cuál. Si el discípulo puede copiar al maestro, esto lo convierte en artista; nada más alejado que el copyright o principio de autoridad que rigen al derecho occidental, temáticas que el autor trabaja exhaustivamente.

 

  Valga recordar una célebre historia psicoanalítica, la del “Hombre de los sesos frescos”, quien asumía la certeza angustiosa de considerarse plagiario. El acting que produce ante su analista, Ernst Kris, y de donde proviene el apodo dado por Lacan[ii], se sucede luego de una intervención que intenta privarlo de su identificación al plagio, y que por ende lo confronta con su imposibilidad para hacerse de ideas propias.

 

  Más allá de las minucias del historial, resulta interesante aludirlo porque recuerda uno de los pormenores de toda neurosis, a saber, la anorexia mental. Dicho de otro modo, la creencia de que las ideas se tienen, crean o poseen; o que las tiene, crea o posee el Otro. ¡Lo propio del discurso universitario! El plagio es un concepto jurídico que enmascara otra cosa, la copia. Como veremos, desde el arte oriental no hay tal oposición entre copia y creación.

 

 

II. Copiar, repetir, reelaborar

  

 

             

Fresco-mural del “Ecce Homo” que se encuentra en Borja (Zaragoza, España), atribuido al artista Elías García Martínez del S. XIX. El mismo fue intervenido en 2012 por una anciana devota de la Iglesia en donde está emplazado, con la buena intención de restaurarlo. El bizarro resultado dio origen a parodias y memes que se viralizaron por los medios de comunicación y redes sociales, otorgándole fama mundial tanto a la intervención como también al original.*2

 

  El shanzhai, al producirse, provoca un alejamiento una separación del original; pero luego está la posibilidad que dicho alejamiento devenga creación, produciendo un original segundo. Es decir, el shanzhai da cuenta de un proceso con posibilidad de continuidad a posteriori. En “Recordar, repetir y reelaborar” Freud nos transmitía una lógica y proceso similares.

 

  El shanzhai no rompe ni es tampoco una discontinuidad con lo antiguo/previo/original, sino que es una sutil variación “juguetona”. Hace a una combinatoria inédita por lo osado, otorgándole así originalidad, una actualización y nuevos usos: como lo que intentamos que suceda con el síntoma en un psicoanálisis.

 

  Lo inventivo y arbitrario de las edificaciones chinas shanzhai por ejemplo una torre Eiffel idéntica a la de París[iii], pero ubicada en un parque temático en Oriente, o algún viejo monumento en ruinas o erosionado por el tiempo que se vuelve a construir tampoco pretende engañar, sepultar o falsear la historia.

 

  Un shanzhai sería el reverso de un recuerdo encubridor. Se juguetea con el supuesto original, perdido en tanto imposible de recordar; se lo bordea, brindándole un uso franco e inventivo, tal como en el caso de las construcciones en psicoanálisis.

 

  Lo shanzhai implica un modelo de producción en serie, de combinación y variación, y tiene así una semejanza con la idea de repetición. Pero, tal como diría Lacan en el Seminario XI, la repetición exige lo nuevo. Habría entonces una relación funcional, y no de identidad, similar a la lógica de la cita del acto interpretativo: “devolver la palabra de manera invertida”.

 

  Porque con el shanzhai aprendemos que un nuevo comienzo es lo opuesto a la repetición como eterno retorno de lo idéntico. Hay aquí una similitud, o quizás un basamento, en la encarnación del budismo[iv]; o una analogía con la operación de reciclar que, a su vez, nos vuelve a unir con la construcción en psicoanálisis y su vocación por darle un nuevo uso a los jirones, restos y desechos del discurso.

 

 

III. La estética en las construcciones freudianas

  

 

                      

Ya en su consultorio en Londres, el escritorio de Freud

y su vasta colección de estatuillas y reliquias arqueológicas.*3

 

  La función de una construcción es la de “restituir un fragmento de biografía «historia objetiva de vida» del pasado…”[v] ya que, al igual que en el delirio, adviene como protagonista una verdad histórico-vivencial en lugar de una realidad rechazada. La construcción es para Freud (1937) un medio y nunca un fin, y si bien su horizonte apunta a la re-aparición de un recuerdo esto no será siempre posible. Más bien diríamos que la construcción se torna indispensable justamente cuando no hay posibilidad alguna de recuerdo.

