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El juego de Arcibel21/03/2005- Por Laila Sakkal -
Había una vez… Un hombre, llamado Arcibel Alegría. Vivía tranquilo en la República de Miranda, país latinoamericano gobernado por las milicias al mando de un dictador, el Gral. Abalorios. Arcibel era periodista: se dedicaba a confeccionar el horóscopo, crucigramas y notas sobre ajedrez para un importante diario de la República. Era un hombre tranquilo, a quien no interesaban grandes desafíos, ni grandes satisfacciones. Resignado, quizás, a cumplir obedientemente con aquellas tareas que garantizan su supervivencia. El azar hace que uno de sus artículos de ajedrez sea publicado por error en la primera plana del diario. El gobierno militar sospecha que en ese artículo hay un contenido implícito en el cual el Sr. Alegría manifiesta encubiertamente su oposición al Gobierno de Abalorios. Arcibel es encerrado en la cárcel como preso político [...] Arcibel es un hombre inhibido, paralizado en la rutina de su vida cotidiana, y que entregado compulsivamente a la fantasía y a los juegos evita jugarse de verdad (en acto). Arcibel juega y mientras juega se somete obedientemente a un orden moral como si fuera imposible alterarlo.
“EL JUEGO DE ARCIBEL”
DIRECTOR: LECCHI ALBERTO
Protagonizada
por
DIEGO
TORRES como PABLO
DARIO
GRANDINETTI como ARCIBEL ALEGRIA
Había
una vez… Un hombre, llamado Arcibel
Alegría. Vivía tranquilo en la República de Miranda, país latinoamericano
gobernado por las milicias al mando de un dictador, el Gral. Abalorios.
Arcibel era periodista: se dedicaba a confeccionar
el horóscopo, crucigramas y notas sobre ajedrez para un importante diario de la
República. ¿Cómo era Arcibel? Era un hombre tranquilo, a quien no interesaban
grandes desafíos, ni grandes satisfacciones. Resignado, quizás, a cumplir
obedientemente con aquellas tareas que garantizan su supervivencia. Su mayor
aspiración era vivir en paz, cumpliendo con los escasos compromisos que asumía,
sin molestar a nadie. Se infiere del film que se oponía a la dictadura de
Abalorios, pero ni pensaba en dar a conocer su oposición. Simpatizaba con el
comunismo, pero jamás se había comprometido políticamente con éste (ni con
ningún otro partido o movimiento social).
El azar
o vaya a saber uno qué, hacen que uno de sus artículos de ajedrez sea publicado
por error en la primera plana del
diario.
El gobierno militar sospecha que en ese artículo
hay un contenido implícito en el cual el Sr. Alegría manifiesta encubiertamente
su oposición al Gobierno de Abalorios.
Nada más lejano a las intenciones de este apacible hombre que publicar en un diario su
disconformidad respecto de las políticas de Gobierno.
Su inintencionalidad
no es argumento válido para las autoridades de la República. Arcibel es
encerrado en la cárcel como preso político.
En la cárcel se nutre e intercambia ideas e ideales
con otros presos políticos. Entre ellos conversan sobre las causas por las que
estaban allí, de las cuales la mayoría se enorgullecía. También Arcibel es
interrogado por ello, a lo que responde simplemente “por escribir sobre ajedrez”.
A diferencia de los demás presos, Arcibel jamás
recibe una visita. Parecería que nadie fuera de la cárcel ha notado su
ausencia, ni se preocupa por él. Es como si no existiera para nadie y nadie
existiera para él.
Ahora su mundo es la cárcel y a éste se adapta.
Hace amistades, trabaja e inventa juegos (el primero de ellos una ruleta con
las máquinas de lavar la ropa).
Pasan los años y llega una amnistía del dictador:
todos los presos políticos son liberados. Pero Arcibel no figura en la lista de
los presos políticos de la prisión, no figura en ninguna de las listas. Se
plantea un grave problema ¿Cómo devolver la libertad a Arcibel cuando no hay
registros de que ha sido privado de ella? Entonces, como no figura en la lista,
continúa en prisión, inexistente según todo registro oficial.
Para ese entonces ingresa a la prisión un muchacho,
un “ladrón de gallina”, llamado Pablo. Con él comparte durante años la celda.
