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Contexto cultural de la Europa y la Viena de fines del Siglo XIX y comienzos del XX

18/05/2018- Por Amalia Socci - Realizar Consulta

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Las coordenadas del pensamiento, la cultura, las ciencias, la política y las previas y consecuencias de la Primera Guerra Mundial, que nutrieron a Freud en los albores del psicoanálisis, han tenido epicentro en Viena. Transitaron la metrópoli, sus bares, academias y teatros, personajes de talla universal. Maestros y discípulos. Intersecciones con otros campos del saber. Y el conjunto de las vanguardias literarias, artísticas y políticas. Recorrer las calles de estas páginas, es entender…

 

 

 

              *

 

 

 

  El contexto cultural de la Viena del siglo XIX era pujante. Citarmos  a modo de ejemplo del espíritu de la época la visita de Rodin a Viena más específicamente a la tertulia de Berta Zuckerkandl en junio de 1902. Berta era una influyente crítica de arte y evocaría aquella tarde en su autobiografía:

 

Klimt y Rodin se habían sentado junto a dos jóvenes mujeres de considerable belleza, y Rodin las contemplaba embelesado […]. Alfred Grünfeld [que había sido el pianista de la corte del emperador Guillermo I y vivía entonces en Viena] se sentó al piano el gran salón, con las dobles puertas abiertas de par en par. Klimt se acercó a él y le pidió: “Por favor, tóquenos algo de Shubert”. Y Grünfeld, puro en boca, tocó melodías etéreas que se quedaban flotando en el ambiente con el humo del cigarro.

 

Rodin se inclinó hacia Klimt y dijo: “Jamás había experimentado una atmósfera como como ésta: su trágico y magnífico fresco de Beethovhen; su exposición inolvidable, catedralicia; y ahora este jardín, estas mujeres, esta música […], y todo en este entorno de felicidad, de infantil júbilo […]. ¿Qué es lo que provoca todo esto?

 

Y Klimt, asintiendo parsimoniosamente con aquella hermosa cabeza suya, respondió con una sola palabra: Austria”[1]

 

  Pero Viena era una sociedad que contenía en su corazón varias contradicciones. Hacia 1896 la obra de Klimt dio un giro atrevido y original. En aquel año Klimt y su colega Franz Match recibieron el encargo del auditorio del Teatro del Castillo viejo, que estaba a punto de ser demolido para erigir en su lugar un edificio moderno. Klimt pintó la última función del viejo teatro.

 

  Pero en vez de pintar una vista del escenario con los actores, retrató a miembros del público concretos y reconocibles como si fueran vistos desde el escenario. Sus espectadores no estaban prestando atención a la obra, sino que estaban inmersos en sus propios pensamientos, el verdadero drama de Viena no se desarrollaba en el escenario sino en el teatro privado de la mente del público.

 

  Este grado de introspección que caracterizaría la obra posterior de Klimt se vería replicada en la literatura de su época por ejemplo en el monólogo interior en obras como El teniente Giusti  o la señorita Else de Arthur Schnitzler, la sátira de un Karl Kraus sobre la hipocresía y la corrupción del imperio de los Habsburgo y sobre todo la obra de Hugo von Hofmannsthal y su célebre carta de Lord Chandos.

Los mayores exponentes de la pintura en esa época eran Gustav Klimt y sus alumnos Egon Shiele y Oskar Kokoschka.

 

  Schnitzler nació en Viena en 1882 y murió en la misma ciudad en 1932, fue escritor de narrativa y Teatro, también médico, pero su pasión mayor fue la literatura, en teatro sus temas centrales fueron el erotismo y la muerte.

 

  Freud lo consideraba su alter ego en literatura, admirando la profundidad de sus descripciones en tanto desarrolló al máximo la técnica del monologo interior que puso en evidencia en obras tales como “El teniente Giusti” o la La señorita Else.

 

  Su familia era judía, aunque de orígenes humildes, su abuelo húngaro logró un ascenso social lo que se tradujo en que su hijo el padre del dramaturgo estudió medicina y se convirtió en un notable laringólogo que llego a ser director de La Policlínica General de Viena. Su esposa madre del escritor también era hija de un medico vienes conocido y con esa estirpe familiar el destino del escritor no podía no ser médico.

 

  La publicación del teniente Giusti suscitó un escándalo durante el cual perdió el grado de oficial de reserva que tenía  desde 1882.

Cuando Freud publica “La interpretación de los sueños en 1900,  G. Klimt estaba en el centro del interés artístico vienés. Pintaba a la sociedad y tenía en cuenta los cambios de estilo que con el impresionismo se gestaban en Europa.

