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"Encorps": acerca de la lengua materna07/04/2002- Por Alberto Franco - Realizar Consulta

Puesto a pensar en algunos problemas que me planteaban algunos analistas, acostumbrados a batallar cotidianamente con las enfermedades graves de la infancia, me encontré frente la cuestión relativa a la transmisión dela lengua materna y, con ella, frente a un hecho incontrastable: si alguien me hubiera planteado el problema diez años antes hubiera dicho que la lengua materna es la transmisión de la lengua que habla la madre y hubiera ubicado mi descripción en torno de un punto “x”, posterior al acontecimiento denominado “estadio del espejo”. Esto, por una razón muy simple: hubiera pensado que de lo que antes ocurría el psicoanálisis no podía dar cuenta. Así las cosas querría, aunque hoy esté, al respecto, casi en la línea de partida, ubicar dos dimensiones posibles del acceso al lenguaje en relación con la transmisión de la lengua materna. Se trata de dos dimensiones cruciales que permiten, a mi entender, ubicar dos momentos en los cuales el fracaso en el acceso al lenguaje conduce al hablante al autismo o a la psicosis
Lo haré a partir de cinco puntos de amarre que voy a enumerar:
Mi primer punto de amarre: puede ser ubicado, en Lacan, a la altura del Seminario sobre las psicosis[1]: Aquí se señala que cualquier corte del significante producirá una formación bizarra de la que el prototipo es el neologismo que, por estar fuera de la cadena de referencia, carecerá de significación. A esta altura del recorrido de Lacan, pues, sería impensable la emergencia de cualquier significante fuera de la cadena con ausencia de ese carácter neológico.
Mi segundo. punto de amarre: me lleva al Seminario sobre la lógica del fantasma. En este Seminario Lacan parece responder a algunos cuestionamientos con respecto al concepto de forclusión
-concepto del que, en general, tenemos nociones bastante rudimentarias- cuando por un lado lo usa con total libertad y por fuera del mecanismo estructural propio de las psicosis y, por otro, lo reivindica en tal lugar estructurante. Claro que, a propósito de tal forclusión, hace una pregunta pesada: ¿en qué instancia subjetiva se inscribe –para quedar, incluso, en reserva- lo que luego retornará en lo real?. Si bien no voy a responder a esta pregunta, ella me servirá como punto de apoyo para preguntarme sobre lo que retorna en lo simbólico -es decir sobre lo inscripto simbólicamente- y la respuesta será rápida: obviamente, el lugar de inscripción será el gran Otro. Podré, entonces, preguntar: ¿y dónde se localiza eso?. Y alguien podrá decirme que Lacan mismo lo responde: se localiza en el cuerpo, porque, en efecto, para él el Otro es el cuerpo.
Todo esto da pie a mi tercer punto de amarre: que es del Freud del Proyecto...[2], allí se nos enseña algo fundamental: nada es representable si no tiene que ver con noticias del propio cuerpo. Esto equivale a decir que lo que sea que es el significante, primero fue marca en el cuerpo propio. Y, si el Otro es cuerpo, lo que se inscribió en lo simbólico se inscribió en él. El paradigma de esto sería, para Freud, el síntoma histérico.
Ahora bien, esto implica decir que lo inconsciente tiene su sustrato en el cuerpo propio. Permítanme entonces que, con este dato, pegue un salto hacia otros dos Seminarios de Lacan para encontrar mi cuarto punto de amarre : en el Seminario 19 -... o peor[3]- Lacan da la palabra a
F. Recanati quien, refiriéndose a Peirce, y en el medio de un desarrollo sobre quien emite y quien recibe el signo explica que el proceso del significante se despliega en un territorio contextual que ese lógico y lingüista llama ground, piso suelo. En relación con este punto Lacan interviene para decir de manera casi tajante: el ground es el cuerpo. Voy, ahora a mi quinto punto de amarre: en el Seminario 20, Encore, Lacan vuelve a dar la palabra a Recanati[4] luego de hacer una pregunta que vuelve sobre la cuestión del corte de significante, al que hicimos referencia en relación con el Seminario 3. La pregunta de Lacan es aquí: ¿hay sección de predicado?. Toma, entonces, la posta Recanati para precisar la pregunta en torno a la cuestión del significante: ¿puede haber un significante que surja por fuera del recorrido de la cadena y más allá del cual no haya ninguna predicación posible?. Esto, que es importantísimo, conduce en línea recta a la cuestión del sinthome porque, en efecto, éste es definido como la identificación a ese significante llamado por Lacan “Hay de lo uno”: el único capaz de hacer supleción del nombre del padre. ¿Y dónde se inscribe ese significante?: en el cuerpo, por supuesto.
En este punto podría decir algo sobre el título de este trabajo. A lo mejor no es un secreto para nadie, que Lacan juega, en el título de este seminario 20: con Encore, que preferimos traducir como “más aun” o “más todavía” y su homófono encorps que significa “en cuerpo”. Con ambas locuciones quiere hacer referencia al goce: más goce todavía y goce en cuerpo a diferenciar del goce fálico que es fuera del cuerpo. Se dice, de este modo, que en el cuerpo hay una promesa de goce que puede ser más goce aún.
