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El Rey León

07/06/2001- Por Florencia Lanús -

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Untitled Document Todos los animales de la selva se hallan congregados para conocer y rendir reverencia a su futuro rey. La familia real se encuentra en lo alto de la roca del rey. Están todos: el recién nacido y futuro soberano Simba, su padre el Rey Mufasa, su madre Saravi, el pájaro y fiel colaborador Sasú y el sabio simio Rafiki encargado de bautizar y presentar al leoncito. La ceremonia parece perfecta, emocionante, impecable y completa. No parece haber nada fuera de lugar. Sin embargo alguien faltaba allí, alguien que no parecía del todo dispuesto a dejar de aspirar el título del rey. Mufasa reprochará esa ausencia: "Skar, como hermano del rey tu debiste estar en primera fila". La respuesta de este hermano dice más de lo que Mufasa puede oír: "Yo estaba en primera fila hasta que llegó esa bola de pelos".

Las imágenes nos trasladan en el tiempo, ahora Simba ya es un muchachito, un cachorro aún, pero inmerso en todas las vicisitudes del complejo de edipo. Con un padre idealizado como pocos, que responde a esa grandeza con gran maestría. Es un rey y un padre de aquellos, con todas las características que se pudiera aspirar, grandeza, poderío, bondad, sabiduría, valentía... Todo lo que cualquier muchachito como Simba soñaría con ser. En fin, Mufasa le muestra a su hijo maravillado la grandiosidad de lo que será su reinado: "Mira Simba, todo lo que toca la luz es nuestro reino. El tiempo de un soberano asciende y desciende como el sol. Algún día el sol se pondrá en mi reinado y saldrá contigo siendo el nuevo rey".

Nuevamente las imágenes nos capturan, la belleza es total. ¿Qué puede hacer Simba sino desear y soñar con ser rey? "Yo quisiera ya ser el rey", canta Simba entusiasmado un rato más tarde. Sin embargo sabemos que hay un resto. Las palabras de su padre trataron de disimularlo y sin embargo lo rodearon.

Aquello que resta tiene distintos nombres: la muerte, el "lugar de sombras"y Skar. Ese hermano y tío - porque si hay algo que tenemos en esta película son estos dos personajes Skar y Mufasa con las cualidades bien resaltadas. Ese cruel hermano y tío que, además de ambición de poder puede ver en Simba aquellas cuestiones no dichas y que él mismo no sabe de sí.
Porque Skar además de ser malo, conoce a Simba y puede manipularlo para lograr sus ambiciones. Y algo de este saber se patentiza en el diálogo de ellos cuando ante la pregunta de Simba: "¿Cuándo yo sea rey tu que vas a ser?", el cruel Skar responde: "Tío de tonto". Es así que solapadamente manda a Simba a aquel "lugar de sombras" más allá del reino y prohibido por su padre. Simba va allí con su querida compañerita y compinche Nala, ambos divertidos por la travesura. El lugar de sombras era un cementerio de animales y la tierra de las hienas... Nuevamente se insinúa lo que resta... la muerte.

La vida de ambos estaba realmente en peligro, sin embargo el rey llegaría para salvarlos. Simba y Nala estaban a salvo. Pero las cosas no quedarían así, la "lección" de Mufasa a su hijo no se haría esperar. La grandeza del padre se presentifica en lo profundo de la huella que hizo marca en el camino. La patita de Simba se hunde en ese surco y en su pequeñez inunda de vergüenza el alma del muchachito. Así y en la decepción del padre hacia su hijo queda ridiculizada la intención de Simba de ser "valiente" (significante de peso para este soberano en formación) como aquél: "Yo soy valiente cuando debo serlo, Simba ser valiente no quiere decir que busque problemas". Queda así figurada la torpeza de Simba en el querer ser como su padre. Siempre se es torpe frente al Otro, incluso el rey, aunque lo parezca, no es omnipotente (como se verá). Aún él teme: "Hoy tuve miedo... creí que te perdería". Las cosas se van complicando cada vez más.

