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Del fundamentalismo religioso al imperialismo: ¿El malestar en la cultura del siglo XXI?

21/04/2015- Por Catalina Garcia Rojas Reynoso - Realizar Consulta

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Sigmund Freud en "Tótem y tabú" nos explica que el significado de tabú puede tener dos direcciones contrapuestas: remite a la vez a lo “sagrado” y “santificado” y a lo “ominoso”, “peligroso”, “prohibido” e “impuro”; es decir el tabú se expresa esencialmente en prohibiciones y limitaciones. La autora se propone analizar la religión anglicana y el nacimiento de los denominados "puritanos," que en la búsqueda de libertad por la opresión y persecución, llegan al continente americano para fundar un nuevo país, que estará cimentado en la religión y en el pensamiento de supremacía del imperio inglés del padre: Enrique VIII.

 

 

 

Escrito remitido por la corresponsal mexicana de elSigma Isela Segovia

 

        

“En 1893, Josiah Strong , el secretario general de la rama

estadounidense de la Alianza Evangélica, describió a su país

como la  “nueva Roma”, cuya finalidad era “anglosajonizar”

al mundo entero. Y afirmó: “No pido que salvemos a los

Estados Unidos por el  bien de Estados Unidos,

sino que salvemos a los Estados Unidos

por el bien del mundo”.

                                                                                     Nickerson  (1923)(1)

 

        

  El 22 de abril de 1509, sube al trono de Inglaterra con el título nobiliario de Rey de Inglaterra y Señor de Irlanda, el segundo monarca de la casa Tudor: Enrique VIII. El nombre de Enrique VIII es asociado a muchos eventos sin precedente; es famoso por sus seis esposas; que si no se morían de enfermedad o parto, las mandaba decapitar o en el mejor de los casos buscaba anular el matrimonio declarando a sus hijos bastardos y por ende les retiraba de la sucesión al trono. También William Shakespeare lo inmortalizó en una de sus obras; pero su mención en este escrito está enfocada a su ruptura con el Vaticano para fundar la iglesia Anglicana, evento que no será sin consecuencias. 

 

  Inglaterra antes de Enrique VIII venía viviendo diversos enfrentamientos, provocados por cuestiones religiosas que impactaban a toda Europa, además de la guerra de Las Dos Rosas que enfrentaba a las casas Lancaster y York; que aspiraban al trono de Inglaterra; el final de esta guerra es marcado por la fusión de ambas casas naciendo así la dinastía Tudor.

 