 

  En 1897 funda un movimiento conocido como la Secesión Vienesa, contando con un edificio obra del arquitecto Olbrich y una revista que difunde sus ideas:  “Ver Sacrum”. A través de ella se difunden las ideas estéticas del arte moderno.

 

  En 1902 cuando Freud recibe el primer reconocimiento oficial como creador del psicoanálisis (es nombrado Profesor Extraordinario de la Universidad), Klimt pinta “El friso de Beethoven”, que decora una de las paredes del edificio de la Secesión. El contenido es simbolista y exalta a la vida humana siendo un homenaje al creador de la música moderna.

 

  Tenemos que hacer notar la contemporaneidad de este movimiento y los descubrimientos de Freud acerca del complejo de Edipo. “Teniendo en cuenta que Klimt colocó al joven héroe en el centro de los dramas de salvación de otras grandes obras, podemos concluir que la analogía entre obra de arte y realidad no sólo afectaba al aspecto político sino que la lucha entre Teseo y el Minotauro es, en primer lugar, una revuelta de la generación de los hijos contra los padres. En el cuadro, sin embargo, no sólo aparece la figura del padre representado por un toro, sino también la imagen de la madre, poderosa y protectora que completa el triángulo de Edipo.” (5)

 

  En la Viena de Freud, la sexualidad está descarnadamente reflejada en la obra de Egon Schiele Autorretratos masturbándose, dibujos de lesbianas, preferencia por modelos púberes. Hay una altísima tensión emotiva en la sensualidad que se vuelve obsesión erótica junto al tema de la soledad angustiosa.

 

  Egon Schiele nació en Viena en 1890 y murió en 1918 poco después de finalizada la Primera Guerra Mundial. Era amigo y discípulo de Klimt y dejó una profusa obra. Es en sus dibujos y acuarelas donde especialmente muestra un singular talento para representar el desnudo a través de una agresiva distorsión figurativa, el llamado “manierismo.”

 

  Es posible pensar que Freud conocía la obra de este artista y nos preguntamos si habrá pensado en lo que más tarde culminaría con “La introducción del narcisismo”. Se sugiere esto a punto de partida de los numerosos autorretratos que Schiele pintó. Exceptuando los realizados entre 1905 a 1907, muestra que las posibilidades figurativas del autorretrato alcanzan el punto extremo de un proceso en que la persona se experimenta a sí mismo como divisible.

 

  Con gestos extravagantes y gestos patéticos, se muestra destruida la unidad de sujeto, se crea una tensión entre el yo real (de la realidad fáctica) y el yo enajenado en el cuadro que da testimonio de la despersonalización.

 

  Oskar Kokoschka nació en 1886, de origen humilde su familia se dedicaba a la orfebrería, a consecuencia de la gran industrialización a la que fue sometida gran parte de la Centroeuropa sufrieron graves problemas económicos que lo llevaron a buscar vías de renovación y reivindicación de la manufactura artesanal.

 

  Con diecinueve años ingresó a la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde se desarrolló su ´preparación académica entre los años 1905 y 1908, es profundamente influido por Gustav Mahler, Gustav Klimt y Sigmund Freud.

En 1908 publicó su primer libro de poemas, que ilustró él mismo “Los muchachos soñadores”, obra propia del movimiento vienes, de gramática lineal, plana y decorativa.

 

  En ese mismo año realiza una serie de carteles y postales para los “Talleres de Viena“, sin embargo sus obras serán mal acogidas por parte del público y la crítica sintiéndose estos sectores agraviados por la fuerte expresividad de sus creaciones. Lo mismo sucederá cuando presente su obra de teatro “El asesino, esperanza de las mujeres” primera obra del expresionismo escénico.

 

  En 1909 conoce al arquitecto Adolf Loos, quien se convierte en su mecenas y lo relacionará con Herwarth Walden, fundador de la revista expresionista “Der Sturm”.

Frustrado por las malas críticas recibidas en su estancia en Viena, decide mudarse a Berlín en 1910 y con la ayuda de Walden se dedica a retratar personajes de la intelectualidad alemana y austríaca hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial.

 

  Entre los años 1912 y 1915 mantiene una relación sentimental con Alma Mhaler viuda del compositor que acabara por romperse tras la huida de Alma por una situación sentimental que rozaba la locura. Posteriormente a esta ruptura desarrollo una pintura la pasión por Alma por ejemplo en “La novia del viento”.

