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Sobre contactos y amigos... Los lazos sociales en tiempos de conexión02/08/2014- Por María Eugenia Fulvia Farrés, Viviana Veloso y Silvina Ferreira dos Santos - Realizar Consulta

Este trabajo pretende poner en cuestión la categoría de “amigo” en las redes sociales y su eficacia en la construcción de lazos durante la adolescencia. A esos efectos se aborda la importancia del otro semejante en esta etapa de la vida y la cuestión del lazo tanto social como virtual.
Trabajo premiado en el I Congreso mundial de elSigma:
“Este mundo, tal como lo vemos, está sucediendo”
Pablo de Tarso
Hace tiempo nos interrogan los cambios tecnológicos y sus efectos en la subjetividad. Ingresamos a este territorio pensando la adolescencia y sus vicisitudes y en ese camino transitamos diversas cuestiones propias de nuestra época.
Las nuevas tecnologías digitales parecen lanzarnos a la aventura. Navegamos la web, en una travesía inédita, que sin embargo nos es cotidiana. Las referencias lógicas con las cuales concebimos y aprehendemos el mundo (tiempo, espacio, procesamiento de información, público-privado) parecen no funcionar para orientarnos en las aguas virtuales.
En medio del desconcierto y la perplejidad, son muchas las preguntas que surgen acerca del contexto que habitamos. Particularmente nos interroga la construcción del lazo social en tiempos de conexión. Es decir, ¿cómo se configura la relación con el semejante, más allá de las diversas formas o manifestaciones novedosas que pueda presentar la interacción con otros? Nos ocuparemos de pensar estas cuestiones teniendo como referencia a los nacidos y crecidos en “ambientes tecnológicos” (M.E. Farrés, S. Ferreira dos Santos y V. Veloso, 2008). Delineados por la lógica de la simultaneidad y la hipertextualidad, los adolescentes de hoy configuran la llamada “generación post-alfabética” (Franco Berardi, 2007).
Los seres hablantes, esos seres de los que se ocupa el psicoanálisis, hoy viven inmersos en complejos contextos tecnológicos, poniéndose allí en juego lo singular y los lazos con los otros.
La masiva inserción de jóvenes y adolescentes en las redes sociales, genera más preguntas que respuestas concluyentes. Sin idealizar ni demonizar intentaremos ensayar un mapa de sus efectos en lo singular.
Sabemos de la importancia de la amistad durante la adolescencia, y de las formas que ésta ha ido tomando históricamente. ¿Por qué suponer que las propuestas culturales actuales no puedan modelar algo de este “tierno modo de relación de objeto”? ¿Por qué suponer que el lazo amistoso ha perdido intensidad, por el hecho de ser virtual?
¿Qué estatuto tiene en la adolescencia el lazo que se establece en la web? ¿Las particularidades tecnológicas y la aceleración temporal propias de la época imprimen labilidad en los lazos sociales? Y si así fuera ¿inciden negativamente en la subjetivación?
Freud nos enseña que el ser hablante nace y se constituye en relación al otro, a partir de la relación con un Otro que lo precede y lo cubre con un manto simbólico y libidinal. Transcurre entre otros y se constituye así desde la infancia hacia la adultez.
Asimismo partiendo de Winnicott diremos que a partir de la infancia se transita un pasaje paulatino desde la dependencia hacia la independencia. Es en la adolescencia donde se juega intensamente el trabajo de “desasimiento de la autoridad parental” (Freud, 1905), posibilitador de un proyecto exogámico. Así las cosas, la figura del amigo cobra relevancia en tanto se constituye en una figura de amparo frente al inevitable desvalimiento que el adolescente siente al producir una operatoria de despegue respecto de las referencias familiares (valores, ideales, mandatos, etc).
Así, el amigo, oficiará de puente para transitar ese movimiento de lo familiar hacia lo extra-familiar. En este sentido, cuando el semejante se instituye como “otro”, se produce un movimiento de apertura y de hospitalidad para con la extranjeridad que habita en la alteridad (S. Schlemenson, J. Grunin, 2014). En el encuentro con el semejante se posibilitan los ensayos identificatorios y libidinales, de este modo el espacio de la intersubjetividad adviene como un espacio para poner a jugar las diferencias y la creatividad.
Una novedad de la época consiste en que la amistad adquiere una referencia múltiple, tan amplia como la extensión misma de la Web. Hoy la amistad se presenta como un fenómeno de entramado a la manera de un sinfín posible de lazos que arman redes de contacto. En este sentido, el lazo parece emancipado de los tradicionales espacios institucionales que lo configuraban (escuela, clubes, etc.).
