» Entrevistas

Entrevista a Andrés Rascovsky

03/05/2006- Por Emilia Cueto - Realizar Consulta

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

En el 150º aniversario del nacimiento de Sigmund Freud, y en el mes de los homenajes, continuamos con este ciclo de reportajes a personalidades de nuestro campo, para dar cuenta de aspectos fundamentales de la vida y la obra del padre del psicoanálisis, y de cómo estos hicieron marca en cada uno de los entrevistados. En esta ocasión contamos con la palabra de Andrés Rascovsky, destacado representante de la comunidad psicoanalítica argentina. Testigo y constructor del fértil campo iniciado por Freud.

 

-¿Cómo se produjo su llegada al pensamiento freudiano?

 

-Quede en la infancia, embebido de una valoración de los descubrimientos psicoanalíticos, debido a la pasión con que mi padre Arnaldo Rascovsky creaba y difundía las teorías de Freud, tanto en el ámbito más cercano como en sus míticos viajes de extensión del pensamiento freudiano por Latinoamérica.

Generó un extraordinario impulso a la difusión del psicoanálisis, fue el creador de la primera organización de asociaciones psicoanalíticas de un continente.

Un sueño infantil, quizás el primero que recuerdo haber tenido, fue luego revelador: “Yo provenía de otro lugar y debía descubrir entre la gente con la que me encontraba quienes compartían mi mismo proyecto.

No sabia como, ni cuando, pero teníamos la misión de salvar nuestro planeta…”

Creo que el ideal de ayudar a salvar, o la idea de una misión, tengan quizás un fuerte componente en la admiración por la causa Freudiana que mi padre conducía.

Este deseo tan temprano por la transformación de la cultura y esa identificación con aspectos de mi padre me ha acompañado toda mi vida y me he encontrado conduciendo diversas instancias de la Asociación Psicoanalítica Argentina, invitado por las Naciones Unidas para contribuir con el pensamiento psicoanalítico a esclarecer problemas de la cultura o siendo candidato a secretario general de la Asociación Psicoanalítica Internacional.

 

-¿Qué aspectos del movimiento freudiano han atravesado centralmente su formación profesional?

 

-En la cultura familiar donde inicialmente me desarrolle, el psicoanálisis y el movimiento no eran una “profesión”.

Sin pretender ser una concepción del mundo, era sin embargo una concepción del hombre y su cultura, una concepción que polemizaba con el pensamiento y la lógica convencional.

Mi padre, que tenía un entusiasmo y una creencia excepcional en la riqueza del descubrimiento freudiano y su extensión a la cultura, la medicina o el cuestionamiento de lo institucionalizado, ha sido un ideal interno.

El Movimiento Freudiano otorgaba una riqueza y libertad de pensamiento que contrastaba con las estrategias represivas y coercitivas de la política cultural de esos tiempos, y nos situaba en acceso a otros interrogantes más fértiles sobre la vida y sus posibilidades.

La fuerza intelectual y el entusiasmo de los iniciadores del movimiento argentino nos empujaron, a varias generaciones, en la búsqueda de respuestas en diversas escuelas del psicoanálisis del mundo, nuestros intereses generaron muchos desarrollos en nuestro país y numerosas contribuciones en el exterior.

Cuando accedí a la formación institucional, era un momento donde el pensamiento de Melanie Klein ejercía gran influencia.

Tuve supervisiones locales y también transmisiones de H.Rosenfeld, Meltzer y luego Green, Leclaire y otros.

Yo me analizaba con Ángel Garma que era analizado de Reik que se había analizado con Freud, la transmisión nos parecía cercana al Maestro.

Luego tuve el privilegio de conocer a Bion, colaborar con el, en algunas conferencias y su personalidad me conmovió profundamente.

Lo azaroso de la vida y la bohemia intelectual me hizo amigo de Massota cuando él, era solo Oscar.

