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Ariesgarse a amar. Pequeños recortes y comentarios de la película: “Call me by your name”12/07/2020- Por Florencia Carina Cinquemani - Realizar Consulta

Una y otra vez, de distintas formas, en la película se muestra como hay un sitio donde las palabras no alcanzan a nombrarlo todo. Dos medios decires que no recubren el vacío, sino que lo recorren y lo muestran, eso enseña esta bellísima historia, la riesgosa apuesta de atreverse a amar. Tanto en el precioso diálogo entre ambos jóvenes, como en la novela francesa leída, las palabras se detienen justo en el borde de lo que en psicoanálisis llamamos: “la relación sexual que no existe” (Lacan, 1973).
Ficha técnica:
Título original: Call Me by Your Name
Año: 2017
Duración: 130 min.
País: Italia
Dirección: Luca Guadagnino
Guión: James Ivory (Novela: André Aciman)
Música: Sufjan Stevens
Fotografía: Sayombhu Mukdeeprom
Reparto: Timothée Chalamet, Armie Hammer, Michael Stuhlbarg, Amira Casar, Esther Garrel, Victoire Du Bois, Elena Bucci, Marco Sgrosso, André Aciman, Peter Spears
“But you are life I needed all along (…)
And words are futile devices”
Sufjan Stevens
Las imposturas estorban
Esta es la historia de alguien que se atrevió a amar. Elio es un joven sensible y erudito, habla varios idiomas naturalmente, toca excelentemente el piano, escribe música y sabe casi todo lo que alguien pueda preguntarle sobre filosofía, historia, literatura. En la casa de su familia, cada verano se recibe temporariamente a un estudiante. Pero esta vez, la estadía de este huésped será diferente a las demás.
Oliver, el estudiante de intercambio, parece ser muy seguro de sí mismo, casi hasta la arrogancia. Sin embargo, deja entrever algo más allá de eso, detalles amables, que van forjando una amistad entre ambos muchachos.
Elio se muestra frío y distante, casi como resguardándose de un encuentro que pudiera tocarlo de verdad. Una tarde, ambos estaban descansando relajados, Oliver leía, mientras Elio tocaba la guitarra. Una melodía simple pero bella. Entonces Oliver le dice que está disfrutando de escucharlo. Pero Elio rápidamente lo lleva hasta el piano, y allí intenta desplegar sus indudables dotes de intérprete.
Intentando deslumbrar con sus destrezas: aburre.
En esa escena se percibe el primer esbozo de un encuentro posible, en el que Elio siente como al dejar de lado las exigencias de excelencia y mostrándose simple, Oliver se queda a su lado. Así empieza a vislumbrarse que para amar: las imposturas estorban.
No sé nada de las cosas que importan
El tiempo pasa, y la atracción es tan inevitable como peligrosa. Una noche sin luz, Elio escucha cómo su madre relata una novela francesa: “Farris es un joven que ama a una princesa y ella lo ama también. Aunque parece que ella no se da cuenta del todo. Aparte de la amistad que florece entre ellos (…) el joven se encuentra muy… sin palabras, es incapaz de tocar el tema de su amor. Hasta que un día le preguntó a la princesa ¿es mejor hablar o morir?”
Si bien Elio cree que nunca se animará a hacer esa pregunta, es más valiente de lo que piensa. El caballero en cambio, evita hablar, porque no logra bajar la guardia. ¿Por qué daría tanto temor hablar allí donde parece que no hay palabras que alcancen?
Una tarde Oliver y Elio salen a dar un paseo. Se detienen frente a un monumento circular sin poder predecir que al recorrerlo, separados pero enlazados por sus palabras, al volver a encontrarse del otro lado, ya no serán los mismos de antes:
Oliver: ¿hay algo que no sepas?
Elio: no sé nada, Oliver.
Oliver: Pareces saber más que cualquiera aquí.
Elio: Si supieras lo poco que sé sobre las cosas que importan.
Oliver: ¿Qué cosas importan?
Elio: Ya sabes qué cosas.
Oliver: ¿Por qué me dices esto?
Elio: Porque creí que deberías saber. Porque quería que supieras. Porque no hay nadie más a quién le pueda decir esto.
Temor, encuentro, distancia, vergüenza. La sensación de haber dado un paso en falso, de haber dicho algo incorrecto. Lo cierto es que ese recorrido que hicieron ambos, acompasado por las palabras justas, hasta volver a encontrarse del otro lado, marcó un punto clave, donde volver atrás ya no fue posible. Algo se abrió allí, las imposturas cayeron, la erudición ya no tenía lugar en ese lazo.
Sus cuerpos se ven claramente afectados, más vivos, si bien hay miedos, también hay destello, brillo, ansiedad.
Llámame por tu nombre
“El amor es dos medios decires que no se recubren”
(Lacan, 1974).
Una y otra vez, de distintas formas, en la película se muestra como hay un sitio donde las palabras no alcanzan a nombrarlo todo.
Tanto en el precioso diálogo entre ambos jóvenes, como en la novela francesa leída, las palabras se detienen justo en el borde de lo que en psicoanálisis llamamos: “la relación sexual que no existe” (Lacan, 1973).
Ambos giran en torno a un vacío insalvable, donde se sienten desprotegidos, expuestos, porque no hay velos que permitan fingir apariencias. Amar es encontrarse con la propia desnudez, con la falta que atraviesa en lo más íntimo, por eso da miedo, por eso no es simple dar el salto.
Oliver: “Llámame por tu nombre y yo te llamaré por el mío”
Elio: Elio.
Oliver: Oliver.
Dos medios decires que no recubren el vacío, sino que lo recorren y lo muestran, eso enseña esta bellísima historia, la riesgosa apuesta de atreverse a amar.
Bibliografía
Lacan, J. (1960) “Al principio era el amor”. En Seminario 8: La transferencia. Ed. Paidós, Buenos Aires.
Lacan, J. (1973) “El amor y el significante”. En Seminario 20: Aun. Ed. Paidós, Buenos Aires.
Lacan, J. (1974) “Clase 15 de enero de 1973”. En Seminario 21: Los incautos no yerran (Los nombres del padre). Inédito.
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