Los significantes que la red construye (contacto, amigo) para catalogar los lazos con otros, exigen repensar lo que otrora entendíamos por amistad. En este sentido, los grupos de pertenencia siguen teniendo vigencia, pero no exclusividad. La red se constituye en una superficie donde continuar la interacción sostenida en la vida off line, en un continuo habitable para los nativos digitales. Pero, además, permite la construcción de lazos a medio camino entre lo referencial y la pertenencia (M. Urresti, 2008). Los adolescentes tienen diversidad de contactos y a través de las “pautas de privacidad” regulan la cercanía o intimidad del vínculo. Así, algunos contactos devendrán simples conocidos, otros amigos, otros amigos de amigos.
Si bien es cierto que no consideramos que todos los que aparecen mencionados como amigos en las redes sociales lo son en sentido estricto, también es cierto que no encontramos razón alguna para abonar la hipótesis de que el lazo que se establece (o conserva) virtualmente es de menor valor que el presencial. Por lo menos en lo relativo a la amistad, entendiendo ésta como “Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato”, según la define el diccionario de la Real Academia.
Ahora bien ¿cómo pensar esos contactos o esas conexiones múltiples que el espacio virtual posibilita, especialmente por su prescindencia de lo presencial? La interacción se encuentra mediatizada por la pantalla. Lo presencial pasa a ser una construcción que se materializa a través de imágenes, fotos de perfil, emoticones o palabras que dejan trazos de una corporeidad fluida y vacua del otro. La mirada se vuelca a la pantalla y se aleja del rostro del otro, dificultándose la lectura de los afectos y de los elementos extralingüísticos que permiten la decodificación en la comunicación.
“Si ni estás en Facebook, para tus amigos no existís” decía una adolescente. La visibilidad es la prueba de existencia en Internet, que parece pedirle al usuario una disponibilidad constante (Winocour, 2009).
Pensamos que el devenir adolescente hoy transcurre online. “La red provee los medios para el despliegue de esos procesos y trabajos que, desde el psicoanálisis, reconocemos como propios del doloroso tránsito de la infancia a la adultez. Resignificaciones, segundas vueltas y nuevas inscripciones que, en tanto necesitadas de pares, adultos, miradas y espacios confesionales, se despliegan en forma privilegiada en la Web” (M.E. Farrés, S. Ferreira dos Santos, V. Veloso, 2014). En las redes sociales encuentran al otro, hacen amigos, encuentran objetos de amor y satisfacción pulsional.
En “Psicología de las masas y análisis del yo”, Freud plantea que no puede prescindirse de la relación con el otro: “En la vida anímica del individuo, el otro cuenta, con total regularidad, como modelo, como objeto, como auxiliar y como enemigo, y por eso desde el comienzo mismo, la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más laxo, pero enteramente legítimo." (S. Freud, “Psicología de las Masas y Análisis del Yo”, 1921). Como decíamos pensamos que el adolescente encontrará en la web “otros”. Esos que pueden consolidarse en modelo, objeto, auxiliar o enemigo. Basta con ver relatos e imágenes que allí se plasman para encontrar todas estas variantes del otro.
Desde la metapsicología freudiana entendemos que el lazo entre humanos se establece por investidura pulsional. La satisfacción directa, sigue Freud en Psicología de las Masas, propende la ruptura del lazo, en tanto que las pulsiones de meta inhibida, aplazando la satisfacción, ensalzan y sostienen al objeto.
Un otro nos introduce en el mundo humano y su búsqueda añorante funcionará como señuelo para sostenernos en él. Desde esa entrada en la escena de la humanidad en adelante, el otro adquirirá diferentes formas y ropajes.
Es la adolescencia, sin dudas, esa estación de relevo donde el otro semejante tomará la (in)vestidura -(besetzung) ocupación- que el joven ha quitado a los padres. Entendemos entonces que este proceso de investidura y relevo, necesario para la exogamia, es lo definitorio, lo esencial de la resignificación adolescente. El modo en que este movimiento se produzca tomara carices epocales, siempre singulares. Y, según decíamos antes, en nuestra época la amistad también es posible en formato “virtual”.
Así pensada la “amistad online” hace lazo, pero ¿de qué tipo? Será social toda vez que incluya la posibilidad de investir al otro; será solo virtual cuando se despoje de su valor afectivo, cuando no exista ocupación libidinal.
