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El analista y la piedra angular: De las entrevistas preliminares a las entradas en análisis

15/07/2019- Por John James Gómez Gallego - Realizar Consulta

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Para abordar la pregunta acerca del paso de las entrevistas preliminares a la entrada en análisis el autor nos guía mediante un recorrido que toma en cuenta desde las específicas formas de traducción, la vía de los discursos propuestos por Lacan, la estructura discursiva, la histerización del discurso como paso previo, necesario, para la entrada en cualquier análisis. Y se pregunta: ¿qué función para el analista? ¿cómo surge un analizante?

 

  

                             

 

                                     Girl screaming flowers de Aleta Vidal*  

 

 

 

“Yo soy un pequeño analista, de entrada una piedra rechazada, aunque en mis análisis me convierta en la piedra angular. Cuando me levanto de mi butaca tengo derecho a irme de paseo. La piedra rechazada que se convierte en piedra angular, es algo que puede invertirse. También puede ser así, al revés, la piedra angular que se va de paseo. Así es como tengo incluso alguna posibilidad de que las cosas cambien. Si la piedra angular se largara, todo el edificio se iría a hacer puñetas. Hay a quien le resulta tentador”.

(Lacan, 1992, p. 115)[1]

 

“Je suis un a d’analyste [Rires], une pierre rejetée d’avance, même si dans mes analyses je deviens la pierre d’angle, dès que je me lève de mon fauteuil, j’ai le droit d’aller me promener [Rires]. Parce que ça se renverse: «la pierre rejetée qui devient pierre d’angle», ça peut être aussi inversement: on peut dire que la pierre d’angle elle peut aller se promener, non? [Rires]

C'est même comme ça que peut-être j'aurai se joint à une chance qui change: si la pierre d'angle s'en allait, tout l'édifice est foutrait par terre! Il y a en que ça tente!”[2]

 

 

  La cita con la que he decido iniciar este texto está tomada del Seminario dictado por Lacan entre 1969 y 1970, el cual ha sido titulado El reverso del psicoanálisis; libro 17 en la edición de Paidós. La cita corresponde a una broma hecha por Lacan. Es lo que él indica en la frase siguiente a lo ya citado: “Enfin, ne plaisantons pas”.

 

  Es una cita plagada de referencias al Evangelio, la arquitectura, la geometría pero, sobre todo, a la noción de estructura con la que Lacan decidió trabajar a partir de su axioma El insconsciente es un saber que está estructurado como un (común) lenguaje. También nos remite a la cuestión de la posición del analista, de su lugar en la estructura del discurso analítico en relación con el objeto a. Lamentablemente estos detalles suelen perderse en las traducciones. A veces no por mala fe ni desinterés.

 

  Tengamos en cuenta que es muy difícil traducir y que no hay traducción sin pérdida. Si se elige traducir bajo la lógica de la lengua blanco[3], es decir, aquella a la cual se va traducir el texto, se pierden los detalles de la lengua fuente, etendida ésta última como la lengua original. Ese es el estilo de la traducción que prima en la versión de los Seminarios publicada por Paidós; se sacrifica el detalle en pro de la legibilidad.

 

  En cambio, cuando se elige traducir privilegiando la lengua fuente el texto puede llegar a hacerse demasiado denso y lleno de notas al pie y corchetes aclaratorios en el intento de no perder ningún detalle. En cualquiera de los dos casos, siempre se pierde algo. Piensen nada más lo que implica traducir un síntoma y encontrarán allí siempre un real como intraducible.

 

  Sea como fuere, traducir apuntando a la lengua blanco es un modo de traducir privilegiando el sentido, mientras que traducir privilegiando la lengua fuente está más cerca de tomar el significante a la letra; tal vez lo que hacemos en el acto análitico no sea propiamente una traducción, no obstante cada vez que algo allí se traduce o se intenta traducir, mejor que sea privilengiando la lengua fuente, es decir, la del sujeto del inconsciente.

 

  Esto a lo que me refiero explicaría en parte, por cierto, porqué ha sido posible que algunos de nosotros nos hayamos analizado, en algún momento, con analistas cuya lengua es extranjera pero conocen y hablan la nuestra. En mi experiencia, lo más interesante es que su nivel de extrañamiento en relación a los significantes propios de la nuestra es tal que, a mi juicio, resulta en un provecho interpretativo valioso. No, así, al revés.

