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Clase 8 ¿Qué fue siendo Acercándonos a Lacan ?

20/10/2005- Por Silvia Nora Pasik - Realizar Consulta

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Y... llegamos a la última clase.

Su título se debe a que se hará una puntualización de lo que se considera más importante en el recorrido realizado.

 

  1. Poder tolerar/se

2.      El goce y, ¿de qué se trata la queja?

3.      Orientación de la clínica lacaniana: algunas consideraciones sobre los 3 registros

4.      El inconsciente: concepto y diferencias con anteriores formulaciones

5.      La ética en el análisis de orientación lacaniana.

a.     ¿De qué hablamos cuando decimos enfermedad?

b.     Capital/ismo y alienación

 

 

1.     Poder tolerar/se

Para comenzar, diremos que el título de este apartado quizás sea una de las condiciones más importantes para realizar un acercamiento a las enseñanzas de Lacan y –por qué no- para la vida.

Se trata de poder tolerar: el no entender, el no saber, el no poder, el angustiarse; poder tolerar/se o, pedir ayuda.

¿Por qué? Fuimos advertidos -lo decía Freud- de que en la vida se trata de desajustes, de discordancia, de desacuerdos; y por eso no es sin trabajo su lectura -como la de Lacan- y la cotidiana existencia misma.

 

Este desajuste se produce porque –entre otras cuestiones- entre lo deseado y lo logrado u obtenido existe una diferencia, y se trata de poder dar/se cuenta de las posibilidades que cada uno tiene para maniobrar mejor con  ella. O sea, la idea no es provocar desaliento o resistencias a aceptarlo, sino poder hacer con ello, esta es la gran apuesta del análisis con orientación lacaniana.

 

Fue enunciado que el análisis sólo es posible sí -y sólo sí- el inconsciente está estructurado como un lenguaje, siendo la enseñanza de Lacan el desarrollo de esta hipótesis, diferencia fundamental con  otras teorías.

 

Que  el inconsciente  esté  estructurado  como  un  lenguaje,  que ambas estructuras  sean  isomorfas –tengan  igual  forma- nos habla justamente de  estructura; Lacan  dirá: “...el lenguaje es la condición del inconsciente”, en tanto ordenamiento de funciones imbricadas. O  sea: en tanto sujetos parlantes somos efecto del lenguaje; la  causa  del sujeto  es el significante el cual fue definido como lo que representa a  un  sujeto para otro significante.

 

En el devenir de la estructura se trata de dos pérdidas: por un lado la producida por ser tomados por la palabra de lo cual resulta la distancia entre la cosa y lo que la representa; y, por otra, la del objeto que es mítico, no lo es.

 

Lacan usa la topología, que fue definida como una rama de la matemática que estudia las propiedades no métricas sino cualitativas del espacio; se trata entonces de una concepción diferente de la geometría la cual le permite ubicar el sujeto del inconsciente y demás concepciones de la teoría analítica como lugares, funciones respecto de: el analista, el analizante, el Otro, el deseo y otras.

 

Terminando con las puntuaciones de este primer apartado subrayamos que otro de los puntos a destacar es el lugar que ocupa el deseo -centro de la conceptualización freudiana también- es inconsciente y esencialmente insatisfecho. El deseo adviene, el sujeto está capturado en la cadena significante debiendo producirse en el análisis su efectuación que es fugaz, en tanto dijimos que es evanescente y por lo tanto supuesto.

 

 

 

  1. El goce y, ¿de qué se trata la queja?

 

Partimos del malestar llegando a la pregunta, ¿qué queda sin tramitar cuando aparece la queja? Continuamos preguntándonos, ¿qué lleva a consultar a alguien, como así también qué se tramita en un análisis? Vimos algo sobre el síntoma analítico y la conceptualización de Jacques Lacan del fantasma obturando. Concluimos preguntándonos de qué se trata la a veces tan temida dependencia.

 

Freud descubre la “compulsión de repetición” y a partir de la misma logra explicitar el problema de la destructividad del hombre. La compulsión de repetición aparece en el tratamiento analítico y –por tanto- en la vida cotidiana y es lo suficientemente poderosa como para hacer caso omiso del principio de placer.

