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Psicoanálisis por redes virtuales: efectos subjetivos en tiempos de pandemia

29/03/2020- Por Mariano Acuña - Realizar Consulta

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La pandemia que nos acecha en estos días, nos exige re-significar algunas coordenadas de nuestros modos de sostener nuestra práctica. En esta línea el autor se interroga sobre la pertinencia del ejercicio del psicoanálisis a través de redes virtuales, analizando el concepto de sujeto, la de limitación del cuerpo (del consultante-paciente-analizante) y por último, la función del analista.

 

 

                            

                             Deer at Dawn (“Ciervo al amanecer”) @CWelzStein 

 

 

 

“Ya la sombra ha sellado los espejos que copian la ficción de las cosas. Mejor lo dijo Goethe: Lo cercano se aleja”.

                                       

                                            Jorge Luis Borges (1)

 

 

  La pandemia que nos acecha en estos días, nos exige re-significar algunas coordenadas de nuestros modos de sostener el lazo social. Las medidas establecidas por el gobierno nacional en Argentina, instaron a que los propios habitantes (aunque siempre hay quienes desde su andamiaje simbólico-legal-familiar, desafían a la legalidad del Estado) aceptemos la llamada cuarentena, contribuyendo a colaborar con las políticas estatales.

 

  En este punto, surgen las diversas vicisitudes que componen las estructuras del mercado laboral. Al respecto, las condiciones de trabajo se ven afectadas, comenzando a resquebrajar la frágil situación del país, afectado desde antes de esta pandemia, por el oprobio de la paupérrima versión autóctona del neoliberalismo, vivenciado durante los últimos años.

 

  Aquí estamos entonces, los que pensamos las coordenadas conceptuales del psicoanálisis, los que ejercemos diariamente la clínica psicoanalítica, tomando posición frente a un escenario en el cual, por el solo hecho de ofrecernos, generamos una demanda (2), que en la particularidad de estos días, resulta de atención a través de redes virtuales. Es en este punto, en el cual presentaremos una posición, tendiente a contribuir con la situación señalada.

 

  En efecto, para interrogarnos sobre la pertinencia del ejercicio del psicoanálisis a través de redes virtuales, entendemos que es preciso situarnos en relación a tres aspectos que consideramos cruciales, y que en forma sintética, abordaremos a partir de la teoría lacaniana; un concepto de sujeto, en segundo lugar, la delimitación del cuerpo (vinculado al cuerpo del consultante-paciente-analizante) y por último, la función del analista, que incluye a su propio cuerpo.

 

  El concepto de sujeto de Jacques Lacan, es de relevancia extrema para entender los postulados de su andamiaje teórico.  Desde el inicio de su enseñanza pública, Lacan utilizó el término sujeto, prescindiendo de la nominación freudiana de aparato psíquico. El sujeto lacaniano, resulta deudor de postulados emanados de la filosofía cartesiana y de la hegeliana, así como de la antropología estructural de Levi- Strauss.

 

  Desde aquí, con los aportes de la obra freudiana, de la lingüística y la física cuántica, Lacan desarrolla durante toda su enseñanza, un concepto que será consecuente con los postulados esbozados desde aquel 1953. Por consiguiente, el sujeto no resulta un sinónimo de individuo, ni una manera filosófica de denominar a la persona, sino una compleja construcción que se origina en el lenguaje. El lenguaje, gestado en el campo del Otro, es decir de la cadena de significantes, constituyen al sujeto.

 

  Por ende, el sujeto lacaniano se diferencia del postulado por la filosofía moderna, el que resultaría: autónomo, cuya génesis se corresponde con la dialéctica hegeliana: conciencia-autoconciencia-razón.

 

  En esta perspectiva, el sujeto según Lacan, tampoco se corresponde con la intelección freudiana vertida en la llamada segunda tópica. Ya que el sujeto en cuestión (tal como Lacan lo escribiera, para presentar la publicación de sus escritos), se delimita por surgir como efecto de una intervención desde afuera de sí (sitio Otro), que exige para su localización, realizar una intervención puntual sobre coordenadas lingüísticas, leídas bajo una temporalidad lógica.

 

  Intervención, que resulta la establecida por el analista, a partir de un corte sobre la superficie discursiva, corte que resultará adecuado cuando considere la función topológica que contiene a dicha cadena de significantes. Luego del corte, surgirá el sujeto. 

