La verdad en psicoanálisis. Una pura formalidad. Tornatore y Lacan con Heidegger

17/08/2011- Por Pía Doldán - Realizar Consulta

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Es interesante la elección que hace Giuseppe Tornatore (guionista y director) al utilizar un interrogatorio como estrategia de desocultamiento de la verdad, de la cual ni el sospechoso ni el comisario parecen saber nada. Dice Lacan: “La verdad, […], es de origen (escritura en griego), término sobre el cual tanto ha especulado Heidegger. Emet, el término hebreo, tiene, como todo uso del término verdad, origen jurídico. Todavía hoy, al testigo se le pide que diga la verdad, sólo la verdad, y es más, toda, si puede, pero por desgracia, ¿cómo va a poder? Le exigen toda la verdad sobre lo que sabe. Pero, en realidad, lo que se busca, y más que en cualquier otro en el testimonio jurídico, es con qué poder juzgar lo tocante a su goce. La meta es que el goce se confiese, y precisamente porque puede ser inconfesable. Respecto a la ley que regula el goce, esa es la verdad buscada.” (Lacan, Jacques. El saber y la verdad – Seminario XX Aún)

                       

                                 

 

Ficha técnica y artística

Nacionalidad: italiana

Título original: Una pura formalità

Año: 1994

Duración: 108 minutos

Dirección y montaje: Giuseppe Tornatore

Guión: Giuseppe Tornatore y Pascal Quignard

Actores: Gerard Depardieu, Roman Polanski, Sergio Rubina, Nicola di Pinto

Música: Ennio Morricone

 

 

¿Se puede decir que lo real miente (réel ment)? En el análisis, se puede seguramente (sûrement) decir que lo verdadero miente (vrai ment). El análisis es un largo encaminamiento (chemine ment). Se lo reencuentra en todas partes. Que el camino (chemine) mienta, nos señala que, como en el hilo del teléfono, nos enredamos los pies.”[1]

 

 

Entre otras cosas, podría decirse que el trabajo del analista es el trabajo vía la palabra.

 

Cuando se trata de la palabra, Lacan dice “La palabra, la palabra define el lugar de lo que se llama la verdad. Lo que marco, desde su entrada, para el uso que quiero hacer de ella, es su estructura de ficción, es decir, también de mentira. En verdad, viene al caso decirlo, la verdad no dice la verdad –no a medias- más que en un caso: es cuando dice “miento”. (…) Es el primer punto del inconsciente estructurado como lenguaje”[2]

 

La verdad solo puede decirse a medias; esa imposibilidad de decirlo todo es lo que lleva a hablar.

 

A propósito de la verdad en psicoanálisis propongo ver la película Una pura formalidad. Consiste básicamente de tres partes: una primera escena que abre con el cañón de un revólver en primer plano, el revólver se dispara y de inmediato se suceden diferentes tomas dentro de un bosque. En esta primera escena el director usa un estilo que bien podría ser uno de los antecedentes del  dogma 95[3]; pone al espectador “en los zapatos” del protagonista. Una segunda parte, se desarrolla principalmente en el destacamento policial de un pueblo de la campiña francesa y se centra en el interrogatorio que el comisario realiza al sospechoso, y una tercera parte, el desenlace: el develamiento de la verdad.

 

Es interesante la elección que hace Giuseppe Tornatore (guionista y director) al utilizar un interrogatorio como estrategia de desocultamiento de la verdad, de la cual ni el sospechoso ni el comisario parecen saber nada. Dice Lacan  La verdad, digamos para cortar por lo sano, es de origen (escritura en griego), término sobre el cual tanto ha especulado Heidegger. Emet, el término hebreo, tiene, como todo uso del término verdad, origen jurídico. Todavía hoy, al testigo se le pide que diga la verdad, sólo la verdad, y es más, toda, si puede, pero por desgracia, ¿cómo va a poder? Le exigen toda la verdad sobre lo que sabe. Pero, en realidad, lo que se busca, y más que en cualquier otro en el testimonio jurídico, es con qué poder juzgar lo tocante a su goce. La meta es que el goce se confiese, y precisamente porque puede ser inconfesable. Respecto a la ley que regula el goce, esa es la verdad buscada.”[4]

 

En el interrogatorio, el comisario también le exige toda la verdad al sospechoso y también en la película algo del goce empieza a ocupar su lugar.

