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Una relación particular05/01/2006- Por Jorge S. F. Mosner - Realizar Consulta

La película se intitula en francés Una relación pornográfica. La inadecuada traducción, sin embargo, hace justicia, pues en la película no hay ninguna pornografía.
Digamos, por tanto, qué es pornografía. Viene de porné que quiere decir prostituta en griego.
Básicamente “pornografía” es la manifestación de lo más real de la sexualidad, es la sexualidad sin atenuación, sin sombras, sin velos. Pero en la película, todo es velado, tapujado, insinuado, se habla de una fantasía que realizan juntos pero no se revela ante nuestros ojos pornográficamente… sólo se dice. Estamos en presencia de la sexualidad de los neuróticos, del erotismo...
La película se intitula en francés
Una relación pornográfica. La
inadecuada traducción, sin embargo, hace justicia, pues en la película no hay
ninguna pornografía.
Digamos, por tanto, qué es
pornografía. Viene de porné que
quiere decir prostituta en griego. Básicamente “pornografía” es la
manifestación de lo más real de la sexualidad, es la sexualidad sin atenuación,
sin sombras, sin velos.
La pornografía pretende ser el
colmo de la realidad sexual, aquello que se da a ver en bruto. Queda como
sinónimo, relativamente cercano, de obsceno e impúdico.
Pero en la película, en lo que
vemos en ella y en el relato mismo de los personajes, todo es velado, tapujado,
insinuado, se habla de una fantasía que realizan juntos pero no se revela ante
nuestros ojos pornográficamente… sólo se dice. Estamos en presencia de la
sexualidad de los neuróticos, del erotismo, de la sexualidad que se transmite
haciendo sombra, por ejemplo, no se ven los genitales, en la única oportunidad
en que la cámara entra cual si fueran nuestros ojos a la habitación 118 y toma
para nosotros a la pareja haciendo el amor.
Se trata, entonces, de la historia de la conformación de una pareja de un modo poco habitual… o quizás era poco habitual cuando Fonteyne, el director belga de 32 años, hizo la película; ahora es más común el emparejamiento a través de ICQ. Lo que no es nada común es el escenario artificial que proponen los protagonistas: no hablan de sus nombres, profesiones o actividades laborales actuales, ni de hijos ni de padres; es decir que la propuesta más pornográfica del encuentro es el anonimato que, como veremos, es una propuesta sexual absolutamente neurótica, se debe a determinaciones que provienen de sus historias y que se plasman en miedo e incertidumbre, en cobardías de cada uno de ellos, sentimientos de endeblez y de imposibilidad de ser amados, es decir, este contrato de vinculación sexual anónima necesariamente fracasará porque es imposible… es imposible el anonimato y cuando llega el momento en que tienen que darse a conocer, es decir, cuando tienen un compromiso emocional, cuando advierten que se aman… retroceden. La fobia, que es la palabra fina para decir miedo, hace que cada uno de ellos de un paso atrás cobardemente. Él, por el final, lo dice con todas la letras: “no me conoces... si me conocieras”. Nosotros podríamos continuar por él : “si supieras, si vieras dentro de mí, si observaras mi destrucción interna, mis marcas, las porquerías que creo que tengo”. Esta, considero que es una de las claves del relato y de esta relación: el anonimato para armar un mundo recortado de dos veces por semana o de una vez cada dos semanas o lo que fuera, en pequeños espacios como ese cuarto de hotel, ese bar y el viaje circunstancial a ese restaurante; de todos modos dice él: “el restaurante es cerca de aquí”, pero es como si fuera un viaje a las galaxias de la relación, que debe circunscribirse, como toda relación de amantes, a una realidad recortada circunstancial, apretada en rituales y geografías para que no invada el resto de la vida, ese resto de la vida que es lo que podemos denominar la vida real.
Quizás lo que el director y el
guionista de la película (que es un escritor de teatro, de allí, quizás, la
escenografía establecida en unos pocos lugares, unos pocos escenarios fijos que
se construyen teatralmente) nos muestran cómo un trozo de la vida, cómo unos
momentos de la vida de una persona pueden ser aparentemente más vitales, más
conmovedores, más pulsionales que toda la vida de esa persona. Pero eso es
justamente la neurosis: un empobrecimiento ¿Por qué renunciar a una vida a
pleno? ¿por qué reducir la vida a un rincón?
