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Pecar mortalmente:el fantasma de un perverso14/01/2002- Por Mónica Vidal ,Liliana Serrano y Liliana Aizcorbe -

Este trabajo es la lectura psicoanalítica de la película SEVEN (Pecados Capitales).
La película relata asesinatos que hacen serie, investigados por dos detectives, el joven Mills, recién trasladado y Somerset al que le quedan siete días, para retirarse de la policía, y el encuentro con John -el que peca mortalmente-.
Intentamos encontrar la cadena significante que permite interpretar el acto perverso, ese real que sorprende.
En medio del camino de la vida
errante me encontré por selva oscura
en que la recta vía era perdida.
Divina Comedia - Dante Alighieri
Partimos de la siguiente hipótesis. Ubicar a los personajes en tres lugares diferentes: John, en una estructura perversa, Mills como un neurótico y a Somerset en el lugar del analista.
Después del segundo asesinato, Somerset al leer la palabra "Codicia" (escrita con sangre), ésta lo reenvía a la escena del primer crimen, encontrando la palabra "Gula" escrita con grasa y un papel con la frase: "largo y duro es el camino que conduce del Infierno a la luz". (El paraíso perdido - Milton), y allí él dice: "... a no ser que el acto tenga significado... es el comienzo... va a seguir y seguir...".
Como analistas también intentamos encontrar la cadena significante, que se inicia con un S2 (codicia) que remite a un S1 (gula) resignificándolo.
Somerset, de estos actos infiere: "Está predicando; los asesinatos son sermones que nos dirige... Los sermones eran una reparación de los pecados... Estos asesinatos son una atricción forzada".
Y como un analista, va más allá del enunciado buscando la significación. Recurre entonces a la lectura de la Divina Comedia, Santo Tomás, San Agustín, etc.
La Divina Comedia es la narración de un viaje simbólico referido a la salvación de todos los hombres, perdidos en la selva oscura del pecado. Aparecen los personajes más contradictorios de la historia vivida hasta el 1300. Todos los personajes cumplen el papel de arquetipo de cada una de las pasiones humanas. El resultado es una apelación moral básicamente cristiana, pero también marcada por el pensamiento medieval, tendiente a mostrar a los hombres el recto camino de la justicia terrena.
De la lectura de la Divina Comedia, trazamos un paralelo y tal como Dante y Virgilio, los detectives, transitan durante 7 días por el Infierno, por esa ciudad lúgubre de llovizna permanente.
Dante, en el Canto VI del Infierno, dice:
"Estoy dentro del cerco de la lluvia,
eterna, maldecida, fría y grave; su
ritmo y calidad jamás renueva".
En el Antiguo Testamento, el pecado no es imputable sino existe la ley. San Agustín define al pecado como "Un dicho o hecho o deseo contra la ley eterna".
Para Santo Tomás el pecado significa un "acto malo del hombre, y el mal del hombre está en ser contra la razón, luego: el pecado es contra la razón (no contra la ley eterna). Pecado se dice por la privación del orden, siendo la raíz de todo pecado la Soberbia (alejarse de Dios).
En la Summa Teológica, Santo Tomás, define pecado Capital como "principio o dirigente a otros", y así se llama Vicio Capital a aquel del que nacen otros vicios (directivo o vehículo de otros).
Capital, se llama así de cabeza (Cápite).
Para el pensamiento cristiano del Medioevo, y tal como lo describe el Dante en la Comedia, los Pecados Capitales son 7: gula, lujuria, avaricia, soberbia, pereza, envidia e ira. Los tres primeros, según Aristóteles, son pecados por incontinencia causados por un instinto natural, sin que medie la razón. Los otros cuatro son pecados voluntarios por malicia o deseos concientes.
En la topología dantesca del Infierno, a medida que se desciende, los círculos se hacen cada vez más estrechos y más dolorosos. Los pecados por incontinencia están ubicados en los tres primeros círculos.
Relacionamos los pecados por incontinencia con las pulsiones oral, anal, genital.
Al decir de Somerset, "el truco está en encontrar un elemento, un detalle y concentrarse en él hasta agotar las posibilidades".
Retomando la cadena que se inicia con los significantes Gula y Codicia, leemos en la escena del cuadro invertido otro significante que remite al tercer acto-pecado permitiendo el desplazamiento metonímico a la Pereza.
Esta se muestra allí en un cuerpo torturado y seccionado, de quien se señala: "Experimentó más dolor y sufrimiento que quien yo conozca y todavía le espera un infierno".