 

El devenir de la vida comienza con displacer y sólo después y tras diversos movimientos es que los seres hablantes podríamos llegar al placer. Sin embargo Freud nos invita a pensar si renunciando a ciertas metas no se podría ceder goce o, se “prefiere” seguir en él. El goce es para al análisis lo opuesto de lo que se cree habitualmente, se trata de displacer, sufrimiento.

 

En la línea de esta propuesta freudiana nos  preguntamos: ¿qué queda sin tramitar cuando aparece la queja?¿por qué dejar/se hacer lo que no se quiere? ¿qué se quiere hacer y qué no? ¿Qué sostiene esta queja? Nuevamente encontramos el goce, no se decide renunciar a él. La ferocidad del superyo es inagotable y, cuanto más se lo alimenta, más sigue exigiendo gozar.

 

¿Qué es lo que le puede hacer tope? El deseo, lo articula Lacan en el Seminario sobre la ética y es por eso que enuncia la ética del análisis como: “no ceder en el deseo”.

 

Concluyendo con este apartado, aparece el tema de la temida dependencia en relación –entre otras cuestiones- al pedido de ayuda al hacer una consulta.

Por lo menos dos cuestiones se vislumbran: 1) Pedir ayuda; 2) La temida dependencia.

1.                 Pedir ayuda en tanto se trata de operaciones a ser realizadas en un análisis ya que, no va de suyo. ¿Qué decide a un sujeto a comenzar un análisis? Nuevamente entre otras cuestiones, que ceda la queja en alguna medida, lo cual ya es comenzar a, por lo menos, regularla implicándose en este suceder.

 

2.                  La dependencia: ¿no dependemos siempre de algo o alguien?

En este caso es hacia el analista. Sin embargo, es importante tener presente que la sostiene de una manera particular a fin de producir efectos favorables para la vida del sujeto.

 

 

 

3.  Orientación de la clínica Lacaniana: algunas consideraciones sobre los 3 registros.

 

Fueron discriminados diferentes aspectos que delinean los registros que direccionan esta orientación. Se separó la agresividad de lo imaginario, la función pacificadora de la palabra y lo imposible de lo real. Se pudo desarrollar  algo sobre la imposibilidad de la comunicación en base a los postulados de Lacan; y, se vieron ciertas cuestiones en la problemática de la agresividad promovida por los medios de la supuesta comunicación.

 

Comenzamos diciendo que no es poco hablar de una orientación en una clínica. La de ésta promueve el direccionamiento hacia lo simbólico; se trata de reducir cada vez lo imaginario en tanto perturbador para el parlêttre a  fin de producir el sujeto del inconsciente.

 

Se  trata  de  movimientos  que  conllevan  operaciones  a  realizar  en  un análisis a fin de poder abrir/se a preguntar/se. La clínica  consiste en la escucha  de pacientes por  parte de  un  analista; Lacan llamará analizantes a los sujetos que están transcurriendo  un análisis pues, tienen una participación activa –o sea- analizante.

 

Acerca de los registros real, imaginario y simbólico dijimos que existe una articulación a modo de anudamiento o engranaje que, si bien seguirán siendo fundamentales en su enseñanza, sin embargo cambiará su formulación y ordenamiento.

 

Entre 1953 y 1963 la categoría de lo simbólico es la dimensión esencial de la experiencia analítica, sobre todo diferenciándose de lo que ocurría en aquella época en la cual lo imaginario predominaba.

 

A partir del Seminario 20 –año 1972/73- lo real se convierte en la categoría esencial como consecuencia de la insistencia de las resistencias, los resultados de los análisis que se van conociendo y el avance en el estudio de las psicosis.

 

En 1974 acerca de estas “categorías” se producen virajes en el desarrollo de la enseñanza lacaniana siendo uno el que culmina con una relación diferente de los registros vuelta hacia lo real; aclara que sin embargo en esta articulación a modo de entrelazado continúa estando el objeto «a» como vacuo -vacío- y a la vez, causa de deseo.

 

Ubica un resto imposible de analizar por ser imposible de simbolizar que es base de muchas de las resistencias, pero también se promueve un saber hacer con este inanalizable -por parte del analista- para llegar a poder hacer acto el analizante.