 

  Por supuesto que este ambiente en el que Sigmund Freud crea el psicoanálisis no puede ser ajeno a su teoría, sobre todo al grupo de la joven Viena con el modernismo, simbolismo e impresionismo  En el Café Griensteidl se reunían entre 1890 y 1897 gran parte de los escritores. Ellos formaban parte del movimiento modernista vienés sus miembros fueron Herman Bahr, Arthur Schnitzler, Félix Dormann, Peter Altenberg, Felix Salten, Stefan Zweig, Karl Kraus y Hugo von Hofmannsthal. 

 

  Sus miembros se caracterizaron por una decadencia indolente que Karl Kraus satirizó en “La literatura demolida”. Había un clima de decadencia. Esto se notaba en la obra “El hombre sin atributos” de Musil haciendo referencia al emperador Francisco José… Se aproximaba el final del Imperio Austro Húngaro que generaría en su lugar una serie de estados independientes.

 

  El clima de decadencia del imperio está transmitido con profundidad por Hugo von Hofmannsthal y su célebre carta de Lord Chandos. En esta carta el personaje de Chandos confesaba al filósofo Francis Bacon lo siguiente:

 

Mi caso es, en resumen, el siguiente: he perdido por completo la capacidad de pensar o hablar coherentemente sobre ninguna cosa. Al principio se me iba haciendo imposible comentar un tema profundo o general y emplear sin vacilar esas palabras de las que suelen servirse habitualmente todas las personas. Sentía un incomprensible malestar a la hora de pronunciar siquiera las palabras "espíritu", "alma", o "cuerpo".

 

En mi fuero interno me resultaba imposible emitir un juicio sobre los asuntos de la corte, los acontecimientos del parlamento o lo que usted quiera. Y no por escrúpulos de ningún género, pues usted conoce mi franqueza rayana en la imprudencia, sino más bien porque las palabras abstractas, de las que conforme a la naturaleza, se tiene que servir la lengua para manifestar cualquier opinión, se me desintegraban en la boca como saetas mohosas.

 

Me ocurrió que por una mentira infantil, de la que se había hecho culpable mi hija de cuatro años Katharina Pompilia, quise reprenderla y guiarla hacia la necesidad de siempre sincera y, al hacerlo, los conceptos que afluyeron a mis labios adquirieron de pronto un color tan cambiante y se confundieron de tal modo que, balbuciendo, terminé la frase lo mejor que pude como si me sintiese indispuesto y, de hecho, con la cara pálida y una violenta presión en la frente, dejé sola a la niña, cerré de golpe la puerta detrás de mí y no me repuse suficientemente hasta que di a caballo una buena galopada por el prado solitario.

 

Sin embargo, poco a poco se fue extendiendo esa tribulación como la herrumbre que corroe todo lo que tiene alrededor. Hasta en la conversación familiar y cotidiana se me volvieron dudosos todos los juicios que suelen emitirse con ligereza y seguridad sonámbula, que tuve que dejar de participar en tales conversaciones.

 

Una ira inexplicable, que a duras penas podía ocultar, me invadía cuando escuchaba frases como: este asunto ha terminado bien o mal para tal y tal; el sheriff N. es una mala persona, el predicador T. es un buen hombre; el aparcero M. es digno de compasión, sus hijos son un derrochadores; otro es digno de envidia porque sus hijas son hacendosas; una familia está prosperando, otra decayendo.

 

Todo esto me parecía sumamente indemostrable, falso e inconsistente. Mi espíritu me obligaba a ver con una proximidad inquietante todas las cosas que aparecían en tales conversaciones: igual que en una ocasión había visto a través de un cristal de aumento un trozo de piel de mi dedo meñique que semejaba una llanura con surcos y cuevas, me ocurría ahora con las personas y sus actos. Ya no lograba aprehenderlas con la mirada simplificadora de la costumbre.

 

Todo se me desintegraba en partes, las partes otra vez en partes, y nada se dejaba ya abarcar con un concepto. Las palabras aisladas flotaba alrededor de mí; cuajaban en ojos que me miraban fijamente y de los que no puedo apartar la vista: son remolinos a los que me da vértigo asomarme, que giran sin cesar y a través de los cuales se llega al vacío.[2]

 

  Es decir por un lado tenemos una Viena floreciente en su cultura en los últimos treinta años del siglo XIX, la intensa vida intelectual y las oportunidades económicas que ofrecía atrajeron a gente de talento, sobre todo judíos. La abolición de las restricciones a la libre circulación, la creciente movilidad social y cultural de estudiosos y científicos y la modernización de la educación llevó a la Universidad de Viena a un lugar de excelencia como centro de investigación universitaria.