En el cuarto asesinato, por pecado de Lujuria, el asesino incluye a un tercero para que opere el castigo, empleando un instrumento que corta el cuerpo, en el lugar Real de la castración. Este, frente a la visión de la misma la reniega en el acto destrozándola.
El quinto pecado que aparece condenado es la Soberbia, donde se repiten cortes en el cuerpo, en este caso en el rostro de una mujer.
Esta repetición de los cortes en partes delimitadas de los cuerpo de las víctimas, podemos relacionarlos con el goce del perverso puesto en juego en la acción.
Llegado a este punto se establece un diálogo entre los detectives en el cual quedan expuestas las diferencias entre ambos. Mills comienza así una pelea imaginaria con Somerset por el caso, por el cargo, por la oficina, etc. Pelea que continuará con el asesino.
Somerset, en cambio, ubicado en otro lugar, dice: "Si agarramos a John y resulta ser el diablo y es Satanás mismo, logrará satisfacer nuestras expectativas, pero es sólo un hombre, no es el diablo".
Y cuando John se entrega en el Departamento de Policía, el detective sabe que a la serie de crímenes, lo importante no es darle un sentido sino ir más allá.
El goce no tiene sentido. Refiere Somerset: "... Precisamente, no tiene que tener sentido, justamente no se detendría, le faltan dos asesinatos más para terminar su obra maestra".
Mills, en cambio, por estar en la pelea imaginaria, intenta encontrar el sentido, posición que lo llevará a establecer un pacto en el que finalmente quedará atrapado.
En la perversión toda repetición actuada tiende a anudar un goce, las actuaciones siempre ligan a Otro que estabiliza. Si esa relación se rompe, el perverso siente que se disgrega, por lo tanto, su consistencia ontológica se funda exclusivamente en el Otro, cobrando existencia sólo a través del partenaire.
Por ese motivo los vínculos perversos se sueldan en pactos pasionales, sustentados en envolventes estrategias de captura recíproca, puesto que el riesgo de fractura vincular supone la muerte subjetiva, en tanto existe por el otro y a través del él.
Esta captura recíproca entre el detective y el asesino, la podemos ubicar en la siguiente secuencia, en la cual Mills le va mostrando que es alguien con quien se puede pactar.
Primera escena: Mills es fotografiado por el asesino en el momento en el que muestra Ira¸ (que será su pecado).
Segunda escena: luego de la persecución, Mills cae al suelo y el asesino con el arma, lo mira y se va, perdonándole la vida.
Tercera escena: Mills entra al departamento de John sin orden judicial, fuera de la ley, atiende el teléfono produciéndose un diálogo entre ellos, dando cuenta de la reciprocidad. John dice: "Los admiro, son funcionarios de la ley... cada día los respeto más... reajustaría mis planes dados los inconvenientes..." Este es un acto en que aparece la renegación de la ley.
Cuarta escena: cuando se entrega en el Departamento de Policía, su abogado plantea: "... mi cliente dice que hay dos cadáveres más... llevará a los dos detectives, sólo a ellos... dice que si aceptan sus condiciones específicas, firmará una confesión y se declarará culpable ya". Mills asiente diciendo: "...Confesión completa... Acepto".
El perverso se contenta con la relación imaginaria; el objetivo de esta relación es excluir la ley mediante la exclusión del Padre; está hecho para dualizar la triangularidad, legalizándola. No existe una ley por fuera de los dos (eje a-a'). la ley está, hizo su marca, pero está renegada en el acto y es degradada a un contrato (por esa degradación de lo simbólico a lo imaginario como característica de la perversión).
Así encontramos en "Confesiones de mi vida" de Wanda Sacher Masoch: "Quiso que firmásemos ambos un contrato escrito... me rogó que redactase el contrato de inmediato para poder sentirse completamente a mi merced... de pie, temeroso y encantado, me miraba. Lo firmó diciendo: «guárdalo bien, eres mi ama y yo tu esclavo»...".
El acto perverso se realiza siempre con un neurótico.
Comenzamos nuestro trabajo con la hipótesis de ubicar al asesino en una estructura perversa. Así, en el diálogo que se produce en el auto entre los dos detectives y el victimario, Somerset, con sus intervenciones realiza la diferencia diagnóstica entre perversión y psicosis.
Comienza a interrogarlo acerca de quién es, escuchando una contradicción cuando John dice: Fu i elegido", y la señala diciendo: "¿Por qué tanta emoción?... Si fuiste elegido por un poder más alto que forzó tu mano, me parece raro que lo disfrutes. Disfrutaste al torturar a esa gente; eso no encaja con tu martirio".