Quiero decirles que mi hipótesis
acerca de la fantasía “pornográfica” que satisfacen secretamente es una
fantasía bastante vulgar que sin embargo parece inquietar enormemente a los
amantes y que debido a ello deben mantenerla escondida en el hotel.
Se trata de que él se transforma
en mujer y ella en hombre. Eso es todo… y como les decía es bastante común,
casi diría parcialmente necesaria, pero la endeblez interna de cada uno de
ellos hace que tenga que ser un secreto, temer el desmoronamiento al reconocer
que necesitan al otro para sostenerse y completarse. Hay una pretensión de
autonomía, de no necesitar, terror de quedar fusionado al otro, horror de que
cuando acucie la necesidad del otro, de chupar la teta, cuando uno requiera el
alimento de la presencia del otro para aliviar la sensación de déficit interno…
¡que el otro no esté! Entonces lo que falta adentro los devoraría, sobrevendría
un infarto, la muerte por hambre de amor. Entonces practican no necesitar.
Hay una fantasía de intercambio de
roles sexuales, esto es bastante normal si pensamos que cuando el genital
masculino penetra al femenino desde cierto punto de vista, y por un ratito, no
se sabe de quién es. Pero esta gente arma una escena a la que accedemos cuando
ella dice que quiere ir arriba, para dominar, le va diciendo lo que tiene que
hacer: “muévete, no te muevas”, le habla y él da vuelta la cara un poco
avergonzado, femeninamente. Ella le habla de los hombres que tuvo y de sus
estupideces, él va abajo pasivamente. Además él es español, España está abajo
de Francia.
Freud observó que el límite de la
indagación psicoanalítica del varón es el acceso a la femineidad del hombre.
Dicho grotescamente: hay que tener huevos para reconocer nuestros aspectos castrados,
femeninos, homosexuales. Pero es una paradoja… la capacidad de reconocer
nuestros aspectos maricones nos posibilitan una fortaleza auténtica, tenemos
que estar gastando energía en hacer pinta, en disimular, en ponernos duros, y
es ahí donde se nos ablanda lo que conviene que esté duro. Qué es lo que dice
nuestro protagonista que le ocurre cuando ella va arriba, la versión de él es
que padeció de impotencia, quedó abajo en demasía. No pudo aceptar el juego de
hacer un poco de mujer, el pene se asustó. Y ella dice, según él, lo que
suelen… y deben decir las mujeres en esas circunstancias: “la pasé bien igual,
bueno... a veces pasa, la próxima va a ser mejor”, etc. Pues bien, mi hipótesis
es que la fantasía “pornográfica” de él es hacerse mujer un rato, pero en forma
anónima, una especie de travestismo inconsciente: de hecho él responde a un
aviso de una revista, como una prostituta. Por eso va abajo en la única
relación sexual de la que seremos testigos, relación sexual insinuada, a eso se
lo denomina erotismo, insisto… y no pornografía. Sólo se ve el cuerpo de ella
de la cintura para arriba, y el topless es
bastante aceptado y de costumbre europea. Los genitales no se ven y no se sabe
de quién son. El de él dicen que se ablanda y eso necesariamente habla de
cierta feminización. En idioma psicoanalítico es temor a la castración. Ella le
pregunta si le duele (pregunta que un varón suele hacerle a una mujer). En otra
escena, en el bar él llora y se avergüenza, debe ocultar su feminidad, lo
pueden ver, y él es todo un hombre.
También está el padre, particularmente en la presencia de los viejos y de ese viejo que ¿equivocadamente? aparece en el cuarto.
Voy a dejar intencionadamente el
análisis o las hipótesis acerca de ella para que las chicas nos expliquen desde
sus entrañas de qué se trata. También
voy a dejar para que decidamos entre todos por qué cada uno de los
personajes relatan al incógnito entrevistador versiones distintas: Ella dice
que se conocieron por Internet, él dice que por el aviso. Él dice que
intercambiaron fotos. Ella dice que sólo cartas. Él dice que la relación duró
seis meses, ella que sólo tres ó cuatro. También hay diferencias en cuanto a
cuándo eran los encuentros: para él cada dos semanas, para ella semanalmente.