  Enrique VII e Isabel de York tuvieron cuatro hijos; Arturo, Margarita, Enrique y María. Arturo por ser el primogénito sería el heredero a la corona y por supuesto tendría que contraer nupcias con alguien que conviniera a los fines políticos de la corona inglesa; y es así como contrae nupcias con Catalina de Aragón, hija de los reyes católicos de España, Fernando II e Isabel I; sin embargo el matrimonio solo durará 20 semanas ya que Arturo muere a causa de una infección; éste evento pone en orden de sucesión a Enrique; y por supuesto había que mantener la alianza con España, por lo que se buscó una dispensa papal para anular el matrimonio con Arturo ya que Catalina aseguraba que dado el estado de salud de su esposo no se había consumado nunca el matrimonio; es así como nueve semanas antes de su coronación Enrique desposa a Catalina de Aragón; después de un aborto, nace un varón que llamarán Enrique pero que morirá al mes de nacido, posteriormente nacerá María única hija viva de este matrimonio. Enrique VIII mostró gran interés en sus alianzas con España y el Vaticano contribuyendo a mediar las rencillas existentes con Francia; esto llevó a que el rey se interesara por los asuntos religiosos que en ese entonces agobiaban a Europa; Martín Lutero con su reforma religiosa en Alemania tenía muy incómoda a Roma; Enrique VIII responde a Lutero con un escrito titulado “Defensa de los siete sacramentos” que le ganarán el título Fidei Defensor (Defensor de la fe) y inclitissimus (el más ilustre); sin embargo esto no era suficiente para Enrique, el monarca exigía de su reina un heredero a la corona y dado que la sucesión femenina no era bien vista en ese entonces, el rey comienza a caer en la desesperación y es cuando sus relaciones con el Vaticano y España comienzan a tambalearse; Enrique se enamora de Ana Bolena y busca a toda costa el divorcio con Catalina de Aragón para desposar a Ana; sin embargo el asunto no será sencillo  debido a que Catalina de Aragón era la hija de los Reyes Católicos de España y su nombre pesaba demasiado para el Vaticano; Enrique no tiene otra salida más que echar mano de la religión para lograr su objetivo; lleva a Catalina a juicio argumentando que ella había mentido y que si había consumado el matrimonio con su hermano Arturo y como ésta ante los ojos de Dios era esposa de su hermano, ellos estaban condenados por adulterio y por ello Dios los castigaba sin poder tener hijos varones que lo sucedieran en el trono; dicho argumento era insostenible por lo que el Vaticano se rehusó a anular el matrimonio u otorgar el divorcio. Esta disposición papal le resultó muy perturbadora a Enrique y muy paradójicamente rompe relaciones con Roma y funda la iglesia Anglicana donde se autoproclama Jefe Supremo de la Iglesia de Inglaterra  y consuma esto en el Acta de Supremacía de 1534 donde confirma el estatus de autoridad de rey sobre la iglesia declarando que el rey era la suprema y única cabeza en la tierra de la Iglesia de Inglaterra, y que la corona británica debería disfrutar de todos los honores, dignidades, preeminencias, jurisdicciones, privilegios, autoridades, inmunidades, beneficios y bienes propios de esa dignidad. Dado este nuevo estatus declara a Thomas Cranmer arzobispo de Caterbury y será quien oficie su matrimonio con Ana Bolena y divorcie de Catalina de Aragón y con ello desconocerá a María como su hija y la denominará una hija bastarda; este acto le costará la excomunión a manos del Papa Clemente VII y el respaldo de aquellos que habían estado a su lado a lo largo de su reinado; esto sólo provocó la ira del rey el cual comenzó una cacería contra todo aquel que no estuviera a favor de la Iglesia Anglicana y apoyara a la Iglesia Católica Romana; entre sus víctimas encontramos a Tomás Moro que moriría decapitado bajo el cargo de alta traición.

 

  La nueva disposición del rey, tendrá consecuencias terribles y traerá una guerra entre Anglicanos, Reformistas, Católicos y Protestantes que derramará la sangre del pueblo Inglés que varios siglos antes había adoptado la religión católica sin imposiciones y había sobrevivido a la invasión vikinga. A lo largo de la vida de Enrique VIII y sus siguientes esposas la Iglesia Anglicana se irá modificando ya que ellas tuvieron una gran participación en estas reformas sin que el rey lo notara. Cuando muere Enrique VIII sube al trono su único heredero; el enfermizo y joven Eduardo VI que sólo reinó seis años, bajo su reinado la Iglesia fundada por su padre iniciaría su proceso de transformación hacia el protestantismo; a su muerte y tras las disputas por la corona sube al trono María Tudor la cual se declaraba católica abiertamente y busca revertir lo que su padre había hecho con la religión inglesa condenando a casi 300 religiosos disidentes a morir en la hoguera en las Persecuciones Marianas; este acto le dará el título de María la Sanguinaria; a su muerte subirá al trono la última monarca de la dinastía Tudor; Isabel I (hija de Enrique VIII y Ana Bolena) que revertirá los intentos de María Tudor por regresar al país al catolicismo dando origen al puritanismo que no es otra cosa más que el lado extremista del protestantismo. En 1583 Isabel I autoriza a Sir Walter Raleigh a fundar en América una colonia al norte de Florida la cual llamará Virginia, y que dada la posibilidad de explotar los cultivos de tabaco por lo que crea la Compañía de Virginia como sociedad anónima en 1606. Un año más tarde llegarán a Virginia tres barcos con 105 colonos y fundan Jamestown en honor al rey Jaime I sucesor de Isabel I; al cabo de 7 meses varios murieron por las enfermedades y el hambre quedando sólo 32 colonos, los cuales continuaron trabajando en el cultivo del tabaco que enviaban a Inglaterra, pero estos colonos tenían algo particular; eran el resultado de la ardua guerra de Enrique VIII y su dinastía Tudor contra la religión; los fundadores de Estados Unidos de América eran esos protestantes extremistas denominados puritanos; ellos consideraban que la Iglesia Inglesa había adoptado demasiadas prácticas del catolicismo ¿y cómo no pensar esto si la Iglesia de Inglaterra era una Iglesia católica pero no romana y evangélica pero no protestante? tenía arraigado el catolicismo en sus entrañas con la diferencia de que el rey era el líder de la iglesia y no el Papa; estos colonos puritanos llegan a América huyendo de la persecución en tierras inglesas buscando fundar una colonia que fuera regida por sus propios ideales religiosos. Es así como un grupo de puritanos conocidos como los peregrinos se establecen en una colonia aún más grande en el área de Boston hacia 1630 y para 1635 ya había más emigrantes colonizando el norte de América.