John responde: "... está bien que un hombre goce de su trabajo. No voy a negar mi propio deseo de castigar a cada pecador con su propio pecado... La única razón por la que estoy aquí, ahora, es que yo lo quise".
Lo que hace a esta diferenciación de estructuras es reconocer que el perverso está a disposición del Otro, lo reniega y lo sostiene; así el "trabajo" está en función del Otro.
El perverso busca el goce creyendo posible capturarlo y pone en acto el fantasma perverso que el neurótico reprime. John dice: "No lo disfruté más que lo que el detective Mills disfrutaría al encontrarse encerrado conmigo. ¿No le gustaría lastimarme con impunidad? Mills lo niega, ofendiéndose, y el asesino contesta: "No lo haría por las consecuencias".
El neurótico sueña gozar mientras el perverso pone en acto el goce. Además el neurótico supone el goce del Otro como imposible y el perverso lo piensa como real.
Llegamos a sí a la escena final, torres de alta tensión, donde la perversión hará su despliegue de goce a cielo abierto poniéndose en juego los dos pecados que cierran la cadena significante: Envidia e Ira.
Para Santo Tomás, ante el bien ajeno hay dos caminos: el sentimiento de tristeza que es la Envidia o la excitación a la venganza, que es la Ira.
Frente al bien que representan la esposa e hijo de Mills, el asesino confiesa: "Envidio su vida normal. La envidia es mi pecado".
Esposado y de rodillas incita al teniente a gozar-pecar: ¡Vénguese! Muestre su Ira", provocando en el detective el punto de mayor angustia frente a lo siniestro, "Me llevé de recuerdo su linda cabeza", dice, produciendo Mills el pasaje al acto que ninguna intervención de Somerset pudo evitar.
Cuando la angustia sobrepasa al sujeto, éste se desdibuja como tal quedando identificado con el objeto causa de su angustia, y al pretender expulsarlo de la escena por estar el propio sujeto identificado con el objeto, se expulsa a sí mismo.
En el sádico el Otro existe, no porque lo tome como objeto. El Otro le es absolutamente esencial, dice Lacan.
A partir de este concepto nos preguntamos: ¿es el deseo del protagonista estar en la serie - Pecados Capitales completando la tarea del Otro?
Lacan, en el Seminario de La Angustia, refiere que en la intención sádica lo que se busca no es tanto el sufrimiento del otro sino su angustia.
Lo que caracteriza al deseo sádico es el hecho que en el cumplimiento de su acto, de su rito, lo que busca es hacerse aparecer él mismo como puro objeto, fetiche negro.
Para el sádico, esa identificación con el objeto sólo se presenta sobre una escena, donde él no se ve, sólo ve el resto.
El perverso resuelve la angustia en el goce que procura toda escena actuada; el desgarramiento subjetivo del cual la angustia es testimonio, cede para dar lugar al sujeto unificado de la certeza del goce.
En relación a la castración, Freud, en el artículo "La cabeza de la Medusa" iguala el decapitar con la castración. Refiriendo que "El terror a la Medusa es un terror a la castración relacionado con la vista de algo (cuando el varón ve los genitales femeninos). La visión de la cabeza de la Medusa, paraliza de terror a quien la contempla, lo petrifica".
Dante en los versos del Círculo VI del Infierno, escribe.
"¡Venga Medusa!", grítanos, mirando:
Será de dura piedra frío bulto,
De Tesco asalto vindicando!"
"Vuelve a la disetra, con el rostro oculto;
porque si viene, y ves a la Gorgona,
de este lugar no subirás exulto".
Así mi guía habló, y mi persona,
Hace girar, me coge de la mano
Y mis ojos cerrados precauciona.
El horror a la castración en John, se presentifica en el encuentro con la mujer de Mills, cuando ésta se muestra castrada rogando por ella y por su hijo, poniendo en juego su deseo. Esto es insoportable para él y produce el acto de decapitarla en un intento de borrar la castración. La falta es taponada con el goce -en el matarla-.
La estructura perversa mantiene esa paradoja psíquica que consiste en saber algo de la castración mientras no se quiere saber nada de ella. Sólo acepta la incidencia de la castración con la reserva de transgredirla continuamente. No cesa de asediarla sin encontrarse allí como parte interesada.
Nos referiremos ahora al fantasma, definiendo a éste como una manera de gozar para un sujeto. El fantasma es un cuadro más que un argumento, una imagen suspendida. Implica una escena, personajes, una acción y una parte precisa del cuerpo.