 

  A modo de secuencia, se produce una construcción para luego, en el momento oportuno, comunicarla con la única finalidad de producir el afloramiento de algún material nuevo. Así, la construcción sirve a la libertad asociativa, de la cual podrá advenir luego y alternativamente otra construcción. No habría para la construcción analítica ningún pudor o reserva por escribir, tachar o pintar sobre lo ya escrito, tachado o pintado.

 

  Como en la herencia pictórica oriental, la construcción nunca lo dice todo ni concluye, sino que es solidaria y subsidiaria a posteriores y sucesivas re-construcciones e intervenciones: es punto de fuga.

 

  Un analista no puede recordar ni intentar recordar vivencias o escenas que no les son propias. Se limita, según Freud, a una construcción de segundo orden, a una operatoria en segundo plano: colige lo “olvidado” desde los indicios formaciones del inconsciente en transferencia dejados tras sí, es decir, (re)construye lo “olvidado” por el analizante. Lo anterior será posible si del (no)recuerdo ajeno se produce su shanzhai, esto es, si el analista se comporta como un respetuoso copista de lo que escucha e intuye[vi] de su analizante.

 

  Freud homologaba la construcción a lo propio de la arqueología[vii]: aunque la construcción sería para el arqueólogo la meta y para el psicoanalista simplemente una labor preliminar tal como sucede con la rectificación, en ambos dominios se construye mediante el completamiento y ensambladura de los restos conservados.

 

  Aquí nos limitamos a agregar que el arqueólogo en cuestión sería uno que trabajara en la restauración, remodelación o refuncionalización de algún monumento o edificio antiguo: un arqueólogo más parecido a un arquitecto, a un artista, que a un historiador.

 

  En la estética freudiana acerca de las construcciones hay un rasgo común con el fake y lo shanzhai: no importa, y ni siquiera es peligroso, que la construcción del analista sea errada o desacertada. Más aún, diríamos que cuanto más equivocada más probablemente resulte equívoca, y por ende termine tocando algo.

 

  El efecto de verdad [histórica] de una construcción se da por añadidura, nunca mediante una burda sugestión sino desde el trabajo del analizante[viii]. Así, “la construcción falsa cae fuera (…) y aun en muchos casos se tiene la impresión (…) de haber capturado uno de los esturiones de la verdad con ayuda del señuelo de la mentira”[ix].

 

  Por ende, de la mentira puede advenir la verdad, y de lo trucho puede conseguirse, sino lo original, quizás una originalidad que cure. Porque es freudiano afirmar que alguien se enferma por no-recordar.

 

  Decíamos más arriba que una construcción no aspira a ser confirmada ni tampoco intenta ningún adoctrinamiento, sino que es medio para la asociación libre. De ahí que sea oportuno comunicar una construcción en momentos duros de la resistencia, de quiebre de la libertad asociativa. Así, no habría mejor testimonio del éxito analítico de una construcción que su respuesta o efecto sea una asociación que incluya o implique muy sutilmente a la primera: para Freud esto sería una “confirmación indirecta”.

 

  Análogamente la copia, fuzhi, siempre implica una lógica que intenta que se continúe con un trabajo. En lo propio de una copia china o en su reproducción no están en juego el afán de creación, ya que ni siquiera el original es sinónimo de creación. Lo original, para los chinos, es meramente una cuestión imaginaria. De ahí que las series modulares sean esenciales en el arte y producción orientales: haciéndose de la lógica de fabricación o seriación es posible retomar la cadena, por ejemplo asociativa.

 

  El psicoanalista da modestamente lo que no tiene (un recuerdo), escenificando una conjetura; otorga un fake para que sea plagiado, re-editado, despedazado, modificado, intervenido. Una construcción, shanzhai mediante, se asemeja a lo propio de un happening o de lo que acontece en una instalación artística: el autor cede su lugar de Amo para que el espectador o copista se apropie de la obra, la transforme en propia, la vuelva utilizable.

 

 

IV. Contra el Amo, una creativa provocación

                        

Conocido Shanzhai que imita y parodia a la célebre marca.

 

  El shanzhai testimonia a su vez una peculiar forma de la creatividad, en donde lo nuevo emerge a partir de variaciones y combinaciones sorprendentes. Va apartándose del original sucesivamente -cual serie complementaria- hasta mutar en original segundo: una [trans]mutación con lógica. Lo osado se conectará así con el carácter subversivo [del sujeto] en psicoanálisis.