 

Respecto de la agresividad de lo imaginario ubica lo que denomina el estadio del espejo, base de la relación especular que se produce entre los 6 y los 18 meses de edad. En  ese momento  el niño  reconoce su imagen en el espejo frente  a la  cual responde  con júbilo pues no  estando aún preparado para percibir su cuerpo  en  forma completa, esta imagen se le anticipa contrarrestando la impotencia e indefensión en que se encuentra pero, provocando desadecuación por un lado.

 

Sin embargo Lacan afirma que, por otro lado, esta actividad del espejo revela la estructura del mundo humano que se inserta como conocimiento paranoico en tanto parte de esta función enajenadora del yo (moi). Es así que en toda relación con el otro se produce cierta paranoia porque la imagen es un otro diferente de él, hay alguien ocupando su lugar que es vivido -por  lo tanto- como su rival; es una relación mortífera: es “yo o el otro”.

 

Esta actividad es matriz simbólica y fundante en tanto el yo (moi) –se explica más adelante- estructural se precipita antes de aparecer diferente del otro y que el lenguaje le restituya su función de sujeto para poder apropiarse de lo simbólico que lo preexiste.

 

Se  produce una  transformación en el sujeto  cuando asume  su  imagen que queda inscrita en la estructura psíquica lo cual no es sin consecuencias, como acabamos de enunciar.

 

La clínica de la orientación lacaniana va a estar dirigida a regular esta relación imaginaria y tender hacia la función pacificadora de la palabra la cual permite mediatizar; ya no sería entonces “yo o el otro” de lo imaginario, sino que dialécticamente podríamos pensar “yo y el otro”, cambia la “o” por “y” lo cual permite seguir pensando, abre caminos.

 

El tercer registro es lo real y tiene que ver con el goce que nos remite al superyo que satisface su función censora ordenando –como más arriba fue dicho- seguir gozando en sentido opuesto al placer.

 

A partir de esta diferenciación de los registros llegamos a, ¿cómo da cuenta Lacan de las complicaciones de la comunicación? Enuncia una fórmula de la comunicación intersubjetiva en la que el receptor  recibe su propio mensaje bajo una forma invertida. O sea, la comunicación es complicada porque -entre otras cuestiones- se produce una inversión -por ejemplo: “soy vuestra profesora”, significa: “son mis alumnos”, hay una inversión.

 

De las propiedades de la imagen del yo surgen los desconocimientos merced a los cuales se establecen los malentendidos que constituyen la comunicación y hacen decir a Lacan que comunicarse es imposible, por supuesto, en la línea opuesta de la teoría que lleva este nombre.

Al ser recibido el mensaje en forma invertida por el Otro, puede dar la impresión de no comprender en su transmisión sino un sólo sentido, como si el comentario lleno de significación quedase inadvertido para aquel que escucha y neutralizado. Esto es: no es un ida y vuelta para que se dé la comunicación, sólo lo parece lo cual, es comprobable cotidianamente, si nos ponemos a pensar.

 

No  olvidemos  que  el significante no es lineal, no  es unívoco por  lo  cual lleva a malentendidos, pues son posibles diversas formas de interpretar para quien escucha lo que se enuncia, por los diversos significados que puede atribuirle, diferente del pretendido.

 

Concluyendo con este apartado recordamos algo sobre la problemática de la agresión promovida por los medios de la complicada comunicación. Basándonos en Lacan podemos decir que en lo que se llaman las relaciones humanas, los medios masivos de comunicación enseñan a unos y otros cómo comportarse para asegurar que nada cambie, que todo siga igual.

 

Sin embargo, se podría orientar hacia el estar advertidos de estas pretendidas enseñanzas y de lo paranoico que vimos del conocimiento predominantemente imaginario; se trataría de evitar la constante promoción de situaciones de oposición como –por ejemplo- “los  agresores o los agredidos”, quedando en un lugar de impotencia a la que  conduce esta perspectiva  que sostiene este sistema; agregar el “y” es una posibilidad.

 

Por último, se podría promover la condición de arma que pueden llegar a tener las palabras. Es decir: estar advertidos que nuestro recurso es armarse de las palabras con que contamos, que muchas veces no nos damos cuenta u olvidamos;  entonces sería posible escuchar lo que sucede tratando de “dar muerte” ya no al “rival”, sino a esta posición infantil que asumen muchos por no estar advertidos o no queriendo saber nada de esto. El estar advertido es comprometerse y virar hacia el dejar la ingenuidad de creer que las cosas nos ocurren.