Solía venir a pescar con su sobrino a una casa que aun conservo en el Tigre.

Las discusiones que manteníamos -entre tragos y happenings-, la primera exposición internacional de la historieta y sus escritos sobre Artl, a fines de los sesentas, me condujeron al seminario de Lacan en Paris.

 

-Dentro de la obra freudiana ¿considera que hay líneas que han quedado abiertas y que no han sido suficientemente trabajadas?

 

-Luego de cien años de descubrimientos psicoanalíticos en el campo científico abierto por Freud, existen infinitas líneas de desarrollo teórico de los núcleos más “duros” de la teoría y también de articulaciones con otras ramas del saber, pero estas conceptualizaciones son el pensamiento vivo en permanente contrastación con otros aportes, en revisión y extensión.

Freud describió que el nuevo campo científico creado tiene una diversidad de conexiones y de intereses en común con muchas otras disciplinas a las que aporta y de las cuales necesita su contribución para nuevos desarrollos interdisciplinarios y para mantener actualizadas las fuentes de las que se nutre la ciencia psicoanalítica.

Al enfatizar su desarrollo como ciencia intenta limitar el factor de implementación terapéutica exclusivo, ya que ello reduciría los múltiples aportes que el campo psicoanalítico puede brindar. El interés económico o el deseo de optimizar su rendimiento terapéutico ejercen un efecto reductor sobre las líneas abiertas por su pensamiento amplio y generoso y sus otros desarrollos en la cultura.

 

-Si tuviera que elegir tres conceptos fundamentales en la obra freudiana, ¿cuales elegiría y por qué?

 

-Es una pregunta imposible ya que cada concepción esta determinada por otros desarrollos, pero diría:

Uno: la concepción del inconsciente. Dos: el deseo y sus implicancias.

La primera porque ha generado una revolución en la concepción del hombre, el descentramiento del conocimiento consciente y “oficial”, ha permitido revelar la riqueza subjetiva que yace como potencial en todo hombre.

La paradoja del hombre y su socialización, la inevitable tragedia infantil y sus estrategias para intentar resolverla, así como las distorsiones y destrucciones que los diversos sistemas parentales y sociales imponen.

Imbricada y sosteniendo esta perspectiva esta la concepción del deseo y las estrategias del narcisismo.

En tercer lugar creo que la concepción de la muerte y el modo en que esta pulsa en forma constante, sus implicancias para el sujeto y la civilización, ha sido otra perspectiva extraordinaria que requirió de un coraje intelectual único.

Las consecuencias de esta teorización, como podría ser “la auto-destrucción y la destrucción del otro” son quizás algunos de los caminos teóricos que ofrecen más posibilidades de extender nuestro saber, pero en este terreno es aun más riesgoso el achatamiento conceptual o la simplificación esterilizante.

 

-¿Coincide con la visión freudiana de la idea de no progreso del sujeto, tal como aparece en El malestar en la cultura?

 

-Dentro de las limitaciones que la estructura psíquica impone, utilizaría también la metáfora de Winnicott cuando alude a que no existe la idea de un bebe solo, ya que siempre es una consecuencia de una interacción madre-hijo. El bebe seria como señalaba Marx una Robinsoneada, el individuo aislado no puede concebirse.

Esta perspectiva alude a la determinación y el destino que hasta cierto punto imponen los ideales, deseos y vínculos iniciales. Ellos transmiten la herencia generacional, la historia, sus traumas y secuelas. La incidencia de estos factores configura un aspecto trascendente del destino, ¿hay transformaciones y progreso? Creo que si, las hay, y creo que la contribución del psicoanálisis a la prevención primaria y a la delimitación de las consecuencias de vínculos y relaciones patológicas iniciales, como asimismo posteriores y familiares o sociales ha sido fundamental.

La noción del Mal es también una construcción conceptual que se incrementa en la medida del descubrimiento de la condición humana, su vulnerabilidad, sus necesidades y deseos.