 

  Considero difícil, sino imposible, analizarse en una lengua extranjera, aunque, por supuesto, siempre nuestro vago conocimiento de otras lenguas, al ponerse al servicio del análisis, introduce giros interpretativos que a veces resultan en verdaderos acontecimientos.

 

  Se preguntarán a dónde los llevo con todo esto. ¡Yo también! Fuera de broma, son necesarias las preguntas: ¿de qué nos sirve esa broma hecha por Lacan en el marco de su Seminario y por qué detenernos en asuntos relativos a la traducción? Al respecto les diré que para abordar la pregunta acerca del paso de las entrevistas preliminares a la entrada en análisis he elegido la vía de los discursos, de los cuales Lacan presenta su estructura en ese Seminario que he citado y que, por cierto, luego derivarán en una serie de variantes que durante el Seminario Aún[4] se concretarán en lo que se conoce como fórmulas de la sexuación. Esa vía está en directa sintonía con lo que la cita permite situar.

 

  Tomar esa vía me permite, además, poner el énfasis en que al hablar de una estructura no nos referimos necesariamente a estructuras clínicas en el sentido de la nosología freudiana ni de las clasificaciones médico-psiquiátricas, sino a una estructura de discurso, una que se mueve girando, siguiendo el curso de un disco (disque-cours).

 

  Seguramente ustedes conocen esos disco-cursos: amo, universitario, histérica y psicoanálisis. Y que la palabra “histérica” no nos confunda. Justamente que un discurso sea nombrado por Lacan con esa palabra debe separarnos de la idea de estructura clínica en el sentido freudiano, puesto que en este caso remite a un modo de articulación entre cuatro términos: S1, S2, a, $, que cursan por un disco divido en cuatro lugares: agente, Otro, producción y verdad[5].

 

                      

 Lugares                             Discurso Histérica

 

  Noten además que son los términos los que girán en el disco, el disco en sí está, al menos en apariencia, inmovil. Ese disco, por demás, equivale topológicamente al toro, la figura en la que, para Lacan, se puede articular la relación entre demanda y deseo. Términos, demanda y deseo, por cierto, claves para el paso de las entrevistas preliminares a la entrada en análisis. Los términos se mueven siguiendo el círcuito de la generatriz, siempre bordeando el circuito directriz que introduce ese agujero extimo.

 

  En fin, no nos metamos demasiado en asuntos topológicos; les dejo un esquema que muestra los lugares para esos movimientos discursivos en cuanto a la demanda y al deseo[6].

  

 

 

  Así las cosas, no debemos creer que quien habla soportando su posición en la estructura del discurso histérico es una “histérica” en el sentido freudiano. La histerización del discurso es el paso previo, necesario, para la entrada en cualquier análisis.

 

  Hace referencia a un movimiento en la estructura discursiva y que implica que la hipótesis del sujeto del inconsciente permita el paso, de lo repremido de ese sujeto y sus silenciamiento merced de los significantes amo, a la posibilidad de servirse del acontecimiento (symbama) como sujeto (subiectum-lectón) para ubicar ciertos significantes en el lugar del Otro y, a partir de allí, dar lugar a la producción de un cierto saber sobre la verdad de lo que se efectúa como goce. Así, los significantes no se traducen por significados, sino por un saber posible sobre aquello imposible con lo que cada uno no sabe como arreglárselas.

                             

                  

                           Amo (Maître)                    Histérica

 

  Ahora bien, si hace un momento dije “en apariencia” es porque en ese toro son los discursos los que giran, dado que en la directriz hay algo que no se mueve más que como causa, a saber, el objeto a que marca el movimiento (generatriz) causado por la roca, la “piedra angular” (literalmente angujar si se fijan en la figura de la rotación de los discursos y dividen el círculo con ejes perpendiculares) agujero extimo (directriz)[7]:

  

                                     

                                 

                                                          

                        

  Entonces, entrar en un análisis implica poner en movimiento la estructura que suele sostenerse intentando resistir a la directriz, velando su empuje (pulsional, el de la directriz del objeto a), para evitar que los términos roten de lugar. ¿Qué estructura es esa? La del discurso del amo. Allí donde el significante amo se ubica como agente, el sujeto no acontece por estar silenciado bajo la barra (barrera) de su influjo.