 

 

 

4.  El inconsciente: concepto y diferencias con anteriores

 

Vimos diferencias con conceptos anteriores y posteriores a Freud del inconsciente; con el sujeto del inconsciente de Lacan y el yo; para terminar con la diferencia entre la orientación lacaniana con los analistas que se ocupan del yo.

 

Un subrayado en la teoría de Lacan podría ser el tema de la diferencia siendo una de las mismas la conceptualización del inconsciente en su retorno a Freud y –a partir de ahí- lo que Freud mismo consideró desvíos respecto de sus teorizaciones

 

Para poder definir el inconsciente recordemos que Freud busca lo que se llaman sus formaciones –su desarrollo no corresponde a este curso- que son: el sueño, el acto fallido, el chiste; y en lo que sorprende, a modo de tropiezo, bajo el que aparecen el fallo, la fisura.

 

Ahí, algo distinto provisto de una extraña temporalidad se presenta como el hallazgo; es de algo perdido, siempre está preparado para esconderse  de nuevo instaurando la dimensión de la pérdida que remite a ser seres hablantes, situación que complica.

 

A fin de marcar semejanzas entre las teorías de Freud y Lacan recordemos que Freud enuncia la representación como el elemento psíquico. En tanto Lacan dirá la estructura significante, lo cual implica un determinado ordenamiento lógico que no es ajeno en Freud y por eso el “retorno”.

 

También existen semejanzas en la forma de ubicar la operatoria de la representación entre ambos autores: en tanto Freud aclara que no suele ser conciente de manera duradera; al decir de Lacan el sujeto del inconsciente es evanescente.

 

Siguiendo a Lacan, sabemos que la fórmula “el inconsciente está estructurado  como un lenguaje” remite a un campo que explora, estructura y  elabora Claude Lévi-Strauss. Basándonos  en  este autor podemos decir que antes de  toda  experiencia individual y de que se inscriban en él las colectivas, de que se establezcan relaciones propiamente humanas: algo organiza ese campo, ya están determinadas ciertas  relaciones.  Éstas están presas en todo lo que la naturaleza puede  ofrecer  como soportes y se disponen en temas de oposición que son  los significantes. Cualquier cosa puede tener estatuto de significante: palabras, cosas, frases, silencios, máquinas, personas.

 

Basándonos esta vez en Lacan subrayamos que vemos en el nivel donde antes de toda formación del sujeto que piensa, que se sitúa, eso cuenta, es contado; y en esa cuenta, el que cuenta ya está en ella. Sólo después el sujeto tiene que reconocerse allí, como contante (que empieza a contar/se).

 

Respecto de la diferencia entre el yo y el sujeto del inconsciente, Lacan ubica al yo en tanto capturado engañosamente, alienado por su imagen al otro, en el registro de lo  imaginario; en cambio, distingue el sujeto del inconsciente como evanescente y a producir; se leerá yo (moi) para el yo y yo(je) para el sujeto.

El yo tiene una constitución alienada y es a fin de producir la operación analítica de la separación, uno de los motivos por los que se realiza el corte de sesión marca algo de la producción del sujeto, razón por la cual no tienen un tiempo fijo.

 

En relación a los desvíos que se produjeron en la ubicación del yo y la operatoria a realizar en un análisis, dijimos que es Freud mismo quien en algunos fragmentos podría promoverlas –por ejemplo- “Nuestra meta terapéutica es ahora fácil de circunscribir. Queremos restablecer al yo, librarlo de sus limitaciones”.

 

En cambio, en la orientación de la clínica lacaniana se trata de poder producir el sujeto del inconsciente.

Si bien fue dicho nos interesa subrayar que:

El sujeto es supuesto y a producir.

Es supuesto porque no tiene sustancia, desaparece y vuelve a aparece.

El sujeto es efecto de la cadena significante y por lo tanto fundamentalmente simbólico.