El Mal nos plantea permanentes interrogantes sobre su origen y su extensión, tanto en la psicopatología individual como en la psicología colectiva o de las masas. La comprensión de su extensión y de sus formas, su génesis en el individuo o en la masa y en condiciones de inermidad o de violencia, destructividad o en situaciones límites para el aparato psíquico, permite crear aportes a la Ética de la condición humana o a la imprescindible ecología de la mente que nos permita una reducción de sus dominios.

Las condiciones económicas y la producción de inermidad y pobreza por parte del sistema socio-económico es también un aporte al Mal.

 

-¿De qué manera considera que la Primer Guerra Mundial ha incidido en la obra freudiana?

 

-Creo que los interrogantes que se nos presentan a los humanos guardan una relación con las circunstancias vividas, ellas nos indagan.

No es necesario una guerra mundial para interrogarnos sobre la destructividad humana, el masoquismo y el malestar de la civilización; pero creo que la Primer Guerra Mundial y la presencia de sus hijos en el frente de batalla, empujo a Freud a una reflexión desesperada para producir un concepto tan dramático para la concepción de la vida como es la teoría de la pulsión de Muerte.

El impacto de la guerra y su destructividad fue poderoso; pero quizás lo fue aun más, la percepción del deseo de muerte para con sus hijos, creo que esa intensa ambivalencia que Freud sintió, como lo revelan sus sueños de aquellos tiempos, lo confrontó con interrogantes que no se agotaban en la conflictiva edípica.

Las teorizaciones surgieron siempre como consecuencias de la exploración de su subjetividad, no fue la guerra en si misma sino los acontecimientos internos que se desarrollaban en él y el coraje para descifrarlos. 

Esta problemática que mi padre conceptualizó como “El Filicidio” está en la génesis de la teorización de Freud sobre la pulsión de muerte.

Sus necesarias y múltiples implicancias para el sujeto y para la cultura son uno de los caminos que debe seguir la indagación psicoanalítica, luchando con el debilitamiento del deseo epistemofílico, que estos temas producen.

El sadismo, el masoquismo y la destructividad humana y su perversidad tienen en estas guerras un apogeo, pero también surgen el deseo o la pasión por la ignorancia.

 

-Freud además de genio era un kulturtrager como muchos de los exponentes de su época, ese no es el marco actual en la formación de numerosos analistas, ¿incide esto en el psicoanálisis de nuestros días?

 

-La institucionalización del psicoanálisis como una profesión ha permitido una enorme difusión de concepciones terapéuticas y de la tecnología que aplicada artesanalmente a cada sujeto le otorga la posibilidad de una libertad psíquica que no existía antes de estos aportes; al mismo tiempo ello implica también la difusión de una ética de lo humano y de ideales, así como una perspectiva sobre la enfermedad o sobre el Mal. Pero el psicoanálisis no es una tarea encuadrada como la de un profesional que brinda un servicio. El proceso de su propio análisis, su indagación de la conflictiva humana, los recorridos de la subjetividad le imponen un compromiso interno (que finalmente es consigo mismo) que desborda los limites profesionales.

En nuestro país, no se desarrolló como una extensión de lo médico, sino por la contribución de grupos de intelectuales que fundaron un campo nuevo y ello implica una capacidad de compromiso subjetivo, y de cuestionamiento de las cristalizaciones ideológicas de la cultura entre las que se encuentra la noción de profesional y la división del trabajo.

El interés profesional reduccionista que desconoce los múltiples desarrollos del psicoanálisis y su relación con la indagación antropológica, la sociología, el estudio de los mitos y las ideologías, así como la lingüística, etcétera, y la comercialización profesional inciden negativamente.

No es equivalente un psicoanalista con un especialista en Salud Mental o en psicoterapia.

 

-El psicoanálisis no sería posible sin Freud, ¿qué hizo posible a Freud?