 

  Y cuando acontece siempre está allí algún “yo” tratando de devolver el orden que el amo, en tanto agente, demanda, garantizando así la producción de goce en el cual el saber y la verdad no tienen nada que ver uno con otra; razón por la cual el sujeto y su causa de deseo se mantienen velados bajo los imperativos de un goce sobre la verdad de lo no-olvidado (A-létheia).

 

  Por tanto, es necesario que el acontecimiento (symbama) al que llamamos sujeto (lectón) sea ubicado en el lugar del agente para que el significante amo pueda interrogarse pero en un lugar Otro, es decir, en aquel en el cual es un signicante empujado a moverse de su agencia como imperativo y a partir del cual se ve arrojado a la producción de un saber, convirtiendose en un significante cualquiera.

 

  Es por eso que el tropiezo en las palabras fue la primera clave para Freud; cuando la lengua tropieza se oyen sonar las cadenas de las que el amo es un eslabón esclavo en medio de un ejambre (esseim-S1).

 

  En ese movimiento el lugar del analista es fundamental. Hacer semblante de la directriz, de la piedra angular (objeto a) que pone en movimiento la estructura, sin que por moverse ella caiga, es su función. Mantener esa rotación discursiva introduciendo los cortes por los cuales el objeto a permita el movimiento que revela la posición del sujeto en cada uno de los tiempos de la estructura será lo que permita el surgimiento de lo que llamamos un analizante.

 

  Un análisis comienza, pues, cuando quien habla se sirve del discurso del analista para ubicar el lugar de su sujeto por vía de los acontecimientos que se sitúan entre el discurso amo y el discurso histérica.

 

                                               Discurso del analista

 

  El analista ubica la hipótesis del sujeto como causado por una agencia vacía, la directriz del objeto a, que hace exitir, en el lugar del Otro, acontecimientos que llevan a la producción de significantes amo a través de los cuales algo de la verdad y el saber se encuentran.

 

  Allí estaría, a mi juicio, una de las operaciones centrales que habrán de acontecer en lo que llamamos entrevistas preliminares para que se den las entradas en análisis. Y si escribo lo segundo en plural es porque dicha operación, dada la rotación necesaria de los discursos, ocurre siempre más de una vez. Hay entradas y salidas.

 

  De allí que el pase constituya ese dispositivo con el cual quien ha estado en posición de analizante llegaría a dar cuenta de la sustitución de “su” analista como piedra angular, a la ubicación “su” propio lugar como piedra angular, como piedra rechazada que se convierte en piedra angular; puede que ahí cada uno se pare de su butaca y se vaya a su pase-o.

 

 

Imagen*: Aleta Vidal es ilustradora argentina, historietista, productora y realizadora de animaciones.  
                https://www.instagram.com/aletavidal/       

                         /aletavidal.artstation.com/  

 

 

 

 

 



[1] Lacan, J. (1992). El reverso del psicoanálisis. El Seminario: Libro 17. Buenos Aires: Paidós.

[2] Cita en su idioma origina. Tomada de: http://staferla.free.fr/S17/S17%20L'ENVERS.pdf?fbclid=IwAR1bfOM-tsBID1xescr98WTnrT1hcM5hxcGz4mC6qNl-tBtTj02nIcIDfx4

[3] Braunstein, N. (2012). Traducir el psicoanálisis. Interpretación, sentido y transferencia. México: Paradiso Editores.

[4] Lacan, J. (1981). Aun. El Seminario, Libro 20. Buenos Aires: Paidós.

[5] Todas las imágenes relativas a los discursos han sido tomadas de la versión STAFERLA: http://staferla.free.fr

 

[6] El gráfico presentado a continuación ha sido tomado de: https://www.universoformulas.com/matematicas/geometria/toro/

[7] He agregado los ejes en la segunda imagen para hacer visibles los ángulos en los que la “piedra” sostiene el movimiento de la estructura. 

 


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