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Concepto de fantasma

01/02/2001- Por Norma E. Alberro - Realizar Consulta

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CONCEPTO DE FANTASMA

El término fantasma ha pasado al lenguaje corriente como sinónimo de fantasía erótica, y en algunos casos para significar una aprehensión errónea o ilusoria de la realidad. Cada individuo sabe o creer saber lo que es el fantasma: sueños diurnos en donde el sujeto se imagina rico, amado, célebre, o también ensueños de tipo eróticos que reemplazan o acompañan al acto sexual. Si bien estos significados no están ausentes en los textos freudianos, no obstante este concepto ha tomado, para Freud y los psicoanalistas posteriores, una significación mucho más precisa y operatoria.

Lo que los psicoanalistas entendemos por esta palabra no se reduce a esta representación común. Sin embargo, es necesario que lo tengamos en cuenta, más aún, la teoría psicoanalítica del fantasma debe permitir situar y diferenciar lo que el fantasma significa para el sentido común, en las fantasías eróticas tanto como en los ensueños ambiciosos de gloria y poder.

El concepto de fantasma toma un lugar muy particular en la historia de la teoría freudiana. Al comienzo de la clínica psicoanalítica Freud creyó que sus histéricas habían sido objeto de un traumatismo sexual infantil, de una "seducción" iniciada por un pariente cercano: amigo, hermano y en algunos casos, el padre. La experiencia de la cura lo conduce a abandonar esta idea y a admitir que aún en los casos donde no existe un hecho real, sus enfermas relatan estas escenas eróticas.

Lo que Freud nos enseña con esto es la forma como el síntoma expresa un fantasma sexual inconsciente. Es el caso de las crisis histéricas que son incomprensibles hasta que no se advierte que la paciente que padece estas crisis juega un doble rol: el de una mujer que lucha y se defiende y el de un hombre que la agrede. Siguiendo la línea histórica del psicoanálisis, es interesante recordar también, que el análisis del sueño del "hombre de los lobos" realizado por Freud, hace emerger un fantasma de escena primaria en el cual el niño da sentido, après coup, a su percepción precoz del coito sexual entre sus padres. De esta manera, y con el fin de recubrir el traumatismo de la castración, se elabora en su psiquismo una representación inconsciente de esta relación sexual entre los hombres y las mujeres y se construye su deseo, reprimido, de formar parte de esta escena ubicado en el lugar de la madre.

El fantasma así constituido para el sujeto aparece como los anteojos a través del cual cada uno aprehende la realidad, estructurada en el momento del conflicto edípico, según una metáfora sexual. Estos anteojos son siempre parciales, puesto que allí se juega el deseo del sujeto. La realización del fantasma, la puesta en acto del mismo, significa la ruptura de esta protección implicada en la metáfora de los anteojos. En este acto el sujeto desaparece en su propio acto de realización. Otra cosa diferente es la puesta en obra del fantasma en la creación, en donde el artista, escribiendo o mostrando en pinturas, ofrece para ser visto, lo que no se puede decir de la condición humana y de su marca traumática que, para cada uno, lo constituye como sujeto.

Es imposible tratar de precisar el concepto de fantasma sin tener en cuenta el aporte y el lugar importante que Lacan le ha dado en la teoría psicoanalítica. Voy a tratar de desarrollar muy brevemente este concepto, aunque sabiendo que no es posible hablar de la teoría del fantasma lacaniano en tan pocas frases.

Lacan lee Freud de una manera precisa y bastante original. En lo que concierne al fantasma "pegan a un niño", por ejemplo, pone de relieve el borramiento, la elisión del sujeto en el fantasma. Esta elisión se manifiesta en la última fase del fantasma. Recordaré brevemente los tres momentos que marca Freud: "mi padre pega al niño que yo odio"(me quiere solo a mí), indica los celos del sujeto. La segunda etapa intermedia e inconsciente y con frecuencia reconstruida en el análisis, se formula así: "mi padre me pega" y expresa la culpabilidad del sujeto bajo una forma masoquista. Es solo en la tercera fase que toma la forma que se presenta ordinariamente como "pegan a un niño", forma en la que no se sabe quién pega ni quién es pegado. Es en esta tercera fase, según Lacan, que el sujeto, es elidido. Pero él va aún más allá y dice que, en realidad, desde la primera fase el niño ha podido percibir, respecto de su rival, que el castigo lo hace caer de su dignidad de sujeto que "es en esta posibilidad misma de la anulación subjetiva que reside todo su ser, en tanto que ser existente"(Lacan, Seminario "La lógica del fantasma").

De esta manera, a partir de indicaciones que se encuentran en la clínica de Freud, Lacan llega a una teoría del fantasma bastante nueva. En efecto, el fantasma se articula a partir de una pregunta (che vuoi?) sobre el Otro, ese lugar del lenguaje en el cual el sujeto busca saber lo que concierne a su ser. Es, sin duda, porque él no sabe lo que el Otro quiere de él, que el sujeto supone lo peor, lo que lo conduce con frecuencia a una posición masoquista. Trataré de ser más precisa. El sujeto no puede ser enteramente definido por un significante que vendría a representarlo. Él se encuentra reenviado sin cesar de un significante al otro, y si debe situarse en algún lado,es justamente en ese intervalo, en este corte entre dos significantes. Es porque él está sin recursos en este lugar donde el significante falta,que se define en el fantasma elidiendo un objeto que comporta él mismo esta dimensión del corte. Se puede pensar en este punto en el objeto parcial freudiano, el seno, las heces. Este objeto Lacan lo llama "a" y define el fantasma como la relación del sujeto a este objeto y demuestra que el deseo está cautivo en el fantasma. Sin duda, hay mucho para decir de esta teoría, lo que creo importante destacar es que Lacan pone de relieve y le da un valor en la teoría, a la afirmación que el fantasma es también lo que llamamos la realidad. Esto se pone de manifiesto en el curso de un análisis en el cual un paciente puede darse cuenta de cómo las relaciones que le parecen bien reflexivas, racionales y "realistas", son en el fondo determinadas por los escenarios inconscientes en los cuales él se encuentra sujetado sin saberlo.

Ahora bien, una pregunta se impone desde nuestra práctica como psicoanalistas: ¿Cuál es el lugar del análisis del fantasma en el trabajo analítico? En mi opinión es una cuestión esencial, tanto que me atrevo a decir que no se puede conducir un análisis si se desconoce la importancia del fantasma. En cuanto al final de una cura, ella supone que el sujeto llegue a comprender un poco mejor lo que se refiere a su fantasma fundamental, pero ello supone también, que el sujeto reconozca la forma en la cual él se inscribe en su fantasma; incluso si esa forma es la de una elisión: ("yo no tengo nada que ver"). Por este proceso, el sujeto descubre en el objeto a la materia de la cual está echo y, por otro lado, reconoce que él se reduce a esto. Aunque también el análisis del fantasma implica que el sujeto perciba lo que pone de sí mismo en el movimiento por el cual él se reduce a su objeto a.


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