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Entrevista a Charles Melman. Versión en español y francés

21/04/2009- Por Tania Roelens - Realizar Consulta

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En esta oportunidad ofrecemos una entrevista a Charles Melman realizada por Tania Roelens. El desarrollo de las preguntas, nos permitirá acceder a la concepción que el psicoanalista francés sustenta sobre el lugar del psicoanálisis hoy. Así nos dirá: “Parece que llegó a buena hora el momento de intentar atraer, seducir, impresionar, a un posible lector, recordando las condiciones que son de lo humano, y que hacen que solo pueda encontrar su salvación poniendo en orden estas condiciones.” Paternidad y América; el lugar del patriarcado y el matriarcado en este continente y su incidencia en la sucesión de las generaciones, o el mestizaje y la universalidad de la función paterna serán otros de los conceptos vertidos en el reportaje.

 

- En 2001-2002 usted se propone cerrar con una "introducción” el seminario público que había sostenido durante 20 años. Nos invita entonces a una relectura de las “Conferencias de introducción al psicoanálisis” de Sigmund Freud, y en el 2002 igualmente, la asociación que usted animaba, la Asociación Freudiana Internacional se vuelve Asociación Lacaniana Internacional. Usted dice que se requiere mucho valor para hablar de psicoanálisis porque su objeto siempre se escabulle y que, en 1916, Freud se proponía “convencer a un público amplio de la existencia de otra escena inconsciente en tanto recurso del sujeto para decir “¡no!” e identificar su deseo”. ¿Piensa usted que introducir al psicoanálisis actualmente representa un reto comparable? ¿Se puede todavía hablar de inconsciente freudiano? ¿Cómo caracterizar el gran paso dado desde los mitos freudianos hacia las escrituras lacanianas?

 

- En 1916, Freud escribía su introducción en una época en que las mentes y los corazones estaban mucho más ocupados por la guerra y por los destinos colectivos que por los designios individuales. Se sabe además de qué manera las neurosis, enfermedades de la singularidad, tienden a dejarse olvidar durante aquellas grandes catástrofes colectivas. Hoy en día estamos viviendo bajo una forma totalmente distinta, algo que es también una catástrofe colectiva y que es la ideología propia de la economía neoliberal, es decir la de una solución al problema de la insatisfacción propia de la especie humana, solución aportada por los excesos, la profusión, la diversidad, la calidad del consumo. Y vemos por igual cómo las singularidades, especialmente las del deseo, se olvidan, se pierden, detrás de aquel afán de satisfacer lo que es a su vez un ideal colectivo: el de ser un cabal consumidor, destacado por la propiedad de objetos de lujo, que lo convierte en un príncipe de los consumidores. Por lo tanto, parece que llegó a buena hora el momento de intentar atraer, seducir, impresionar a un posible lector, recordando las condiciones que son de lo humano, y que hacen que sólo pueda encontrar su salvación poniendo en orden estas condiciones. Aún más en esta época mucho más marcada que en el tiempo de Freud por la libertad de las costumbres que por la represión (refoulement), una época en que el inconsciente tiene todos los motivos para haber perdido su incidencia sexual, para haber dejado de ser el soporte de un deseo sexual. Esto hace que hoy en día los pacientes que llegan al psicoanalista puedan claramente distribuirse en dos grupos: uno tradicional, fiel seguidor de las reglas morales que hicieron el éxito del inconsciente freudiano, y otro que resulta mucho menos preocupado por liberar su deseo que por encontrar lo que podría ser lo propio, ya no en el sometimiento respecto del ideal colectivo, sino en aquello que concierne a la singularidad del individuo. Entonces me parece que escribir hoy en día una introducción al psicoanálisis, es un reto que ameritaría ser la tarea propia de los diversos grupos de analistas que existen por el mundo, pues el balance y la evaluación de la época presente permitiría tener en seguida un panorama preciso de la evolución de estos grupos, a partir de Freud y, al lado, con Lacan.