 

El sujeto no es una cosa sencilla para los psicoanalistas, que tienen algo que ver con el sujeto propiamente dicho. En este caso deseo evitar malentendidos (…) Lo que está exactamente en cuestión es el estatuto del problema de la estructura” (3) afirma Lacan.

 

  Este sujeto se encuentra como un objeto perdido, precisamente, este objeto, el a, según la notación algebraica que utiliza Lacan, constituye su soporte. Como señalamos, Lacan considera que este sujeto no coincide con el individuo, ni con la persona, sino con el momento de la operatoria del corte, sobre las cadenas del lenguaje que lo constituyen. La condición estructural de este sujeto, será la condición de Otredad. Instancia central (la Otredad) que:

 

Permite aprehender el encadenamiento del deseo del sujeto (neurótico) con el deseo del Otro” (4).

 

  Las llamadas ciencias de la salud mental, que prescinden de la teoría lacaniana, sostienen que se trata de atender a un paciente, representado por una tópica cerrada, delimitada por un adentro (en el que se aloja el psiquismo del paciente) y un afuera (en las que se encuentran los otros, que se relacionan con el paciente).

 

  Como vimos, el sujeto según Lacan depende estructuralmente de la Otredad (sitio del Otro), por lo tanto, se encuentra en el espacio entre: espacio que se refleja por una topología que no distingue el adentro, del afuera. Por consiguiente, sostenemos que la suposición de que el paciente es un individuo (representado por una personalidad propia y definida desde el nacimiento) alienta la posibilidad de creer que todo tratamiento del mismo, podría necesitarlo en el consultorio, con la presencia corporal (como parte de su persona, también se le reconoce que el cuerpo es una construcción propia, a gusto de la imagen que quiere). 

 

  Argumento que se refleja en intervenciones con algunos pacientes a los que se le pregunta: “¿Vos que querés? A tu edad, ya estás en condiciones de decidir vos mismo”. O en los casos de tratamientos de niños, en los cuales no se convoca a los padres, o solo se lo hace para presentarles un informe sobre cómo está su hijo.

 

  En esta instancia, suponemos que los defensores de esta posición conceptual pueden presentar alguna objeción a los tratamientos virtuales (5). En contraposición, la teoría lacaniana permite considerar la pertinencia de los tratamientos a través de redes virtuales.

 

  Es aquí donde enlazamos aquella petición lacaniana del citado 1953, de que el analista debería estar a tono con la subjetividad de la época (6), se complementa con la concepción de otredad que nos permitirá entender que todo tratamiento se realiza, aún pese a contar con el paciente en el consultorio, en un espacio topológico moebiano, que trasciende las paredes del consultorio.

 

  En relación al cuerpo, precisamente al cuerpo del paciente, destacamos que el psicoanálisis trabaja con un concepto propio del mismo, alejado de la idea de organismo, vinculada al ámbito médico, y de las denominadas ciencias de la salud.

 

  En esta perspectiva, destacamos que el joven Sigmund Freud, a fines del siglo XIX, estableció con luminosidad, que la histeria evidencia la existencia de un cuerpo, que no se corresponde con el estudiado por la medicina (7). En esta perspectiva, la lesión de las parálisis histéricas, no coinciden con las vías aferentes y eferentes, emanadas del sistema nervioso. De aquí en más, el cuerpo se corresponderá a cadenas asociativas (según Freud) y más tarde, a significantes (al decir de Lacan).

 

  Lacan comenzó sus reflexiones sobre el cuerpo, ubicándolo como el producido de una imagen especular, reflejada en el espejo. Este cuerpo especular, se liga al imaginario, estableciendo desde siempre, su dependencia del campo del significante. Es decir, el encuentro de cada sujeto con su cuerpo, se mediatiza a partir de la simbolización del Otro. Con la formalización del objeto a, en tanto resto constitutivo del registro real, el núcleo de lo imaginario, se separa de lo especular.

 

El investimento de la imagen especular es un tiempo fundamental de la relación imaginaria. Es fundamental en la medida en que tiene un límite. No todo el investimento libidinal pasa por la imagen especular. Hay un resto. Espero haber conseguido hacerles concebir por qué dicho resto es el eje en toda esta dialéctica” (8)

 

  Párrafo de Lacan, que circunscribe una definición de cuerpo, de relevancia conceptual, tendiente a fundamentar nuestra posición.