Arcibel adopta al muchacho como a un hijo, le transmite sus valores, sus ideas
y para “no aburrirse” inventan un
juego: El juego de Arcibel. El tablero representaba el territorio de La
República de Miranda, gobernada por el dictador, “el viejo.” El objetivo del juego era derrocar al “viejo” avanzando en
la toma de territorios hasta lograr recuperar el poder sobre la capital. Pablo,
se apasiona con el juego tanto como Arcibel. Se consideran uno al otro
contrincantes fuertes e interesantes. Arcibel juega en el rol de “el viejo” y
Pablo es quien lo ataca. Discuten estrategias y resoluciones tácticas con
extrema agudeza. Discusiones que resultan de gran riqueza para ambos pero
fundamentalmente para Pablo, quien se vuelve un discípulo de Arcibel Alegría.
Un día Pablo se fuga de la cárcel (Arcibel le había
mostrado la forma de hacerlo). Al tiempo, un ejército liderado por Pablo se
revela contra “el viejo” Abalorios en
la República de Miranda. El Juego de Arcibel sale de la prisión, se juega en
Miranda pero no con tablero ni con fichas sino con gente de verdad, de carne y
hueso, que apuestan su vida. El pueblo lo aclama, el pueblo sabe que es Arcibel
el estratega de la revolución liderada por Pablo.
Miranda está en pleno caos revolucionario y Arcibel
sigue preso, apacible. Hasta que es convocado por los dictadores para que
explique su juego, para que les enseñe a jugarlo. Allí como estrategia para
movilizarlo el general que lo interroga le anuncia que Pablo ha muerto.
Considero que el anuncio (falso) de que Pablo ha
muerto es aquello que interpela a Arcibel y que re-significa sus acciones
anteriores. De ello intentaré dar cuenta a continuación.
CIRCUITO DE LA RESPONSABILIDAD
TIEMPO 1: Arcibel, como siempre, jugando.
Arcibel es, desde mi punto de vista un hombre
inhibido, paralizado en la rutina de su vida cotidiana, y que entregado
compulsivamente a la fantasía y a los juegos evita jugarse de verdad (en acto). Arcibel juega y mientras juega se
somete obedientemente a un orden moral como si fuera imposible alterarlo.
§
Juega desde hace años en
ensoñaciones a que un día se irá de la mano con una adolescente prostituta que
vio alguna vez y jamás toco. No sería moralmente correcto hacerlo.
§
Juega desde siempre apasionadamente
al ajedrez, a lograr un “jaque mate”, a derrocar a su opositor. Pero más allá
del juego no entra en conflicto con nadie, su guerra es en un tablero.
§
Trabaja, sin más, para tener algún dinero que entregar a la madre de
su hija. Siendo ésta la única forma de que ella le permita pasar unos momentos
con la niña. A ello obedece, pues estaría “mal” no hacerlo.
Desde la
particular moral de Arcibel, él es un buen hombre, que no entra en
conflicto con nadie pero… por azar su nota sale publicada en la primera
plana del diario y es interpretada como un “jaque” al gobierno de turno, como
una amenaza. Arcibel es encarcelado. Por azar -¿o no?- no hay registro de su
ingreso a la cárcel. Por ello no puede ser liberado como los demás presos
políticos a raíz de la amnistía. Arcibel no se queja, ni pelea, ni se fuga
(sabiendo cómo hacerlo y con altas probabilidades de tener éxito). Prefiere
obedecer y continua preso.
En la cárcel conoce a Pablo. Juntos desarrollan el
“juego de Arcibel.” Para no aburrirse
entrena e instruye al muchacho en estrategias de combate, de ataque y de
defensa en un juego que consiste en derrocar “al viejo,” en terminar con la dictadura en Miranda.
Este primer tiempo (T1) supone a un
sujeto que obra bajo pleno dominio de su voluntad y decide realizar una acción
con la convicción de que ésta se agotará en el propósito para la que fue
concebida: jugar. Es un sujeto que sabe de sus intenciones y que las manifiesta
sin culpabilizarse por ellas (todavía).
Efectivamente hay una escena en la cual
Arcibel es interrogado por el Gral., quien lo cuestiona a cerca de su
responsabilidad en relación a la revolución y lo convoca a hacerse cargo de las
consecuencias de su “juego.”
Gral.:- “¿Qué es todo esto?” (Miranda esta en
plena revolución y el Gral. le señala fotos de iconografías del juego de
Arcibel que están pintadas en cada ciudad de la República).
