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¿Es la escuela media receptora de la problemática adolescente?05/11/2007- Por Mónica Federmann - Realizar Consulta
Los alumnos que logran continuar la escuela terminan con un título devaluado en el mercado laboral, pero a la vez es un requisito para incorporarse al mismo. Por otra parte, en la escuela, los compañeros constituyen una red social de pertenencia. Las fricciones que se registran en el interior de las instituciones educativas tienes como vector, que las instituciones fueron pensadas para un mundo que ya no es y la realidad es que hoy contamos con alumnos con otras características. La apatía, el desinterés, la repitencia, las dificultades en el aprendizaje, la falta de proyectos y la deserción son algunos de los problemas recurrentes que se plantean en la educación media.
La democratización del acceso a la educación media posibilitó la inclusión de adolescentes de diversos sectores sociales que antes no tenían acceso.
Los alumnos que logran continuar la escuela terminan con un título devaluado en el mercado laboral, pero a la vez es un requisito para incorporarse al mismo. Por otra parte, en la escuela, los compañeros constituyen una red social de pertenencia.
Las fricciones que se registran al interior de las instituciones educativas tienen como vector que las instituciones fueron pensadas para un mundo que ya no es, y la realidad es que hoy contamos con alumnos con otras características. La apatía, el desinterés, la repitencia, las dificultades en el aprendizaje, la falta de proyectos y la deserción son algunos de los problemas recurrentes que se plantean en la educación media.
Así planteado el problema, pensar en las culturas juveniles hoy remite a considerar el concepto de cultura, abordado desde una perspectiva histórica, lo cual implica pensar en un proceso histórico que es múltiple, cambiante y dialógico, de sentidos y prácticas diversas que se producen en contextos concretos y, por definición, variables. Poder pensar la cultura como formando parte de un proceso en el cual constantemente se desechan algunas cosas y se incorporan otras nuevas implica considerar que la cultura es constitutiva de lo que ocurre y no es sólo contexto externo.
De modo tal que las variaciones en la cultura van a tener incidencia en la subjetividad. Pensamos a un sujeto que no está dado de antemano, que se constituye. Somos sujetos del lenguaje, el universo simbólico nos preexiste. Palabras que tienes significaciones que se transmiten con el habla, desde quienes tiene a cargo la función de la crianza, con sus historia familiar, social, alegrías, fracasos, omisiones. Las imágenes y discursos que vehiculizan los medios de comunicación, y todo lo que acontece como representación de la cultura en la transmisión de modelos de identificación, valores, ideales, estéticas, modos de ser y de comportarse son el insumo en la construcción de la subjetividad. Son las identificaciones las que posibilitan apropiarnos de los contenidos culturales.
La adolescencia, desde la psicología, es el período etáreo que señala el momento de pasaje de la niñez a la adultez. Las leyes genéticas determinan la maduración y el crecimiento, dotando al sujeto de la posibilidad de procrear. Procesos orientados por la carga genética de la especie y atravesados por el orden de la cultura que se instaura, a partir de la dimensión simbólica que separa al hombre del orden natural. De modo tal, que la categoría adolescencia es una construcción cultural que cambia de acuerdo al momento histórico. Cada cultura establece de qué manera se produce el pasaje de niño a hombre. Los ritos de iniciación sirven a tal efecto. Hoy, la vestimenta, salidas, permisos y obligaciones como en otros tiempos fue el uso del pantalón largo. Se observa en los sectores medios y altos que la adolescencia se ha prolongado.
Los cambios físicos dan inicio a esta etapa, con la aparición de los caracteres sexuales secundarios. Por otra parte, en tanto somos sujetos de la cultura, la necesidad de salida del territorio familiar para construir su propio territorio y establecer las elecciones amorosas fuera del seno de la familia constituye otro de las condiciones en tanto sujetos de la ley; ley de prohibición del incesto que funda la exogamia.
Los duelos por la pérdida del cuerpo infantil, el rol infantil y los padres de la infancia, duelo también para los padres, generan estados anímicos caracterizados por la tendencia al aislamiento, sensación de extrañeza: todo lo que en la infancia tenía y lo identificaba, ahora se ve conmocionado. La imagen, el gusto por el espejo, se vuelven importantes. Cierta tensión agresiva hacia los progenitores les permite poner distancia de los objetos primarios e iniciar la búsqueda de un lugar por fuera de la familia, estados variables de alegría y tristeza acompañan estos procesos.
La sexualidad y las excitaciones sexuales aparecen con toda su fuerza, período al que se denomina segundo despertar sexual, ahora con la posibilidad concreta de procrear.
