» Coleccionables
Final de Carrera o ¿Qué hago? (1° entrega)20/12/2000- Por Martín H. Smud - Realizar Consulta

FINAL DE CARRERA O ¿QUÉ HAGO?
Los primeros años de trabajo de quien ha terminado una facultad no resultan fáciles. Y no es solamente por la cuestión del título profesional. Los primeros años de trabajo de cualquiera que ha terminado un estudio no son sencillos. Por muchas razones. Contar la experiencia de llegada a un campo laboral es apasionante.
Estos textos fueron escritos en el momento en que iban sucediendo los problemas, las sorpresas, las preguntas: los primeros pacientes, la llegada al hospital público, la llegada a un grupo de profesionales en formación. Textos que, solo al final, cuando estaba haciendo el duelo de esa etapa que se terminaba, decidí darles un armado de libro.
El contenido es la experiencia de los primeros años de llegada a un campo laboral y como, aquello que aprendimos (y somos) se estrella contra la llegada "en vivo y en directo" del trabajo en esta Argentina de hoy.
Es apasionante y conmocionante. Del final de carrera, a los primeros años de residencia en el campo de la salud mental. Vayamos al final de carrera. Este es el comienzo.
1-
De repente, empecé a vislumbrar que el tiempo universitario llegaba a su término. La meta del final de carrera, después de una larga travesía, se volvía presente. Desde finales de la década del 80, hasta mediados del 90, me convertí en un experto en cursar, promocionar y pasar a otra materia.
Pero la carrera no terminaba allí, también estaban las largas colas de inscripciones, las elecciones de materia y cátedra, las comisiones que nunca salían como estaban programadas, la presentación del docente y el programa, la bibliografía imposible de leer, el insuficiente tiempo para preparar los exámenes, la pelea con el texto, la espera de la nota, la insatisfacción por la cursada, con el docente, y algún chiste dirigido a una compañera de comisión que me miraba de reojo ante las estúpidas preguntas que realizaba para llamar su atención. Todo era parte de la llamada vida universitaria.
Sólo en el final de carrera me surgió una pregunta: ¿Qué hace un psicólogo en esta Argentina de hoy? En realidad, la pregunta fue un tanto más angustiante: ¿qué carajo hace un psicólogo en este final y comienzo de siglo en la Argentina? Esa fue la pregunta. Aún me lo sigo preguntando.
2-
Llegaba al final de carrera, y no había visto pacientes. Me puse el objetivo de, aunque sea, verlos; quería experimentar lo que se sentía cuando un individuo nos habla de su padecer esperando algo de nosotros. Estaba tan decidido que no me importaba de donde salieran esos pacientes, había que estar preparado, de cualquier lado podían aparecer, cualquiera podía serlo, llegado un punto no me importaba si mi paciente era mi novia, un amigo, mi padre; estaba atravesando un verdadero "furor curandis", tenía un desencadenamiento de "psicologicus rara avis".
No ayudó a mi estabilización un docente universitario que intentaba enseñar psicoanálisis cuando aseveraba que el psicoanálisis no se podía enseñar. ¿Qué había hecho todo este tiempo? Varias horas por semana me sentaba a estudiar textos varios, donde había que subrayar lo importante, recordar lo esencial, y desechar todo el resto. Adquisición rápida de conocimientos que me permitiría separarme de los profanos, de los que no saben lo que yo sé. Pero para esto, debía tragarme los textos que me ponían delante, debía leer la bibliografía obligatoria y sugerían en la bibliografía optativa. Ese saber se podía evaluar, cuantificar y hasta cualificar. Pero el saber de la clínica era diferente. No estaba ligado a su adquisición por medio del esfuerzo erudito y obsesivo de intentar ser un titulado universitario. El saber en psicoanálisis tenía características inéditas, se trataba de un saber no sabido, de un cuestionamiento a su posibilidad de adquisición. ¿Cómo aprender este saber?
Desencadenado en el "furor curandis" por un lado, y embarazado por la pregunta acerca del saber que contaba para enfrentarme a un paciente, iba hacia mi final de carrera. Quizás Usted no se sorprenda, pero un estudiante a punto de recibirse en una facultad pública a mediados de los años 90, se estaba volviendo loco por estas cuestiones.
3-
En cada época, diferentes autores, grupos e instituciones tiñen el campo de trabajo con un discurso que se supone desprende de articulaciones teórico-científicas. Esto genera coincidencias en las problemáticas a investigar pero también es motivo de luchas que tienen menos de analíticas que de políticas, fanatismos varios y prejuicios que dificultan aún una mínima posibilidad de diálogo. Cualquiera y más un estudiante, por el sólo hecho de haber atravesado una facultad está posicionado en el debate. Antes de haber nacido ya tenemos un nombre, y una época que nos espera. ¿Qué haremos con este nivel de determinaciones político-institucionales?
-"¿Nos detendremos en maldecir quién jugó su deseo en nuestro cuerpo?"-
-"¿Defenderemos nuestra filiación de quienes se acercan acusadores marcando nuestras determinaciones?"-
-"¿Haremos mención del relativismo de las posiciones teóricas, y acentuaremos la identidad común como trabajadores del campo de la salud mental?"-
-"¿Nos desprenderemos de las implicancias de la problemática definiéndonos como laburantes, simples jornaleros que además de tener algo de ganancias, deben presentar su declaración a la D.G.I. una vez por año?"-
Así, la transmisión de un saber imposible, el posicionamiento como profesional que dirige una cura y la filiación corporativa fueron tres temas que no me dejaban dormir. Y antes de decidirme a tomar algún hipnótico me puse a escribir. Esa costumbre... la de no dormir, la seguí teniendo aún después de recibido, así que seguí escribiendo mis primeros años de residencia. Un primer año, un segundo año, un tercero y un cuarto. Me detengo aquí, vuelvo a leer lo escrito y te lo doy para que le eches una ojeada. He aquí algunos textos que pueden servir a quienes ya están inmersos en el campo de la salud mental o a quienes en algún momento, quizás después de terminar la carrera de grado, se van a arrojar.
© elSigma.com - Todos los derechos reservados