Arcibel:- “Tiene que ver con un juego que inventé para
no aburrirme, y que le enseñé a Pablo. Él le hizo algunos cambios
interesantes.”
Este T1
podemos ubicarlo en el eje de lo Particular. La primer respuesta de
Arcibel al comprender las consecuencias de enseñar a jugar a la revolución a
Pablo es exculparse. Así como Ibbieta, en el texto de Sartre, Arcibel
desconoce que su artículo sobre ajedrez sería interpretado de esta forma, como
también desconoce que su juego tendría el alcance del cual el General lo
responsabiliza. Su intención no fue incentivar ninguna revolución, así como la
intención de Ibbieta[i]
no fue delatar a su amigo gris… fue el azar que hizo de las suyas. ¿Qué culpa
pueden tener al respecto de ellos? Arcibel inventó un juego para no aburrirse y
fue Pablo quien le hizo algunos cambios… ¿interesantes?
TIEMPO 2: Jaque para
Arcibel
“El azar implica incertidumbre y podría
estimarse que no habría apuesta sin incertidumbre”
Juan Carlos
Mosca (Responsabilidad: otro nombre del
sujeto)
Dice el
Gral. a Arcibel: (que es un juego que inventaron para no aburrirse pero) “…un día empezaron a jugarlo todos. ¡Tanto
como para levantarse en armas contra el gobierno!” […] “Si supieran que para
usted no son más que fichas en un tablero. Lo que no estaba en sus planes es
que Pablo moriría en ese ataque.”
La muerte de Pablo conmueve a Arcibel. La culpa cae
sobre él: “él no quería […] Pablo es sólo
un muchacho”.
Lo interpela en el punto en que no hay vuelta
atrás, y lo convoca a responder ineludiblemente por las consecuencias de su
juego y lo que abre el circuito de responsabilidad.
Como en el ajedrez, hasta este punto Arcibel venía
moviendo las fichas su vida, de su juego, según ciertas reglas y cierta
estrategia. Al comienzo todo era posible; pero cada nueva jugada limita las
elecciones posibles de la próxima. La cuestión es que cuando al jugador ya no
le conviene jugar no puede “pasar” de turno, debe mover una pieza aun si no le
conviene. Sea cual sea, tiene que decidir su próximo movimiento. La muerte de
su discípulo lo toca de cerca, lo toca “realmente.” No se trata ya de la
dimensión de lo particular; no lo interpela moralmente: no era su intención
llevar al muchacho a la muerte, eso está claro. Pero sin embargo los hechos se
encadenaron de tal forma que esto se sucedió. Lo que cobra importancia,
entonces, es como se ubica el sujeto, Arcibel –desde su singularidad- frente a
eso que ha sucedido.
Este segundo tiempo (T2) resignifica al
T1 y abre el circuito de la Responsabilidad produciendo un sentido
retroactivamente de la acción primera. Lo real de la muerte de Pablo
resignifica el T1: no es más un juego, o más bien, es un juego que no se puede
jugar irresponsablemente pues produce efectos en lo real.
ACTO ÉTICO:
Arcibel se juega.
Allí
donde hay un sujeto, por definición, hay una responsabilidad en juego. Arcibel,
es convocado (T2) a responder por lo que inintencionalmente (inconscientemente)
jugó en el T1.
Pablo está
muerto ¿Cuál será su próxima jugada? Así continúa dicha escena:
El
coronel desafía a Arcibel a calcular cuáles serán los próximos movimientos de
los revolucionarios. Arcibel acepta el desafío pero su posición frente al
desafío que le ofrece este juego es diferente.
Sabe que
él ni Pablo son fichas en un tablero, que es la vida (o la muerte) la que está
puesta en juego.
Allí Arcibel se
la juega, en el punto en que hace la jugada acorde con lo singular de su
deseo.
“Usted
primero, –contesta Arcibel al Gral.- yo
tengo que sorprenderlo a Usted.”