 

- Se me ocurre que esta diversidad de posiciones con respecto a la demanda de análisis tiene que ver con la coexistencia de funcionamientos sociales distintos, no sólo tradicionales y modernos, sino también premodernos o postmodernos. Pero usted dice que el sujeto del inconsciente nace con la operación cartesiana del cogito... Sería interesante tratar de las distintas modalidades de la relación con la religión, la ciencia y las formas de ejercicio del poder, no solamente en términos de importación, sino también de creación. Tal vez se da también una expresión de esta variación en lo que tiene que ver con el matriarcado y sus diferentes modalidades. ¿Es el patriarcado un accidente de Occidente? ¿Se puede decir que la función fálica existe en el matriarcado? ¿Se puede todavía hablar de metáfora paterna? ¿No se justifica además distinguir entre los matriarcados los que están marcados por un culto a la madre de aquellos en que el amor materno está amenazado, tal como usted lo advirtió a propósito de la postmodernidad?

 

- América Latina, e inclusive Norteamérica, tiene la particularidad de haberse constituido con poblaciones que, para poder convivir, tuvieron que renunciar a sus filiaciones específicas, así fuera espontáneamente, voluntariamente o porque estas hayan sido descabezadas por el invasor. En este contexto existe una nostalgia residual muy fuerte en cuanto a la búsqueda de una paternidad, de una reconstitución de la historia que resulta imposible y que asimismo expone a estas poblaciones a todos los profetas y a todos los taumaturgos que conocemos. El matriarcado, el que permitió a la vida perpetuarse en los grupos a pesar de aquel desastre, mantiene cierto valor fálico pero es un valor fálico reservado, podríamos decir, limitado a su función de perpetuar la vida, donde el sexo resulta accesorio, contingente, azaroso, efímero. Esto implica un dispositivo lógico muy diferente al patriarcado, situación que no me corresponde desarrollar aquí, pero que da cuenta de las particularidades subjetivas en estos países. Hay lugar para oponerse a un padre, en cambio una madre no deja lugar alguno para oponerse a ella. La situación de las generaciones futuras en lo que concierne a su independencia, a cómo ganar esta independencia, es mucho más delicada; de allí también la cuestión de la sucesión de las generaciones que se plantea a corto plazo, máximo tres generaciones; no se apunta más allá: abuela, madre, niño.

 

- Usted habla de sociedades de hermanos o de amos, en contraste con una sociedad de hijos y padres. Se pueden reconocer ciertas características, una manera de privilegiar la vida, la felicidad, el echar para adelante, en acuerdo con Dios incluso... e igualmente fenómenos de violencia o de exclusión radicales, por ejemplo en la calle, en el monte o en la extrema miseria. ¿Acaso esta configuración del lazo social no nos obliga a explorar una clínica del narcisismo y del yo, pero también, en la medida en que no todo el mundo es delirante, errante o delincuente, cómo ubicar lo que hace función de referente simbólico, lo que haría borde, corte?  ¿Cómo entonces el psicoanálisis puede ser algo diferente a una ego psychology?

 

- Usted tiene toda la razón. Este dispositivo privilegia en la constitución del sujeto el famoso “esquema L” de Lacan en el que la imagen del cuerpo propio se constituye en la relación en espejo con una imagen ideal. Está claro que este es hoy en día el medio más común para la constitución del yo; y subsiste entre el ideal y la imagen del cuerpo propio –y esto es lo que probablemente protege de la locura– un hiato infranqueable que hace que el individuo se vea llevado a tener que soportar su inferioridad definitiva frente a imágenes soberanas, por ejemplo las de la farándula a las cuales se rinde un culto que ameritaría preocuparnos aún más. ¿Qué es esta sociedad de mímesis donde son las stars del espectáculo las que se encuentran así en posición de ideal, a tal punto que los políticos o los religiosos deben imitarlas para conseguir algún crédito entre su público. Se destina la imagen del cuerpo propio a permanecer en posición de inferioridad, y la promoción social consiste a partir de allí en aquellos realities, es decir en la propulsión a la escena del espectáculo de quien estaba hasta entonces en posición de espectador.