 

  Se abolieron además los impuestos especiales a los judíos y se legalizaron sus servicios religiosos permitiéndoles además acceder a la función pública y las profesiones liberales.  Este ambiente contribuyó a la aparición del modernismo vienés.

 

  Pero el punto de divergencia de lo que era la tradición imperial de los Habsburgo, con su estabilidad administrativa y su catolicismo a ultranza fue la revolución de 1848, la burguesía liberal se había hecho muy fuerte y obligó a la monarquía absoluta del emperador Francisco José a tomar una dirección más democrática. Las reformas derivadas de este hecho convirtieron a Austria en una monarquía constitucional, caracterizada por una alianza política y cultural entre la clase media ilustrada y la aristocracia que reformó el estado, fomentó la vida cultural de la nación de naturaleza laica y estableció una economía de libre mercado. La razón y la ciencia reemplazaron a la religión y a la fe.

 

  En la década de 1860, la mayoría de los judíos sentía a su país en transición. En 1857 Francisco José ordenó la demolición de la vieja muralla fortificada que rodeaba la capital para hacer espacio a la Ringstrasse, un gran bulevar que la circunvalaría y a cuya vera habrían de erigirse magníficos edificios públicos, así como palacios de la aristocracia y grandes edificios de apartamentos para la burguesía acomodada.

 

  Cuatro años antes de1860 llegó Freud  con su familia, tenía cuatro años y toda su formación cultural transcurre durante la expansión de ese liberalismo vienés, que comienza a declinar en 1897 cuando Karl Lueger es elegido alcalde de Viena.

 

  La vida y obra de Freud no pueden disociarse una de otra y tampoco de su contexto cultural que es donde intentamos situarlo. En la historia del movimiento psicoanalítico nos encontramos con sus comienzos heroicos, flujos y reflujos en las ideas, hombres diferentes unos de otros por sus orígenes o su formación, médicos o no, que se agruparon en torno de Freud.

 

  Entre sus discípulos los hubo que se apartaron de su camino modificando ciertas convicciones, pero todos contribuyeron a que se conocieran las bases del psicoanálisis. Jung y Adler fundaron sus propias escuelas y encabezaron la oposición al maestro.

 

 

  Otto Rank también se separó del freudismo estricto, siendo famoso por sus desarrollos acerca del trauma del nacimiento y sus trabajos sobre mitos y leyendas. Ernest Jones fue su biógrafo. Karl Abraham y Sandor Ferenczi conservaron el carácter internacional del movimiento a pesar de dos guerras y graves trastornos políticos.

 

  Los desarrollos teóricos del psicoanálisis son inseparables de su historia, dependen de la experiencia empírica y precisamente, porque no surge como una teoría acabada y completa, sólo su historia nos muestra directamente lo que ha constituido un desarrollo permanente de las ideas freudianas.

 

  Freud nació en 1856 y murió en 1939. Importantes cambios socio-políticos, económicos y culturales se dieron entre estos años. El mismo inicia su autobiografía:

 

“Nací el 6 de mayo de 1856 en Frieberg, Moravia, una pequeña ciudad de la Checoslovaquia actual. Mis padres eran judíos; yo he seguido siéndolo. De mi familia paterna creo saber que vivió largo tiempo en la región renana, en Colonia; que con motivo de una persecución contra los judíos en el siglo XIV o XV, huyó hacia el Este y  en el curso del siglo XIX, volvió de Lituania, pasando por Galitzia, hacia un país de lengua alemana, Austria.”

 

  Cuando nació Freud, el Imperio Austro-Húngaro era un estado multinacional que reunía Austria, norte de Italia, Hungría, Croacia y otras, bajo el reinado de Francisco José.

 

  Es así que es posible dividir la vida de Freud en dos períodos: 1856-1916 bajo el imperio de Francisco José, sin democracia, y el período 1916-1938 en el que hubo gobiernos como  el del partido social-demócrata de los nacionalistas de derecha y los social- cristianos. Estos últimos fueron los precursores del nazismo y profundamente antisemitas. Cuando Freud murió en septiembre de 1939, Austria había perdido su autonomía y hacía tres semanas que se había declarado la Segunda Guerra Mundial.

 

  Un día de 1885, Freud que tenía entonces 29 años escribe a su novia:

 

“… He destruido todo lo que había anotado desde los catorce años, mis cartas, notas científicas y manuscritos de mis trabajos… Todos mis sentimientos e ideas sobre el mundo en general y en particular, en tanto que me concernían a mí mismo, han sido juzgados indignos de subsistir. Hay que volver a pensarlos y yo había escrito muchas cosas.