El paradigma de la sexualidad ha cambiado conforme a los cambios históricos. Hoy, las exteriorizaciones de la sexualidad están por todas partes: escenas de desnudez, de sexo, de violencia. Los movimientos “gay” han logrado ocupar un lugar en el discurso de la cotidianeidad, orientando la sexualidad y el modo de gozar a partir de un objeto homosexual.
Asistimos a un proceso de adolescentización de la sociedad en el cual ser joven es el modelo. El look joven más allá de la edad biológica es una forma de ser y de comportarse, es una estética que abarca la indumentaria, el lenguaje, el trato hacia el otro, los lugares de concurrencia.
El cuerpo es sede de todos los recursos que la tecnociencia propone, a través de lipoesculturas, dietas, productos light, gimnasia, conforme a este modelo. El adolescente es el portador del cuerpo que hay que tener de acuerdo a las pautas establecidas como modelos de identificación y transmitidas por los medios masivos de comunicación, a partir de sus discursos y de la publicidad. Para los hijos de la televisión, hoy, tiene más valor la transmisión que estos medios imparten que lo que imparte la familia y la escuela.
Con el paradigma de la eterna juventud, la moratoria social que era el tiempo de espera para que un joven se insertara en la vida social con sus respectivas responsabilidades se ha modificado y hoy hablamos de moratoria vital, es decir, siempre joven, en permanente actividad, omnipotente, haciendo varias cosas al mismo tiempo, esbelto, delgado, ágil. Existe otra relación con el tiempo, como si la vida no tuviese finitud.
La lógica de la simultaneidad es otro de los ejes en torno al cual se organizan las relaciones del hombre con el tiempo y el espacio. La fuerza del aquí y ahora, del ya y la superposición de acontecimientos, dado que por la TV se puede ver mediante el zapping varios programas de diferente género al mismo tiempo, impacta sobre la posibilidad de historizar, en tanto entorno a los hechos no se sabe de dónde, por qué, cómo y cuáles fueron los procesos que llevaron a esta situación. La tendencia al olvido marca esta época.
El capitalismo del siglo XIX era de concentración para la producción y de propiedad. Erige las fábricas, siendo el capitalista el dueño de los medios de producción. Pero en la situación actual, el capitalismo ya no se basa en la producción, que relega frecuentemente en el tercer mundo. Es un capitalismo de superproducción. Ya no compra materias primas y vende productos terminados, compra productos terminados o monta piezas. Lo que quiere vender es servicios y lo que quiere comprar son acciones. Aparecen las multinacionales, los holdings. Ya no es el capitalismo para la producción sino para el producto, es decir, para la venta y el mercado. La fábrica ha cedido el lugar a la empresa. El servicio de venta, el marketing se han convertido en el centro o el “alma” de la empresa. Si no existe la necesidad se la crea, a través de la publicidad. Se ha pasado de las sociedades disciplinarias a las sociedades de control, de modo tal que se evalúan la conducta, los comportamientos, aptitudes, rendimiento, etc. Cada vez se requiere de un conocimiento más especializado y actualizado en función de los cambios vertiginosos.
El amo de nuestra civilización es el mercado y la lógica del consumo de objetos en forma globalizada, es decir, para todos los mismos objetos que rápidamente pasan a ser obsoletos. Tiene más importancia la marca del producto, el servicio simbólico que aporta que el valor de uso. Es el caso de las marcas de ropa, que dan el sentimiento de exclusividad, hechos a la medida de uno y al mismo tiempo el sentimiento de pertenencia. En este sentido la publicidad y las marcas tienen un mercado excelente con los adolescentes.
Los tóxicos son, por su característica, un objeto más de consumo que el mercado propone y que posibilitan la sensación de independencia del mundo exterior, de aquello que provoca angustia. El uso del alcohol, desinhibe y es frecuente el uso en las primeras conquistas dado que conquistar a alguien requiere de cierta valentía.
Es una época de vínculos frágiles, que permiten conectarse y desconectarse al estilo del chateo. En ese sentido los mensajes de texto, el Chat, posibilitan relaciones en las cuales se puede estar y no estar al mismo tiempo, decir cosas que personalmente no se dirían, etc. Los cyber constituyen nuevos espacios de socialización donde los jóvenes se reúnen y relacionan. El grupo de pares cumple en este período una importante función de sostén, de contención. Ofrece un lugar de pertenencia, identificaciones, el grupo posibilitan un “nosotros” que permite oponerse al “nosotros “familiar. Asimismo, el grupo de pares va a tener importante incidencia en el comportamiento del joven. El uso de tatuajes, vestimenta, piercing, cortes en el cuerpo y la música identifican; provocan las miradas, mirarse, gustarse y gustar. La búsqueda de reconocimiento es al precio de hacer con el cuerpo hasta el sin límites.
