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La trama de la chica moribunda. “Me, Earl and the dying girl”

01/09/2020- Por Sofía Buscaglia - Realizar Consulta

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“Me, Earl, and the dying girl” es una película del 2015, que también es libro. Bordeando el coqueteo entre los cuidados paliativos y el psicoanálisis, el título ya arroja luz sobre algo fundamental a una praxis, a saber, que somos moribundos sociales. Quien atraviesa el proceso de una enfermedad amenazante para la vida no está sola, al menos discursivamente […] Un lazo al Otro que no desaparece del todo a pesar de la amenaza.

 

                            

                                                “Yo, él y Raquel” (2015)

 

 

Ficha técnica y artística

 

 

Título: Yo, él y Raquel

Título original: Me and Earl and the Dying Girl

Dirección: Alfonso Gómez-Rejon

País: Estados Unidos

Año: 2015

Duración: 105 min.

Género: Drama, Romance, Comedia

Reparto: Olivia Cooke, Connie BrittonNick OffermanMolly ShannonHugh JackmanJon Bernthal, Thomas Mann

Web: www.meandearlmovie.com

Distribuidora: Hispano Foxfilms S.A.E.

Productora: Fox SearchlightDescripción: http://www.estamosrodando.com/imagenes/comn/pxtrans.gif

Compositor de la música original: Brian Eno

Decoración: Diana Stoughton

Dirección: Alfonso Gomez-Rejon

Director de fotografía: Chung-hoon Chung

Diseño de producción: Gerald Sullivan

Producción: Dan Fogelman

 

 

  “Me, Earl, and the dying girl” es una película del 2015, que también es libro. Bordeando el coqueteo entre los cuidados paliativos y el psicoanálisis, el título ya arroja luz sobre algo fundamental a una praxis, a saber, que somos moribundos sociales.

 

  Quien atraviesa el proceso de una enfermedad amenazante para la vida no está sola, al menos discursivamente. Hay toda una trama temporal que teje su historia con muchos otros: hijos, amigos, nietos, parejas, padres, vecinos, abuelos, sobrinos, tíos, amantes… Un lazo al Otro que no desaparece del todo a pesar de la amenaza.

 

  Debemos suponer que si bien no todos los pacientes sufren igual, el diagnóstico de una enfermedad con pronóstico limitado sin posibilidad curativa es un hito que quiebra una trama vital. Trama en las que hay personajes que se ven afectados por la ola expansiva de una bomba.

 

  En la película el personaje principal es Greg. Un tórpido y sarcástico adolescente que se ve obligado a compartir los devenires del diagnóstico de cáncer de una compañera de la escuela. Lo ingenioso de la historia es que el lazo entre ellos comienza a delinearse alrededor del cáncer, nace sobre el mandato de una madre que ordena levantarle el ánimo a esta niña. Greg no fuerza el diálogo hacia la enfermedad, esquiva dichos estereotipados, cliché, hallando soluciones creativas y humorísticas para hacer frente a situaciones desagradables, por ejemplo simular convulsiones si alguien refiere que el cáncer es un plan de Dios.

 

  Aun así las preocupaciones por el futuro incierto se instalan poco a poco, descubriendo el velo de la soledad que aquejaría a su madre si su hija partiese. Greg parece ser el único afortunado en ser receptáculo de la angustia existencial de una joven que no tiene interlocutor que esté a su altura.

 

  Rachel llora angustiada. Ha perdido su cabello. Se desahoga catárticamente transmitiendo que su cuerpo ha cambiado, no es el mismo, siente que produce repulsión. Su sintomatología orgánica está estable, pero su cuerpo trastabilla, lo imaginario se desenfoca. Los otros que la constituyen le reflejan una mirada diferente.

 

  Mucha agua ha pasado bajo el puente desde que se conceptualizó el cuerpo en psicoanálisis; cuerpo que en principio se construye sobre la mirada y los dichos de Otro que presta palabras al infans para que ese saco de órganos sea matriz, delinear los surcos erógenos, asientos de placer y de pulsión. No es sin eso.

 

  A Rachel la mirada de los otros le imprime el acierto de un cuerpo que ya no es, que se debilita. Su llanto le devuelve a Greg lo ominoso de una subjetividad atrapada en la ajenidad éxtima de un cuerpo; y lo enloquecedor de obviar lo que es evidente. “Nunca fui hermosa, pero tampoco me importaba. Pero pensé que sería más sencillo verme así. Todos entran, me miran y están tan claramente repulsados. Todos sienten que tienen que mentirme y no se dan cuenta lo insultante que eso es. Todos creen que ayudan pero no.”