 

Ahora todo ese papel se extiende a mi alrededor como las arenas alrededor de la esfinge… Pero no puedo madurar ni morir, sin preocuparme por los que vendrán a hurgar en esos viejos papeles… En cuanto a mis biógrafos que se torturen; no les facilitaremos la tarea. Cada cual podrá tener su idea sobre “la evolución del héroe”, todos tendrán razón, ya me regocijo con sus errores…”.

 

  Es notable el parecido de la carta de Freud y la carta de lord Chandos de Hugo von Homanstal en cuanto a la decadencia del imperio.

 

  Las décadas de los 20 y los 30 fueron muy productivas. Sus setenta años en 1926 y cada vez que cumplía un lustro más, en 1931 y 1936, fue elogiado y homenajeado en todo el mundo, si bien nunca recibió el Premio Nobel, algo que muchos decían que merecía.

 

  Sí recibió el Premio Goethe, que la ciudad de Fráncfort le otorgó en 1930. Freud fue el cuarto ganador. Los tres primeros fueros el poeta Stefan George, el músico y misionero médico Albert Schweitzer y el escritor de filosofía Leopold Ziegler. No lo recogió en persona, envió a Anna con un pequeño discurso que escribió sobre la relación de Goethe con el psicoanálisis.

 

  Freud reconstruye y recompone los cuarenta primeros años de su existencia, las reflexiones sobre la identidad judía ocupan un lugar importante. Así, Freud evoca su historia familiar, su "novela de formación" y también "los avatares de la cuestión judía".

 

  El ideal de emancipación, de integración y de asimilación que la generación de sus padres había transmitido, entró en crisis al mismo tiempo que la cultura política liberal vienesa en su totalidad. De este modo lo que rodea a Freud es el antisemitismo, el enfrentamiento del nacionalismo y los conflictos sociales que envuelven a la sociedad austríaca.

 

  La verdadera patria del judaísmo de lengua alemana fue la Mittle Europa, la Europa Central no definida en términos  políticos sino en términos esencialmente lingüísticos y culturales, un vasto espacio cuyos contornos no coincidían en absoluto con las fronteras estatales.

 

  El alemán era la lengua franca de los judíos, homogeneizada culturalmente debido a la movilidad y a los intercambios. Durante todo el largo período que abarcó la Edad Media en Europa, la existencia judía estuvo signada por períodos de una muy inestable seguridad y otros por persecuciones, ataques y expulsiones.

 

  Cuando tuvo lugar la Revolución Francesa una de sus consecuencias más importantes para los judíos fue lo que se conoce con el nombre de Emancipación, el reconocimiento e integración de los judíos a los derechos de la ciudadanía. Si bien este derecho era una novedad para todos los europeos que la habían adquirido, para los judíos tuvo un sentido mucho más amplio.

 

  Representaba por primera vez en la historia, luego de casi dos mil años, la posibilidad de integrarse y formar parte de las sociedades en donde residían. La historia se esboza como un proceso cuyas etapas - emancipación, asimilación, persecución y genocidio-, son a groso modo las mismas en los diferentes países de la Mittle Europa a pesar de algunas diferencias cronológicas.

 

  La última fase del judaísmo alemán que va de la Primera Guerra Mundial hasta el advenimiento del nazismo se caracteriza, por el contrario, por una reivindicación explícita del cosmopolitismo. Ésta ve el auge de una nueva generación intelectual que, por una parte, consideraba a la asimilación como un hecho, como un dato existencial y no más como un objetivo a alcanzar pero que, por la otra, estaba confrontada al ascenso de un antisemitismo violento, ya no religioso sino racial.

 

  Karl Lueger fue un político austriaco, que fundó el Partido Social Cristiano austriaco, de tendencia antiliberal y antisemita, por el que fue burgomaestre de Viena (1895-1910).

 

  En 1918, después del final de la Primera Guerra Mundial, la desintegración del imperio multiétnico de Austria-Hungría y la abolición de la monarquía de los Habsburgo, existían tres grupos políticos importantes compitiendo el uno con el otro en la joven república de Austria Alemana: los socialdemócratas, los demócratas cristianos y los nacionalistas alemanes Partido Popular de la Gran Alemania.

 

  La vida y la política de los años siguientes estuvieron marcados por graves dificultades económicas (pérdida de las zonas industriales y de los recursos naturales con la reciente independencia de Checoslovaquia y la hiperinflación) y una continua escalada de los conflictos entre los diferentes grupos políticos. De 1918 a 1920, el jefe del Gobierno fue socialdemócrata; luego, gobernaron los demócratas cristianos en coalición con los nacionalistas alemanes.