 

- En América Latina, la gente se está reconociendo cada vez más en el mestizaje, el sincretismo, el oxímoron o el híbrido, cierto politeísmo, el carnaval... es decir en una mezcla acelerada de significantes múltiples, en una dispersión donde todo opera al tiempo con el mismo valor, sin jerarquía. ¿Acaso esto modifica lo que podemos decir al respecto del gran Otro, del significante amo?

 

- El mestizaje de las sociedades latinoamericanas e incluso de las norteamericanas, sería un progreso considerable si fuera conceptualizado de buena manera. Es decir si no desembocara en la exacerbación de nacionalismos particulares necesariamente antagónicos, sino en crear correctamente eso que tiene que ver con la relación imaginaria con el padre, para orientarla hacia la dimensión del padre simbólico: esta prescinde de toda determinación nacionalista o étnica y, por lo tanto, podría valer igualmente para cada pueblo. La religión fracasó con el universalismo de Dios, ya es hora de que la laicidad pueda concebir correctamente la universalidad de la función paterna.

 

-¿Qué implicaciones a partir de ahí para las asociaciones de psicoanalistas y la transmisión del psicoanálisis?

 

- Las asociaciones de psicoanalistas se distinguen fácilmente, no por las particularidades de sus líderes, sino por las modalidades de su relación con los textos fundadores. En general podemos encontrar devotos o herejes. Un buen analista no es ni lo uno ni lo otro, ya que el propósito de una cura es el aprendizaje de una lectura correcta, en primer lugar de su propio inconsciente, es decir una manera de estarle menos sometido para poner plenamente a prueba las posibilidades de su deseo.

 

París, 26 de febrero de 2009.

 

Charles Melman, es psicoanalista, miembro fundador de l'Association Freudienne Internationale de Paris y responsable de la Association Lacanienne Internationale.

Entre sus numerosas obras se destacan: Clínica psicoanalítica, El hombre sin gravedad, La naturaleza del síntoma, Nuevos estudios sobre la histeria, Refoulement et determinisme des nevroses, Retorno a Schreber.

 

 

 

VERSION EN FRANCES

-En 2001-2002 vous vous êtes proposé de clôturer par une “introduction” le séminaire public que vous aviez soutenu pendant 20 ans. Vous invitez alors à une relecture des “Conférences d’introduction à la psychanalyse” de Sigmund Freud, tandis qu’en 2002 également, l’association que vous animez, l’Association Freudienne Internationale devient Association Lacanienne Internationale. Vous dites qu’il faut du courage pour parler de psychanalyse car son objet toujours se dérobe et qu'en 1916  Freud se proposait de “convaincre un large public de l’existence d’une autre scène inconsciente en tant que recours du sujet pour dire “non!” et identifier son désir”. Pensez-vous qu’introduire à la psychanalyse actuellement représente un enjeu comparable? Peut-on encore parler d’inconscient freudien? Comment caractériser ce grand pas franchi des mythes freudiens aux écritures lacaniennes?