 

-Desarrollos previos de la cultura, aquella sentencia del oráculo de Delfos:

“conocete a ti mismo”, la contribución literaria acerca de la tragedia del hombre, las lecturas de su adolescencia, aquella tragedia de Sófocles que figura como referencia en las cartas de su juventud, lo que incorporó de la visión de Shakespeare y tantos otros.

“He sido un extraordinario lector” expreso alguna vez J. L. Borges, creo que Freud también lo fue; esas perspectivas sobre el hombre y sus pasiones se incorporaron a su reflexión inconsciente, desde su infancia.

Podríamos aludir también a los fundamentos judaicos que sostienen su reflexión. Es Lacan quien señala que seguramente el psicoanálisis, no hubiese podido ser, fuera de la indagación judaica.

Pero el aforismo de Delfos sufre una torsión esencial con la contribución del descubrimiento del inconsciente y relanza una búsqueda infinita o interminable, y el latido pulsional y epistémico estará siempre, según su propia enseñanza, en las articulaciones del Edipo y quizás en los destinos tempranos de aquella Biblia que su padre le leía.

El desafió que Freud encarnó fue el del propio Edipo.

Aceptó con coraje descifrar los enigmas que la esfinge le planteaba e indagar y conmover a los demonios del Averno.

Enfrentarse con su destino, hacer consciente su conflictiva con su Padre y descifrar sus enigmas y su verdad inconsciente fue un trabajo de construcción subjetiva teórica que hizo posible a Freud.

Es quien construyó las herramientas para nuestros análisis, ¿qué grado de regresión, que estados límites, que estrategias para no debilitar el deseo de saber frente a las angustias y amenazas internas, cómo enfrentar las representaciones más horrorosas o repugnantes y traer a la luz lo que la humanidad entera teme y condena? Un solo hombre que fue capaz de realizar su propio análisis.

 

-¿Qué aspecto biográfico de Freud le resulta más atractivo?

 

-Me resulta trascendente como, a partir del conflicto desencadenado por la muerte de su padre, lo que luego llamó: “el acontecimiento más dramático de la vida de un hombre”, Sigmund recupera recuerdos de su infancia, atraviesa imágenes encubridoras y teje una comprensión de los acontecimientos claves de su relación con el padre; pudiendo tomar conciencia de sus sentimientos más primarios y horrorosos, logra reconstruir tantos aspectos sepultados o desconocidos de si mismo.

La investigación y el trayecto psíquico para recuperar la relación interna con su padre van construyendo el edificio teórico del psicoanálisis.

Es el primer hombre que puede enfrentar sus propios mitos e indagarse de tal modo que con otros pensadores y escritores funda y extiende la construcción del alma humana. Lo humano es ahora una concepción diferente, o un efecto nuevo.

Y los desarrollos de Freud y del psicoanálisis permiten fundar una ética del alma humana

 

-Apelando a un ejercicio imaginativo, ¿cuál cree que sería la mayor preocupación actual de Sigmund Freud?

 

-Freud sostuvo a lo largo de su creación una preocupación por las distorsiones que se impondrían en el desarrollo de nuestra disciplina.

Sucedió con Rank, Jung y muchos otros que en su desconocimiento o limitación tomaron algún aspecto o varios de los desarrollos del campo freudiano y crearon su propia “escuela”. Con frecuencia hipertrofian un aspecto de los desarrollos del psicoanálisis en detrimento del resto y desconocen muchos otros, en otras ocasiones distorsionan y abusan de la ignorancia de la multitud.

Dentro de los movimientos psicoanalíticos, su preocupación continuaría la línea de la psicología de las masas en la que se transforman las instituciones psicoanalíticas, el riesgo de la IPA y su conducción con una visión profesionalista y sus errores en la conducción de un movimiento de ideas transformadoras.

El riesgo autocrático del movimiento conducido por Miller y esa forma de convocatoria populista y a la vez excluyente, el desarrollo de la masa cuasi religiosa o del modelo del ejército, ambas en hipnosis y sumisión colectiva.