Él dice que “hacían” la fantasía. Ella dice que lo hacían normalmente.
Bien, ustedes comprenderán que hay
motivos por los cuales el script
incluye a los viejos.
Consideré la hipótesis de que estos viejos muestran de dónde vienen los protagonistas (el pasado) y hacia dónde van (el futuro) con esta cosmovisión de abominar del amor y expulsar el compromiso y el involucrarse imprescindible de uno con el otro. Lo trágico de no poder tender un puente sobre el Sena, llámese Pont Neuf o lo que sea. Traspasar el abismo que los deja a cada uno de un lado y otro de la vereda, detrás de la cortina de agua o separados por el vidrio de la Salpetriere (el hospital en el que Freud conoció a Charcot, el hipnotizador).
Estos viejos, los Ligneaux no se han separado, siguen siendo marido y mujer aunque él haya pretendido el anonimato, él dice “hace cuarenta años que me mato”, “que no llamen a mi esposa”. El anonimato es el equivalente de un suicidio. El viejo hace cuarenta años que pretendió desaparecer, pero desaparece a medias, tabica su existencia, busca mujeres anónimas, no quiere compromiso de amor, de construcción de un vínculo, pero esto en la película, quizás también en las vidas, muestra la cercanía de la muerte y la vida. A ella, a la vieja, le bastaba saber que él vivía por ahí, esto le permitía vivir… como muerta en vida, desexualizada; la imagen es de alguien que no sabemos si es hombre o mujer si no fuera por la trama y el diálogo.
Es terror a una relación de amor
que en la mente de nuestros protagonistas, al igual que en el viejo, significan
fusión, y simbiosis terrorífica. Los personajes muestran una dificultad
extraordinaria para aceptar en ellos mismos sus debilidades, sus necesidades y
sus deseos, se viven extremadamente lejos de satisfacer ideales.
Cuando se miran a ellos mismos
desde esta perspectiva se ven con un mundo interior malo, fragmentado, con un
pasado que no pueden valorar: el pasado, lo vivido, sus nombres, sus
producciones, el trabajo, etc. deben parecer insondables porque haría huir al
otro inmediatamente, no pueden darse a conocer con sus defectos. Si ellos
hicieran perdurar la relación terminarían como esos viejos. También sus propios
viejos, los padres deben estar representados por estos viejos, padres
distantes, poco continentes, que rechazan sus propios productos. El viejo le da
un anillo, el de casamiento o compromiso, el cestum de los romanos porque no quiere que se sepa que estaba
casado, quiere conservar el anonimato, pero el empleado del hospital dice que
el anonimato es imposible ¿Qué diríamos? Cada uno tiene un nombre y una
historia, la asumís y la elaborás, es decir la hacés propia, te hacés
responsable, incluso te hacés responsable de cambiar la dirección de tu
destino, o si no te morís… primero civilmente, vivís como una sombra y luego
sobreviene la muerte real, en soledad trágica. No hay solipsismo posible, sólo
el de la muerte. Pero el legado del viejo es: odia el amor, no te pongas en
compromiso. El ser humano está condenado al amor… imperfecto, insatisfactorio,
con vetas inevitables de odio, etc. O la otra alternativa es la muerte, el
suicidio, como la vieja Lignaux: “¿tú crees que va a suicidarse?” -pregunta
ella-. “No, no creo” –él no le da importancia-.
Escena siguiente: ella mira los
avisos fúnebres (¿la estaba o se estaba buscando?) Ella sabía que esa necesidad
de amor fusional de la vieja, esa necesidad imperiosa de completarse con ese
viejo, aunque el anduviera por allí, cuando el motor de la vida está totalmente
en el otro y este otro se apaga, se apaga la propia existencia. Esto habla de
una esclavitud en relación a una figura paterna o materna. La idea del amor
aquí es, por lo tanto, la presencia de un ser fundamental: sin ese ser, sin ese
otro mi vida es absolutamente imposible, el otro es mi cabeza, mi corazón…
todo. Justamente esto es lo temido, de eso huyen los protagonistas y como dice
el poeta: los que huyen tenazmente de la muerte, la encuentran. Como el
encuentro en Samarcanda del relato persa.