 

  Un ejemplo que nos da el autor: en la marca fake Adidos” no sólo hay una osadía desde el punto de vista creativo, sino que también hay un efecto subversivo frente al Amo. Provocación, humor mediante, que lleva a una verdadera protesta al S1, tal como sucede en el discurso de la histeria. De la metonimia (Adidas-Adidos) a una metáfora subversiva frente al Otro, vía producción de transformaciones continuadas y sucesivas: una libre asociación.

 

  Un fake permite tanto la falsificación obvia y manifiesta donde centraríamos la crítica al copista o plagiario occidental arriba expuesto como también la posibilidad de transformación del original, por ubicarlo en un nuevo contexto o por dotarlo de un giro sorprendente, inesperado, impensable.

 

  De hecho, un caso clínico en psicoanálisis funciona siempre parecido a un cover musical o, también, puede pensarse como shanzhai de un original la situación clínica efectivamente acontecida, por demás intransmisible o al menos aburrida y poco útil en su estado bruto.

 

  Esta genialidad oriental es por supuesto crítica a la idea de creación ex-nihilo: la creatividad o el saber del shanzhai no responde a un forzamiento o a lo impuesto, sino más bien a un efecto sutil. Es menester estar dispuesto a que acontezca, tal como sucede desde la atención flotante.

 

  El autor nos dice que wu chi significa “ningún conocimiento”, y refiere expresamente a que el saber no se puede activar como coacción[x], sino que se presenta en un estado abierto, primitivo, naïf. Eso rechazado por el discurso normal, esos jirones del lenguaje, esos restos o esas cosas “sin importancia” que intentamos llevar al escenario de un psicoanálisis.

 

  Parafraseando a la estética de Kant, el gusto desinteresado: mantenerse abierto sin interés. El desentendimiento como madre de la creatividad. Es decir, algo similar al no-saber y al [pienso donde] no-soy atinentes a la posición analizante.

 

 

V. Hacia un Ficcioanálisis con covers freudianos

 

  Para Freud la escritura clínica es también una construcción, y la misma requiere de ciertas ficciones que el psicoanalista, intentando parecerse a un creador literario, emplea. Así, ya sea desde la construcción freudiana o desde lo propio de la dramaturgia, lo que se escribe o produce no es ni verídico ni mentira, ni realidad ni fantasía. Porque una verdad es siempre histórica y nunca material.

Así es que podríamos hablar en términos de ficcioanálisis.

 

  No hay mayor extravío para un/a analista-supervisante que darle entidad al “caso”, creyendo que eso es lo que debe trabajarse, que eso existe. Como si una persona fuera un caso, como si el sujeto estuviera en una desgrabación o en anotaciones. O como si importara en psicoanálisis tal distinción entre realidad y ficción.

 

  Ni lo obsesivo de lo taquigráfico, ni tampoco el semblante de escritor/a frustrad@ a quien en general nada le importa el sufrimiento. El hacer psicoanalítico es clínico porque implica un acto ficcional aun cuando no haya ficción alguna, aun cuando se la tenga que producir, inventar. Nuestro saber se pone a prueba en las ficciones que producimos, de las cuales participamos.

 

  Y esto no es una exageración romántica: es simplemente una posición ética.

Byung-Chul Han nos advierte de uno de los peligros del conservadurismo histórico y del turismo: la museificación del pasado[xi], claramente afín a la inhibición.

 

  En psicoanálisis recurrimos a la ficción por añadidura, o quizás más bien porque la necesitamos, y por eso viene bien incluso desearla. Así comenzaron todo Freud y Breuer siendo el primero simplemente más arrojado y, por ende, más ducho en la literatura que el segundo en Estudios sobre la histeria:

 

"… privilegiaban el relato novelesco en detrimento de la exposición del caso, y tenían la inquietud de penetrar de manera literaria en la geografía íntima de las ignominias familiares de su época, para tornar vivos e insólitos los dramas cotidianos de una locura privada disimulada bajo las apariencias de la más grande de las normalidades"[xii].

 

  El psicoanálisis dignifica por ver y escuchar ficción y drama allí donde simplemente hay miseria. No estamos exagerando, o quizás sí: el problema de las exageraciones radica en sus malos usos estéticos, y nada más. El shanzhai es potente porque positiviza a lo bizarro y a lo kitsch. Frente al síntoma no operamos una privación del rasgo exagerado, ya que éste hace de aquel algo interesante: exótico, exuberante, excéntrico, exogámico.