 

  La transformación moral que se había vivido un siglo anterior con Enrique VIII teniendo como referencia a Martín Lutero y Juan Calvino generó un estrecho fanatismo religioso ligado a un severo código moral, los protestantes hicieron de la moderación un ideal y una forma de vida. A partir del siglo XVII, los fundadores de algunas de las más importantes colonias norteamericanas declararon como única y oficial a su propia religión.

 

  Según Nickerson (1923) (2), con el aumento de la migración a territorio Americano llegaron nuevas corrientes e ideologías religiosas y hacia 1740 se revitalizó la fe de bautistas, metodistas y presbiterianos. Esta situación reavivó el sectarismo religioso en los Estados Unidos, haciendo que, por ejemplo, Connecticut revocase en 1743 su ley de tolerancia. En este proceso desapareció el puritanismo como denominación religiosa, pero su influencia se extendió hasta el presente a medida que los pobladores de Nueva Inglaterra se extendieron por el resto de Norteamérica, implantando la semilla del puritanismo por todos los Estados Unidos. La insistencia de los puritanos en la sobriedad y el autocontrol llegó a su clímax con el prohibicionismo instaurado en 1919. Los puritanos intentaron regular, e incluso prohibir, el consumo de alcohol, pese a que era parte muy importante de la cultura de sus países de origen. Los católicos, en cambio, siguieron viendo en el alcohol un hecho inherente a su vida social.

 

  La prohibición en los Estados Unidos significó la opresión de los católicos por parte del conjunto de los distintos grupos protestantes, lo cual constituyó un aspecto más de la pugna entre ambos sectores; el moralismo intolerante característico de los puritanos se fue incrementando y tornando algo estructural de las nuevas colonias; las trece colonias fundaban un nuevo país a partir de la religión y su creencia de que el gobierno debía hacer cumplir y valer la moralidad de Dios; y la manera de hacerlo cumplir era repitiendo las enseñanzas del Padre; castigando fuertemente las faltas contra la ley de Dios ya fuera con multas, tortura o la vida; lo que importaba era formar una nación que a base de sus reglas sociales y religiosas impactase al mundo y lo salvara de la desgracia divina; no es sorprendente que encontremos rastros de este fundamentalismo religioso que a su vez es fundacional en Estados Unidos; el ejemplo más claro es la leyenda que aparece en los billetes “In god we trust”; todo proceder económico, político y/o social es atravesado por la religión, sin embargo pareciera que no es tan evidente porque está ahí, presente todo el tiempo, es algo fundacional. Estados Unidos hoy en día es señalado como el país más violento del mundo; cabe destacar que no tiene una guerra interna de cárteles matándose entre sí por el dominio de territorio; o maestros haciendo paros nacionales; tampoco tiene grupos de estudiantes que le gritan su repudio al presidente; ni cuenta con 100,000 muertos producto de la guerra contra el narcotráfico; entonces, ¿por qué argumentar que Estados Unidos es el país más violento del mundo? La respuesta es sencilla; a lo largo de los últimos 20 años según Sáiz (3) se han contabilizado más de 62 masacres de la misma naturaleza, la más conocida: la masacre de Columbine; sin embargo Sáiz parece olvidar que las masacres están en la naturaleza de éste país, éstas inician en 1622 con la masacre de más de 1000 indios que se defendían por la intromisión de los colonos a sus tierras que llevó prácticamente al extermino de los nativos de Estados Unidos; no nos olvidemos del tan conocido juicio de Salem que llevó a la muerte a 25 personas acusadas de brujería, o la muerte de tantos esclavos a manos de sus “amos” antes de la Guerra de Secesión; o los terribles asesinatos de negros a manos del Ku Klux Klan, o peor aún las guerras que ha montado Estados Unidos contra países que necesitan “ser liberados”, no olvidemos su “heroico papel” en la 2a guerra mundial donde por un lado liberan a más de 20,000 prisioneros de campos de concentración nazis el 11 de abril de 1945 mientras que cuatro meses después exterminarán a 220,000 ciudadanos Japoneses con el lanzamiento de dos bombas nucleares contra Hiroshima y Nagasaki cuyos nombres irónicos fueron Little Boy y Fat Man. Tenemos también conflictos bélicos más recientes; la guerra de Vietnam, su intromisión en Siria y las armas químicas, la guerra con Afganistán promovida como respuesta al supuesto acto terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York; también está su intromisión en Egipto y podría seguir dando más datos que sustentan esta tesis; pero no se trata de hacer una revisión histórica de los Estados Unidos; esa tarea se la dejo a los historiadores; lo que aquí nos ocupa es lo que nos dice el psicoanálisis respecto a la religión y sus alcances.