 

  Greg responde con silencio. No ignora, ni desacredita, apela al humor y la pasión por el cine que hace lazo, calma, tranquiliza. Su personalidad vivaz se presentifica en sus pelucas coloridas, gorros extravagantes y outfits variados… estilo que la acompañará desde el principio hasta el final. Acompañan sus sesiones de quimioterapia conversaciones y películas disparatadas creadas por su amigo Greg, amateur director de cine casero. La divierten, la entretienen, la distraen. Versiones propias de películas extranjeras sin sentido, “como la vida misma”.

 

  El conflicto se tensiona cuando una amiga pide a Greg que filme una película sólo para Rachel. Ardua tarea al descubrir que Rachel no sólo no encuentra punto de anclaje en ningún estilo: clásico, muda, avant garde, wharholl, dali; sino que su amiga se difumina poco a poco. Permanece en silencio, callada, infeliz; como si la cinta fuese la última ligazón a la vida y si esa gestalt se cierra se lleva todo lo demás.

 

  Cerca del final, pasmado, escucha las palabras de ella “creo que estoy muriendo”. El humor comienza a ser insuficiente. No está igual cada vez que la ve y con terquedad insiste en que retome los tratamientos que ha abandonado. No puede oír el agobio de una enfermedad que progresa e invalida: “Soy yo la que está postrada en una cama atravesando esto”. Resuena “Ella elige morir”. Punto capitón que recorta de ese reproche la contracara de no querer vivir más así, difícil de responder para un Otro que demanda “seguí acá conmigo, no te quiero perder, vos podes luchar un poquito más”.

 

  Destaco el acto de una adolescente que hace uso de la voz propia a fin de enunciar un posicionamiento que apunta a alejar su cuerpo de un encarnizamiento terapéutico, discurso de la ciencia que abre debate alrededor de la pregunta ¿Qué es vida para ella? Sin embargo, la posterior internación hospitalaria, seguida de un coma pone en cuestión la idealización de la bioética como solución universal.

 

  Aun así, la riqueza impactante de las últimas escenas de la película no tiene desperdicio: destaca por un lado que la acción de morir es un acto íntimamente ligado al sujeto, más allá del Otro, pero partiendo de él. Rachel, sin emitir sonido se sumerge en un trance mientras su mirada se obnubila ante la obra cinematográfica terminada de Greg. Una cinta creada con stop motion, cuadro por cuadro, foto por foto que editadas crean una imagen en movimiento continuado. La temporalidad que estaba detenida, avanza. Muere siendo testigo de las marcas que ha dejado en los otros: una moribunda social.

 

  El psicoanálisis tiene bien presente las propiedades creadoras del lenguaje y la palabra. No sólo son la voz y mirada del Otro lo que hacen constituir un cuerpo (imaginario y pulsional), sino que la parasitación del lenguaje en la cosa es lo que la mortifica: lo real está perdido, zurcido entre una red significante. Y si bien el muerto pasa de ser a no ser, de una presencia a una ausencia, de un conviviente a un recuerdo, el lenguaje tiene algo de perenne que da sustrato a que el fantasma del moribundo esté aquí con nosotros pues se lo puede nombrar, recordar, llorar.

 

  Es lo que hace del duelo una ardua tarea: el muerto está y no está. Es preciso que esa falta real se inscriba, se haga marca de que falta, hueco y no agujero. Esta antesala conceptual realza los últimos minutos de la película: Greg lee una tarjeta redactada por Rachel en la habitación de la joven luego de que su amiga muere. Su letra, su cama, sus libros.

 

  Exige a Greg que vaya a la universidad y hace entrega de ciertas pertenencias. Las sutilezas comienzan a desplegarse solas, pequeños indicios: ardillas dibujadas en el papel tapiz de los árboles que trazan un camino invisible a la biblioteca donde descubre que los libros de siempre estaban recortados, ahuecados, creando siluetas y dibujos.

 

  Detalles tan íntimos y novedosos que creaban un clima de epílogo a la vida de Rachel. Es así como lo simbólico es lo que inaugura esta temporalidad cíclica y resignificativa que siempre da margen a que emerja en un encuentro algo de lo novedoso.

 

 

Bibliografía

 

● Dulitzky, S (2018): “El paciente con necesidades de atención paliativa. Discurso médico y perspectiva del sujeto”. Clase dictada en la Carrera de Especialización en Cuidados Paliativos para Psicólogos. Colegio de Psicólogos de Lomas de Zamora. 2018

● Lacan, J. (1966): “Psicoanálisis y Medicina”, en Intervenciones y textos I, Buenos Aires, Manantial, 1985.

● Lacan, J. 1953 a 1954 Seminario I: Los escritos técnicos de Freud. Ed. Paidós, Buenos Aires.

● Negro, M (2008): La otra Muerte. Psicoanálisis en Cuidados Paliativos. Letra Viva, 2ª ed., Buenos Aires.

 


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