Cuando jugaba con Pablo era el joven quien siempre
atacaba a “el viejo” (Arcibel). Ahora Arcibel toma el lugar de Pablo, es él
quien va al ataque, quien se hace responsable de su jugada sabiendo que lo que
resulte de ella será del orden de lo sorpresivo. Es un acto ético y “el horizonte ético escapa a las evidencias
inmediatas”[ii], Arcibel se juega porque se compromete directa y responsablemente con su
deseo. Es un acto que ubicaríamos en el eje de lo singular en tanto él ya no
sabe si está haciendo bien o mal, no sabe a qué moral está obedeciendo. “Debe hacer la jugada acorde con el deseo… y
someterse a las consecuencias.” [iii]
Sabe que debe soportar las consecuencias no de un juego-fantasía, sino de uno
en el cual la vida misma está en juego, porque la muerte lo amenaza.
HIPÓTESIS CLÍNICA
En Caminos de la terapia analítica[iv] Freud explica que la represión es
aquello que impide en las neurosis que las pulsiones (a las que considera
elementos simples) se manifiesten abiertamente, “en toda su simpleza, en su
magnifica y horrible simpleza.”[v]
Lo que para Freud hace del neurótico un neurótico es justamente que no
satisface a la pulsión directamente, ni siquiera cuando todas las condiciones
están dadas para ello. ¿Por qué? Algo en el sujeto se ha puesto en contra de
las pulsiones que lo agitan, algo en él se enfrenta a lo que le gusta, a lo que
desea, incluso cuando nadie se lo impide. Esto refleja la condición estructural
en que la pulsión se presenta para el neurótico: la pulsión divide al sujeto
que quiere la satisfacción y al mismo tiempo no la quiere; entonces: parálisis.
Por eso decimos que el neurótico es un sujeto inhibido.
La represión consiste en
que sobre esas pulsiones simples el neurótico “no sabe,” está desconectado de
ellas. “No sabe, luego no actúa. Hacer
consientes la mociones pulsionales sería entonces el objetivo epistémico del
análisis… saber, superar la represión, para actuar.” [vi] Como no
sabe, no actúa, pero sí fantasea.
La fantasía permite al neurótico sostener su deseo
(que no pone en acto) como inhibido, como no realizado.
Por eso he escrito al comenzar este trabajo que
Arcibel es un sujeto inhibido. Algo en él se opone a su deseo: una particular
moral, quizás, divide a este sujeto entre querer y no querer al mismo tiempo la
satisfacción. ¿Será esto lo que lo paraliza?
Sí y no al mismo tiempo. La hipótesis podría ser,
en este caso, que no es posible paralizar el deseo, se puede postergar el acto,
se puede prohibir el deseo pero no es posible extinguirlo. Es decir, la
realización del mismo puede ser desplazada pero no suprimida.
Arcibel renuncia, entre otras cosas, a sus impulsos
de revelarse contra la Dictadura que somete a Miranda, pero la tentación persiste mas allá de sus
intenciones, con lo cual debe defenderse de ésta.
Dice Freud en “Inhibición, síntoma y angustia”
(Cáp. V) “… la tendencia general de la
formación de síntomas en la neurosis obsesiva es la de procurar cada vez mayor
amplitud a la satisfacción a costa de su renunciación…”[vii]
De acuerdo con esta hipótesis Arcibel encuentra en
el juego la satisfacción sustitutiva para resistir la tentación. Hace del juego
una trinchera para evitar el acto, el ataque directo y explícito, que posterga.
Freud describe estos intereses sustitutivos (como
el del juego en el caso de Arcibel), en la Lección 17: “los enfermos […] experimentan impulsos extraños a su personalidad, se
ven obligados a realizar actos cuya ejecución no les proporciona placer ninguno
pero a los cuales no pueden sustraerse y su pensamiento se halla
invariablemente fijo […] tales ideas pueden carecer por sí mismas de todo
sentido o ser tan solo indiferentes pero lo más frecuente es que sean
totalmente absurdas […] constituyen siempre el punto de partida de una intensa
actividad intelectual […] el cual se ve contraseñido contra toda la corriente
de su voluntad a cavilar intensamente en derredor de tales ideas como si fueran
sus asuntos mas importantes”
Entonces, podemos pensar que Arcibel, encerrado en
una realidad en la cual puede sostener la confusión entre jugar y actuar, espera la
libertad.
Asume que su destino está librado al azar y/o la
necesidad. Que es responsabilidad del Otro que le pide, le ordena, le prohíbe,
lo encierra. Considera que todo lo que le sucede es por y para el Otro, que no
hay ganancia ni responsabilidad de su lado. Él no hace más que inventar juegos,
escribir y “cumplir” con lo que el Otro quiere de él, así un día será liberado.