  Hace 100 años Sigmund Freud escribe un texto cuyo fin era dar cuenta sobre la verdad de los orígenes y arquitectura del espíritu humano: Tótem y tabú; en este texto Freud nos explica que el significado de Tabú puede tener dos direcciones contrapuestas; mientras que por un lado nos dice “sagrado”,”santificado” por otra nos remite a “ominoso”, “peligroso”, “prohibido” e “impuro”; es decir el tabú se expresa esencialmente en prohibiciones y limitaciones.

 

  Según Freud (1913) (4) las restricciones que plantea el tabú son diferentes de las prohibiciones religiosas o morales ya que la prohibición viene de estas mismas restricciones.  De las prohibiciones morales las separa su no inserción en un sistema que declarase necesarias en términos universales unas abstenciones, y además proporcionará los fundamentos de esa necesidad. Las prohibiciones del tabú carecen de toda fundamentación; son de origen desconocido; incomprensibles para nosotros, parecen cosa natural a todos aquellos que están bajo su imperio ya que universalmente se supone que el tabú es más antiguo que los dioses y se remonta a épocas anteriores a cualquier religión.

 

  Freud nos propone una clasificación de tabúes que extrae de la Encyclopaedia Britannica del antropólogo Northcote W. Thomas en la cual nos habla básicamente de tres tabúes:

 

El tabú natural o directo; que es el resultado de una fuerza misteriosa (mana) que es inherente a una persona o a una cosa.

El tabú comunicado o indirecto; que también parte de esta fuerza misteriosa pero que es adquirido o por otra parte puede ser impuesto por un sacerdote, jefe u otra persona.

Un tabú situado entre los otros dos mencionados anteriormente; es decir; cuando entran ambos factores.

 