Los planes de Skar avanzan y están a punto de hacerse realidad. Las hienas jugarán su papel y por ello tendrán su recompensa (por supuesto que eso demostrará que la sabiduría de Skar tiene sus grandes límites). Además dirige a Simba al cañón. Lo ubica en la posición donde debe estar, es decir vuelve a manipulearlo. No está de más el diálogo que se sucede entre ambos: - Tu padre tiene una sorpresa para ti - Dale tío Skar dímelo... - No, esto es para ti y tu papi algo entre padre e hijo (...) Quédate aquí, no querrás que te suceda como con las hienas... suerte que llegó papi para salvarte. Ah! Y aquí entre nos, te conviene ensayar ese pequeño rugidito tuyo.

- (...)¿Me va a gustar la sorpresa?
- Simba, es para morirse.
En fin, todo había sido dispuesto. Segundos más tarde Simba se hallaba en medio de una estampida provocada por las hienas. Skar alentó a Mufasa sobre lo que estaba sucediendo, quien por supuesto hizo lo que tenía que hacer. Puso a salvo la vida de su hijo para luego intentar poner a salvo la suya.
Con grandes esfuerzos logró escalar lo que más pudo de una empinada roca en cuya cumbre se encontraba el único que podía salvarlo. "Skar, hermano"- imploró Mufasa. La respuesta que obtuvo fue la cantada pero no por ello menos trágica: "Que viva el rey"- dijo este siniestro personaje mientras con sus garras lanzaba a su hermano por el precipicio.

La visión de Simba era limitada, lo único que logró ver es a su padre cayendo. Desesperado, desconcertado halló a su padre segundos más tarde. En su desolación pidió ayuda ante lo imposible de significar. ¿Quién podría aparecer en ese momento sino aquel que tenía las palabras justas para la ocasión?:

Simba, ¿Qué has hecho? Una manada... trató de salvarme... fue un accidente, no quería que le pasara nada- Dijo el muchachito a su cruel tío. Por supuesto, por supuesto, eso ya lo sé, nadie jamás quiere que estas cosas pasen, pero el rey ha muerto y de no ser por ti todavía viviría... ¡Qué va a decir tú madre!?
¿Qué voy a hacer?
Huye lejos Simba y nunca regreses.

Si la condición implícita (y disimulada, como hemos dicho) para que Simba fuera el rey era la muerte de su padre, esta se había adelantado, era a destiempo y, lo que es muchísimo peor, por intermedio del propio hijo. Realmente trágico, realmente siniestro. ¿Qué quedaba a este infeliz muchachito, tan joven aún y artífice (sin quererlo por supuesto) de aquello imposible de soportar? La culpa y la huida eran el único camino que se presentaban en su horizonte. La culpa es el anuncio de una responsabilidad pendiente diría J.J.M. Fariña. Aquella responsabilidad a la cual Simba, por ahora, no puede afrontar.

Skar vio su plan coronado. Ahora él era el rey. Por supuesto que el título le quedaba tan grande como lo eran su maldad, su ambición y su ignorancia de la función. Las hienas debían ahora recibir su parte del trato. El nuevo período en el que el león y la hiena serían aliados, no podría tener otro resultado que un reino desolado, arruinado. Él no sabía lo que bien sabía Mufasa y enseñaba a su hijo: "Todo coexiste en un delicado equilibrio, como rey tendrás que entender eso y respetar a todas las criaturas (...)".

Lo que tampoco sabía Skar es que su plan no había sido completado en su totalidad, Simba vivía.

Por su lado, Simba había crecido (era un león fuerte y hermoso) junto a dos simpáticos personajes- Timón y Pumba, que le habían enseñado su filosofía de vida. La que a Simba le había ayudado a apaciguar su culpa: "Jakuna matata (...) las dos palabras que solucionarán todos tus problemas (...) jakuna matata: una forma de ser, sin preocuparse es como hay que vivir". "Jakuna matata"intentaron ser un buen somnífero para Simba, pero no alcanzaba. Hay algo que resta y que insiste en este león que no logra hacerse responsable de su deseo. Bajo estas coordenadas, el azar va a acudir en su ayuda. El sabio mono Rafiki huele en unas plumas que viajan con el viento que Simba está vivo. A su vez, Simba se encuentra con Nala su adorada amiga, quien (crecida) ahora se entera que vive. Romance de por medio lo interpela por su lugar de rey y además le informa lo que ha hecho Skar de su reinado.