 

 

 

5.                 La ética en el análisis de orientación lacaniana: el lugar del analista.

 

Desarrollamos algo del lugar del analista, el objeto “a”, única invención reconocida por Lacan, la ética del deseo. Estar advertido de no ceder en el deseo. Función deseo del analista.  Hacia  el deseo de saber. La  castración.  Una  posible  salida  de  análisis: analizante de su propia experiencia. El almor como ilusión de encuentro.

 

La temática del lugar fue ubicado como función desde la topología que ya definimos.

 

Dijimos respecto de la experiencia analítica que se instala con la consigna de la asociación libre por parte del analizante y de la atención flotante del analista como la función  que  le corresponde a la primera; este  ordenamiento es lo que  se  llama “dispositivo analítico” y trae consecuencias como también produce efectos en tanto hablamos de una estructura.

 

Es la ética del análisis de orientación lacaniana la que enmarca -da marco- al papel fundamental del discurso del sujeto y de su escucha; sostenida por funciones como: el objeto “a”, ética del deseo, estar advertido, función deseo del analista, deseo de saber, el descubrimiento de la castración y un fin posible de análisis para Lacan que es el pase de analizante a analista de su propia vida.

 

Dijimos que el analista puede sostener su lugar a partir de su formación constituida por su propio análisis, las sesiones de supervisión acerca de sus analizantes y el estudio.

 

Definimos la experiencia analítica como la estructura de una relación y a lo que se capta en ella, el significante, conceptos poderosamente articulados entre sí.

 

Es así que el análisis se diferencia de lo que se conoce como intuición y/o sentido común, Lacan lo definía como en dirección opuesta a este último.

 

Lacan afirmaba que Freud era tajante acentuando que todo su esfuerzo fue distribuir las partes de lo imaginario y de lo real en los mecanismos del inconsciente lo cual sigue siendo confundido pues -entre otras cuestiones- no se discriminan los tres registros ; o sí pero no se es consecuente con esta discriminación.

 

Uno de estos efectos y consecuencias es que no se toma en cuenta que, partiendo del dispositivo que fue enunciado más arriba, los analistas forman parte del concepto de inconsciente puesto que constituyen aquello a lo que este dispositivo se dirige.

 

Se considera importante subrayar que el analista debe pagar:

·                con palabras, que las eleva a su efecto de interpretación

·                con su persona, en cuanto la presta como soporte a los fenómenos que el análisis ha descubierto en la transferencia

·                con lo que hay de esencial en su juicio más íntimo

 

El analista sólo sigue los decires de sus analizantes y no sus ideas personales las cuales deben quedar (entre paréntesis) en lo que llama Lacan el lugar del muerto; debe estar lo más alejado posible del ideal en tanto persona y por eso definimos el análisis como del discurso inconsciente del analizante.

 

La  formación del analista debe prepararlo a desaparecer en tanto yo (moi), ya que su posición misma en el dispositivo analítico manifiesta la sustracción a la relación imaginaria.

 

Por  el  contrario, en la  experiencia  analítica debe  estar en el lugar  del gran  Otro interpretando desde  este lugar que  es  excéntricoes decir- por fuera de su moi.

 

Respecto del objeto “a” reconocido por Lacan como su única invención, lo definimos no siendo un objeto del mundo, no es representable como tal. La constitución de este objeto “a” se crea en el espacio que la demanda abre más allá de la necesidad que la motiva; nada puede satisfacer la demanda siendo su función soportar la “falta en ser” que define al sujeto del deseo. El objeto “a” es entonces el objeto del análisis, y los analistas tienen en parte a su cargo su tratamiento.

 

Una de las versiones del objeto “a” es presentificar la falta en ser del sujeto –estructural en tanto hablante- falta que fue definida sin posibilidad de ser cubierta, lo cual distingue la ética del análisis de orientación lacaniana.

Las otras psicoterapias pretenden suturar, cubrir, obturar la falta; la misma es imposible de ‘llenar’; es lo que se intenta durante toda la vida con las distintas posibilidades que brinda la sociedad: el dinero, los bienes materiales, la religión, las sectas, y sigue la lista.

 

Siguiendo en esta línea, ubicamos el deseo del analista como una función por la cual está advertido que no debe desear lo imposible -por ejemplo- pretender responder a la demanda de felicidad por parte del analizante; es importante aclarar que no se trata del deseo personal del analista, que por supuesto lo tiene pero debe ocupar el lugar ya citado del muerto.