- El azar o su jefe lo sometieron a escribir
pavadas (horóscopo, crucigramas) cuando él tiene capacidad para otro tipo de
tareas.
- Acepta la prohibición de su mujer de ver a su hija las veces que él
quiera.
- Un dictador lo encierra por considerarlo
peligroso y él espera pasivamente un día recuperar su libertad.
- Y casi caricaturizando la pasividad de Arcibel:
acepta, sin rebelión alguna, que todos los presos políticos sean liberados
menos él. Él espera. Espera ser libre sabiendo que no hay documentos que
indiquen que él es un preso y aún más conociendo la forma de fugarse de la
prisión con altas probabilidades de éxito.
Le regala su libertad al Otro y luego espera que el
Otro lo libere, lo autorice, lo premie. Hace de la prohibición misma el objeto
de su deseo. De ese modo, resulta un deseo cuyo cumplimiento es imposible, pero
no extinguido. Es su modalidad de sostener el deseo: un deseo a distancia para
que ese deseo subsista.
De esta manera Arcibel se protege de ser
responsable de su deseo pero no de la culpa de haber cedido a éste. No se
sostiene como responsable pero sí como culpable y por eso se somete a los
castigos que el Otro le impone (la prisión, no ver a su hija, otros). Castigo
que es efecto, o si se prefiere sustituto de la culpa.
“Irresponsable
es… el obediente o todo aquel sometido a algún Otro, sea bajo la forma del
azar, las determinaciones del destino o la autoridad.”
Mientras puede sostenerse sometido al Otro “casi nada de lo que le pasa tiene verdadera
importancia para él, no es su juego ni su tiempo, es el del Otro...” [viii] Él
cuenta con todo el tiempo para postergar su acto.
¿Cuenta con todo el tiempo? El anuncio de la muerte
de Pablo hace de límite a la postergación de Arcibel.
Las jugadas están hechas y no hay posibilidad de
borrar lo sucedido. Su posición subjetiva cambia en este punto: consecuente con
su deseo desafía al General, lo ataca. Apuesta y se juega la vida en esta apuesta.
Lo real de la muerte lo interpela. Pablo no es una
ficha en un tablero y él tampoco. La muerte es una amenaza… “la
muerte prueba que la vida existe.”[ix]
E-mail: lailasak@yahoo.com.ar
BIBLIOGRAFIA
Citas:
[i]
Sarte, J. P.: El Muro, Ed. Losada;
citado por Mosca, Juan Carlos en Ética,
un horizonte en quiebra, Ed. Eudeba,
2002
[ii]
Juan Jorge Michel Fariña, ¿Que es esa
cosa llamada ética? en Ética un
horizonte en quiebra, Pág.
37.
[iii]Mosca,
J. C.: Responsabilidad: otro nombre del
sujeto, en Ética, un horizonte en
quiebra, Ed. Eudeba, 2002, Pág. 118.
[iv]
Freud Caminos de la terapia analítica,
Obras completas, Ed. Amorrortu, Bs. As.
[v]
G. Lombardi, Sobre el empleo fundamental
de la fantasía, en Hojas clínicas 5,
Ed. JVE, 2002, Pág. 13.
[vi]
G. Lombardi, Sobre el empleo fundamental
de la fantasía, en Hojas clínicas 5,
Ed. JVE, 2002, Pág. 15.
[vii] Freud en Inhibición,
síntoma y angustia, Obras completas, Ed. Amorrortu, Bs. As., 1926, Cáp. V.
[viii]Mosca,
J. C.: Responsabilidad: otro nombre del
sujeto en Ética, un horizonte en
quiebra, Ed. Eudeba, 2002, Pág., 122.
[ix]
Del tema musical Quien quiere oír que
oiga, de Mignona y Nebbia.
o
Lewkowicz,
“Particular, Universal, Singular” en “Ética un horizonte en quiebra”, Ed.
Eudeba, 2002.
o
Clases
teóricas dictadas por la cátedra durante primer cuatrimestre 2004
o
Mosca,
Juan Carlos: “Responsabilidad: otro nombre del sujeto”, en “Ética, un horizonte
en quiebra,” Ed. Eudeba, 2002.
o
D’Amore, “Responsabilidad
subjetiva y culpa,” Teórico publicado por la Cátedra.
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