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Acto e institución

05/09/2010- Por Carlos Paola - Realizar Consulta

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Hace más de veinticinco años, una pregunta insistía en hospitales y centros asistenciales: ¿Es posible el Psicoanálisis en una Institución Gratuita de Salud Mental? Algunos “apasionados” planteaban, entonces, que la condición de gratuidad lo volvía imposible. De este modo, adjudicando una contundencia sin fisuras a la normativa institucional, cancelaban la posibilidad del no-todo y, por ende, la del “acto de fundar un análisis allí”. Argumentando que todo paciente debía pagar por su análisis, reducían la experiencia a un “cobre sin aleación”, siempre en concordancia con el tiempo de las entrevistas preliminares. Otros, en cambio, sostenían la convicción de que la gratuidad era una de las tantas formas de la imposibilidad jugada en todo análisis. Y el dinero (en falta en la Institución), podía habilitarse como la presencia de una ausencia...

Hace más de veinticinco años, una pregunta insistía en hospitales y centros asistenciales: ¿Es posible el Psicoanálisis en una Institución Gratuita de Salud Mental?

Pregunta que, derivada de la no articulación entre Psicoanálisis e Institución Pública, no sólo ponía en cuestión el entrecruzamiento discursivo: tras el horror del totalitarismo militar, el choque hacía despertar de lo adormecedor de cada discurso.

Muchos años después de la incursión de los pioneros (Pichón Rivière y Arminda Aberastury en el Hospicio de las Mercedes, Rascovsky en el Hospital de Niños y Goldemberg en el de Lanús), con la vuelta de la democracia, se retomaba y expandía en Buenos Aires un viejo anhelo freudiano[1]: la “puesta a prueba” del Psicoanálisis en las “nuevas condiciones” de la Institución que, volviéndolo accesible a gran cantidad de personas imposibilitadas de pagar, procuraba también un espacio para la transmisión de la experiencia[2].

Algunos “apasionados” planteaban, entonces, que la condición de gratuidad lo volvía imposible. De este modo, adjudicando una contundencia sin fisuras a la normativa institucional, cancelaban la posibilidad del no-todo y, por ende, la del “acto de fundar un análisis allí”. Argumentando que todo paciente debía pagar por su análisis, reducían la experiencia a un “cobre sin aleación”, siempre en concordancia con el tiempo de las entrevistas preliminares.

Otros, en cambio, sostenían la convicción de que la gratuidad era una de las tantas formas de la imposibilidad jugada en todo análisis. Y el dinero (en falta en la Institución), podía habilitarse como la presencia de una ausencia.

Finalmente, traspasando los fantasmas con los que se tiende a responder a la no relación y, oscilando entre la “posibilidad de una práctica” y la “especificidad de una clínica”, los analistas que han sostenido su praxis en la Institución Pública, respondieron “en acto” a la pregunta[3]: siguiendo la ruta freudiana, cientos de trabajos publicados atestiguan que “la posición del analista” puede alcanzarse arriba de un tren o en la cima de una montaña[4].

El Hospital es un espacio asistencial del Estado, adonde suele retornar aquello que en lo social no anda, y cuyo cobre institucional plantea control y asistencia masiva, imponiendo la duración y la gratuidad de los tratamientos.

Por lo que, la práctica del Psicoanálisis en la Institución, confronta con algunas legalidades que, aunque exteriores a su discurso, no cesan de condicionar los modos de la demanda, suscitando obstáculos cuando el analista debe posicionarse como tal[5].

Porque, aunque haya aleaciones más o menos adecuadas, no existe en el Hospital un dispositivo posible por fuera del circuito de la demanda institucional.

Sin embargo allí, donde límites y demandas se pluralizan, el analista es confrontado privilegiadamente con lo que no se puede y con lo que lo precipita a inventar[6] nuevas aleaciones, a fin de reintroducir la lógica del no-todo.

