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El sueño de Chihiro28/08/2016- Por Justo José Lo Cane - Realizar Consulta

El título de la película tiene varias acepciones en relación con su traducción… Pero se podría interpretar como un sueño. De esta forma, Chihiro comenzaría una sesión diciendo: “Hoy traje un sueño…” Entonces, comienza la película y empieza el sueño de Chihiro. El autor recorrerá la Odisea de la protagonista hasta su despertar…
Ficha técnica y artística
Título: El viaje de Chihiro
Título original: Sen to Chihiro no kamikakushi
Dirección: Hayao Miyazaki
País: Japón
Año: 2001
Guión: Hayao Miyazaki
Duración: 125 min.
Género: Familiar, Animación, Aventuras, Fantástico
Calificación: Apta para todos los públicos
Reparto: Rumi Hîragi, Miyu Irino, Mari Natsuki, Takashi Naitô, Yasuko Sawaguchi, Tatsuya Gashuin, Ryûnosuke Kamiki, Yumi Tamai, Yo Oizumi, Koba Hayashi, Tsunehiko Kamijô, Takehiko Ono, Bunta Sugawara, Noriko Kitou, Shiro Saito, Ken Yasuda, Daveigh Chase,Suzanne Pleshette, Jason Marsden, Susan Egan, David Ogden Stiers, Lauren Holly, Michael Chiklis, John Ratzenberger, Tara Strong, Mickie McGowan, Jack Angel, Bob Bergen, Rodger Bumpass, Jennifer Darling, Paul Eiding, Sherry Lynn, Mona Marshall, Candi Milo, Phil Proctor, Jim Ward
Distribuidora: Aurum Producciones
Productora: Tokuma Shoten, Nippon Television Network Corporation (NTV), Studio Ghibli, DENTSU Music And Entertainment,
“El sueño es la emancipación del espíritu del yugo de la naturaleza exterior;
el alma se desprende de él de los grillos de la sensoriedad”.
Schubert (1814)[1].
El título de la película tiene varias acepciones en relación con su traducción del japonés al inglés y al español. Pero, independientemente del título y sus traducciones, se podría interpretar como un sueño. De ser así, Chihiro comenzaría una sesión diciendo: “Hoy traje un sueño…” Empezó la película, empieza el sueño de Chihiro, la desaparición espiritual y misteriosa de Chihiro a Zen, según cada traducción. De esta consideración, se desprende esta breve lectura.
La familia viaja en auto. Se están mudando, van a conocer su nueva casa. Es llamativo: todavía no la conocen, no saben dónde queda. Cuando en medio del camino parecen desorientarse, la madre le aclara al padre: “siempre que tomamos un atajo terminamos perdidos”. El padre acelera, elige un camino alternativo y reafirma: “tenemos un gran auto, un auto grandioso”. El camino se termina y se encuentran con un túnel. Chihiro pregunta sobre el nuevo escenario y el padre le explica que, anteriormente, eso pudo haber sido una feria, pero por la crisis, posiblemente haya dejado de funcionar. La crisis que afectó a varios, pero no a la familia de Chihiro. Se mudan a un barrio donde, para hacer las compras, hay que trasladarse a otro lado y tienen un auto de alta gama, poderoso, resistente y grandioso.
Chihiro se queda dormida, vamos a suponer que es así. Empieza el sueño.
Al principio, sus padres voraces, comen hasta convertirse en cerdos. “Tenemos efectivo, tenemos tarjetas de crédito”, dice el padre. Tienen liquidez. Chihiro sale corriendo, está en las orillas de un río, sola y a oscuras. “Era de noche, de pronto llegó un barco que se detiene en la costa. Comienzan a bajar unos espectros con máscaras. Eran sólo unas caretas, no tenían cuerpos, eran sombras. Me escondí, me dieron miedo”, cuenta. ¿Un mundo repleto de caretas? ¿Ese es el mundo de los adultos? ¿Unos caretas sombríos? Chihiro empieza a desaparecer, comienza a ser transparente. Aparece Haku, le recomienda comer algo de ese mundo y le garantiza que no va a convertirse en un cerdo, como sus padres. Además, para poder salvarlos, tendrá que trabajar.
Atraviesan un puente, lleno de bichos raros. Caretas sombríos, bichos raros, gente rara, ¿adultos, trabajo? Se enteran de que no es de ese mundo y comienzan a desesperarse. Chihiro tiene que conseguir trabajo y, siguiendo el consejo de Haku, visita al viejo de la caldera. Empieza el verdadero viaje, el núcleo central del sueño ¿De qué manera salvar a sus padres? ¿Cómo volver a convertirlos en humanos y que pierdan su condición de cerdos? Por ahora, sus padres sólo son eso.