 

Resulta maravilloso ver cómo el arte consigue transmitir la esencia de las cosas, lo hace a su modo, un modo particular. Si hay algo que el arte sabe es que la cosa no puede ser dicha toda. Es así que el arte habla no sin rodeos, metáforas e ingeniosos recursos que dejan de serlo cuando son nombrados retóricos. Porque sabe que es lo propio de la cosa, escabullirse.

Eso que se escapa al intentar recordar un sueño, eso que se escurre entre las palabras “mejor intencionadas” y aparece como lapsus o acto fallido o chiste, eso que se abre camino en el cuerpo para decir algo.

 

“La verdad levanta vuelo, la verdad levanta vuelo en el preciso momento que ustedes más quieren capturarla.”

 

Es curioso que complete esta indicación con que un sueño despierta justo en el momento en que el sueño podría dejar escapar la verdad. De tal suerte que uno no se despierta más que para continuar soñando, soñando en lo real, para ser más exactos: en la realidad. Todo esto impacta por una cierta falta de sentido.

 

Nosotros estamos "no sin" una relación con la Verdad.”[5]

 

Justamente, para empezar a hablar de la verdad, Lacan hace referencia a una experiencia infantil diciendo lo siguiente “Mi primer libro de lectura tenía por primer texto una historia que se titulaba -y era cierto, de eso hablaba- "Historia de una mitad de pollo". No es un pájaro más fácil de atrapar que los otros, cuando la condición es ponerle sal en la cola (…)”[6]

 

Una verdad que se escapa, se escabulle, sale volando, no se deja atrapar.

 

¿Qué es la verdad?

Martin Heidegger se ocupó en trabajar la cuestión de la verdad desde su origen, la palabra griega alétheia.

De “La doctrina de Platón acerca de la Verdad” traigo dos citas:

“Verdad significa primariamente lo arrancado con lucha a la ocultación en que yacía. De modo que verdad es ese arrancar con lucha y siempre en la forma de un desentrañar. La ocultación por lo demás puede ser de diversos modos; a saber: encierro, preservación, embozo, encubrimiento, velación, disimulación”.[7]

 

“La desocultación, concebida platónicamente, queda puesta en relación con el mirar, el percibir, el pensar y el enunciar. Obedecer a esta relación significa abandonar la esencia de la desocultación. Ninguna tentativa de fundamentar la esencia de la desocultación en la “razón”, en el “espíritu”, en el “pensar”, en el “logos”, ni en cualquier otra especie de “subjetividad”, puede salvar a dicha esencia, pues lo que es preciso fundamentar, es decir, la esencia de la desocultación misma, aún no es en todo esto lo suficientemente cuestionado.”[8]

 

Si la desocultación concebida en relación al mirar, al percibir, al pensar y al enunciar supone que se abandone su esencia, ¿cuál sería el camino de la desocultación? No es con la razón, ni el pensar ni el logos.

 

¡No es para nada con la razón! Hay artículos en los cuales el autor se cita a sí mismo o pone en la bibliografía alguna de sus obras anteriores. Me pregunto, ¿por qué alguien se citaría a sí mismo? En un primer momento parece raro, hasta arrogante. Pero en realidad tiene mucho sentido. Alguien puede citarse a sí mismo porque no es idéntico a sí mismo. Si fuera idéntico a sí mismo, no podría citarse. Lo mismo sucede con la palabra. Es difícil entender la estructura de ficción de la palabra, su estructura de mentira, si antes no cae la pretensión de pensarla idéntica a sí misma. Así como uno no es idéntico a sí mismo y esto permite que uno se cite, así la palabra tampoco es idéntica a sí misma.

 

Entonces, como soporte a lo que dice Heidegger en “La doctrina de Platón acerca de la verdad”, cito al no mismo Heidegger en otra de sus obras, “El origen de la obra de arte”. Allí hace un recorrido en torno a encontrarse con la esencia del utensilio a través de la obra de arte.

