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Lo inefable del síntoma psicosomático: Apuesta por la escucha de un grito que no cesa

13/03/2023- Por Luciana Argañaraz - Realizar Consulta

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En el devenir de una afección articular crónica que evoluciona por brotes periódicos, habitualmente progresivos, la artritis reumatoidea, considerada enfermedad autoinmune debido a que el sistema inmunológico ataca a los propios tejidos, se intenta alojar a quién consulta luego de reiteradas “derivas”, y de la posibilidad de construcción de una demanda de tratamiento. Valga la presente articulación como un intento de situar una otra escucha que facilite intervenciones en dirección a acotar el padecimiento subjetivo.

 

                      

                                  “El grito n° 7” (1959) de Antonio Saura*

 

 

“Los grandes ejes que deben tenerse en cuenta

a propósito de la lesión de órgano son: el nivel de lo simbólico

por la forclusión, y el nivel de lo Imaginario por el narcisismo.”

 

               Juan David Nasio, Los gritos del cuerpo

 

 

  En el presente escrito me propongo emprender un recorrido de articulación teórico clínico sobre un caso tomado de mi rotación como psicóloga concurrente en el servicio de neumonología del Hospital Durand de Buenos Aires, cuyas particularidades han ido fomentando mi interés en el despliegue de su investigación; dicho interés se centra en los ejes fundamentales a tratar: La fisiopatología de la enfermedad denominada Artritis reumatoidea, y la consideración del eje psicodinámico con el que nos adentramos en el análisis del caso, intentando responder a interrogantes como por ejemplo: ¿Qué función cumple la enfermedad psicosomática? ¿Qué lugar le otorga el paciente a su padecimiento subjetivo?, y otras cuestiones que a lo largo del caso aquí presentado y junto a la emergencia de angustia, nos conduce a otra pregunta central, a saber: ¿Cuál sería una función del analista cuyo abordaje resulte viable a los efectos de un posible tratamiento?

 

  La paciente A. de 31 años, se acerca a los consultorios externos de neumonología, dado que su motivo de consulta es un cuadro de neumonía; dicha enfermedad es de carácter agudo, con lo cual en virtud de un tratamiento adecuado generalmente suele remitir. Nos relata que además padece artritis reumatoidea y que ningún médico le ha podido dar en la tecla respecto de su tratamiento y curación:

 

“Anduve por todos lados, de consultorio en consultorio sin hallar respuesta. Estoy toda torcida, los pies, tobillos y rodillas, llegó un punto en el que casi no podía caminar… No sé por qué nadie encuentra una solución”.

 

  Esta enfermedad se caracteriza por ser una afección articular crónica que evoluciona por brotes periódicos, habitualmente progresivos, y se denomina autoinmune debido a que el sistema inmunológico ataca a los propios tejidos. Si bien no hay cura para la artritis reumatoidea, la fisioterapia y los medicamentos pueden retrasar su avance.

 

  “¡Usted tiene que ir al psicólogo!”, le indicaron algunos médicos, según comenta. Patologías como ésta, denominadas “psicosomáticas” son por lo general de etiología desconocida, para las cuales la medicina no encuentra una terapéutica acorde; ahora bien, desde el punto de vista que aquí nos ocupa, interesa poner el foco en el sujeto que las padece.

 

  Es altamente frecuente ver a estos pacientes deambulando de consulta en consulta, siendo derivados de un especialista a otro y quedando “a la deriva” literalmente, agotando sus empeños en no obtener ninguna alternativa concreta al malestar que los aqueja.

 

  Nos adentramos de esta manera, en la historia personal de la paciente. La historia de sus padecimientos. De su angustia. De lo que sostiene dolorosamente hace décadas. Y pronto captamos las interconexiones simbólicas que, en ella, hallaban asiento en la sintomatología que presenta.

 

  El hogar es nuestro punto de partida, dice el psicoanalista británico Donald Winnicott: Tal vez venga al caso enfatizar que A. impresiona como una niña; su aspecto, su vulnerabilidad, su desprotección. Refiriéndose a sus padres comenta:

 

  “En los momentos malos, nunca estuvieron conmigo”… “Mi padre es muy violento, machista, a los 9 años quiso abusar de mí”. El relato va acompañado de angustia y también de bronca.

Sobre su madre, escasamente nombrada, sólo afirma que fue muy ausente en su vida y “Le tuve que pegar un grito para que me ayude” cuenta, expresando enojo y resentimiento hacia ella.

 

  A. ha convivido hasta el día de hoy, con ese odio. Fue madre a sus dieciséis años estando en pareja con un hombre violento, adicto a las drogas y al alcohol; una elección amorosa signada por sus correspondencias con aquel vínculo patológico con el padre, “Fui una mujer golpeada”, nos relató.