  Si nos ponemos a reflexionar un poco al respecto de esta clasificación y pensamos en Enrique VIII podríamos pensar en un fenómeno muy singular ya que según el Derecho Divino de los Reyes, un rey es elegido directamente por una deidad y no por ninguna autoridad temporal; el monarca es responsable ante él, y sólo debe responder por sus acciones ante Dios. Las enseñanzas del Derecho Divino de los reyes implica que la deposición del rey o la restricción del poder y prerrogativas de la corona son actos contrarios a la voluntad de Dios. Siendo esto así, podríamos argumentar que un rey adquiere inmediatamente un tabú natural en el momento en el que es coronado como monarca; sin embargo con Enrique VIII sucede algo aún más interesante, recibe un segundo tabú al obtener por parte del Papa Clemente VII dos títulos, el título Fidei Defensor  e inclitissimus; éste último fue un título que siguió utilizando a pesar de haber roto sus relaciones con Roma y haber sido excomulgado. Tal como Freud nos comenta en Tótem y Tabú, el rey se muestra con un neurótico-obsesivo digno de ilustrar el contenido del texto freudiano; tiene ideas persecutorias sobre un castigo divino por haber traicionado a su hermano y haber desposado a su esposa, haber copulado con ella y tener como resultado una hija; busca defender la ideología religiosa del catolicismo defendiéndola arduamente de los reformistas europeos de la época, por una sola razón: su temor a su Dios. Sin embargo presa de la desesperación por no tener un heredero varón busca remediar el enojo de Dios, pero pasa algo terrible; la iglesia católica no se lo permite; claro está, a Roma le interesaban más los asuntos mundanos que celestiales y España era una de las potencias más fuertes de la época. Esto parece decepcionar al Rey que echa mano del Derecho Divino de los Reyes, entonces, en un acto cuasi milagroso, Enrique VIII podrá percatarse que aquellos que dirigen el Vaticano no son reyes; son elegidos por mortales, no por divinidades, así que ellos no pueden ordenarle a un rey lo que debe hacer. Enrique, sólo busca satisfacer a su Dios, al Dios que lo ha elegido monarca; sin embargo no se percata del alcance de su acto; ha violado una ley que va más allá de lo humano. Cuando Roma conquista el territorio inglés, mucho tiempo antes de que fuera un imperio independiente lo que hoy conocemos como Inglaterra no tenía imposiciones de deidades, los romanos siempre fueron respetuosos del pueblo inglés y sus creencias; aún cuando Roma adopta el Cristianismo nunca impuso la religión al pueblo inglés; los ingleses a partir de evangelizadores como las de San Patricio es que adoptan la religión sin imposición, era un pueblo creyente que incluso a pesar de resistir a varios intentos de conquista y de influencia por deidades de otras culturas, se mantuvieron firmes frente a sus creencias cristianas.

 

  Entonces, el propio monarca viola un tabú para los ojos de Roma y los católicos; él se convierte en alguien que debe ser castigado, alguien indeseable porque como sabemos; el que ha violado un tabú, por ese mismo hecho se torna él mismo tabú, y con esto trae los peligros que nacen de la violación de un tabú; tentar a otros para que sigan su ejemplo, razón por la cual es necesario exterminarlo, tacharlo y exhibirlo como un mal ejemplo a seguir; por eso viene la excomunión del monarca, pero parece que ni eso detuvo a los Tudor ya que fueron de transgresión en transgresión hasta que su ejemplo es seguido por su pueblo; el ejemplo del Padre, del Rey que fue elegido por la mano de Dios mostró el camino a sus hijos y éstos le siguen, han aprendido a la perfección cómo se viola lo prohibido. Como ya sabemos un pequeño grupo es el que emigra a América y fundan una nación bajo las enseñanzas del Padre; pero hay una gran diferencia entre ellos y éste padre; ellos no tienen un tabú, no fueron señalados por la mano divina, ni tienen títulos otorgados por la realeza, jefe, sacerdote o cosa semejante. Recordemos que según Freud (1913) (5) el rey o el príncipe “provocan envidia por sus privilegios; quizá cada quien querría ser rey. Comprendamos también por qué las fuerzas mana de diversas personas se debitan unas a otras y pueden cancelarse parcialmente. El tabú de un rey es demasiado intenso para sus súbditos porque es demasiado grande la diferencia entre ambos”. Pero estos hombres que fundan Estados Unidos de América tienen el permiso de un rey para fundar unas colonias; tuvieron no sólo el permiso real para salir huyendo de una persecución religiosa por considerárseles extremistas e ir en contra de la religión que el padre había impuesto, sino que también para fundar un país desde sus propias leyes y religión;  ¿acaso esto no sería equivalente a adquirir una especie de tabú indirecto?