-En 1916, Freud écrivait son introduction à une époque où les esprits et les coeurs étaient beaucoup plus occupés par la guerre et par les destin collectif, que par les destins individuels. On sait d’ailleurs combien les névroses, ces maladies de la singularité, ont tendance à se faire oublier au cours de ces grandes catastrophes collectives. Aujourd’hui nous vivons sous une forme tout à fait différente ce qui n’est pas moins une catastrophe collective et qui est l’idéologie propre à l’économie libérale c’est à dire celle d’une solution apportée au problème de l’insatisfaction propre à l’espèce humaine, solution apportée par les excès, la richesse, la diversité, la qualité de la consommation, et on voit de la même manière de quelle façon les singularités, en particulier celles du désir, s’oublient, se perdent, derrière ce qui est le souci de satisfaire ce qui est encore un idéal collectif : être consommateur émérite, celui que distingue la propriété d’objets de luxe,  et qui le rend prince des consommateurs. Le moment semble donc plutôt bienvenu pour de nouveau essayer d’appâter, de séduire, de frapper un éventuel lecteur par le rappel des conditions qui sont celles de l’humanité, et qui font qu’il ne pourra jamais trouver son salut que dans la mise en ordre de ces conditions. Cela d’autant que l’inconscient aujourd’hui, à cette époque qui est bien plus marquée par la liberté des moeurs que par le refoulement, l’inconscient a toutes les raisons d’avoir perdu son incidence sexuelle, d’être le support d’un désir sexuel, qu’à l’époque de Freud. Ce qui fait qu’aujourd’hui, les patients qui viennent chez l’analyste peuvent très facilement se distinguer en deux groupes, les uns traditionnels, fidèles suiveurs des règles morales qui firent le succès de l’inconscient freudien, et l’autre groupe qui est donc beaucoup moins soucieux de libérer son désir que de trouver ce qui serait en propre, non plus donc dans la sujétion à l’endroit de l’idéal collectif, mais dans ce qui serait la singularité de l’individu. Et je trouve qu’écrire aujourd’hui une introduction à la psychanalyse est une gageure qui mériterait d’être le devoir propre aux divers groupes d’analystes existants de par le monde, car ce bilan et cette appréciation de l’époque présente permettrait immédiatement d’avoir un panorama juste sur l’évolution de ces groupes, à partir de Freud et à coté, avec Lacan.

- Cette variété de positions par rapport à la demande d’analyse serait-elle en rapport avec la coexistence de différents fonctionnements sociaux, pas seulement traditionnels et modernes, mais aussi prémodernes ou postmodernes. Or vous dites que le sujet de le sujet de l’inconscient naît avec l’opération cartésienne du cogito... Il serait intéressant de revenir sur les diverses modalités du rapport à la religion, à la science et aux formes du pouvoir, pas seulement à titre d’importation, mais aussi de création. Peut-être y a-t-il également une expression de cette variation en ce qui concerne le matriarcat et ses différentes formes. Le patriarcat est-il un accident d’Occident? Peut-on dire que la fonction phallique existe dans le matriarcat, peut-on encore parler de métaphore paternelle? N’y aurait-il pas lieu de distinguer entre les matriarcats ceux qui sont marqués par le culte pour la mère et ceux où l’amour maternel est menacé, ainsi que vous l’avez signalé à propos de la postmodernité?

-L’Amérique Latine, tout comme l’Amérique du Nord d’ailleurs, a la particularité d’être faite de populations qui pour vivre ensemble, ont dû renoncer à leurs filiations propres, que ce soit spontanément, volontairement, ou qu’elles aient été décapitées par   l’envahisseur. Il y a dans ce contexte une nostalgie résiduelle très forte dans la quête d’une paternité, d’une reconstitution de l’histoire qui est impossible, mais qui du même coup expose ces populations à tous les prophètes et tous les thaumaturges que l’on connaît. Le matriarcat qui a permis à la vie de se perpétuer dans les groupes malgré ce désastre, le matriarcat entretient certes la valeur phallique mais une valeur phallique que l’on pourrait dire réservée, confinée à sa fonction de perpétuer la vie, le sexe n’y étant plus qu’accessoire, occasionnel, hasardeux, passager. Il s’en suit un dispositif logique très différent de celui du patriarcat, situation qu’il ne m’appartient pas de développer ici dans cette question, mais qui rend compte des particularités subjectives dans ces contrées. Il y a de la place pour s’opposer à un père, une mère n’en laisse aucune pour s’opposer à elle. La  situation en ce qui concerne l’indépendance des générations futures, comment gagner cette indépendance, est beaucoup plus délicate; de même la question de la succession des générations qui se pose dans le court terme, au maximum trois générations, elle ne vise pas au-delà, grand-mère, mère, enfant.