Así, la Institución Asistencial puede devenir escenario propicio donde interrogar la posición del analista. Porque, conmoviendo de vez en cuando aquellos rituales que pretenden garantizarla, pone algunas veces en suspenso lo ya sabido, ofreciendo la chance de investigar lo que resulta esencial para alcanzarla.

Precisamente, fue en el Hospital donde Lacan encontró su Aimée. Fundacional encuentro de amor y saber que introdujo la psicosis en el campo de lo analizable[7].

Respondida en acto la pregunta sobre la posibilidad de fundar un análisis en la institución, la interrogación se centró en el tiempo.

Si bien una letra municipal prefijaba en tres y seis meses la duración de los tratamientos, la presencia de los analistas allí propició la flexibilización de esa letra.

Con la pretensión de que los criterios de finalización no fueran puestos en relación con la normativa burocrática sino con la lógica interna de cada caso[8], en los hospitales y centros asistenciales se fue produciendo un pasaje de un “tiempo prefijado” a un “tiempo acotado” de duración.

Pasaje que, si bien seguía respondiendo a la demanda institucional de garantizar la masividad de la asistencia, intentaba subvertir el cálculo de la regulación municipal, en tanto el “tiempo acotado”, es una dimensión que anticipa el fin pero no establece el “cuándo”[9].

Ahora bien, reintroducido el orden de lo contingente en la duración de los tratamientos, la responsabilidad del tiempo quedó corrida, de la institución a cada analista.

Así, por la vía de dar cabida a la singularidad del sujeto, el analista se encontró inmerso en la paradoja de una decisión no analítica: precipitar, respecto del fin, una conclusión anticipada.[10]

La experiencia analítica conoce la dimensión del tiempo: desde la espera de una significación por venir, hasta la sorpresa de la retroacción; desde la intemporalidad del inconsciente, hasta el ordenamiento temporal de la cadena significante; desde la inercia del goce, hasta la prisa por concluir. Frecuencia, duración y corte de la sesión, son maniobras con el tiempo. Y el acto analítico se juega en el inicio y el fin de un análisis.[11]

Luego, los tiempos de anticipación y clausura del significante vuelven imposible el ingreso “en un análisis sin que algo haga referencia al fin (se alcance o no este fin en su conclusión).”[12]

Por lo tanto, la anticipación del fin acontece en todo análisis. Pero en la Institución, la conclusión anticipada, no es sólo anticipación del significante. Implica también concluir con la habitualidad de los encuentros, antes de que el análisis llegue a su fin.

Aunque la contingencia del tiempo acotado subvierta el cálculo, allí es imposible, tanto la prescindencia del Otro encarnado en la Institución con el ejercicio de su poder, como el estallido del saber de las normas que supone todo orden establecido.

Entonces, ¿en qué argumentación sostiene el analista la decisión de una conclusión que acontece sin caída del sujeto supuesto saber? ¿En el criterio médico de mejoría?

¿Y qué estatuto tiene una sanción de concluir que, en tanto respuesta a la demanda de asistencia masiva, no se funda en la ética del deseo? ¿Desmiente que hubo un análisis allí?

Paradoja que, no obstante, permite una afirmación: en este trayecto la imposibilidad ha sido desplazada, del inicio de un análisis, a su final. Trayecto que, a pesar de sus “impasses”, no ha agotado aún todas las instancias para responder: ¿Institución y fin de análisis son necesariamente excluyentes?

Que el nombre “Psicoanalistas” haya circulado en la Institución desde hace casi tres décadas, no significa que todos los que allí practicaron y practican piensen igual acerca de lo que es el Psicoanálisis. Ni ahorra las complicaciones del desencuentro entre el discurso psicoanalítico y el discurso de la Salud Mental. Ni evita esas vacilaciones de la autorización que empujan a buscar el “amparo” en algún universal. Ni exime de las mezquindades y rivalidades derivadas del ejercicio del poder. Ni inmuniza ante los efectos de adormecimiento que se producen cuando, detrás de un discurso “oficial” que presume ser psicoanalítico, se cede a “la demanda institucional de amortiguar el impacto social de las políticas de Estado.”[13]

Sí podemos afirmar que el Psicoanálisis en la Institución forma parte de la historia del Psicoanálisis porteño. Porque, desde hace casi tres décadas, hubo quienes insistieron en sostener esa práctica allí.