Por fuera del riesgo institucional observaría el peligro de la formación universitaria que deja de lado lo esencial, que es el análisis personal y la transmisión por aquellos suficientemente habilitados.

Es frecuente que todo practicante de psicoterapia se diga psicoanalista;

aun los conocidos del espectáculo, no estudiosos de nuestra practica, pero con rating en los medios.

La otra gran preocupación de Sigmund sería el destino de la destructividad humana.

Estaría alerta ante las estrategias de los sistemas culturales para mantener el desconocimiento y la ignorancia y favorecer lo que él mismo denominó “La miseria psíquica de las masas”.

Observaría como contando con avances extraordinarios como son los medios de comunicación, el uso que se les da está más destinado a la distracción, el consuelo y el espectáculo, que a la implementación de los desarrollos del intelecto, el impulso de los grandes valores de la humanidad o la trascendencia del aprendizaje y la educación.

Su preocupación estribaría en la distorsión que sectores de la cultura generan imponiendo fetichismos tecnológicos, (“El hombre ha llegado a ser un Dios con prótesis”, expresaba ya en 1930 ¡¡¡si hubiese visto el imperio tecnológico y farmacológico posterior!!!) acallando los valores del desarrollo y la comprensión del alma humana.

Estaría conmovido por el sacrificio constante, de una parte de la humanidad en guerras, miserias y hambrunas.

Investigaría, ¿qué porcentaje de este mal y de esta destructividad obedece a fenómenos de masa, al narcisismo que él llamó “de pequeñas diferencias”, y a aquel otro narcisismo inicial, donde lo malo, lo extranjero y lo exterior a uno mismo son equivalentes, o a estructuras arcaicas y repeticiones tanáticas o rituales que reclaman también de la destrucción del otro?

Podemos recordar que sobre el mito de Abraham e Isaac, el mandato de matar al propio hijo y la benévola intervención salvadora, se fundamentan las religiones monoteístas de Occidente y quizás también su cultura.

Pero también se sorprendería de su propia ilusión en aquellas expectativas expresadas en El Porvenir de una Ilusión; “que nuestro Dios Logos” avanzase por sobre las ilusiones religiosas, develando el contenido de deseos infantiles que pueblan esas creencias tan cercanas al delirio colectivo.

La extensión del delirio colectivo religioso, el fanatismo y la circularidad del deseo de venganza y destrucción, la insignificancia que adquiere la propia vida frente a la magnitud del odio al otro, le harían dudar del anhelado aporte de Eros, frente a la magnitud de la destructividad humana que en las paginas finales del Malestar en la Cultura expresa esperanzado:

“Solo nos queda esperar que la otra de ambas “potencias celestes”, el eterno Eros despliegue sus fuerzas para vencer en la lucha con su no menos inmortal adversario (se refiere a la pulsión de Muerte). Mas ¿quién podría augurar el desenlace final?”

Creo que junto a él mantenemos aquel benévolo escepticismo con derecho a la esperanza, aquella guerra terminó con la derrota de Hitler.

 

 

En nombre de elSigma le agradezco su participación en este homenaje a Sigmund Freud a través de sus reflexiones, que dan cuenta de la impronta que el pensamiento freudiano ha dejado en su práctica y su anécdotas y vivencias que forman parte de la historia viva del psicoanálisis de nuestro país.

 

 

Andrés Rascovsky

Miembro titular de la Asociación Psicoanalítica Argentina, ex director del Centro de Investigación Enrique Racker, ex Director de la revista de la Asociación Psicoanalítica Argentina, ex secretario científico de la Asociación Psicoanalítica Argentina.

Candidato a secretario general de la Asociación Psicoanalítica Internacional,

invitado como conferencista en las Naciones Unidas.