Vous avez parlé de sociétés de frères ou de maîtres, en contraste avec une société de fils et de pères. On peut en reconnaître certaines caractéristiques, cette manière de privilégier la vie, le bonheur, toujours aller de l’avant, souvent en accord avec Dieu d’ailleurs et puis également des phénomènes de violence ou d’exclusion radicales, par exemple dans la rue, les bidonvilles, dans la forêt ou l’extrême misère. Est ce que cette configuration du lien social n’amène pas à développer une clinique du narcissisme et du moi, mais aussi, vu que tout le monde n’y est pas délirant, délinquant ou errant, comment y repérer ce qui tient lieu de référent symbolique, qui ferait bord, coupure? Et comment la psychanalyse peut-elle être différente d’une ego psychology?

-Vous avez parfaitement raison. Ce dispositif privilégie dans la constitution du sujet ce fameux schéma L de Lacan où l’image du corps propre se constitue dans la relation en miroir à une image idéale. Il est clair que c’est aujourd’hui le grand moyen de la constitution du moi, et il y a entre l’idéal et l’image du corps propre -et c’est sans doute ce qui protège de la folie- il subsiste un hiatus infranchissable, et qui confine l’individu à devoir supporter son infériorité définitive eu égard à des images souveraines comme celles aujourd’hui des vedettes auxquelles il est rendu un culte qui mériterait qu’on s’y intéresse davantage. Qu’est-ce qu’une société de mimesis où ce sont les vedettes du spectacle qui sont ainsi en position d’idéal, au point que les politiques ou les religieux doivent les imiter pour acquérir quelque crédit auprès de leurs publics. L’image du corps propre est destinée à rester en position d’infériorité, la promotion sociale consistant dès aujourd’hui dans ces téléréalités, c’est à dire la propulsion sur la scène du spectacle de celui qui était jusque là en position de spectateur.

-En Amérique Latine, on se reconnaît volontiers dans le métissage, le syncrétisme, oxymorons et hybrides, un certain polythéisme, dans le carnaval..., c’est à dire dans un brassage accéléré de signifiants multiples, dans une dispersion où tout opère en même temps avec la même valeur et sans hiérarchie. Est-ce que cela modifie ce qu’on peut dire en ce qui concerne le grand Autre et la notion de signifiant maître?

-Le métissage des sociétés latino-américaines et aussi nord-américaine d’ailleurs, serait un progrès considérable s’il était conceptualisé correctement, c’est à dire s’il n’aboutissait pas à l’exacerbation de nationalismes spécifiques inéluctablement, soit dit en passant, antagonistes, mais à créer correctement ce qui en est du rapport imaginaire au père, pour la ramener à la dimension de père symbolique qui elle se passe de toute détermination nationaliste ou ethnique et qui donc vaudrait de façon égale pour chaque peuple. La religion a loupé l’universalisme de Dieu, il serait temps que la laïcité puisse penser correctement l’universalité de la fonction paternelle.

-Quelles implications à partir de là pour les associations d’analystes et la transmission de la psychanalyse.

-Les associations de psychanalystes se reconnaissent facilement, non pas par les particularités de leurs leaders, mais par les modalités de leur rapport au textes fondateurs. En général on rencontre soit des dévots soit des hérétiques. Un bon analyste n’est ni l’un ni l’autre, puisque le but d’une cure c’est l’apprentissage d’une lecture correcte, et d’abord de son propre inconscient, et une façon donc de lui être moins soumis afin d’éprouver pleinement les possibilités du désir.

Paris le 26 février 2009.





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