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El origen del mal en El Timeo de Platón22/03/2011- Por Juanjo García - Realizar Consulta

El texto explora, a partir de la temática del Mal, diversos aspectos de un texto complejo pero apasionante. En la tensión entre Razón y Necesidad se ubica la raíz de aquello con lo cual debe arreglárselas cada hombre. En el recorrido de conceptos platónicos se abre la senda para interrogar cuestiones que se vinculan al quehacer del psicoanalista: el carácter irreductible de lo pulsional.
Podemos ubicar a El Timeo como un diálogo de la etapa tardía junto a otros como Parménides, Filebo, El Político, El Sofista y Teetetos. Estos diálogos comienzan a replantear algunas cuestiones que Platón había sostenido anteriormente. Introducen una versión de Maestro de
El texto construye un relato sobre la creación del universo. Podemos decir creación porque hay un agente que se encarga de crear el mundo, y lo crea como un ser viviente. El agente es el Demiurgo. La primera aclaración que merece hacerse es que no es un creador al estilo del Dios cristiano. Esta diferencia es esencial, porque el Dios cristiano es un Dios que crea de la nada, con lo cual todo lo que crea está subordinado a su voluntad. Es interesante contrastar las distintas versiones de los comentaristas de Platón: algunos ofrecen una interpretación hegeliana, otros lo cristianizan, otros lo adaptan a posiciones que podrían pensarse como modernas, acordes con el pensamiento científico de esta época. No hay coincidencia en relación con lo que Platón quiere decir con ciertas figuras que efectivamente tienen un carácter metafórico. Una de las críticas realizadas por Aristóteles a Platón tenía que ver precisamente con el uso de relatos míticos y metáforas. Sin embargo vale la pena plantear por que Platón echa mano a esos recursos. Hay un punto en el que no se puede dar cuenta plenamente de determinadas cuestiones. En relación con la figura misma del Demiurgo se discute si debe ser tomada literalmente o como una metáfora. No obstante a lo largo del texto su figura va diluyéndose y tiene una presencia menos marcada respecto al lugar que ocupa en el inicio del diálogo. Es esencial subrayar que se trata de un dios no todo poderoso sino que moldea a partir de ciertos elementos que ya están dados. No crea de la nada sino a partir de materiales dados, por lo cual es un dios artesano que tiene que moldear en función de las condiciones, de las posibilidades y de los límites que le dan esos materiales con los que tiene que construir. El dios representa por un lado la racionalidad, el intelecto y por otro el lugar de agente, anticipo de la causa eficiente de la filosofía aristotélica. Es un Demiurgo que contempla las Ideas como modelo y, a partir de ellas, toma los materiales y construye el mundo. Lo hace con las posibilidades que le otorgan esos materiales y los límites que le ponen esos materiales. En el texto se alude a la tarea del dios con una referencia permanente a lo mejor que fue posible o lo mejor que era posible. Es claro que hay un posible pero, al mismo tiempo, se está dando lugar a un límite a esto posible, es decir, a algo del orden de lo imposible. El dios crea, a partir de esos materiales el cuerpo del mundo, al cual le da la mayor armonía posible. En este aspecto hay una referencia a la armonía musical, de acuerdo a una clara influencia pitagórica. Se da cuenta como va construyendo el cuerpo del mundo a partir de proporciones armoniosas ligadas a lo matemático. Hay una posición de este dios intelecto que produce, crea el mundo procurando esa armonía posible, lo más bello que sea posible. Luego es introducida el alma del mundo. Esto no significa que haya sido creada después sino que hay una coexistencia en relación al alma y el cuerpo del mundo. Surge aquí el problema acerca de si hay un inicio o en realidad se está hablando de una generación constante que no tiene un principio temporal sino que permanentemente se está produciendo. El Demiurgo construye el alma del mundo a partir de la combinación de lo Existente indivisible y lo Existente divisible,