El modernismo se inicia en el Renacimiento y cobra mayor anclaje en el siglo XX, se caracterizaba por creer en el sujeto pensante, en el poder ilimitado de la razón, la búsqueda de la verdad, la emancipación del individuo y la idea de progreso garantizado por el desarrollo científico. Los valores eran principios universales en relación al Bien. El axioma “Pienso, luego existo”, planteado por René Descartes definían al sujeto y las relaciones con el mundo social.
La escuela respondía al proyecto cultural de la modernidad, en el cual se constituía como templo del saber y el docente el sacerdote de ese templo. Las tendencias educactivas eran la uniformidad, disciplina, obediencia, el uso del pensamiento lógico-racional, certezas, valoración del libro, del docente y de la tradición.
En la posmodernidad o modernidad fluida, a partir de los años 90, se ha producido un desfondamiento de las garantías que en otros tiempos producían un soporte sólido de existencia social. Hoy los cambios rápidos y vertiginosos, la incertidumbre, el consumo, libertad y posibilidad de nuevas formas de expresión, acción impulsiva, el uso del tiempo libre ligado al consumo, la búsqueda del placer aquí y ahora son las marcas de la época. El sentimiento de inseguridad está siempre al acecho, ya que no se sabe que vendrá. Se observa al sujeto satisfaciéndose sólo, autoeróticamente, a partir de los objetos siempre variables que la tecnociencia ofrece, lo cual tiene como efecto, la ruptura de los lazos sociales. El sentimiento de soledad es otro de los signos de este tiempo. “Soy lo que tengo” es una de las definiciones del ser desde esta lógica y el sentimiento de marginación, de quienes no tienen acceso a los objetos de consumo.
La exacerbación del individualismo llega a considerar el “vale todo” para conseguir lo que uno quiere como la alternativa por excelencia al modo de la lucha por la subsistencia darwiniana. Lo valioso, ahora, es en condiciones particulares es una construcción situacional. Se construye en la experiencia, en lo vivencial y de ahí su fragilidad, contingencia y precariedad.
En este marco, en donde los chicos se encuentran atravesados por el mundo de la imagen con todas las características que he mencionado., la escuela se vive disociada de los nuevos modos de vida y los jóvenes ven en la calle lo que la escuela no enseña, en la misma repiten lo que se les enseña, pero el conocimiento que verdaderamente les interesa está afuera. En una sociedad aferrada al presente resulta muy difícil proyectarse en el futuro, se buscan resultados inmediatos de todo cuanto hacen y con poco esfuerzo.
Un fragmento recortado del libro Enseñar en tiempos de crisis comenta lo siguiente: “…Hoy por la mañana, en una experiencia colectiva (por estar arriba de un colectivo) vi bajar a un joven luciendo un buzo que indicaba claramente que estaba egresado de un establecimiento secundario. No pude más que sentir vergüenza cuando leí esas letras bordadas: «1998-2002 Condena Cumplida». Creo que está demasiado claro, quien puede oír que oiga”. Alberto Ginni- Docente.
En la relación entre generaciones existe una brecha. La discontinuidad signa estas relaciones. Discontinuidad implica cortes en el tiempo, lo cual da la posibilidad de contextualizar los hechos, es decir, historizarlos. Siempre existieron las diferencias entre jóvenes y adultos y por la tanto el conflicto.
En la educación, la relación entre generaciones connota la ilusión de continuidad, pero cada generación se constituye con identidad propia en contextos socio-históricos particulares. Si no se pueden reconocer e identificar las diferencias, el conflicto y el malestar se incrementan. Considero que crear un espacio intergeneracional en el que cierta formas de continuidad se construyan teniendo presente las diferencias es la apuesta. Alojar al sujeto que allí se forma en lugar de la exclusión en su doble vertiente la del alumno y también la marginación de la función de la escuela como espacio de socialización podría ser una de las consecuencias que se vislumbran.
Diseñar estrategias de aproximación a los adolescentes, revisar los contenidos conceptuales, los textos, la metodología de enseñanza, incorporar las nuevas tecnologías, trabajar sobre problemas de la vida cotidiana y cómo lo anterior se vincula con lo actual, utilizar entrevistas, talleres, proyectos, son algunos de los recursos con los que contamos. Pero, uno de los más importantes es que dada la situación actual, en donde existe un aplanamiento de las operaciones del pensamiento, la escuela tiene las herramientas indispensables y un lugar privilegiado para enseñar a pensar, y enseñar a aprender.
Mónica Federmann
monifeder@hotmail.com
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