 

Su mail es rasmiandy@ciudad.com.ar

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas


Del mismo autor

» Homenaje a Vicente Zito Lema
» Entrevista a Leonardo Leibson
» "La entrevista como herramienta de transmisión". Entrevista a Emilia Cueto en Radiofonía y Psicoanálisis.
» A Daniel Zimmerman con afecto y memoria
» Entrevista a Germán García. In memoriam
» Audio-entrevista a Juan Carlos Volnovich (2001)
» Audio-entrevista a Ricardo Rodulfo
» Entrevista a Irene Meler
» Audio-Entrevista a Alicia Hartmann
» Audio-Entrevista a Alberto Sava
» Entrevista a Diego Timpanaro
» Audio-Entrevista a Ana María Gómez
» Audio-Entrevista a Juan Vasen
» Entrevista a Ana María del Cueto
» Emilia Cueto en la presentación del libro de elSigma “El estadio del Screen. Incidencias de la virtualidad en la constitución del lazo social"
» Audio-Entrevista a Rudy - Marcelo Rudaeff
» Presentación del libro “El estadio del Screen. Incidencias de la virtualidad en la constitución del lazo social” de elSigma
» Comentario del libro “Venganza <> Culpa. Dilemas y Respuestas en Psicoanálisis”, de Marta Gerez Ambertín
» Entrevista a Miguel Kohan
» Audio-Entrevista a Silvia Amigo
» Entrevista a Horacio Etchegoyen. In memoriam
» Entrevista a Gabriel Belucci
» Entrevista a Tute
» Audio-Entrevista a Héctor Yankelevich
» Audio-Entrevista a Silvia Bleichmar
» Audio-Entrevista a Eva Giberti
» Audio-Entrevista a Ana María Fernández
» Entrevista a Ana María Fernández
» Audio-Entrevista a Colette Soler
» Entrevista a Eduardo Said
» Audio de las entrevistas a Fernando Ulloa, Roberto Harari, Juan David Nasio y Eva Giberti
» Entrevista a Paula Sibilia
» Entrevista a Gustavo Dessal
» Audio-Entrevista a Juan David Nasio - 2001
» Audio-Entrevista a Fernando Ulloa - 2003
» Audio-Entrevista a Roberto Harari - 2004
» Entrevista a Pablo Zunino
» Entrevista a Diana Sahovaler de Litvinoff
» Entrevista a Carlos Gustavo Motta
» Entrevista a Daniel Zimmerman
» Entrevista a Martín Alomo
» Entrevista a Alicia Stolkiner
» De porqué en un momento se pierde la palabra aunque no se pierda el habla
» Entrevista a Sergio Zabalza
» Entrevista a Silvia Wainsztein
» Entrevista a Ana Rozenfeld
» Entrevista a Verónica Cohen
» Entrevista a Roberto Rosler
» Entrevista a Rebeca Hillert
» Entrevista a Fidias Cesio
» Entrevista a Amelia Imbriano
» Entrevista a Carina Kaplan
» Entrevista a: Cristina Oyarzabal
» Entrevista a: Julio Granel
» Entrevista a Susana Kuras de Mauer
» Entrevista a Marcelo Percia
» Entrevista a Hugo Dvoskin
» Entrevista a Edgardo Feinsilber
» Entrevista a Haydée Nodelis
» Entrevista a Patricia Alkolombre
» Entrevista a Isidoro Berenstein
» Entrevista a Moty Benyakar
» Entrevista a Leandro Pinkler
» Entrevista a Alfonso Luis Masotti
» Entrevista a Juan Dobón
» Entrevista a Rubén Slipak
» Entrevista a Daniel Paola
» Entrevista a José Eduardo Abadi
» Entrevista a Eduardo Foulkes
» Entrevista a Héctor Rupolo
» Entrevista a Mariam Alizade