 

“¿Cómo podremos saber qué es el utensilio en realidad? Evidentemente, el procedimiento que vamos a seguir ahora debe evitar esos intentos que conducen nuevamente al atropello de las interpretaciones habituales. La manera más segura de evitarlo es describiendo simplemente un utensilio prescindiendo de cualquier teoría filosófica.

 

Tomaremos como ejemplo un utensilio corriente: un par de botas de campesino. (…) A tal fin bastará un ejemplo gráfico. Escogeremos un famoso cuadro de Van Gogh, quien pintó varias veces las mentadas botas de campesino”

  

                 

 

mientras sólo nos representemos un par de botas en general, mientras nos limitemos a ver en el cuadro un simple par de zapatos vacíos y no utilizados, nunca llegaremos a saber lo que es de verdad el ser-utensilio del utensilio. (…)

(…) En la oscura boca del gastado interior del zapato está grabada la fatiga de los pasos de la faena. En la ruda y robusta pesadez de las botas ha quedado apresada la obstinación del lento avanzar a lo largo de los extendidos y monótonos surcos del campo mientras sopla un viento helado. En el cuero está estampada la humedad y el barro del suelo. Bajo las suelas se despliega toda la soledad del camino del campo cuando cae la tarde (…)
Ha sido la obra de arte la que nos ha hecho saber lo que es de verdad un zapato. Si pretendiéramos que ha sido nuestra descripción, como quehacer subjetivo, la que ha pintado todo eso y luego lo ha introducido en la obra, estaríamos engañándonos a nosotros mismos de la peor de las maneras. (…)”[9]

 

Los zapatos del cuadro de Van Gogh hablan. Sin embargo, cuando uno intenta describir los zapatos, explicarlos, definirlos, pretender saber algo acerca de ellos, la verdad de los zapatos se escapa. Sabiendo no hay escucha posible, la escucha sólo es posible en tanto se da lugar a un no saber.

 

Es dando lugar al no saber que eso habla. Así como sucede con las botas del campesino, en la película, el comisario apuesta a que sea el sospechoso quien diga su verdad. Lo interroga una y otra vez, le señala sus contradicciones, lo fuerza a “hacer memoria”, esto es a asociar. Es interesante que en la película no queda establecido si el comisario sabe o no de qué se trata esa verdad, poco importa si lo sabe, lo importante es que pueda preguntar como si no lo supiera. Un analista es alguien que escucha desde una cierta posición que no es cualquiera, está advertido de la estructura de ficción de la verdad, de que la palabra miente.

 
 
Notas

[1] Lacan, Jacques. Hacia un significante nuevo: III Lo imposible de aprehender – Seminario XXIV Lo no sabido que sabe de la una-equivocación se ampara en la morra.
[2] Lacan, Jacques. El saber del Psicoanalista (Charlas en Saint Anne)
[3] Dogma 95: Lars Von Trier y un grupo de directores entre ellos Thomas Vinterberg y Soren Kragh-Jacobsen dieron a conocer un documento en el que planteaban la necesidad de modificar la forma de realizar el relato cinematográfico. Ese documento resultó ser el impulso inicial de un movimiento llamado Dogma 95 (Dogme 95). Los directores en cuestión se comprometían a tratar sus películas respetando una serie de normas estrictas a partir de las cuales buscaban encontrar la verdad profunda. Las películas filmadas de acuerdo a este movimiento deben ser filmadas en escenarios naturales evitando las escenografías armadas en los estudios, con cámara en mano o al hombro, grabada con sonido directo y sin musicalizaciones especiales. Todas estas especificaciones buscan dar a la historia un tono más realista.
[4] Lacan, Jacques. El saber y la verdad – Seminario XX Aún
[5] Lacan, Jacques. Verdad hermana del goce – Seminario 17 El Reverso del Psicoanálisis
[6] Lacan, Jacques. Verdad hermana del goce – Seminario 17 El reverso del Psicoanálisis
[7] Heidegger, Martin. La doctrina de Platón acerca de la Verdad
[8] Heidegger, Martin. La doctrina de Platón acerca de la Verdad
[9] Heidegger, Martin. El origen de la obra de arte. Caminos de bosque. Alianza, 1996


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