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Heterosexualidad obligatoria en psicoanálisis. Un análisis epistemológico del núcleo heterocentrado de la teoría02/01/2020- Por Celeste Caudana - Realizar Consulta

Planteamos que la teoría psicoanalítica contiene en su interior núcleos ideológicos no revisados que corresponden al régimen de control de la sexualidad que llamaremos, siguiendo a teóricas del análisis lésbico feminista, heterosexualidad obligatoria. Al mismo tiempo, sostenemos que se trata de un obstáculo epistemológico que no remite a las hipótesis fundamentales de la teoría sino que existe una contradicción interna entre los desarrollos metapsicológicos de grandes autores y su teorización acerca de la clínica. A modo de ejemplo presentaremos un análisis de lo teorizado por Freud en “Tres ensayos de una teoría sexual. Ensayo 1: Las aberraciones sexuales” (1905) y su historial “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” (1920).
Sidonie Csillag*
“Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo”
Alejandra Pizarnik
Nos proponemos hacer trabajar la teoría psicoanalítica tomando como impulso los señalamientos de teóricxs LGTBI respecto de su heteronormatividad. Nuestra hipótesis central es que la teoría se encuentra impregnada de contenidos que son ideológicos, es decir, que contiene ideas que no son producto de la elaboración científica sino que traspasan directamente desde la subjetividad de la época.
No será el objetivo en esta instancia discutir los efectos políticos de esta ideologización o sus implicaciones sociales, sino que nos orienta demostrar que la misma produce un modo de acercamiento al objeto que es básicamente defectuoso.
Otros núcleos ideológicos de la teoría, ligados fundamentalmente a sus contenidos patriarcales, han sido puestos en cuestión por la sostenida interpelación feminista mientras que núcleos esencialistas, románticos y heterocentrados continúan operando como puntos ciegos. Nuestro trabajo se ocupa de estos últimos.
Se trata de los contenidos de un régimen de control de la sexualidad que llamaremos, siguiendo a teóricas del análisis lésbico feminista, heterosexualidad obligatoria. Eve Kosofsky en lo que llama una “epistemología del closet” plantea que casi todo el pensamiento occidental moderno está perjudicado en lo esencial en la medida en que no incorpora un análisis crítico de este núcleo ideológico (la heterosexualidad obligatoria) y que el terreno más fecundo para iniciar dicho análisis son las teorías LGBTI.
Hablar de heterosexualidad obligatoria como régimen políticoimplica reconocer que en la modernidad existe una ideología que exige heterosexualidad y en la cual se fundan las instituciones. Su naturalización enmascara las maniobras que la instalan, la propagan y la sostienen por la fuerza con formas de coacción múltiples que van desde la fuerza física hasta la alienación de la conciencia.
Tomamos la noción de ideología en el sentido planteado por Althusser.
Epistemológicamente como saber aparente y encubridor, de representaciones vagas y asistemáticas, que recogen la apariencia de las cosas desconociendo la estructura que produce tal apariencia.
Políticamente, por otra parte,la ideología no es solamente un conjunto de ideas falsas sino que éstas poseen existencia material en las prácticas sociales y en las instituciones que las transmiten (familia, escuela, gobierno, religión, medios de comunicación).
Corresponden además a las representaciones de las clases dominantes que las necesitan para legitimar su poder. Althusser dirá entonces que la ideología es algo que preexiste y opone resistencias al desarrollo de la ciencia: “La ciencia es ciencia de una ideología a la que critica y explica”.
Consideramos al psicoanálisis como ciencia y no como discursividad y a la epistemología, en su carácter de metadiscurso científico, como la forma de acercamiento más fecunda a esta problemática en una primera instancia.
La ciencia es un tipo particular de conocimiento, sistemático y controlado, que para ser válido debe poder ser contrastado con la experiencia (a diferencia de las discursividades cuya validez remite a la referencia a un autor). Como la experiencia nunca puede realizarse sobre la totalidad de los observables a los que la teoría se refiere, los enunciados científicos tienen un carácter epistemológicamente asimétrico: pueden refutarse pero nunca validarse.
