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Carl G. Jung y el Principio de Individuación

26/05/2020- Por Antonio Las Heras - Realizar Consulta

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En la Universidad de Basilea, Jung responde a la pregunta de un alumno, expresando: “Desde que dejé el hospital psiquiátrico no he tenido pacientes… ahora, si Ud. se refiere a la gente que trabaja conmigo, eso sí tengo.” Valgan algunos recortes conceptuales para una aproximación al universo junguiano.

 

 

                   

                             Carl Jung en el exterior de su casa. Knusnacht, Suiza (1949)*

 

 

 

 

“La vida no vivida es una enfermedad

 de la que se puede morir.”

 

                      C. G. Jung.

 

 

  Hay un aspecto que, según entendemos, resulta muy importante destacar en la propuesta de trabajo que hace Carl G. Jung. Nos referimos al objetivo preciso de lograr lo que denominó “Individuación”.

 

“El proceso natural de Individuación se convirtió para mí en modelo y pauta del método terapéutico”,[1] escribe el sabio suizo.

 

  Mas antes de continuar, vamos a explicar que este término ninguna relación tiene con el individualismo, ni con individualidad alguna. Se trata de otra cosa. Es un proceso –que se desarrolla a lo largo de la vida de la persona– en el que se persigue un encuentro con uno mismo que permita vivenciar (entiéndase que hemos dicho “vivenciar” y no “entender”) el sentido real de la vida. Cada existencia tiene un sentido; descubrirlo y ponerlo en acto es responsabilidad y decisión de cada quien. Expresa Jung que:

 

«Empleo la expresión ‘individuación’ en el sentido de aquel proceso que engendra un ‘in-dividuo’ psicológico, es decir, una unidad aparte, indivisible, un Todo.»[2]

 

  A mayor precisión, agrega:

 

«Individuación significa: llegar a ser un individuo y, en cuanto por individualidad entendemos nuestra peculiaridad más interna, última e incomparable, llegar a ser uno mismo. Por ello se podría traducir ‘individuación’ también por ‘mismidad’ o ‘autorrealización’.»[3]

 

  Y frente a las dificultades que advierte para la correcta comprensión, ha señalado:

 

«Noto una y otra vez que el Proceso de Individuación se confunde con el devenir consciente del Yo, y por ello el Yo se identifica con el Sí Mismo, de lo que naturalmente surge una grave confusión del concepto. Pues de este modo la individuación se convierte en el mero egocentrismo y auto erotismo. Sin embargo, el Si Mismo comprende infinitamente mucho más en sí que un mero Yo... Es tanto uno como los otros, como el Yo. Individuación no excluye al mundo sino que lo incluye.”[4]

 

  Quedan despejadas todas las dudas con la lectura de los siguientes renglones:

 

“Individuación significa llegar a ser un individuo y, en la medida en que por individualidad entendamos nuestra intimísima, definitiva e irrepetible manera de ser, llegar a ser uno mismo. De ahí que podamos también traducir  ‘individuación’ por ‘autoactualización’ o ‘autorrealización’.”[5]

 

  Otra cosa que debemos subrayar es que el recorrido vivencial conducente a la Individuación no es producto de algo que se alcance sólo con sesiones psicoterapéuticas realizadas con tal o cual frecuencia. Éstas son una herramienta necesaria pero no única. Y la forma de realizarlas se aleja en mucho de la propuesta del psicoanálisis freudiano.

 

  Por eso es tan importante recordar aquella clase magistral en la Universidad de Basilea dónde Jung responde a la pregunta de un alumno, expresando:

 

“Desde que dejé el hospital psiquiátrico no he tenido pacientes… ahora, si Ud. se refiere a la gente que trabaja conmigo, eso sí tengo.”

 

  Adviértase la expresión utilizada: “gente que trabaja conmigo.” Esto implica que la propuesta junguiana es que dos personas se encuentran para ocuparse, en mancomún, de un tema que requiere la participación proactiva de ambos.

 

  De allí que los encuentros del Maestro de Zurich con sus consultantes se realizaran sentados frente a frente escritorio mediante, o bien caminando a la vera del lago y, en éste caso, aquellas cosas de la Naturaleza que sucedieran en ese ámbito, también eran interpretadas.

