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Lo fértil del desierto24/04/2009- Por María Angélica Fontán - Realizar Consulta

La nada afectada al desierto como significación generará la búsqueda de algún contorno para ese desierto que puede ser desierto también de sentido, desierto de cierto sentido. En el desierto de sentido se desdibujan los bordes del significado, el tiempo hace lo suyo, la angustia es lo cierto,..no será entonces la aridez la única adjetivación para evocar el desierto…he allí lo fértil del desierto.
“Nada viene de la nada, como tampoco nada desemboca en lo que no es” (Marco Aurelio), sin embargo, hay una sola cosa - la conciencia - que viene de la nada y después de darse una vuelta regresa a la nada.[1]
Es esa nada afectada al desierto como significación de nada por aquí, nada por allá, solo bastedad, que generará la búsqueda de algún contorno para ese desierto que puede ser desierto también de sentido, desierto de cierto sentido[2]. En el desierto de sentido se desdibujan los bordes del significado, el tiempo hace lo suyo, la angustia es lo cierto, en el desierto de cierto sentido el silencio puede ser la voz de la interjección primera, o intervalo en el ritmo, aún a riesgo de no llegar nunca a conformar una melodía.No será entonces la aridez la única adjetivación para evocar el desierto…he allí lo fértil del desierto.
“Era como si aquí no hubiera nombres, como si no hubiese palabras. El desierto lavaba todo en su viento, borraba todo. Los hombres tenían la libertad del espacio en la mirada, su piel era como el metal. La luz del sol inundaba todo con su resplandor. La arena ocre, amarilla, gris, blanca, la arena ligera resbalaba, hacía ver el viento. Cubría todas las huellas, todos los huesos”. “Los hombres sabían de sobra que el desierto no los quería: marchaban así sin detenerse, por los caminos que otros pies ya habían recorrido, en busca de algo distinto”. “El agua no era agua para el disfrute ni el reposo. Era solo la huella de un sudor en la superficie del desierto, el don parsimonioso de un Dios seco. El último movimiento de la vida. Quizás el último territorio libre; un territorio donde ya las leyes de los hombres carecían de importancia”[3].
La bastedad del desierto, como la del océano, es la visión de lo no medible que la naturaleza pone a disposición de quien quiera atravesarlo, de quien se atreva a trazar un camino a través de él/ellos.
Internarse en el desierto o navegar el océano para saber de la extrañeza, el desarraigo, la nada y el silencio, trayecto en el que toda certeza hará agua o arena, tan inasequible para el tacto como para el pensamiento, será como buscar en la oscuridad, oscuridad en la que la ceguera llevará ventaja por experiencia, y el pensamiento acostumbrado a otras luces, ha de someterse a un abandono que lo ubicará como lo extraño, extranjero, de lo que aún no se ha hecho cargo...su existencia…allí radica, quizás lo fértil del desierto.
“No olvidaban. Ese gran silencio que pasaba sin descanso por las dunas estaba en el fondo de sus cuerpos. En sus vísceras este era el verdadero secreto”. “No se podía dormir en las rutas del desierto. Se vivía, se moría, siempre con la mirada fija y los ojos consumidos de fatiga y luz”. “El cielo sin límites era de un azul tan duro que abrazaba la cara. Cada vez más lejos los hombres marchaban por el entramado de las dunas, en un mundo extranjero”. “Pero era su verdadero mundo. Esa arena esas piedras, ese cielo, ese sol, ese silencio, ese dolor…” “Era en este orden vacío del desierto donde todo era posible, donde marchaban sin sombra al borde de la propia muerte”. “Avanzaban por la pista invisible, libres como ningún ser en el mundo podía serlo”. “Las rutas eran circulares, conducían siempre al punto de partida trazando círculos cada vez más estrechos. Pero era una ruta que no tenía fin, pues era mas larga que la vida humana”[4] .
Si encontramos alguna posible sintonía en la prosa de Le Clézio con lo que el psicoanálisis nos enseña, el psicoanálisis escucha el paso de cada uno en el desierto, la ruta circular de cada uno, el enigma ante el orden vacío y la pista invisible de arenas propias y sudor de presentimiento que orienta y entonces el sujeto diseña su propio mapa.