 

  En ese estado de cosas, queda embarazada nuevamente, y con la carga emocional de las dos configuraciones vinculares patológicas (padre – pareja), contrae Artritis, afectando las articulaciones de sus tobillos, pies y rodillas. Podemos pensar que aquel grito de auxilio se encarnó en ella manifestándose mediante dicha enfermedad: Aquí, la emergencia de ese inefable en el cuerpo como marca, trasunta e inscribe el devenir de su padecimiento emocional.

 

  En este mismo sentido, es interesante focalizarnos en el correlato simbólico que este sufrimiento opera sobre sus extremidades: ¿No resulta acaso, por demás significativo que A. haya contraído una enfermedad que daña a sus articulaciones e invalidándola para caminar? ¿Con qué tipo de sostén cuenta esta mujer? ¿Quién la contiene?

 

  Ese padecer subjetivo pareciera encontrar salida de algún modo, llevando consigo un mensaje. “Creo que en todo me va mal, voy a empezar terapia porque ya no doy más”. Pareciera que ese ya no doy más, se realizase en su enfermedad como un intento de integración, de búsqueda de un otro que aloje: un otro en el cual ella lograse hallar esa contención que tanto añoró y nunca recibió.

 

  Afortunadamente la perspectiva subjetiva de nuestra paciente comporta signos que resultan ser proclives a generar una demanda de tratamiento, ubicándola en una posición egodistónica: Esto es, no está dispuesta ya a seguir tolerando ese padecimiento y asume su responsabilidad con decisión al respecto.

 

  Desde la mirada de un posible abordaje terapéutico postulamos la importancia del sostén, el acompañamiento y la escucha orientada a construir sentimientos de auto valoración en ella, así como también la consideración de sus propios deseos, de sus necesidades y, en definitiva, de sí misma como mujer y como persona.

 

  Es pertinente afirmar que en casos como este, un abordaje psicológico con perspectiva de Género resultaría de enorme eficacia, dado que tantas mujeres acarrean en sus vidas una historia de violencia machista que nosotres, como profesionales de ningún modo debemos desconocer y tenemos que estar a la altura de dichas demandas actuales: además de escuchar el malestar, en fundamental que estemos provistos de herramientas que nos permitan afrontar problemáticas que por supuesto nos implican, y que en modo alguno nos dejan al margen.

 

  La elección del título en ningún modo fue azarosa, sino que es de gran significancia a los fines del desarrollo del artículo aquí elaborado, en base al criterio de considerar la profunda demanda entrelazada en la historia de A. De ahí y por consiguiente, la invitación a reflexionar en la posibilidad de efectuar una apuesta por la escucha de un grito incesante que resuena y se manifiesta como un pedido de ayuda que parte de las circunstancias vitales de una mujer golpeada, herida y abandonada por sus familiares pero también, por un dispositivo institucional que debido a que su caso es “psicosomático”, no logra brindarle una respuesta adecuada.

 

  Se efectuaron los lineamientos de una posible dirección de la cura reclamando primeramente un rol de sostén, al menos en un primer momento del abordaje del mismo, propiciando en virtud de dicha labor la entrada al compromiso analítico propiamente dicho y reflexionando en los puntos fuertes a trabajar con ella.

 

  Se efectuó un análisis del rol del analista desde el punto de vista de las perspectivas de la psicosomática y de género, partiendo de la reconstrucción de la historia de la paciente a partir de su relato en la entrevista.

 

  Y para concluir podemos citar a Lacan, a fin de manifestar nuestra modalidad de reconstrucción del caso expuesto, no solamente desde la teoría sino también desde la práctica, resultando relevante a los fines de pensar el transcurso de un potencial tratamiento terapéutico:

 

    “La historia no es el pasado, sino el pasado historizado en el presente”.

 

 

Referencias bibliográficas

 

NASIO, JUAN DAVID. Los gritos del cuerpo. Psicosomática. ED. Paidós.

 

WINNICOTT, DONALD. Los procesos de maduración y el ambiente facilitador. ED. Paidós.

 

LACAN, JACQUES. Los escritos técnicos de Freud. ED. Paidós.

 

 

Arte*: Óleo. Saura, artista plastico español (1930-1998), “representa un personaje donde los rasgos antropomórficos aún son bien discernibles: sus manos, la cabeza, las extremidades… se han distorsionado como si de un monstruo se tratara, un hombre deformado por sus sentimientos interiors”.

Tomado de… https://arte.laguia2000.com/pintura/el-grito-antonio-saura

 

 

 


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