 

  Jung recuerda haber interpretado el que su acompañante tomara un caracol que el agua había arrojado en la playa. Numerosos de esos que “trabajaron” con Jung, también participaban en otras actividades –tales como reuniones de conversación sobre algún tema en especial, el “Zaratustra” de Nietzsche, por ejemplo; que hacía en su casa los miércoles por la mañana– y se convirtieron en sus discípulos.

 

  Una de las más destacadas discípulas, Marie-Louise von Franz lo explica de esta manera:

 

“Por ello Jung, contrariamente a los psicoterapeutas de muchas otras escuelas, cultivaba el contacto humano con muchos de sus consultantes y así también fue creciendo paulatinamente el círculo de sus discípulos a partir de aquellos.”[6]

 

  No hay “paciente” en el trabajo junguiano porque no existe en esa relación alguien en rol pasivo, ni de entrega a un otro que cuenta con un supuesto saber. Se trata de dos que están a la búsqueda de algo que sólo podrá hallarse con la proactividad de todos los participantes. Y usamos el término “todos” y no “ambos” pues, como se ha dicho, el ámbito que rodea cada encuentro también es tenido en cuenta.

 

“Cuando uno sigue el camino de la Individuación, –explica Jung– de la determinación de vivir su propia vida, uno debe contar con los errores como parte del negocio; la vida no sería completa sin ellos. No hay garantía –ni por un segundo– que no caigamos en el error o tropecemos pereciendo mortalmente. Podemos pensar que hay un camino seguro. Pero ese sería el camino de la muerte.”

 

  Y en relación a que de lo que se trata es de un proceso que requiere la vivencia, la experimentación y no ceñirlo a un conocimiento puramente teórico, expresa:

 

“Lo que pasa dentro de uno mismo cuando uno integra previamente contenidos inconscientes en la conciencia es algo que puede difícilmente ser descripto con palabras. Puede ser solamente experimentado. Es un asunto subjetivo que se encuentra más allá de la discusión.”

 

  Murray Stein, ex presidente de la International Association for Analytical Psychology, explica:

 

“Todo Proceso de Individuación –exige poner en cuestión las certezas culturales más preciadas de la persona, así como sus convicciones más queridas. Significa desprenderse de las identificaciones previas y estar abierto a explorar terrenos desconocidos y muchas veces desagradables (separatio en el nivel interno.) Además, tiene que haber una actitud abierta hacia lo ‘otro ajeno’  y hay que estar dispuestos a entablar un diálogo con ese elemento extraño (coniunctio.) Esto requiere integrar en uno mismo el elemento extraño: lo reprimido, la Sombra, lo que asusta, y lo olvidado.”[7]

 

  Por si alguna duda hubiera, comenta C. G. Jung:

 

«Uno no se ilumina imaginando figuras de luz, sino haciendo consciente su oscuridad. No obstante, este último procedimiento es desagradable y por lo tanto es impopular.»[8]

 

 

Imagen*: http://historicalwallpapers.blogspot.com/2011/05/carl-jung-1875-1961.html

 

 

 

 



[1] JUNG, C. G. “Dos escritos sobre Psicología analítica”. Obra Completa. Vol. 7 Ed. Trotta. Madrid, 2007 Pág. 127

[2] JUNG, C. G.: “Bewusstsein, Unbewusstes und Individuation; Zentral-blattfür Psychotherapie”, 1939, Pág. 257

[3] JUNG, C. G. “Die Beziehungen zwischen dem Ich unddem Unbewussten” (“Las relaciones entre el Yo y lo Inconsciente”), 3.a Ed., 1938, Pág. 91

[4] JUNG, C. G. “Von den Wurzeln des Bewusstseins”, 1954, Pág. 595

[5] JUNG, C. G. “Dos escritos sobre Psicología Analítica”. Obra Completa. Vol. 7 Ed. Trotta. Madrid, 2007  Pág. 195

[6] von FRANZ, Marie-Louise. C. G. Jung. Fondo de Cultura Económica. México, 1982. Pág. 202

[7] STEIN, Murray, El Principio de Individuación. Hacia el desarrollo de la conciencia humana. Ed. Luciérnaga. Barcelona, 2007. Págs. 174 y 175

[8] JUNG. C. G. “Psicología y religión”. Paidós Studio. Barcelona, 1981.


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