 

  El 31 de mayo de 1922, el prelado Ignaz Seipel se convirtió en el canciller de Austria. Su gobierno socialcristiano (CS) logró mejorar la situación económica con la ayuda financiera de la Sociedad de Naciones (por medio del Protocolo de Ginebra y de una reforma monetaria). Ideológicamente, Seipel era evidentemente anticomunista e hizo todo lo posible para reducir la influencia de los socialdemócratas; ambos bandos consideraron esto como un conflicto entre dos clases sociales.

 

  A nivel federal, gobernaba una coalición de centro; además, los demócratas cristianos se vincularon estrechamente con personas de la Iglesia católica. El SDAP se desarrolló en los años 1920 sobre todo en Viena, donde Karl Seitz ganó las elecciones municipales y gobernó con una mayoría de dos tercios, y en menor medida en las regiones industriales de Estiria y Alta Austria. El partido socialdemócrata implantó un modelo alternativo, que incluyó la construcción de viviendas sociales que se hicieron conocidas internacionalmente como la «Viena roja».

 

  Desde un comienzo, la Primera República se caracterizó por un fuerte compromiso con el débil monopolio de la violencia del Estado. El Ejército fue limitado a 30.000 hombres por disposición de los Aliados de la Primera Guerra Mundial y las fuerzas policiales quedaron pobremente equipadas. Ya en 1918, se formaron las primeras "defensas locales" (Heimatwehren).

 

  En 1920, en Tirol, bajo la dirección de Richard Steidle (del CS) y, con la ayuda de la organización bávara Escherich (por ejemplo, la Reichswehr Negra), se fundaron las primeras Heimwehr. Pronto le siguieron otros estados federados.

 

  En 1923, miembros de la organización monarquista "Ostara" asesinaron a balazos a un obrero, lo que provocó que los socialdemócratas fundaran su propia organización protectora denominada Republikanischer Schutzbund. Otros grupos paramilitares fueron formados por ex soldados y miembros de la Iglesia católica.

 

  Los “Vaterländische Schutzbund” (Protectores de la tierra patria) eran nacionalsocialistas, aunque sus esvásticas no fueron tomadas en serio en un principio. Más tarde, iniciaron las SA austríacas.

 

  Este cosmopolitismo judío, ampliamente secularizado, fue la respuesta a la crisis del proceso de emancipación cuyos saberes adquiridos se revelaban cada vez más frágiles y precarios. Entre 1933 y 1938 este cosmopolitismo intelectual dejará lugar, ya no elegido sino forzado, a toda una comunidad expulsada como un cuerpo extraño. De esta forma, aniquilada de Europa, la cultura judeo alemana seguirá su camino al exilio.  

 

  La asimilación judía a la cultura alemana, a través de la ciencia y la cultura clásica, dieron a Freud la ilusión de poder continuar el influjo paterno en relación al judaísmo. A pesar del orgullo de su éxito, Freud pensaba en su falta de piedad para con la tradición familiar y más específicamente, la tradición judía. Su itinerario lo condujo “De la Acrópolis a Sinaí" y en su obra "El Hombre Moisés y La Religión Monoteísta" no asume ningún sentido de retorno a la religión pero intenta nuevos fundamentos de la ética y de la racionalidad científica a la hora en que la civilización europea se encuentra en tren de sombras y triunfa el antisemitismo.”

 

  Cuando en octubre de 1920 los socialcristianos consiguieron más votos, los socialdemócratas pasaron a la oposición y los socialcristianos gobernaron con el apoyo de los nacionalistas alemanes. Las relaciones entre los dos principales partidos llegaron a un peligroso punto muerto y esto a menudo llevó la violencia a las calles de Viena. Freud, al igual que muchos otros burgueses vieneses, no simpatizaba con ninguno de los dos bandos.

 

  La vida de Freud, a mediados de los años 30, se desarrolló bajo la sombra de un severo cambio económico y un continuo aumento de autoritarismo político. En Alemania, al lado de la pequeña república austríaca, la gran depresión que comenzó en otoño de 1929 condujo con sorprendente rapidez a un lugar destacable a nivel parlamentario y popular, a los nacionalsocialistas de Adolf Hitler.

 

  La crisis de la Bolsa estadounidense también significó problemas para las economías europeas. Los seguidores austríacos de Hitler, comenzaron a copiar las tácticas propagandísticas y terroristas de los nazis alemanes.

 

  Freud escribió a su sobrino en Manchester: “Las condiciones públicas van de mal en peor” (citado en P. Gay). “Sus condiciones económicas, eran tan malas aunque ya no se dedicaba tanto al trabajo con pacientes. Le pagaban al contado en dinero extranjero y sus honorarios eran muy altos, veinticinco dólares la hora.”