 

El fin de un análisis de lo que trata es estar advertido a fin de poder hacer con estos hechos de estructura.

No ceder en el deseo es la única culpa que puede tener un sujeto en la orientación que da la ética del análisis lacaniano; recordemos que la sociedad presiona hacia la búsqueda del supuesto éxito en cuanto a valores materiales y no necesariamente el deseo se refiere a esta perspectiva y sí en cambio ella provoca angustia pues quedamos ubicados en el lugar de objetos dentro de la posición fantasmática  ($ <> a).

 

Este fantasma ha de ser atravesado como operación dentro de un análisis y no es sin angustia porque, se trata de des/arrollar-des/enrollar el entramado de fantasías inconscientes que están obturando, velando, cubriendo la cadena significante en la que se ha constituido el fantasma. Lo que angustia es el des/cubrir –sacar el velo- del saber del cual el neurótico no quiere enterarse que es la castración.

 

El final de un  análisis produce el surgimiento de un deseo inédito que es el deseo de saber. Sin embargo debemos aclarar que existen, en muchas ocasiones, ya no un final de análisis pero sí, salidas posibles como –por ejemplo- lo que se denomina el efecto terapéutico del levantamiento del síntoma, la resolución de uno o varios síntomas;  lo cual decimos que no es un fin de análisis en esta orientación, en tanto no existe cambio de posición subjetiva -tema que no corresponde a este curso-.

 

Dentro de este apartado es interesante la ubicación del amor pues hace a la ética y diremos que Lacan lo ubica como posibilidad de encuentro fugaz, evanescente ya que el significante es contingencia, puede o no estar; se trataría de no pretender cubrir la falta del Otro en tanto también la sufre pero, sí acompañarse, encontrarse.

 

Para concluir este apartado parece alentador transcribir la   siguiente cita:  “El arroyuelo  donde se sitúa el deseo…  corre por debajo de…, lo que somos y también lo que no somos, nuestro ser y nuestro no ser”

 

 

 

6.        ¿De qué hablamos cuando decimos enfermedad?

 

Surgió esta temática ante la inclusión en este curso de una institución compuesta por profesionales dedicados a actividades afines al cuidado del hombre; sin embargo, se consideró oportuno realizar un viraje “hacia”, los seguidores de estas clases. Hemos reflexionado interrogantes sobre diferencias respecto de la manera de pensar desde el análisis sobre: el cuidado del hombre, la enfermedad, el cuerpo, la vida y la muerte, el lugar del análisis; así como aclarar el concepto de demanda que parte del paciente hacia los trabajadores ocupados en el hombre, para llegar a la de la vida cotidiana. Planteamos por qué no se puede responder a la demanda para terminar con los efectos y consecuencias de la relación imaginaria orientando hacia la  desdramatización en la cotidianeidad.

 

En cuanto a las diferencias entre el análisis y los otros quehaceres en este campo la diferencia fundamental es clara, en principio: el análisis toma el sujeto del inconsciente.

 

También dijimos que Lacan se preguntaba –en ese momento y ahora aún más- cuál era la función del médico, pues estaba ya desvirtuada.

 

Pudimos pensar la enfermedad desde una perspectiva diferente, como motor creativo. También vimos cómo muchos sujetos se aferran al “estar enfermo” como modo de ser, de ocupar un lugar, o también como un truco para fugar a la muerte.

 

Lo que antecede no es más que el goce y lo que denominamos el beneficio secundario de la enfermedad.

 

Tanto el goce como la temática de la diferencia entre la demanda y lo que se desea hacen que esta clase sea dirigida a los seguidores de este curso ya que, es la perspectiva  diferente seguida   por  Lacan  en  la  cual  se  trata  de  reflexionar sobre qué se juega en las relaciones entre los seres hablantes.

Respecto del lugar del análisis en relación a la medicina, es fundamental el recorte del tema de la demanda y cómo no es posible responder a ella porque es de otra cosa que se trata, la vida cotidiana lo demuestra.

 

Existe la falla, hiancia, agujero que es lo que Lacan logra ubicar y crea lo que él llama su única invención: el objeto “a” para esta diferencia.