Pero hoy, ¿qué decir, sin caer en el alegato, acerca de esta experiencia cuando, en la Ciudad de Buenos Aires, pesa la amenaza de cierre y desmantelamiento de los Hospitales Públicos?

Aunque “no todos” los ciudadanos se hayan enterado, la pretensión de reducir su número de 33 a 8 ha llegado hasta los medios.

Más allá de la desmesurada codicia de algunos funcionarios de turno, ¿cómo se sostiene una política de arrasamiento de lo público o, que al menos, amenaza con ello?

En principio, se sostiene de un discurso.

Discurso, que en tiempos de absolutización del mercado y exclusión progresiva, gira en torno al desprestigio de las instituciones. Y, las del psicoanálisis, no son la excepción.

No es novedad decir que el capitalismo reina conjugado con la ciencia, reordenando las agrupaciones sociales[14]; que su discurso rechaza la castración y convierte al mercado en árbitro supremo; que su rasgo distintivo es la proliferación de objetos de consumo, empeñados en colmar el lugar de la falta; y que se trata de un orden que deja de lado las cosas del amor.

Lacan lo decía hace más de cuarenta años en su enseñanza.

Tampoco es novedoso hablar de la exclusión: así no referimos al sujeto en función al campo que lo determina[15], y a lo que estructura en el sujeto la relación con el semejante[16].

Decía también el maestro que la segregación está en la base de la “manía” de la fraternidad, y que el empeño en ser todos hermanos prueba que no lo somos[17].

Sin embargo, aunque no lo somos, hoy no es sin consecuencias la discursividad que promueve la caída de ese empeño y de esa manía de invocar la fraternidad supuesta: porque ya no se trata del reordenamiento de las agrupaciones, sino de su vaciamiento.

Por eso hoy, casi tres décadas después, la pregunta es otra: “¿Es posible una Institución?”[18]

Tal vez “agrupar” deba ser agregado como el cuarto imposible de la lista...

 

 

Nota: El presente artículo contiene fragmentos del libro El oro y el cobre (del a-meghino y otros fragmentos), Editorial Escuela Freudiana de Buenos Aires, Colección Textos de Autor, Buenos Aires, 2008.

 

 



[1] Freud, Sigmund, Los Caminos de la Terapia Psicoanalítica, Obras Completas, Traducción: Luis López Ballesteros, Buenos Aires, Ediciones Nuevo Mundo, 1974, Tomo II, pág. 453.

[2] Freud, Sigmund, Décimo Aniversario del Instituto Psicoanalítico de Berlín, Obras Completas, Traducción: Luis López Ballesteros, Buenos Aires, Ediciones Nuevo Mundo, 1974, Tomo III, pag. 311.

[3] Braun, Héctor, intervención en el Panel Clínica Institucional, “Segundas Jornadas Anuales del Ameghino (1995): El hospital hacia el fin del milenio... ¿nuevos padecimientos psíquicos?” (Comisión de Jornadas: D. Clerici, M. Pipkin, E. Romero, S. Rucker, P. Bianchi), Buenos Aires, Publicación de la Comisión de Recopilación y Publicaciones del Ameghino (A. Dreizzen, V. Puppolo, S. Rucker, L. Suarez, M. Trigo), 1995, pág. 135.

[4] Zuberman, José, Psicoanálisis y Hospital, Revista desde el Centro N° 10,  Perfil de Ameghino, Buenos Aires, edición del C.O.D.E.I. del C.S.M.Nº3 “Dr. A. Ameghino” (Redacción: S. Liggerini, G. Pandolfi, V. Sibolich, N. Urbina, L. Videla), 2004, pág. 10.

