» Educación

Transferencias en plural

26/06/2019- Por Diego Velázquez y Florencia L. Casabella - Realizar Consulta

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

Freud dio cuenta en su obra de la consistencia de la transferencia: las dificultades, los escollos, los efectos. Los autores de este trabajo reflexionan acerca de los fenómenos transferenciales como propios del intercambio con otros. Así, “sacan” a la transferencia del consultorio para pensarla en diversos escenarios y reconocer su potencia transformadora.

 

 

 *

                                   Puente Golden Bridge en Vietnam 

 

 

 

  La transferencia, como sabemos, es un concepto introducido por Freud. Así podríamos iniciar uno de los tantísimos textos y reflexiones que se escribieron y se escriben sobre esta herramienta fundamental de la práctica analítica.

 

  Los términos repetición, redundancia o insistencia, dan cuenta de lo exorbitante del material que se genera en la relación transferencial entre dos personas comprometidas en un vínculo significativo y la consiguiente necesidad de escribir y pensar sobre ella. En este escrito intentaremos abordar la siguiente pregunta: ¿de qué está hecho el material de la transferencia? ¿Cuál es su consistencia?

 

  Desde aquella definición canónica de Freud, pasando por los desarrollos de sus continuadores y por las ampliaciones iniciadas por Lacan y Klein y a su vez profundizadas por sus propios seguidores, la transferencia tuvo un largo recorrido en la teoría.

 

  Pero no olvidemos que Freud se encuentra con la transferencia, primero, desde su experiencia. Secundariamente, conceptualiza y formaliza eso que ocurre en los encuentros analíticos. Vemos allí una maniobra freudiana: la simbolización de una experiencia. Pero también, ubicamos en esa maniobra de Freud dos caras irreductibles de la transferencia: aquello que se despliega y aquello que se puede formalizar de un análisis.

 

  Así, el fenómeno transferencial es, ante todo, algo que sucede. Algo que se despliega. Pero a su vez, la práctica, como praxis humana de relación entre personas, siempre dio cuenta de la potencia transformadora de los vínculos en un contexto o dispositivo que los contiene, piensa y maniobra.

 

  Algunas vías posteriores a Freud, enfatizaron una parte de la exploración del creador del psicoanálisis: aquella que veía en la transferencia la repetición de los modos de relación del paciente con sus otros significativos de la infancia, proyectado esto en la figura del analista.

Pero Freud mismo había sentado las bases para entender que la transferencia es más que esta repetición. Es actualidad.

 

  La audacia de Melanie Klein llevaría hacia adelante esta idea, entendiendo que el “aquí y ahora” de la transferencia posibilitaba pensarla en los niños, que paralelamente viven la relación con los padres externos y con los internos que son proyectados en el analista.

 

  También Lacan extendería la concepción de la transferencia con su “Sujeto supuesto saber” y con su descripción del fenómeno como algo que no espera a la presencia de un analista para existir. Winnicott, Meltzer, Bion y otros también aportaron lo suyo en este sentido.

 

  Pero ¿qué sucede cuando vemos emerger fenómenos que podemos llamar transferenciales, en otros vínculos significativos de trabajo que no son el de la sesión analítica?

 

  Como la transferencia no es una categoría teórica, sino una experiencia que sucede en ciertos encuentros, no podemos encerrarla ni reducirla a las paredes del consultorio. Es vía el dispositivo analítico que Freud nos muestra la potencia de la transferencia, pero esta potencia, como se verifica cotidianamente, se hace ver en distintos ámbitos.

 

  Es en este sentido que usamos el plural “transferencias” para intentar delimitar un campo heterogéneo, múltiple y variado de situaciones en que podemos situar los fenómenos transferenciales. Nos referimos a la relación alumno-maestro/a; alumno-integrador; acompañante terapéutico/a-acompañado; médico-paciente, etc., por no internarnos en la amplísima gama de las relaciones cotidianas.

 

  En todos estos lugares excéntricos a la sesión analítica, pero con las herramientas y la experiencia que esta puede darnos (a los analistas y a los analizados), se ilumina de manera diferente aquella relación que observamos en las aulas, la salud, la educación, lo social. Allí, con la herramienta de la transferencia “psicoanalítica”, y con la posibilidad de pensar las maniobras que desde lo simbólico y lo real pueden realizarse, resulta mucho más productivo el pensar y operar.

 

  Desde nuestra experiencia, escuchamos infinidad de escenas que testimonian que esto que nos enseña el psicoanálisis late en múltiples escenarios. Donde la habilidad humana de muchos agentes logra cambios significativos en la vida de personas, muchas veces de manera inesperada.

 

  Las transferencias no son prolijas: no se guían por los títulos habilitantes, ni necesariamente por las pertinencias profesionales. Cuando un sujeto se dirige a otro, y ese otro es capaz de escuchar y sostenerse en un lugar, se abre un trabajo posible.

 

  Es muy frecuente que los alumnos se sostengan y armen un vínculo significativo con un bibliotecario, o una portera, por dar un ejemplo. O tenemos el escenario inverso: ¿Cuántas situaciones formales de tratamientos o encuentros terapéuticos no funcionan porque no se pone en juego este despliegue transferencial?

 

  Este resulta un fenómeno frecuente en niños y niñas con diagnóstico que asisten a múltiples y variados profesionales, y muchas veces, esos espacios no tienen efectos terapéuticos porque no se dan condiciones para la transferencia. Lo que queremos plantear es que no puede imponerse un vínculo significativo para alguien.

 

  Lo que Freud señala es que hay condiciones para la transferencia y hay maniobras posibles. Pero, como se trata del encuentro con otro, hay un margen para el enigma.

 

  La transferencia ocurre, sucede, se desarrolla como parte del intercambio humano. La implicación de todo lazo social hace que se desarrollen fenómenos y efectos transferenciales aunque no estemos en un dispositivo psicoanalítico. Es por este motivo, por la fuerza que conlleva, y por los vínculos que articula que “lo transferencial”, en sentido amplio, puede volverse un terreno muy fértil para pensar distintos campos.

 

  Ampliar la concepción de la transferencia, y ubicarla como instrumento de intervención en diferentes escenarios requiere abrir la puerta del consultorio. Investigar, teorizar y recolectar en la voz de distintos agentes de la educación, de la salud, del trabajo social y del psicoanálisis las vivencias de su práctica. Empezar a trazar una pintura de escenas cotidianas que le den a la transferencia su riqueza, variedad y valor singular.

 

  En épocas donde el lazo al otro aparece escatimado, donde los espacios sociales de intercambio escasean, donde la técnica deshumaniza los encuentros, creemos necesario volver a apostar a la potencia de la transferencia como herramienta transformadora.

 

 

Nota: El presente material guarda relación con desarrollos del reciente volumen de Editorial Entreideas (que los autores han publicado junto a colaboradores). Su título: Testimonios de la transferencia. En escuelas, consultorios y acompañamientos.

 

Imagen*: situado a 1400 mts. de altura sobre las colinas en Ba Na Hills, en Da Nang. 

 


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas


Del mismo autor

No hay más artículos de este autor

Búsquedas relacionadas

» transferencia
» experiencia
» fenómenos transferenciales
» herramienta