Nos dice Lacan[5] :
“si el sujeto se reconoce, no es por la vía de la conciencia, hay algo más, un más allá, al ser este más allá radicalmente desconocido por el sujeto, al quedar fuera del alcance de su conocimiento, se plantea al mismo tiempo la cuestión de su estructura, su origen y su sentido”
Entonces como nos recuerda Márai a Marco Aurelio, Nada viene de
“Pero era el gran viaje hacia el otro lado del desierto lo que acababa de iniciarse, y la ebriedad de la marcha a lo largo del camino de arena habitaba ya en sus cuerpos, los inundaba ya con su soplo ardiente, hacía brillar los espejismos ante sus ojos. Nadie había olvidado el sufrimiento, la sed, el ardor terrible del sol sobre las piedras y la arena sin fin, ni el horizonte que retrocede sin cesar. Nadie había olvidado el hambre que consume, no solo el hambre de alimentos, más toda hambre, el hambre de esperanza y de liberación, el hambre de todo lo que falta y abre el vértigo en el suelo, el hambre que empuja hacia delante en medio de la nube de polvo que envuelve los rebaños alelados, el hambre que impulsa a remontar la dura pendiente de las colinas hasta ese punto en el que es preciso descender otra vez , con decenas de nuevas e idénticas colinas a las vista”.[6]
Remontar la dura pendiente de las colinas hasta ese punto en el que es preciso descender otra vez, y mirará hacia atrás, hacia arriba, hacia delante. La huella anterior comenzará a borrarse, este paso que se esfuma una y otra vez, es el que instala el interrogante, por su marca, su escritura, la que da cuenta de su peregrinar, y en lo insoslayable de la angustia, y el no-todo en el que podrá asentar su obra. Este paso, el paso del sujeto por el desierto, que a veces no alcanza a reconocer como propio en una arena permanentemente movida por los vientos. Es la pregunta, es la espera, es lo desconocido, lo que hace advenir al sujeto a su interrogación, a lo que en tanto absurdo e inexplicable es propio de la existencia, la ruptura “de cierto sentido”, ahora desierto, abismo, abismo paradojal del que abrevará la memoria y también el olvido.
“Las palabras del recuerdo eran las más hermosas, las que venían de lo más lejano del desierto y hallaban por fin morada en el corazón de cada hombre, de cada mujer, como un antiguo sueño que aflora de nuevo”.[7]
“Los nombres eran la ebriedad misma del recuerdo, como si fueran iguales que los ojos de las constelaciones, y que de su mirada perdida viniera aquí la fuerza, a la plaza yerta donde se habían reunido los hombres”[8].
“Los nombres iban y venían por todos los labios, nombres de hombres, nombres de estrellas, nombres de granos de arena en el viento del desierto, nombres de los días y las noches sin fin, más allá de la muerte”. [9]
El análisis propone y permite un pasaje, de cada uno, en la búsqueda de alternativas ante la encrucijada con los ruidos de lo real, con esas interjecciones que anteceden a la palabra, cual peregrino el sujeto irá en búsqueda de nombres, sin esperar concesiones del Otro apostando a su obra.
Dice Martín Heidegger[10] en su Meditación: “Del abismo sale la libertad del decir pensante-poetizante”.
[1] Marái Sándor – Diarios 1984-1989- Editorial Salamandra –Barcelona 2008
[2] Fontán, María Angélica –“ Desierto de cierto sentido” – Periplo- Publicación de
[3] Jean Marie-Gustave Le Clézio –Desierto- Colección Literatura- Editorial Debate- Madrid 1980
[4]Jean-Marie Gustave Le Clézio – op.cit 3
[5] J. Lacan – Seminario 4 – Las relaciones de objeto - Paidos
[6] Lé Clézio op.cit 3 y 4
[7] Ídem, 3,4,y 6
[8] Ídem 3,4,6 y 7
[9] Ídem 3,4,6 ,7 y 8
[10] Heidegger, Martín – Meditación – Biblos – Buenos Aires -2006
Bibliografía
Fontán, María Angélica – “Desierto de cierto sentido” – Periplo-Periódico de
Heidegger, Martín – Meditación – Biblos – Buenos Aires - 2006
Lacan, Jacques – Seminario 4 – La relación de objeto – Paidós – Barcelona - 1994
Le-Clézio Jean-Marie Gustave – Desierto- Colección Literatura- Editorial Debate-Madrid – 1980
Márai, Sándor – Diarios 1984-1989 – Salamandra – Barcelona 2008
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