Al decir del protagonista "vemos Pecados Capitales en todas las esquinas, en todos los lugares y toleramos mañana, tarde y noche".
Definiendo al Fantasma Fundamental como la manera de gozar para un sujeto, relacionamos que, en cada asesinato el protagonista monta una escena en la cual despliega su propio fantasma: allí aparece la acción propia de cada pecado (comer, desangrar, fornicar, etc.) y su participación con la mirada (lugar de goce de su propio cuerpo).
Para situar el goce inconsciente en juego en cada acción hay que considerar cual es la parte delimitada del cuerpo que interviene en la misma.
Así, en cada cuerpo hay una parte elegida (boca, corte que desangra, cara, cuerpo fragmentado, vagina). El asesino deja escrito, en el segundo crimen: "Una libra de carne, ni más ni menos, nada de cartílago ni hueso, sólo carne" (de El Mercader de Venecia).
En su propio pecado, que es la Envidia, coinciden el lugar de la acción con el lugar del goce (mirada) deseando algo de otro -mujer e hijo de Mills-
La fórmula del fantasma, $ <> a, es la escritura del sujeto y un objeto especial. Si tomamos el fantasma en su vertiente simbólico, éste consiste en una pequeña historia que obedece a las leyes de la lengua.
Leyendo a Lacan encontramos que en la escena, cuando la selva del fantasma se decanta, lo que obtenemos es una frase, en lógica un axioma, que implica una creación significante pura, absoluta, separada de todo contexto, en tanto no es una significación que reenvíe a otra. Por ejemplo: "Se pega a un niño", no dice "se pega a un niño y me gusta".
< Se define al Fantasma Fundamental como la manera de ser un sujeto. Los dos términos, sujeto del inconsciente y objeto a, se reúnen, se separan, se conjugan o se disocian por intermediación de un significante que oficia de corte. Este significante se ubica en la frase que enuncia un fantasma a través del verbo que indica la acción. El fantasma está siempre recubierto por una frase organizada en torno del verbo.
La cadena significante que comienza con Codicia, y prosigue con Gula, Pereza, Lujuria, Soberbia, Envidia¸ y finaliza con Ira, nos permite inferir que la gramática del fantasma de John, éste ser ahí, que se juega en cada acto-pecado es: PECAR MORTALMENTE
< Concluimos nuestro trabajo diciendo que, en la Divina Comedia, los espíritus están condenados o purgan sus culpas con diversos castigos físicos que son la contrapartida de sus pecados.
Dice Borges sobre el Dante: "Él no los juzgará, él sabe que no es el Juez, que el juez es el Otro. Que instituye un orden, un tercer interlocutor, la divinidad.´´
Concluimos nuestro trabajo estableciendo que, a diferencia del Dante, el protagonista juzga, sentencia y ejecuta el castigo, mostrándonos que no se somete a la ley de Dios (ley del Padre), sino a su propia ley. Elige para culminar su obra, los dos pecados considerados más polémicos, ya que para Santo Tomás¸ la Ira¸ no es pecado capital por no considerar la Ira como pasión principal, o sea, como causa de pecado.
En el Antiguo Testamento, la Ira es atributo de Dios, quien llega a matar o devastar por este motivo. Mills mata por Ira.
El pecado de John es la Envidia, pecado que en la Divina Comedia no aparece condenado en el Infierno, sino en el Purgatorio que es definido como el "lugar del dolor gozoso".
Finalmente. Mills queda sometido a la ley del neurótico pagando su culpa bajo la condena legal y John, en cambio, sometido a la Ley del Goce.
BIBLIOGRAFIA
Alighieri, Dante Divina Comedia, Editorial Tor
Borges, Jorge Luis Siete Noches, Emecé Editores
Freud, Sigmund La cabeza de la Medusa, Obras Completas, Editorial Biblioteca Nueva
Lacan, Jacques Seminario IV "Las relaciones de objeto", Ed. Paidós
Seminario X "La angustia".
Escritos 2 "Kant con Sade, Siglo Veintiuno Editores Nacar-Colunga
Sagrada Biblia, Biblioteca de Autores Cristianos
Sade, Marques de La filosofía del tocador, J. V. E. Escritos polémicos
Santo Tomas de Aquino Summa Teológica, Tomo VII, El pecado
Garibay K., Angel Mitoligía Griega - Dioses y Héroes, Editorial Porrúa
Sacher Masoch, Wanda Confesiones de mi vida, Editorial Alonso Editor.
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