Si acordamos con Freud en que la descarga mediata sostiene el lazo, en lugar de tender a su disolución; y que la satisfacción adolescente se concreta primero en el plano de la fantasía; parece claro que el cuestionamiento no apunta al problema del lazo, sino al de la virtualidad. Entonces, ¿de qué hablamos cuando nos referimos a realidad virtual?
Entendemos que, igual que la chimenea de Harry Potter, el teléfono y otros medios de comunicación, en el mundo virtual no exige cuerpo presente, pero sí es convocada cierta “materialidad” que en la voz o en la gestualidad se presentifica. La geografía de los “no lugares” es una realidad con coordenadas novedosas.
Desde Heráclito y Parménides, desde el día con el que Phileas Fogg no contaba, pasando por la resignificación nachträglich, el tiempo viene poniéndose en cuestión. La comunicación online, en tiempo real, aporta al mismo debate. Diríamos, que la sincronicidad también incluye un tiempo breve, acelerado pero, nunca mejor dicho, tiempo real.
La velocidad de la experiencia online también abonaría la destrucción de la experiencia (G. Agamben, 1978) o del acontecimiento, yendo en la línea de la “percepción picnoléptica” (P. Virilio, 1988), según el autor en que abrevemos…
Que el mundo virtual “descoloca” las coordenadas preconcientes con las que habitualmente aprehendemos el mundo no es una novedad y, a nuestro criterio, está fuera de discusión. La pregunta sería si eso modifica necesariamente la cualidad de las investiduras que “ocupan” los objetos.
Decíamos que la pregunta es por la realidad virtual. Volvamos entonces, “¿Qué es lo virtual? La virtualidad no es un mundo falso o imaginario. Por el contrario, la virtualización es la propia dinámica del mundo común, aquello por lo que compartimos una realidad. Lo virtual, lejos de delimitar el reino de la mentira, es precisamente, el modo de existencia de donde surgen tanto la verdad como la mentira” (Pierre Levy, ¿Qué es lo virtual? Citado por López y Ciuffoli, 2012).
La realidad virtual no se trata entonces de un mundo falso, es solo una superficie de despliegue que permite, efectivamente, compartir y significar la realidad.
¿Se diferencia mucho esta definición de virtualidad (en este caso de realidad virtual) de aquella “ficción investida con afecto” de la que Freud hablaba en la Carta 69? No se trata acaso de una lectura “ficcional” de la realidad, similar a la que solemos hacer cuando nos referimos a la realidad psíquica… y a la que, sin lugar a dudas no le restamos eficacia subjetiva… la Wirklichkeit freudiana.
Si nos atenemos a esta lectura posible, no habría razón para desanudar realidad virtual de lazo. Menos aún en la adolescencia a la que se le concede socialmente “permanecer en ciertos estadios de desarrollo aunque sean desagradables” (S. Freud, “Contribuciones para un debate sobre el suicidio”, 1910). O si pensamos, como diría Winnicott, que la inmadurez forma parte del devenir adolescente (D. Winnicott, 1971).
El proceso adolescente dependerá de cómo se ha constituido el sujeto desde la infancia, constitución determinada por el lugar que el Otro le haya marcado con su deseo y por lo que el joven haya podido apropiarse en este tránsito. De acuerdo al modo en que operó la función paterna se culminará en una singular posición ante la castración produciéndose diversas versiones subjetivas que se consolidarán al final de la adolescencia.
“Así, cada joven construirá en el ciberespacio algo distinto: una superficie escritural donde hacer marca con su acto, un guión para dar cuenta de su alojamiento en el Otro, un modo de construir lazo social acorde a su singularidad o bien una experiencia adictiva y desubjetivante que cumpla con los peores augurios finimilenarios: el ciberespacio será un objeto que cubra todas sus expectativas y deseos y no convoque a ninguna sustitución posible” (M.E. Farrés, S. Ferreira dos Santos, V. Veloso, 2014).
Distingos… Variantes que se jugarán en lo singular y que no pretendemos generalizar. Es uno a uno que veremos los efectos. No en todo intercambio habrá construcción de lazo… algunos harán lazo social a través de la realidad virtual- ficcional y para otros la virtualidad se convertirá en un encierro sin salida al mundo compartido… un fantaseo asocial que no conduzca a la transformación ni a la construcción de velos ficcionales. Al fin y al cabo “El desvalimiento y el desconcierto del género humano son irremediables” (S. Freud, “El Porvenir de una ilusión”, 1927)… y tendremos que vérnoslas con eso.
Bibliografía
Agamben, G. (1978): Infancia e historia. Buenos Aires. Adriana Hidalgo Editora. 5ta. Edición, 2011.