Las teorías científicas son siempre entonces de carácter hipotético. Esta noción epistemológica básica resulta fundamental para pensar nuestra práctica: la clínica no consiste en aplicar conocimiento definitivo, ya probado por otrxs, sino poner a prueba constantemente teorías hipotéticas que la experiencia puede falsear. La ciencia por definición es siempre falibilista y antidogmática.
Esto implicaría también que la ciencia avanzaría por acumulación de conocimiento, en sentido negativo (por descarte de todas las hipótesis falseadas). Sin embargo, la ciencia es una actividad humana. Thomas Kuhn estudia la historia de la ciencia y encuentra que no es cierto que los científicos abandonen simplemente sus teorías porque la experiencia las falsee.
Analiza el comportamiento de las comunidades científicas encontrando semejanzas con otros ámbitos, como religiosos o políticos, en cuanto a las relaciones de poder, las ceremonias de iniciación y protocolo, el papel de las tradiciones, las restricciones a la libertad de expresión, etc.
En su libro Estructura de las revoluciones científicas, este autor, físico de formación, puntualiza la influencia que tuvo en su pensamiento haber pasado un año en una comunidad de científicos sociales observando que estos, aun cuando practicaban la misma disciplina, debatían acerca de cuestiones básicas de sus teorías y métodos.
Kuhn conjeturó que los científicos sociales no compartían una concepción común de sus campos, a diferencia de lo que ocurría en disciplinas consideradas “más maduras”. Aparece así la noción de paradigma.
Un paradigma es el conjunto de teorías que una comunidad científica toma como válidas en una época determinada, lo cual implica aceptar que la actividad científica sucede dentro de un marco de ideas consensuadas que determinan su objeto, sus fundamentos epistemológicos, sus supuestos teóricos, sus prescripciones metodológicas, etc. Existe entonces avance por acumulación de conocimiento, sí, pero al interior de determinado paradigma. Además, la actividad científica involucra también a las personas que hacen ciencia como sujetos sociales y políticos.
Para pensar la ciencia como acontecimiento histórico-cultural tomamos a Foucault, quien denomina episteme a los saberes que socialmente se consideran sólidos y confiables en una época determinada y que configuran la subjetividad dominante. La noción de episteme es social, mientras que la de paradigma es específica de la actividad científica. Ambas son epocales, marcos teóricos o imaginarios sociales pero no pueden subsumirse una en la otra sino que se influencian recíprocamente.
Como plantea Esther Díaz (2000), discutir las implicancias entre saber y poder no quiere decir que este último sea omnímodo y pueda imponer cualquier verdad arbitrariamente saliendo inmune de eso pero sí que la solidez de una teoría es condición necesaria pero no suficiente para que esta se imponga. El saber se impone siempre y cuando esté sujeto a algún tipo de poder.
Recuperando la diferenciación fecunda entre ambas categorías, planteamos que la heteronormatividad en psicoanálisis responde a obstáculos que son de orden epistémico y no paradigmático.
Valoramos que los enunciados fundamentales del psicoanálisis, los principios del paradigma, subvierten cualquier intento de normativizar la sexualidad y además brindan conceptualizaciones útiles para explicar la diversidad de formas identitarias y deseantes, partiendo de la concepción misma de sexualidad (anárquica, no subordinable al amor de objeto, plus irreductible tanto a la autoconservación como a la procreación) y el estatuto epistemológico del inconsciente (en su realismo, pre-subjetivo de origen y que deviene para-subjetivo cuando el yo se emplaza creando un orden de realidad específicamente humano).
En oposición a esto, muchos enunciados de menor jerarquía sí se encuentran impregnados de ideología heteronormativa, lo cual determina una contradicción interna en la teoría que, proponemos, puede verse por ejemplo en las discrepancias entre los modelos teóricos de algunos autores y los desarrollos que los mismos realizan al momento de pensar la clínica.