El cuerpo especular, representa una superficie yoica, que como tal resulta de desconocimiento.

 

  El resto que menciona Lacan constituye la dialéctica del sujeto; a partir del enlace de los registros: simbólico, imaginario y real. Por ende, en un trabajo psicoanalítico, de lo que se trata es del cuerpo remitido al ámbito del sujeto; cuerpo del significante, cuerpo diagramado por los avatares del lenguaje del Otro. De tal modo, que podemos trabajar sobre el cuerpo del niño, en una entrevista a sus padres, o que podemos trabajar sobre el investimento libidinal del cuerpo de nuestro paciente adulto, recostado en el diván, recordando una escena sucedida durante un juego en su infancia.

 

  En rigor, lo fundamental del cuerpo, es su dependencia constitutiva del lenguaje. Por lo tanto, la investidura libidinal del paciente, se podrá trabajar, tanto en sesiones en el que el cuerpo del mismo, esté acostado en el diván, sentado en una silla, o detrás de la pantalla.

 

  Finalmente, nos queda por ubicar algo del lugar del analista, en relación al fundamento de su práctica clínica: ¿Es posible que el analista se mantenga como tal, ejercitando su trabajo clínico mediante redes virtuales?

 

  Comencemos destacando que para Lacan, la labor del analista se enmarca en lo que denomina: función. Así lo sitúa desde el inicio de su enseñanza:

 

“… el analista se distingue en que hace de una función que es común a todos los hombres un uso que no está al alcance de todo el mundo cuando porta la palabra” (9).

 

  Como señalamos anteriormente, el analista realiza su trabajo leyendo las coordenadas lógicas que presenta el discurso del paciente. Dicha lectura se realiza desde la posición transferencial, en la que se trata de pesquisar, desde donde está invitado a intervenir, para no repetir la escena que constituyó a ese particular sujeto en su neurosis. De aquí que debe estar al tanto de la situación para operar con sus intervenciones.

 

  Y el cuerpo del analista: ¿qué lugar ocupa? Con énfasis, creemos que el cuerpo del analista participa en tanto imagen especular. Ahora bien, este cuerpo especular, se convierte en función, cuando interviene mediante una palabra, una interjección (10), o incluso un saludo afectuoso. Es posible entonces, llegado el caso, prescindir del cuerpo del analista, junto al paciente.

 

  Lo fundamental será la disposición a leer el momento justo en que la situación transferencial demande la adecuada intervención. Y dicha intervención, en estos tiempos de pandemias, son demandadas aún desde el otro lado de la pantalla virtual.  

 

  Al decir de Borges: los espejos se componen de ficciones, allí, entonces: lo cercano se aleja. Y podríamos agregar, a la vez: lo lejano se acerca.

 

 

Imagen*: Catrin Welz-Stein es una artista digital, nacida en Weinheim, Alemania. Inspirada por el surrealismo, sus creaciones se nutren de imágenes sacadas de libros y revistas antiguas, y de fotografías de época que reinterpreta digitalmente. Experimenta con la técnica del collage digital y el photoshop

           

                         

Referencias

 

1-BORGES, Jorge Luis. “Los conjurados. La joven noche”. Emecé editores. 2005. Pág. 25

2-LACAN, Jacques. “La dirección de la cura y los principios de su poder”. Escritos 2. Siglo XXI.

3-LACAN, Jacques. “Acerca de la estructura como mixtura de una Otredad, condición sine qua non de absolutamente cualquier sujeto”. http://www.acheronta.org/acheron15.htm

4-LACAN, Jacques. Op. cit.

5-En estos días se conoció que algunas empresas de medicina prepagas, no autorizan los tratamientos por redes virtuales. El fundamento de tamaña decisión, se anuda al sostenimiento del paradigma que Lacan denomina: psicología general. Es decir: un individuo, con un cuerpo autogestionado, cuya presencia en el consultorio, resulta indispensable para abordar su problemática.

6-LACAN, Jacques. “Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”. Escritos 1. Siglo XXI.

7-FREUD, Sigmund. “Algunas consideraciones con miras a un estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas”. Obras completas. Volumen 1. Amorrortu editores.

8-LACAN, Jacques. El seminario: libro 10. “La Angustia”. Paidós. Pág. 49.

9-LACAN. Jacques. “Variantes de la cura tipo”. Escritos 1. op. cit. Pág. 337.

10-LACAN, Jacques. Op. cit. Escritos 2.

   


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