A partir de la explicación sobre el mecanismo de la visión introduce la diferencia entre la causa de naturaleza inteligente y las concausas que carecen de razón e intelecto, como causas segundas son movidas por otras y por Necesidad mueven a su vez a otras, operando de manera azarosa y desordenada. Cuestiona a los que sostienen que sólo estas concausas son suficientes para engendrar el mundo. Muestra como la visión ha sido proporcionada por los dioses para que contemplando los movimientos celestiales del intelecto pudiéramos “poner en orden nuestras errantes revoluciones” (aquí parece eliminar la ruptura entre el conocimiento sensible y el inteligible). Lo mismo vale para la voz y el oído, valiéndonos de la música para poner orden y concordia en nuestra alma y no solo para el placer irracional. “El nacimiento de este mundo se produjo como la mezcla resultante de la combinación de necesidad e intelecto. Pero el intelecto gobierna a la necesidad por cuanto la persuade de que conduzca hacia lo mejor la mayoría de las cosas que se producen; de esta manera y de acuerdo con esto, este universo se constituyó en un principio en virtud de una necesidad sometida a sabia persuasión. Según esto… habrá que traer a colación también el movimiento que por naturaleza corresponde al género de la causa errante” (47E – 48A). El designio racional entra en contraste con los factores del mundo visible que son “incapaces de algún plan o inteligencia para algún propósito” (46D). Ellos son inmediatamente conectados con “la naturaleza del fuego y el aire, el agua y la tierra”. Estos cuatro “elementos”, o alguno o algunos de ellos, habían sido considerados por la ciencia jónica y por el pensamiento popular como los principios originales (αρχαί) de las cosas. De su interacción casual se creyó que el orden del mundo había emergido. De esta forma los elementos y los procesos físicos debido a sus propiedades o poderes (δυνάμεις) fueron hechos responsables como las verdaderas y únicas causas o todas las cosas (αίτια των πάντων, 46D). Platón intentó mantener que ellas no eran las causas originales del movimiento y por lo tanto de la formación del mundo. La única fuente de movimiento es el alma auto movible, “la causación de naturaleza inteligente” (46D). El Creador omnipotente es extranjero para el pensamiento de la antigua Grecia, que unánimemente negaba la posibilidad de crear algo de la nada. Su tarea es traer algún orden inteligible en un desorden que él se hace cargo, no crear el material antes de moldearlo. El material puede tener propiedades propias, que el puede, dentro de límites, transformar hacia sus propósitos, pero el no puede instituir. La divina Razón es confrontada con algo que, en parte, frustra su propósito benevolente, algo que necesita ser persuadido, porque no esta totalmente bajo su control. La dificultad para nosotros yace más bien en una región diferente, en la noción aparentemente contradictoria de una Necesidad que es también Causa Errante, y asociada, no con orden e inteligibilidad, sino con desorden, azar y casualidad. El cuerpo del universo no es reducido por Platón a la mera extensión, sino que contiene movimiento y poderes activos que no están instituidos por la divina Razón y están perpetuamente produciendo efectos indeseables.
El Timeo ilustra claramente como el Demiurgo debe hacer lo mejor posible con los materiales que no son dóciles a su voluntad y le ponen límites. La espina dorsal debe ser dura para proteger el asiento de la vida, el cerebro y la médula. Pero su dureza la hace inflexible y quebradiza. Los dioses tienen que elegir, no puede actuar según su puro arbitrio. Tienen que decidir entre crear un hombre más fuerte, que viviría más, pero tendría una vida inferior, u otro más frágil pero que tendría una vida mejor, superior. Eligen la segunda posibilidad. No pueden optar por una vida larga y superior. Ambas cosas no pueden. No hacen lo que quieren. Todos aquellos intérpretes que identifican Necesidad con las leyes necesarias de la ciencia procuran reducir e identificar Necesidad y Racionalidad, subordinar todo a la lógica del significante. Eso es lo que no hace Platón. Hay algo que no queda subordinado a
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