 

  Lo exagerado es lo que sobrepasa los límites de lo verdadero, lo natural, lo normal, lo justo o lo conveniente. De ahí que el psicoanálisis opera exageraciones, no las rechaza, para así tornarlas útiles: satisfactorias. Porque lo rechazado en el deseo es su carácter exagerado. El deseo es ante todo exageración, por eso angustia.

 

  Exagerar resulta muchas veces reparador, ya que sólo se sobrevive a sí mismo si se transforma el propio destino en una obra de arte. Ficcioanálisis sería entonces un shanzhai aquí mismo propuesto, ya que quizás el prefijo psico- nos termina estorbando casi siempre.

 

  Finalmente en el shanzhai no hay estafa alguna, no se intenta engañar a nadie. Es atractivo justamente porque en sí mismo hay una indicación expresa de su no-originalidad; de hecho hay un juego, una parodia a su condición de no-original que permite, en definitiva, un estilo. Siempre lo shanzhai es más caro a la singularidad, como un traje a medida.

 

  Si la idea de original proviene del principio de identidad, el shanzhai implica des-creación. Mucho mejor, entonces, hacer shanzhai de la experiencia freudiana que convertirse en un salieri del mismo. Recordemos que muchos covers terminan siendo más originales que el original.

 

 

Imágenes*:

 

*1: Che Obama https://www.youtube.com/watch?v=ZdEd8ltog-A

*2: Ecce homo https://noticiasya.com/2018/06/27/queda-arruinada-escultura-espanola-de-hace-5-siglos-al-restaurarla/

*3: Freud en Londres http://forolacanmed.com/cine-y-psicoanalisis/

 

 



[i] Han, Byung-Chul (2016 [2011]). Shanzhai. El arte de la falsificación y la deconstrucción en China. Caja negra: Buenos Aires.

[ii] Ernst Kris introduce el mencionado historial en el texto "Ego Psychology and Interpretation in Psychoanalitic Therapy" (1951). Lacan alude y/o trabaja este caso en varias oportunidades: en 1954 en el Seminario Los escritos técnicos de Freud,

luego en 1956 en el Seminario de Las psicosis y en el escrito sobre la Respuesta al comentario de J. Hyppolite sobre la Verneinung de Freud. En 1958 en uno de los apartados de la Dirección de la cura…; luego en el Seminario de La Angustia (1963) y por último en el Seminario La lógica del Fantasma.

[iii] De hecho, y luego del incendio, se ha comenzado a discutir qué tan genuina u “original” quedará  la catedral de Notre-Dame luego de ser reconstruida-restaurada.

[iv] Ciertas corrientes del budismo justifican y avalan la clonación humana basándose en la idea de reencarnación o transmutación.

[v] Freud, S. (1937). Construcciones en el análisis. En Obras Completas, tomo XXIII. Amorrotu Editores: Buenos Aires (p. 270).

[vi] He circunscripto cómo pienso a la intuición en psicoanálisis en otro escrito dentro de este mismo sitio: http://www.elsigma.com/columnas/la-intuicion-analitica/13534

[vii] “El psicoanálisis y la arqueología se desarrollaron durante la misma época (…) coleccionista exquisito, Freud financió excavaciones, traficó antigüedades, pobló su consultorio de objetos milenarios (…) Para Freud, sin embargo, la conexión entre arqueología y psicoanálisis no estaba limitada a analogías e imaginería. Creía que su ciencia podía ser usada para explorar y reconstruir el pasado antiguo, además de las historias personales de los pacientes”, citado de Armstrong, R. (2001). Todo por un sueño. La arqueología, Freud y el psicoanálisis. Suplemento “Radar” del diario Página12: https://www.pagina12.com.ar/2001/suple/Radar/01-04/01-04-29/nota2.htm (recuperado el 24/4/19)

[viii] Esta indicación es totalmente válida y pionera de desarrollos ulteriores sobre la interpretación como medio-decir, como verdad a medias; es decir, de la verdad pensada como un lugar.

[ix] Ibíd. Freud, p. 263.

[x] Recordamos la “presión sobre la frente”, precuela del procedimiento analítico en la que Freud empleaba su fuerza física para que decantara algún pensamiento esquivo a la conciencia.

[xi] Ibíd. Han, p. 63.

[xii] Roudinesco, E. (2015). "La invención del psicoanálisis", en Freud en su tiempo y en el nuestro. Debate: Buenos Aires (p.79).

 

 


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