Quisiera ahora, al amparo de estos puntos de amarre, ver si me puedo centrar en la cuestión de la lengua materna.
Ustedes saben que, en general, describimos dos procesos en la constitución del sujeto, la alienación y la separación. Y, también sabemos que, en general, cuando nos referimos a lo simbólico y hablamos del cuerpo como lugar de inscripción del significante hablamos de una dimensión por lo menos contemporánea del proceso de separación. En este plano no se nos presentan demasiados problemas. Donde no se presentan las cosas con tanta claridad es con respecto a la alienación de modo que si, a partir de lo que fuimos viendo, podemos ir dando algunas precisiones seguramente también podremos dar otra vuelta sobre lo que tenemos claro.
Voy a partir, entonces, de esos dos procesos porque ellos tienen una profunda relación con lo que va ocurriendo con el cuerpo del infans y porque, a la luz de los puntos de amarre que nos procuramos, nos es posible introducir, en paralelo a ellos, dos momentos fundacionales en la transmisión de la lengua materna. Voy entonces a plantear, en primer lugar, lo relativo al proceso de alienación, momento de vaciamiento del ser en el que, por la inscripción del significante en un lugar Otro, se corona y se cierra lo que es un primer momento de transmisión de la lengua materna. En él, el infans es, por su relación cuerpo a cuerpo con la madre, abierto al lenguaje. Se trata de un primer momento, llamado por la lingüística glosolálico, en el que el infans es abierto a cualquier lengua, al lenguaje en general. Se trata, para nosotros, de una apertura a la posibilidad de articular un lenguaje -no se trata de ninguna lengua en particular- por las marcas de goce que en su cuerpo traza la madre. Se trata de las marcas que deja cada gesto, cada caricia, cada laleo, cada canturreo que, por otra parte, constituyen una demanda a la que el infans dará una respuesta, la que pueda, que va propiciando el advenimiento del sentido. Si se observa a una madre en acción se verá que habla a su bebé utilizando una serie de trazos distintivos que no son necesarios en el habla común: variaciones de tono, de ritmo, de acentuación que, si bien son propiciatorios del lenguaje, no son necesarios para hablar ninguna lengua en particular.
En este punto se inscribe la dimensión real de la lengua materna, profundamente ligada a la posibilidad de un cuerpo decididamente anterior al estadio del espejo y a la concepción de un inconsciente tocado en su raíz por lo real. Se trata de lo inconsciente tal como es descripto por Lacan en sus últimos Seminarios, en particular a partir de L’etourdit[5], a cuyas inscripciones llamará lalangue, lalengua..
Me parece importante, en relación con la clínica, poder localizar en paralelo con la alienación, esta dimensión de la transmisión de la lengua materna puesto que en la medida en que es en el fracaso de este orden de transmisión que debe ser ubicado el autismo.
En segundo lugar voy a replantear lo relativo al movimiento de separación: en este momento influido radicalmente por la operatoria del Nombre-del-Padre, se cierra el campo a la circulación del significante entre el sujeto y el Otro –por lo que se produce el acto, fundamental para la constitución subjetiva, por el que un significante pasa a representar al sujeto para Otro significante- y comienza otra forma de transmisión de la lengua materna: se trata, ahora, de la transmisión de una lengua en particular, la que habla la madre. Aquí es necesario pensar -seguimos para ello a G. Goldschmidt[6]- en la índole del trabajo que debe realizar el cuerpo para acomodarse a cada lengua en particular. Se trata, sin duda, de un movimiento fundamental por el cual a partir de aquel acto, queda anclado el sujeto de la enunciación –y dividido el hablante entre enunciación y enunciado-.
Es útil, clínicamente, ubicar el punto en que la separación y la apertura a una lengua en particular fracasan porque, allí, es localizada, tradicionalmente, la psicosis. Claro que, como se trata de un fracaso parcial, es necesario pensar –es nuestra deuda- en los tres registros primordiales del trivium aristotélico: la gramática, la lógica y la retórica para poder discriminar aquellos puntos de fracaso puesto que, sin duda, un psicótico habla.
[1] Lacan J., Seminario 3, Las Psicosis, clase del 30 de noviembre de 1955.
[2] Freud S., Proyecto de una psicología, en “Obras Completas”, Amorrortu, Bs. As, 1986, Tomo I, p.377.
[3] Lacan J., Seminario 19, ...o peor, inédito, clase del 24 de mayo de 1972.
[4] Lacan J., Seminario 20, Encore, clase del 12 de diciembre de 1972. La exposición de F. Recanati no aparece en la versión oficial.
[5] Lacan J. L’etourdit, Silicet Nº 4, Seuil, París, 1973.
[6] Tomamos la referencia dada por R. Harari en su Seminario Lo inconsciente ¿es lacaniano?, dictado en Mayéutica Institución Psicoanalítica, clase del 9 de mayo de 1995.
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