Presentamos como modelo un análisis comparativo entre lo propuesto por Freud respecto del estatuto de la homosexualidad en el primero de los “Tres ensayos de una teoría sexual” (1905) y su historial “Sobre la psicogénesis de un caso de homosexualidad femenina” de 1920.
“El monólogo del hombre no me alivia ni de mis pensamientos ni de mis sufrimientos. ¿Por qué he deresignarme a repetirlo? Tengo otra cosa que expresar. Otros sentimientos, otros dolores han destrozado mi vida. Otras alegrías la han iluminado desde hace siglos”
Victoria Ocampo
La mayoría de las referencias bibliográficas del primero de los “Tres ensayos” corresponden al “Anuario de las formas sexuales intermedias” del Dr. Magnus Hirschfeld. Hirschfeld, médico judío alemán y activista gay, funda en 1897 el Comité Científico Humanitario, la primera organización de defensa de los derechos homosexuales en el mundo[1].
Freud leía e intercambiaba con los teóricos del movimiento gay de su época, e incluso escribió para algunas de sus publicaciones[2], posicionamiento que no encontramos con frecuencia en analistas contemporáneos que teorizan respecto de las identidades LGBTI.
Cuándo se pregunta por el mecanismo psíquico de la homosexualidad Freud realiza en este texto un movimiento de descaptura epistémica fenomenal al afirmar que “(…) para el psicoanálisis ni siquiera el interés del hombre por la mujer es algo obvio, sino un problema que requiere esclarecimiento” otorgando el mismo estatuto de realidad a todas las formas deseantes.
Años después, al momento de atender a “la joven homosexual” Freud sostiene en cambio que el deseo de la muchacha por las mujeres se debe a la frustración del Edipo positivo, que al no ser la destinataria de los hijos del padre la joven arroja de sí el deseo de tener un hijo, el amor por el varón y en general el papel femenino.
No hay material asociativo de la paciente en este historial sino que Freud manifiesta que el esclarecimiento salió a la luz “mediante indicios”: por ejemplo, de un intenso apego de la joven por un niñito Freud infiere que se encontraba ella dominada por un fuerte deseo de ser madre y tener un hijo que fuera varón (deseo de maternidad que la muchacha niega, pero la maternidad obligatoria también forma parte de la episteme de la época).
Cuando el niño luego se le vuelve indiferente, Freud interpreta que sucede allí una mudanza desde ese deseo de maternidad hacia el deseo por las mujeres, lo que considera una reacción a la frustración del deseo por el padre ya que coincide con el nacimiento de un hermano.
Sin embargo, tal como refiere en el historial, el interés de la joven por las mujeres había sido muy vivo desde mucho tiempo antes de este acontecimiento y continuó después: de escolar había estado enamorada de una maestra, luego de una actriz, luego de la cocotte.
Freud dice que observa en la joven una potente envidia del pene cuyos retoños impregnan su pensamiento: que arrastraba desde su infancia un complejo de masculinidad muy acentuado, que era de genio vivo y pendenciero y que hallaba injusto que las niñas no gozaran de las mismas libertades que los varones. Dice Freud: era en verdad una feminista.
Más allá de lo que había afirmado teóricamente, para Freud no tiene carácter real el deseo de la paciente por otra mujer, sino que se trata de una reacción a la frustración de su deseo por el hombre. Eso es un razonamiento heterocentrado. El heterocentrismo es una de las dimensiones ideológicas del régimen de heterosexualidad obligatoria.
Elegimos trabajarlo porque consideramos que se trata del obstáculo epistémico más difundido hasta los desarrollos contemporáneos, incluso en mucho psicoanálisis con perspectiva de género. Un posicionamiento heterocentrado no implica necesariamente una actitud de ataque a las identidades gay, lésbicas o bisexuales.