Él y ella han tenido infancias en
las que no han podido establecer relaciones tranquilas y continentes, relaciones
de amor estables y aliviantes de las angustias primitivas que todos tenemos, de
niños exigidos y desenergizados a favor de un portarse bien, cumplir con
exigencias. Por eso ahora tienen una rebeldía a destiempo: quieren hacer algo
chancho, oficialmente prohibido, algo que sea pornográfico, lo pornográfico es
un ideal de oposición, de rebeldía: “hice algo muy feo y no te lo digo, me dio
un placer enorme hacerlo y no te digo qué, tomá”.
Tienen ahora cuarenta años
aproximadamente (el codo de la vida) y ven más cerca el futuro de los viejos,
esos viejos sin amor como destino, y no se modifica el destino dejándose
barbita o tiñéndose el cabello.
Volviendo a las infancias de estos
personajes quiero dar pruebas más contundentes de lo que antes presuponía: en
la bañadera y mientras gozan como niños hurgueteando sus sexos (otra vez el
agua) él dice que ha sido somático y ella que padecía de alergias (fiebre del
heno) que se caracteriza por conjuntivitis, catarro y… accesos asmatiformes.
¡Han padecido de lo mismo!
Estas afecciones son
características de vínculos tempranos poco continentes y afectuosos, donde no
hay sosiego, donde hay posibilidades de afrentas y agresividad y el yo se vive
siempre inseguro. Recuerden el análisis que hicimos del niño asmático en la
película Mejor Imposible. Las formas
somáticas de expresión de angustia, que además están directamente asociados a
los momentos de la vida en donde se juega la identidad sexual. Observen que
ella dice que padeció de fiebre del heno, los brotes de esta enfermedad son en
primavera, a raíz del polen. El polen es el elemento de la reproducción sexual
de las flores (que a su vez son los órganos sexuales de las plantas). Por el
lado de él dice que la última declaración de amor que realizó fue cuando tenía
el brote de acné, es decir en la primavera de la vida, ¿sería a los 15, a los
18 años? El número de la habitación del hotel. Ella también ha mencionado la
relación con el hombre (¿o él que quería que tuviera vello?) que miraba el
reloj a los 18, 20 años, y veinte minutos es lo que debía durar la relación
sexual para que el 80% de las mujeres alcanzara el orgasmo. Orgasmo al que ella
no llega cuando lo hace arriba de él. Y él al encuentro siguiente tarda veinte
minutos en estacionar (son las mujeres que hacen esperar, dijo él en otra
ocasión).
Bueno, muchas preguntas pueden formularse y sinnúmero de respuestas
podemos dar entre todos.
En esta ocasión podemos abrir la
puerta 118 y también la 115 y pispear en la vida de esta gente, la puerta de un
dormitorio que conduce, para nuestra alma infantil, siempre al dormitorio de
nuestros padres. En este caso en Paris, de donde vienen los niños, en un relato
que marca justamente un intento desesperado de este hombre y esta mujer por
detener el paso del tiempo, donde no pueden soportar el paso del tiempo como
castración, el amo absoluto: Cronos, el Tiempo, figura mitológica, que se come
a los hijos. Una pareja que no puede trascender. Ella lo insinúa “me gustaría
poder estar juntos cuando usemos dentadura postiza”. Pero después se echa
atrás, no pueden correr el riesgo del amor y construirlo. Entonces… imposible
el anonimato, el esconderse de la historia para armar una historia o un pequeño
mito, imposible desmentir la realidad del anhelo que nos impulsa, poco podemos
hacer antes de la llegada de la Parca, una de las pocas cosas que podemos hacer
es construir una relación de amor y trascender en sus frutos.
Autor: Jorge Mosner
E-mail:
jorgemosner@hotmail.com
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