 

  En Alemania los nazis establecieron una dictadura y aplastaron a la oposición. La prensa fue censurada, no se podía hablar libremente, la oposición fue encerrada en campos de concentración, había terrorismo abierto. Los socialistas y los judíos perdieron sus trabajos en la Administración, todos los demás partidos políticos fueron destruidos, los libros “no germánicos” –incluidos los de Freud– fueron quemados públicamente.

 

  Freud se dio cuenta que eran “tiempos locos”, pero mantenía cierto optimismo. “Es de hecho posible pero todo el mundo cree que aquí no llegará la brutalidad de Alemania”4 La actitud de Freud hacia la breve pero sangrienta guerra civil, fue compartida por muchos vieneses de la clase media. En una carta a su hijo Ernst, una semana después de la insurrección escribió:

 

“Ahora por supuesto los vencedores son héroes, los salvadores del orden sagrado y los otros, rebeldes imprudentes. Sin embargo, si hubieran ganado los segundos, no habría sido mucho mejor, porque habría significado una invasión militar del país [por Hitler]… El futuro es incierto o el fascismo austríaco o la esvástica. En el segundo caso tendríamos que marcharnos; estamos dispuestos a aguantar hasta cierto punto el fascismo local,… No será agradable, por supuesto, pero vivir en un país extranjero tampoco los es”.[3]

 

  En una carta a Arnold Zweig, cinco días más tarde decía: “Ahora tenemos la calma de la tensión…exactamente como esperar en la habitación de un hotel que tiren el segundo zapato contra la pared. Esto no puede seguir así, algo tiene que pasar”. 

 

  El 12 de marzo de 1938  las tropas alemanas cruzaron la frontera y escuadrón tras escuadrón  de bombarderos de la Luftwaffe, volaron sobre Viena. Al día siguiente la proclamación del Anschluss –la unión con Alemania – y el 14 de marzo Hitler entró en Viena.

 

  Freud escapó de lo peor porque era famoso y tenía contactos prestigiosos. El psicoanalista británico Ernst Jones, tenía amigos en altas esferas, la princesa Marie Bonaparte, de Grecia, amiga y antigua seguidora de Freud, William Bullitt, con quien Freud había escrito una biografía de W.Wilson y que en esa época era embajador americano en Francia; el Secretario de Estado Cordell Hull que consiguió que el Presidente Roosvelt dijera al embajador americano en Berlín que hablase con las autoridades alemanas.

 

  El dinero que exigían los alemanes lo aportó M. Bonaparte, Anna Freud hizo todas las negociaciones necesarias. Freud, Martha y Anna se marcharon a París el 4 de junio. Llegaron a [4]Inglaterra el 6 de junio de 1938. Quince meses después Freud murió a causa del tumor maligno que ya no se podía operar. El final de Freud fue por eutanasia. Su médico, Max Schur, actuando según un acuerdo previo con Freud, y con el acuerdo de Anna, le inyectó una sobredosis de morfina. P. Gay denomina a este episodio “suicidio estoico”.

 

  En su artículo “El Moisés de Miguel Ángel (1914) Freud escribe:

 

“Las obras de arte, empero, ejercen sobre mi un poderoso influjo, en particular las creaciones poéticas y escultóricas, más raramente las pinturas. Ello me ha movido a permanecer frente a ellas durante horas cuando tuve oportunidad, y siempre quise aprehender a mi manera, o sea reduciendo a conceptos, aquello a través de lo cual obraban sobre mí de este modo. Cuando no puedo hacer esto –como me ocurre con la música por ejemplo – soy casi incapaz de obtener goce alguno. Una disposición racionalista o quizá analítica se revuelve en mi para no dejarme conmover sin saber porqué lo estoy y qué me conmueve.”

 

  Stefan Zweig cuenta que en una carta que recibió de Freud en 1908 le decía: “Sé que es usted un poeta. Ya he leído sus Fuhen Karnze y la sonoridad de los exquisitos versos fluye hacia mi cada vez que abro el libro.”.

 

  Llama la atención la referencia a la sonoridad de parte de quien se declara enemigo de lo ininteligible. Por otra parte Freud se refiere en distintos momentos de su obra a motivos musicales. No olvidemos que vivía en Viena.

 

  El racionalismo imperante en su época no alcanzaba para explicar las emociones y Freud trató de sintetizar la razón científica  y las vivencias irracionales de nuestro mundo interno.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                 

 

  En la Viena de esos tiempos podía encontrarse en los cafés a personajes como el poeta Schiller, el filósofo Schopenhauer, Gustav Mahler, Lenín, Trotsky o Sigmund Freud.