[5] Rodríguez Ponte, Ricardo, La Transferencia, Clínica y fundamentos, Seminario dictado en la EFBA, Red de Seminarios, 1998, Clase Nº 11, pág. 258.

[6] Sebastián, Masu, 20 años de Postgrado en el Ameghino, Palabras de apertura de las “Jornadas de 20 años del Postgrado de Psicoanálisis del Ameghino”, publicado en Revista desde el Centro N° 11, Psicoanálisis y Malestar, una política, Buenos Aires, edición del C.O.D.E.I. del C.S.M.Nº3 “Dr. A. Ameghino” (Redacción: S. Liggerini, G. Pandolfi, L. Videla), 2006, pág. 62.

[7] Bembibre, Carlos, intervención en el dictado del Seminario Transferencia (a cargo de C. Bembibre y C. Paola), EFBA, Red de Enseñanza y Transmisión - Seminarios Fundamentos del Psicoanálisis, mayo 2008.

[8] Invitación a la Quinta Reunión de las “Tertulias Clínicas de los Miércoles en el Ameghino”: De los Tiempos: Plazos supuestos, Gratuidad y Cronicidad, Responsabilidad del Analista (Comisión Organizadora: M. Alvarez, J. Gutman, C. Paola, M. Pipkin, S. Rucker, L. Videla), agosto 2007.

[9] Rebagliati, Gustavo, intervención en el Panel: De los Tiempos: Plazos supuestos, Gratuidad y Cronicidad, Responsabilidad del Analista, Quinta Reunión de las “Tertulias Clínicas de los Miércoles en el Ameghino” (Comisión Organizadora: M. Alvarez, J. Gutman, C. Paola, M. Pipkin, S. Rucker, L. Videla), agosto 2007.

[10] Invitación a la Sexta Reunión de las “Tertulias Clínicas de los Miércoles en el Ameghino”: De los Tiempos: Demanda Institucional y Responsabilidad del Analista (Comisión Organizadora: M. Alvarez, J. Gutman, C. Paola, M. Pipkin, S. Rucker, L. Videla), septiembre 2007.

[11] Op. Cit. en (11)

[12] Paola, Daniel, Deseo, Ficción y Fin, artículo publicado en el libro La Formación del Analista, EFBA (Compilación del Cartel de Publicaciones: L. Cohen, L. Donzis, A. Durán Bueno, D. Paola, D. Rodríguez), 1990, pág. 63.

[13] Invitación a la Octava Reunión de las “Tertulias Clínicas de los Miércoles en el Ameghino”: Locura e Institución: Asilar, Asistir, Analizar (Comisión Organizadora: M. Alvarez, J. Gutman, C. Paola, M. Pipkin, S. Rucker, L. Videla), noviembre 2007.

[14] Jacques Lacan, Proposición del 9 de octubre. Sobre el psicoanálisis de la Escuela, Revista Ornicar? Nro 1 (1981), Traducción Irene Agoff, Primera Versión, Biblioteca de la EFBA.

[15] Jacques Lacan, Seminario 9, La Identificación, Clase Nº 19, Versión crítica de Ricardo Rodríguez Ponte, Biblioteca de la EFBA.

[16] Jacques Lacan, La cosa freudiana o el sentido del retorno a Freud. La acción analítica, Traducción: Tomás Segovia, Buenos Aires, siglo veintiuno editores, 1988, Escritos I.

[17] Jacques Lacan, Seminario 17, El reverso del psicoanálisis, Texto Establecido J. A. Miller, Traducción: J. L. Delmont-Mauri y J. Sucre, Buenos Aires, Paidós, 1992, Clase Nº 7.

[18] Alba Vigliecca, intervención en el plenario de la Asociación Gremial de Profesionales del Centro Ameghino, 14/07/2010.


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