Es posible correrse de esos lugares heterosexistas sin modificar en lo esencial la mirada heterocentrada que evalúa el mundo desde las categorías de la heterosexualidad. Esta constituye el parámetro de comparación de todas las identidades, lo mayoritario, lo natural (aunque no se enuncie de esa manera) pero sobre todo lo más verdadero.
La identidad heterosexual goza de un estatuto de realidad que nunca se atribuye a las identidades gay, lésbicas o bisexuales, a las que se presupone una labilidad que hace que siempre parezcan poder ser cuestionadas y revertidas.
Quién puede hablar, qué se puede decir, qué se puede escuchar
Frente a la demanda de los padres de volver a su hija a la normalidad, Freud responde que no es tarea del psicoanálisis resolver el problema de la homosexualidad, sino que este debe conformarse con relevar sus mecanismos psíquicos. Toma a la joven en análisis, como el mismo plantea, para estudiarla.
No realiza una hipótesis diagnóstica sobre su sufrimiento como sujeto psíquico, la cual podría ser, siguiendo a Bleichmar, el hecho de que repita en un objeto que no da garantías amorosas la carencia sufrida en el pasado de parte del objeto originario (nudo de las elecciones neuróticas en las cuales el sujeto no renuncia a modificar el pasado a través del objeto presente o futuro).
Tampoco aborda el intento de suicidio[3], cuya intelección está al servicio de probar su tesis sobre el mecanismo psíquico de la homosexualidad, y no a la inversa. Interpreta al intento de suicidio como un cumplimiento de deseo y un cumplimiento de castigo. Sobre el deseo, a través de una interpretación simbólica sobre el significante alemán niederkommen que él mismo propone y que significa a la vez caer y parir. Al arrojarse a las vías del ferrocarril la joven cumpliría su deseo de caer por culpa del padre.
Respecto del castigo, con el modelo de duelo y melancolía el suicidio implicaría también el homicidio del objeto con el que el sujeto se ha identificado, lo que Freud interpreta como indicio de intensos deseos de muerte contra los padres.
Esta joven realizará otros dos intentos de suicidio a lo largo de su vida. Tomará veneno cuando finalmente la baronesa Leoni von Puttkamer, la cocotte por la que había sido enviada al consultorio de Freud, la abandone para irse a Berlín. Y luego se disparará un tiro en el pecho para evitar concretar el matrimonio convenido con un hombre. Y sobrevivirá a ambos.
Así lo relatan sus biógrafas Inés Rieder y Diana Voigt, quienes la entrevistan en un asilo en Viena desde 1996 hasta su muerte. Las autoras proponen a los miembros vieneses de la IPA[4] discutir públicamente el libro que resulta de estas entrevistas, a lo que por supuesto estos se niegan categóricamente.
El libro relata la vida de ella, la de una lesbiana a lo largo de todo el siglo XX. Se hace llamar Sidy. Cuenta que finalmente se casó con un hombre y que amó por lo menos a dos. Que tuvo amores con numerosas mujeres. Que no tuvo hijos. Que sobrevivió al nazismo, como judía y como lesbiana. Que en plena guerra viajó a Berlín y tuvo su amor con la baronesa, y que la pareja celosa de esta la amenazó con denunciarla a la Gestapo.
Que viajó por todo el mundo y trabajó de ama de llaves de una lesbiana norteamericana que leía novelas llamadas “Paseando a solas por los solitarios bosques de Lesbos” o “Bahía de la libido”. Que despreciaba a Freud pero que contaba con orgullo como él, al despedirla de su consultorio con dieciocho años, le dijo: “Tiene usted unos ojos tan inteligentes. No quisiera la vida con usted en calidad de enemigo”.
Muere a los cien años, como plantea María Moreno, habiendo sobrevivido tanto a sus amores como a sus rivales. Cuentan sus biógrafas en el libro que, estando ella ya en cama, le acercan una foto de la baronesa. Cuentan que Sidy agranda los ojos, que la boca sonríe y que en voz baja susurra: “-A esa, una vez, la quise mucho”.