 

  Los nuevos colonos conocen bien que no se puede violar un tabú y se guían por la prohibición implícita que este conlleva en su naturaleza, saben que la violación puede significar un peligro social y por eso hay que castigarlo o expiarlo y estas sanciones deben ser asumidas por todos los miembros de la sociedad si es que no quieren resultar dañados todos; lo cual nos podría llevar a pensar en ese extremismo tan visible y a veces tan incomprensible de los estadounidenses, vemos esa violencia tan arraigada contra todo aquel que busca ser parte de ese tan anhelado “sueño americano”, cazan inmigrantes latinos, repudian en algunos casos a los de raza negra por ser diferentes y tener culto a otros dioses, satanizan el extremismo religioso musulmán y buscan exterminarlos porque supuestamente los atacaron derribando las torres gemelas en Nueva York; no olvidemos el ataque japonés a Pearl Harbor; este acto llevó a la discriminación y agresión contra cualquier ciudadano que habitara en Estados Unidos y que sus orígenes fueran japoneses;  el enemigo debe perecer o será imitado por otros; pareciera que la nación completa está habitada por un terrible temor de que su tabú sea violado y ellos sean tachados porque ellos no son elegidos por Dios, así que el malestar en la cultura de esta nación se manifiesta abiertamente cada día más.

 

  Entre sus deseos de salvar al mundo desde su propia ideología religiosa, política y económica se manifiesta un terrible malestar que ha estado ahí constantemente desde su fundación. El capitalismo ya inexistente se ha convertido en un sistema globalizado en el que se pretende volver a Estados Unidos, Una potencia; La potencia; El imperio que salve y expíe los pecados del mundo entero. Será aquél por medio del cual Dios ejecute sus deseos para la raza humana. El pueblo obediente que renuncia supuestamente a sus propios deseos para expiar sus culpas y venerar a un solo Dios. Tal como Freud le dice a Marie Bonaparte, en la carta que le dirigió el 27 de mayo de 1937; toda agresión dirigida hacia adentro será volcada hacia afuera y así velar ese sentimiento oceánico de ser Uno con el Todo el cual representa un peligro porque eso significa el exterminio, un exterminio con toques divinos porque un pueblo que se autoproclama salvador no puede sino exterminar al otro por el propio bien de la humanidad y no por sus deseos de devenir Rey.

 

 

 

Citas:

 

1-     Nickerson, Hoffman. (1923). La inquisición y el genocidio del pueblo cátaro. (Primera edición en catellano), Reditar Libros, España, 2006. Pág. 22.

2-     Ibíd., pág. 19.

3-     Sáiz, Eva, “Las peores matanzas de Estados Unidos”, El País, España (16 de septiembre de 2013). Disponible en: http://internacional.elpais.com/internacional/2012/07/20/actualidad/1342797611_795876.html

4-     Freud, S. Obras completas, “Tótem y tabú”. Vol. XIII, Amorrortu editores, Argentina, 1984. (Cuarta reimpresión de la edición en castellano),  pág. 27.

5-     Ibíd., pág. 40.

 

 

 

Bibliografía

 

Braunstein, N.; Fuks, B.; Basualdo, C. (Coordinadores). Freud: A cien años de Tótem y tabú (1913-2013). Siglo XXI, México, 2013.

Canetti, Elias.  Masa y poder. Alianza Editorial, Madrid, 1977. (3a edición en castellano).

Chesterton, G.K. Traducción de Miguel Temprano. Acantilado Quaderns Cream, S.A.U. Barcelona, 2009. (Segunda reimpresión edición castellana).

Chorne, D. y Goldenberg, M. (compiladores). La creencia y el psicoanálisis. Fondo de cultura económica, Argentina, 2006.

Freud, S. Obras completas. Tótem y tabú (1913) y otras obras. Vol. XIII (Cuarta reimpresión de la edición en castellano). Amorrortu editores, Argentina, 1984.

Freud, S. Obras completas. “El porvenir de una ilusión” (1927). “El malestar en la cultura” (1929) y otras obras. Vol. XXI (Cuarta reimpresión de la edición en castellano). Amorrortu editores, Argentina, 1984.

Gorz, André (). Escritos Inéditos. Paidós, España, 2010. (Edición a cargo de Christophe Fourel).

Iglesias, Leonardo. La religión bajo sospecha. Anthropos, México, 2010.

Nickerson, Hoffman. (1923). La inquisición y el genocidio del pueblo cátaro. Reditar Libros España, 2006. (Primera edición en catellano).

Sáiz, Eva, “Las peores matanzas de Estados Unidos” (16 de septiembre de 2013), España, El País. Recuperado de: http://internacional.elpais.com/internacional/2012/07/20/actualidad/1342797611_795876.html

 

 

 

 

 


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