Lo que los hijos repiten, también hay abuelos e hijos-padres
Lo fundamental del texto freudiano “Recordar, repetir, reelaborar”, a modo de síntesis, es que aquello que se vivenció, si no es elaborado, si no se vencen las resistencias, se repite. O bien, lo que se repite, deberá ser elaborado para reversionarlo; abrir paso a los procesos psíquicos con efecto retardado, nachträglich, après coup. Dice Freud: “Es preciso dar tiempo al enfermo para enfrascarse en la resistencia, no consabida para él; para reelaborarla, (durcharbeiten[2]), vencerla prosiguiendo el trabajo en desafío a ella y obedeciendo a la regla analítica fundamental”[3].
Chihiro tiene abuelos y nos los presenta en el sueño. Hay una prehistoria que habita en algún lugar, posiblemente a partir de lo escuchado de sus padres. El viejo de la caldera la presenta como su nieta, que busca un trabajo y aparece la primera marca: “termina lo que empezaste”. Si es necesario estar a cuatro u ocho manos, se hace igual, se termina. Lo que prende, los fuegos de los baños, la hoguera, causa que no se dejan las cosas a medias. ¿Será por eso que los padres cuando toman atajos se pierden? El viejo de la caldera maneja los fuegos y domina las aguas. Hace las aguas del centro de turismo de los dioses. Mandan a Chihiro a ver a Yubaba, a quien más tarde, en el sueño o en la película, ella llamará “abuelita”.
Entra a la oficina de Yuyaba, donde ruedan cabezas, y comienza a pedir un trabajo a gritos. Yuyaba le cierra la boca y le saca el nombre. Para recuperarlo, tendrá que trabajar para ella. Yubaba maldice por la promesa que hizo a los dioses: ofrecerle trabajo a quien se lo solicite. Ahora Chihiro es Zen, la desaparición del espíritu en la traducción al español: la desaparición del espíritu de Chihiro -la niña de las mil preguntas- a Zen -la búsqueda de la verdad-.
¿Quién es Yubaba? Si el viejo de la caldera está sometido a su trabajo, a dar su vida por el fuego, Yuyaba está al servicio de los dioses, y esconde un bebé en la oficina, a quien no deja salir. Lo tiene entre algodones o entre almohadones, demasiado cómodo. Es un bebé grandioso, pero cuando decide salir de la guarida se transforma en una rata, un ratón. Posible mensaje: si el bebé es criado como un gran-dioso, o las madres están al servicio de eso, los hijos pueden convertirse en unas ratas apenas apoyan un pie en la cultura, en el piso de la realidad. ¿La salida para eso es el auto grandioso, que el padre maneja como un descontrolado? ¿O disponer de efectivo, tarjetas de crédito, para no ser “un rata”?
Chihiro se toma el trabajo y hace un recorrido. Empieza limpiando la mugre, no se vende ante cualquiera, ni se pierde por el oro. Su objetivo es claro: salvar a sus padres, para que estos no sean unos cerdos. Una vez que descubrió quiénes fueron sus abuelos, puede admitir ante la multitud: mis padres no son ningunos cerdos (capitalistas), chanchos voraces, sino padres que han ofrecido una prehistoria -porque también fueron hijos-, para hacer de y con eso una historia contable.
Parece que el sueño interpela, “¿querés saber tu verdad?, averiguá quiénes son tus abuelos, que tus padres también fueron hijos”. En todo caso, son unos “hambriciosos”, neologismo mediante, pero no sin haber tomado algunas precauciones. Abuelos que no dejan las cosas a medias y tienen palabra, que cumplen con lo prometido. Abuelos que garantizan y transmiten que, si las garantías no están, habrá que rebuscárselas, hasta tomarse un tren para recuperar el sello. O bien, esas marcas, esos sellos, son los que permitirán que esos hijos entren, sin atolondrarse, sin ser voraces como unos cerdos, sin recurrir a los atajos o las vías directas que provocan el estar mal en la cultura. Reelaborando, para no repetir siempre el mismo recuerdo y poder contar historias nuevas, para poder hacer la suya.
Los padres que a uno le tocaron pueden per-versionarse, para no repetir la misma historia o perderse en el atajo de la supuesta desgracia por los padres que uno tiene, por el infortunio de la repartija. Pasar de creer que el mundo está en deuda con uno por los padres que tocaron, a ver qué deudas tiene uno. Lleva un viaje, algunos sueños, pero, sobre todo, un trabajo de estudio a fondo. Tomarse el tiempo del recorrido por el aparato psíquico, decidirse a atravesarlo, es un re-laboro.
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