Nota: Este trabajo fue distinguido con una mención en las XIV Jornadas Internacionales del “Foro de Psicoanálisis y Género” de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires
Fotografía*: primera imagen de Sidonie Csillag (“Sidy”). Fuente
https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-1672-2004-12-31.html
Bibliografía
- Arnés, Laura. (2016). Ficciones lesbianas. Buenos Aires: Madreselva.
- Bleichmar, Silvia (2005). La subjetividad en riesgo. Buenos Aires: Topía.
- Bleichmar, Silvia (2014). Las teorías sexuales en psicoanálisis. Buenos Aires: Paidós.
- Díaz, Esther (2000). La posciencia. Buenos Aires: Biblios.
- Freud, Sigmund. Obras completas. Ed. en 24 volúmenes, Buenos Aires, Amorrortu.
(1905) “Tres ensayos de teoría sexual”. Vol. VII.
(1910) “Un recuerdo infantil de Leonardo Da Vinci”. Vol. XI.
(1920) “Sobre la psicogénesis de una caso de homosexualidad femenina”. Vol. XVIII.
(1922) “Sobre algunos mecanismos neuróticos en los celos, la paranoia y la
homosexualidad”. Vol. XVIII.
- Gonzáles, Freddy (2005). “¿Qué es un paradigma? Análisis teórico, conceptual y psicolinguístico del término”. Caracas: Revista Investigación y Posgrado. Universidad Pedagógica Experimental Libertador. Vol 20, No. 1.
- Heger, Heins (2019). Los hombres del triángulo rosa. Buenos Aires: Madreselva.
- Klimovsky, Gregorio (2009). Epistemología y psicoanálisis. Vol I y II. Buenos Aires: Ediciones Biebel.
- KosofskySedwick, Eve (1998) Epistemología del armario. Barcelona: Ediciones de La Tempestad
- Kuhn, Thomas (1971). Estructura de las revoluciones científicas. México D.F.: Fondo de cultura económica.
- Moreno, María (2004). “Un caso”. Texto publicado en el suplemento “Las 12” del diario Página 12. Web:https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-1672-2004-12-31.html
- Peralta, María Luisa (2012). “Límites del paradigma feminista: existencia lesbiana y política
Lésbica”. Revista Clítoris, dossier de feminismos. Año 1, No. 2
- Peralta, María Luisa (2014). “El sesgo de género en la formación en biociencias”. Boletín de la Red Argentina de Género, Ciencia y Tecnología. Web:http://www.ragcyt.org.ar/publicaciones
- Peralta, María Luisa (2015). “In/visibilidades”. Web: https://teenelsahara.wordpress.com/category/politica-gltb/
- Rieder, Ines. Voight, Diana (2004) SidonieCsillag. La “joven homosexual” de Freud. Buenos Aires: El cuenco de plata.
- Rich, Adrienne (1996). “Heterosexualidad obligatoria y existencia lesbiana”. DUODA Revista d'EstudisFeministes núm 10.
- Wittig, Monique. (1992). El pensamiento heterosexual y otros ensayos. Barcelona: EGALES
[1] En 1919 Hirschfeld crea el “Instituto para la ciencia sexual” de investigación sexológica en Alemania reuniendo una biblioteca y archivo únicos sobre cuestiones LGTB. La destrucción del instituto y la quema de la biblioteca fue una de las primeras acciones de los nazis al tomar el poder en 1933.
[2]La revista ZeitschriftfürSexualwissenschaft (Revista de Sexología) de Hirschfeld fue la primera dedicada a la Sexología como ciencia. Aparecen doce números mensuales en 1908. En el primero, Freud publica “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”.
[3]La joven se había arrojado a las vías del tren meses antes de la consulta
[4]International Psychoanalytic Association
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