» Entrevista a Juan Jorge Michel Fariña
» Homenaje a Oscar Masotta. Entrevista a Teodoro Lecman
» Entrevista a Esteban Levín
» Entrevista a Gabriel Rolón
» Entrevista a Nora Trosman
» Entrevista a Stella Maris Rivadero
» Homenaje a Oscar Masotta. Entrevista a Germán García
» Entrevista a Norberto Ferreyra
» Entrevista a Jorge Rodríguez
» Entrevista a Liliana Donzis
» Entrevista a Gilou García Reinoso
» Entrevista a Norberto Rabinovich
» Entrevista a Mario Buchbinder
» Entrevista a Jorge Baños Orellana
» Entrevista a Luis Kancyper
» Entrevista a Héctor López
» Entrevista a Pablo Peusner
» Entrevista a Robert Levy
» Entrevista a Néstor Braunstein
» Entrevista a Leopoldo Salvarez
» Entrevista homenaje a Enrique Pichon - Riviere. Entrevista a Vicente Zito Lema
» Homenaje a Enrique Pichon-Riviere. Entrevista a Alfredo Moffat
» Homenaje a Enrique Pichon-Riviére - Entrevista a Isidoro Vegh
» Entrevista a Marta Gerez Ambertín
» Entrevista a Juan Vasen
» Entrevista a Enrique Millán
» Entrevista a Eric Laurent
» Entrevista a Jorge Alemán
» Entrevista a Alberto Sava
» Entrevista a Sergio Rodríguez
» Entrevista a Silvia Ons
» Entrevista a Gilda Sabsay Foks
» Entrevista a Mario Goldenberg
» Entrevista a Charles Melman. Versión en español y français
» Entrevista a Diana Voronovsky
» Entrevista a Benjamín Domb
» Entrevista a Alfredo Eidelsztein
» Entrevista a Pura Cancina
» Entrevista a Esther Díaz
» Entrevista a Gabriel Lombardi
» Entrevista a Silvia Bleichmar
» Entrevista a Rudy - Marcelo Rudaeff
» Entrevista a Juan Ritvo
» Entrevista a Norberto Marucco
» Entrevista a José Schavelzon
» Entrevista a Alicia Hartmann
» Entrevista a Janine Puget
» Entrevista a José Grandinetti
» Entrevista a Hugo Vezzetti
» Entrevista a Colette Soler
» Entrevista a Carlos Ruiz
» Entrevista a Armando Bauleo
» Entrevista a Roberto Harari
» Entrevista a Beatriz Sarlo
» Entrevista a Francois Leguil
» Homenaje a Fernando Ulloa: Entrevista a Fernando Ulloa
» Entrevista a Fidias Cesio
» Entrevista a Silvia Amigo
» Entrevista a Eva Giberti
» Entrevista a Eduardo Grüner
» Entrevista a Eduardo Pavlovsky
» Entrevista a Silvio Maresca
» Entrevista a Ricardo Rodulfo
» Entrevista a Héctor Yankelevich
» Entrevista a Rubén Zukerfeld
» Entrevista a José Milmaniene
» Entrevista a Rolando Karothy
» Entrevista a Carlos Brück
» Entrevista a Juan Carlos Indart
» Entrevista a Raúl Yafar
» Entrevista a Tomás Abraham
» Entrevista a Horacio Etchegoyen
» Entrevista a Emilio Rodrigué
» Entrevista a Ana María Gómez
» Entrevista a Germán García
» Entrevista a Isidoro Vegh
» Entrevista a Juan David Nasio
» Entrevista a Élida Fernandez
» Entrevista a Olga de Santesteban
» Entrevista a Silvia Fendrik
» Entrevista a Betty Garma (segunda parte)
» Entrevista a Betty Garma (primera parte)
» Entrevista a Juan Carlos Volnovich (segunda parte)
» Entrevista a Juan Carlos Volnovich (primera parte)

Búsquedas relacionadas

» Andrés Rascovsky
» Asociación Psicoanalítica Argentina
» Angel Garma