 

O sea, ya no es importante si se es médico o se desarrolla cualquier otra función; se reciben demandas en tanto seres hablantes, razón por la cual se decidió compartir esta clase.

 

Respecto del lugar incierto en que ha quedado el médico, podría mantener la originalidad de su posición en tanto es quien puede llevar al sujeto a dirigirse  hacia  el lado opuesto a las ideas que emite para presentar esa demanda.

 

Acerca del pensar el cuerpo de una forma diferente dijimos que existe a través del dolor un de/velamiento -se corre un velo- de una dimensión del cuerpo.

 

Nos preguntamos qué efectos y consecuencias producía la relación imaginaria cotidiana, tratando de orientarla hacia la  desdramatización.

 

Insistimos en una dirección diferente a lo largo de este curso a fin de tratar de regular el estatuto imaginario y, en cambio, desarrollar temáticas como la diferencia, la incompletud, la falta, la imposibilidad de responder a la demanda.

 

Se trató de pasar de las relaciones del médico y demás campos, para poder llegar al lazo a través del discurso cotidiano tratando de promover una orientación diferente que es por la cual se pretende apuntar a que el mismo no debería ser de cualquier manera.

 

En el análisis lacaniano se propone operar en el sentido de escuchar al Otro habiéndolo barrado; no promover la omnipotencia en tanto se le supone todo el saber y sí en cambio orientar este camino del sujeto lector hacia: poder apropiarse lentamente, con paciencia, tolerancia, y -por qué- no angustia pero -como se anunció en la primera clase- hacia la creatividad de intentar reflexionar sobre nuevas posibilidades de pensar y tratando de vivir la vida desdramatizando.

 

En esta línea y concluyendo con este apartado tratamos de pensar la muerte de una manera diferente, decimos citando a Bichat: “La vida entonces, no es más que el conjunto de fuerzas que resisten a la muerte”.

 

Se trata de un pensamiento dialéctico -entre otras cuestiones- pues es desde la perspectiva de la definición de la muerte en oposición a la vida

 

 

 

7.  Capital/ismo y alienación

 

Quisimos concluir este curso tratando de reflexionar acerca de un tema que consideramos actual e importante para pensarlo desde el análisis: cómo es que el capital/ismo es alienante para poder funcionar, en tanto el sujeto queda como objeto acentuando, aún más, la alienación estructural que padecemos en tanto seres hablantes. Concluimos tratando de direccionar  desde un camino que promueve la cantidad hacia, la inclusión de  la  calidad.

 

Dijimos que desde el comienzo de la humanidad existió la alienación social. Continuamos con que la presión producida sobre todo por el neoliberalismo, alimenta la ferocidad inagotable del superyo con frases sumamente escuchadas como: “Hay que vender más, usted no sirve para mi empresa”.

 

El tema de la alienación en tanto seres hablantes ha sido desarrollada desde la primera clase, ya que somos bañados por el significante y requerimos del Otro -tesoro de los significantes- para insertarnos en el lenguaje.

 

La promoción del yo del sistema reinante deja al hombre aislado, sin posibilidad de hacer lazo, pensando que no se puede con el Otro pues está sin barrar, completo, asfixiante, presionante; es la promoción de la posición fantasmática de todo neurótico, trae angustia en tanto quedamos como objetos como fue dicho líneas arriba.

 

Abriendo caminos a esta posición alienante tanto estructural como social, aparece otra de las enseñanzas de Lacan en la cual enuncia que no existe la justicia distributiva, formulando esta imposibilidad como no hay relación sexual.

 

Sin embargo, ante esta imposibilidad se trata, en cambio, de la posibilidad de jugar, por momentos azarosamente, a la ilusión del fugaz encuentro en el drama –en tanto escenificación- que puede darse en el desarrollo de la vida; desde el lugar conflictivo predominantemente imaginario en el que suele desarrollarse hacia un lugar desdramatizado en el sentido lúdico, tratando de operar en el camino de la regulación de la carga que conlleva y abruma.

 

Marcamos que una propuesta de Lacan es lo hetero -es decir- la diferencia que la la encontramos en el centro de la estructura significante y no es sin consecuencias en el orden de lo social, siendo la fórmula que lo explicita nuevamente, el “no hay relación sexual”.