Berardi, Franco (2007): Generación post-alfa: patologías e imaginarios en el semiocapitalismo. Buenos Aires. Tinta Limón.
Farrés, M. E.; Ferreira dos Santos, S.; Veloso, V. (2008): “Adolescentes y ambiente tecnológico”. Trabajo presentado y publicado en el III Congreso Argentino de Salud Mental, “Modernidad, tecnología y síntomas contemporáneos”. Buenos Aires, AASM.
Farrés, M. E.; Ferreira dos Santos, S.; Veloso, V. (2008): “Subjetividad adolescente y tecnología”. Trabajo presentado y publicado en el XI Congreso Metropolitano de Psicología, “Subjetividad, salud mental y cambio social. Debates teóricos y prácticas psicológicas”. Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
Farrés, M.E.; Ferreira dos Santos, S.; Veloso, V. (2014): “La adolescencia en la era digital” en Adolescencia, hoy, comp. Ada Rosmaryn. Buenos Aires, A.E.A.P.G.
Freud, S. (1905): “Tres ensayos de teoría sexual”. O.C., A.E., VII.
___ (1909 [1908]): “La novela familiar de los neuróticos”. O.C., A.E., IX.
___ (1910): “Contribuciones para un debate sobre el suicidio”. O.C., A.E., XI.
___ (1921): “Psicología de las masas y análisis del yo”. O.C., A.E., XVIII.
___ (1927): “El porvenir de uma ilusión”. O.C., A.E., XXI.
___ (1930 [1930]): “El malestar en la cultura”. O.C., A.E., XXI.
Lacan, J. (1949): “El estadio del espejo como formador de la función del yo (JE) tal como se nos revela en la experiencia psicoanalítica”. Escritos 1. México. Siglo XXI Editores. (1975)
___ (1953): “Función y campo de la palabra y el lenguaje”. Escritos I. México. Siglo XXI Editores. (1975)
___ (1953-54): El Seminario. Libro I, Los escritos Técnicos de Freud. Buenos Aires. Paidós. (1981)
___ (1955-56): El seminario. Libro 3, Las psicosis. Buenos Aires. Paidós. (1984)
___ (1957-58): El seminario. Libro 5, Las formaciones del inconciente. Buenos Aires. Paidós. (1999)
López, Guadalupe; Ciuffoli, Clara (2012): Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después. Buenos Aires. La Crujía.
Schlemenson, S; Grunin, J. (2014): Adolescentes y problemas de aprendizaje. Escritura y procesos de simbolización en márgenes y narrativas. Buenos Aires. Paidós.
Urresti, M. (2008): Ciberculturas juveniles. Buenos Aires, La Crujía.
Virilio, Paul (1988): Estética de la desaparición. Barcelona. Anagrama.
Winnicott, D. (1971): Realidad y juego. Barcelona, Gedisa.
Winocour, Rosalía (2009): Robinson Crusoe ya tiene celular. México. Siglo XXI.
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La masiva inserción de jóvenes y adolescentes en las redes sociales, genera más preguntas que respuestas concluyentes. Sin idealizar ni demonizar intentaremos ensayar un mapa de sus efectos en lo singular.
Sabemos de la importancia de la amistad durante la adolescencia, y de las formas que ésta ha ido tomando históricamente. ¿Por qué suponer que las propuestas culturales actuales no puedan modelar algo de este “tierno modo de relación de objeto”? ¿Por qué suponer que el lazo amistoso ha perdido intensidad, por el hecho de ser virtual?
¿Qué estatuto tiene en la adolescencia el lazo que se establece en la web? ¿Las particularidades tecnológicas y la aceleración temporal propias de la época imprimen labilidad en los lazos sociales? Y si así fuera ¿inciden negativamente en la subjetivación?.En realidad los jóvenes a través de las redes no hacen más que reproducir lo que ocurre en la realidad, entre verdades y mentirasAsí, cada joven construirá en el ciberespacio algo distinto: una superficie escritural donde hacer marca con su acto, un guión para dar cuenta de su alojamiento en el Otro, un modo de construir lazo social acorde a su singularidad o bien una experiencia adictiva y desubjetivante que cumpla con los peores augurios finimilenarios: el ciberespacio será un objeto que cubra todas sus expectativas y deseos y no convoque a ninguna sustitución posible” (M.E. Farrés, S. Ferreira dos Santos, V. Veloso, 2014).No en todo intercambio hay construcción de lazos, para algunos será una amistad construída y para otros puede quedar en una virtualidad con encierro
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