Simba, por ahora, no puede responder más que con aquellas palabras que cada vez menos pueden sostenerlo: "Jakuna matata, a veces pasan cosas malas y no puedes ponerles remedio ¿para qué angustiarte?. La respuesta de Nala, leída más allá de lo imaginario de la situación, parece venirnos como anillo al dedo: "Porque es tu responsabilidad".

Simba realiza un nuevo intento de huir (de sí mismo) pero ahora la culpa no le ahorra intranquilidad: lo invade. Bajo esas circunstancias se le presenta el mono a quien, como Simba no recuerda, le pregunta: ¿Quién eres?. Pregunta que le es devuelta por el incisivo simio: "La pregunta es ¿quién eres tu?" Y más adelante remata: "Yo sé quien eres... eres el hijo de Mufasa". Como corolario Rafiki lo lleva a Simba a encontrarse con su padre: "Ahí está ¿no lo ves? él vive en ti".

Y Simba de hecho lo ve y además, como si esto fuera poco, es interrogado por él: "¿Simba me has olvidado? Olvidaste quien eres y así me olvidaste. Ve en tu interior, eres más de lo que eres ahora, toma tu lugar en el ciclo de la vida...". Palabras complicadas, por cierto, las de este padre, pero que harán que finalmente Simba decida regresar a ocupar su lugar de rey.

Cuando llega al reino, Simba se encuentra con las consecuencias de un verdadero fracaso en la función del tío: la pobreza, la desolación, la tristeza (y por supuesto las hienas). También se encuentra con su abandonada y maltratada madre. Y con Skar. Ambos cuando lo ven lo confunden con su padre (quizá por su porte real). Con el alivio de su madre y el desconcierto de su tío como telón de fondo, Simba informa que viene a ocupar su lugar como rey y pone los puntos en claro a Skar: o renuncia o pelea.

El astuto Skar repuesto ya de la sorpresa, encuentra la manera de enfrentarlo sacando a la luz aquella vieja historia en la que Simba había sido culpable de una muerte y que aún mantenía en cruel secreto. Por supuesto Skar vuelve a provocar el efecto deseado, Simba es invadido por la culpa y se confiesa. Skar aprovecha la circunstancia y lo humilla: "asesino" Por su parte Simba está tan atormentado, avergonzado e indefenso que resbala y cae quedando colgado de las rocas con sus garras y con el precipicio detrás. Tan grande es la culpa de Simba, tanta su vergüenza que aquí lo que se juega es su propia muerte (real), la muerte del Sujeto.

Los acontecimientos se suceden muy rápido: las leonas observan absortas lo que sucede, las hienas esperan para atacar (y comer) conforme se desarrollen los hechos, hay focos de incendio en todo el reino, una gran tormenta está a punto de desatarse y Skar, por su parte, sigue atacando a Simba: "¿Dónde he visto esto antes?... Ah, si lo recuerdo muy bien, así se veía tu padre antes de morir (lo toma de las manos y le dice al oído) y aquí está mi pequeño secreto: ¡yo lo maté!". En ese momento Simba vuelve a ver la imagen de su padre cayendo en el precipicio y en ese mismísimo instante comprende y realiza su acto. Da la respuesta de la razón de su ser: su deseo. Y en ese acto sube a la roca enfrentándose con su deseo. Deseo que le permitiría ser un rey que no sea tonto. Le permitiría ser rey desde una posición que no sea la de ser manipulado por su tío, lo que lo llevaría una y otra vez al fracaso y la desolación.

Allí surgió otro Sujeto. "Apropiarse de la responsabilidad es otro nombre del Sujeto" . Recién en ese momento Simba pudo subirse a la roca y rugir como el rey león.

Atrás quedaron Skar y las hienas. Para adelante un reinado próspero, su amor por Nala, su hijo, su madre, el mono Rafiki, sus amigos... En fin su deseo de ser rey (y su lugar en el ciclo de la vida).

Reseñas

-"La responsabilidad interpela a un Sujeto, quien debe, o puede dar respuesta por su acto. La responsabilidad la referimos a la singularidad de un Sujeto en acto". (Juan Carlos Mosca en "Responsabilidad: otro nombre del Sujeto")

-Recordemos el diálogo que resume esta posición: "Tío Skar, cuándo yo sea rey, ¿tu qué vas a ser?"
"tío de tonto".

- Juan Carlos Mosca

-¿Y el padre ideal?

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