 

Sin embargo recordemos que salir de esta situación alienante, tanto estructural subjetiva como social, depende –en parte- de la decisión del hombre de querer sostener su “no ceder en su deseo” el cual fue definido como la ética del análisis, lo cual constituye una de las operaciones a desarrollar en un análisis.

 

Se trata de apelar a la responsabilidad de la implicación subjetiva y, siguiendo la orientación del discurso analítico, frente a estas dos formas de alienación –estructural del hablante y social- hay una decisión a tomar desde el análisis en cuanto se trata de estar advertidos sobre la orientación del camino a seguir en el mundo que vivimos: dejarse llevar por la alienación estructural “ayudada” por la social o, mediante el discurso analítico –que es el único que le puede hacer obstáculo al discurso amo-, tratar de emprender este otro recorrido del que venimos hablando a lo largo de estas clases.

 

Como también fue dicho, es un gran esfuerzo realizar este envés -esto es- darle vuelta  al discurso amo a fin de producir/se cada vez en tanto sujetos y  no  ya  de objetos. Se trata de operaciones subjetivas a ser realizadas y poder llegar a decir no a las presiones; puede ser una de las consecuencias de estas operaciones. Dijimos que no es fácil ya que se tiende a pensar que lo único valedero es el hacer, sin pensar en la calidad, por ejemplo. En el camino, desde la cantidad hacia la inclusión de la calidad, uno de los temores es que algo aparezca como sin posibilidad de ser rotulado de alguna manera y en consecuencia, muchas veces aparece la cantidad más fácilmente. Por ejemplo, puede ser calidad de discurso lo que se pretendió lograr a lo largo de estas clases.

 

Concluiremos recordando palabras de alguien que no es analista -Ricardo Sasaki, maestro de meditación y psicología budista- nos dice en su texto ¿Con qué derecho nos dicen que esta es la realidad?:

“significan mucho más una precisión cuantitativa que una realidad cualitativa.... ¡Nuestro mundo no tiene lugar para sabios sino solamente para hombres expertos y eficientes! ... ¡Con qué facilidad se confunde la posesión de datos cuantitativos con la verdadera comprensión de un proceso! (concluye esta reflexión diciendo) La valorización de la cantidad y su consecuente producción acelerada crece en sentido inverso a la calidad.”

 

Como hemos dicho, en estas clases hemos tratado de producir esta inversión.

 

 

 

Email: silvianpas@yahoo.com.ar

 

 

Agradecimientos:

§         Pablo Cazau, administrador argentino del primer sitio que invitó a dar este curso dando la idea a la docente de realizarlo en  forma virtual. 

· Administrador Español del mismo sitio y primer alumno: Sr. Antonio Magan Pérez.

·  Quienes puedan llegar a seguir el desarrollo de este curso: por leerlo, por las preguntas que realizaron y continúen haciendo.

·  Muy especialmente a María Mesías, ex compañera de estudios universitarios y de actuales y amiga, quien tuvo la paciencia de revisar cada clase brindando sus aportes y compañía en el desarrollo de la producción de este recorrido.

·  A Néstor Rubén Pasik por haber colaborado con algunos gráficos que la computadora de la docente no podía realizar.

·  Y por último, pero en un lugar muy importante, a Mirta Balma quien me acompaña en los avatares de mi trabajo de analizante a analista y quien no leyó este desarrollo lo cual fue una gran ayuda para la decisión de producirlo.

 

NOTA:

Se desea compartir con quienes siguen estas clases que ante ofrecimientos de la autora, fueron las mismas solicitadas de una u otra forma por los siguientes sitios de la web:

 

1.               Grupo de Epistemología Filosofía. Administrador en Argentina: Pablo Cazau. 

2.               Curso para médicos: Director: Leonardo Gulman.

3.               Revista La Misión de la Universidad Autónoma de Queretano-Méjico. Redactor: Psicólogo Juan Carlos García Ramos

4.               EFBA: Escuela Freudiana de Buenos Aires.

5.               El Sigma: Portal en internet de Imago-Agenda: Sección de Introducción al Psicoanálisis: Coordinadores: Andrés Ortega y Anabella Romano.

6.               FUNDEN: Fundación de Defensa del destino neuquino.


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