 

  Cuando Freud publica “La interpretación de los sueños en 1900,  G. Klimt estaba en el centro del interés artístico vienés. Pintaba a la sociedad y tenía en cuenta los cambios de estilo que con el impresionismo se gestaban en Europa.

Erwin Stein hace la primera publicación de este hallazgo o invención. Los entonces también alumnos Webern y Alban Berg componen utilizando el nuevo método. Todos ellos, alumnos y maestros, conformaban lo que se llamó “Segunda Escuela de Viena”. La primera corresponde a Haydn, Mozart y Beethoven.

 

  La figura de Schönberg condensa lo que se conoce como música contemporánea y la invención del dodecafonismo se constituye en la cesura que permite la significación del conjunto.

 

  No hay testimonio ni documento alguno que acredite que Schönberg y Freud se hayan conocido personalmente, aunque es de notar con la frecuencia que el músico hace referencia en sus escritos al inconsciente. En Erwartung, monodrama compuesto en 1909, para soprano (única protagonista) y gran orquesta, el libreto es encargado, por Schönberg a una estudiante de medicina Marie Pappenheim (que sería pariente de Anna O.). El libreto induce a pensar que tendría algún vínculo con el reciente psicoanálisis.

 

  Adorno en “Filosofía de la nueva música”, hace un análisis en clave psicoanalítica de la propia música de Erwartung y del período “atonal libre” de Schönberg.

¿Es coincidencia la que liga a Freud y al compositor con el año 1899 y sus obras inaugurales “La interpretación de los sueños” y “Noche transfigurada”?

 

  Respecto a G. Mahler “Freud tomó contacto con él al recibir un telegrama solicitándole una cita ya que necesitaba urgente ayuda. Al telegrama original le siguió otro cancelando la cita, luego otro para pedir una nueva cita seguido de una nueva cancelación. E. Jones nos  dice que Mahler sufría de la folie de doute, de su neurosis obsesiva y repitió esta actuación tres veces.

 

  Como Freud no disponía de mucho tiempo se encontraron en Leiden (que en alemán significa sufrimiento) y pasearon toda una tarde por la vieja ciudad universitaria. Freud realizaba algo así como un psicoanálisis de urgencia, condensado en una sesión de un día pero las circunstancias requerían medidas extraordinarias.

 

  Cuando regresaba a Austria, Mahler escribió un poema en el tren; en él le decía a su esposa que todo iría bien.

“Las sombras de la noche se disuelven;

Lo que siempre me torturó con terror

Ha desaparecido por el poder de una palabra.”

 

  Freud dijo de Mahler después de su entrevista que nunca había encontrado a nadie que entendiera los principios del psicoanálisis tan rápido y con tanta intuición. Ambos estaban acostumbrados a trabajar en aspectos muy distintos de lo inexpresado e inexpresable en la vida humana, ambos se interesaban profundamente por lo que Freud iba a llamar “Das Unbehagen in der Kultur” (“El malestar en la cultura”).

 

  Contrariamente a lo que experimentaba con la música, su erudición con respecto a la literatura es francamente conocida. El primer estudio literario de Freud es sobre el libro de Wilhelm Jensen, la Gradiva. A Freud lo tentó interpretar el delirio del protagonista y los sueños inventados por el autor. Interpretarlos como hubiera hecho con sueños nocturnos espontáneos.

 

  El héroe de Gradiva era arqueólogo de profesión, por lo que compartía con Freud su interés en excavar en busca del pasado.

La Gradiva llevó a Freud a estudiar más a fondo las analogías que siempre entrevió entre el sueño y la creación literaria y que le habían sugerido años antes las célebres páginas de La interpretación de los sueños donde hace referencia a Hamlet y a Edipo Rey.

 

  En 1907 escribió un breve ensayo titulado “El poeta y la fantasía”.

Su estudio sobre el tema de los tres cofrecillos en Shakespeare (“El tema de la elección de cofrecillo”) y “Recuerdo infantil de Goethe” que publicó en 1917, trató de no afirmar nada que no fuera confirmado por los hechos clínicos.

 

  “Un recuerdo infantil de Goethe” tiene poca relación con la literatura. Es un estudio Psicoanalítico basado en un episodio de Poesía y verdad, donde Goethe se contempla en su primera infancia, tirando por la ventana toda la vajilla de sus padres.

 

  El tema de los tres cofrecillos es tratado por Shakespeare en El mercader de Venecia y en El rey Lear. Freud descubre allí el parentesco con temas folklóricos y míticos donde el héroe debe elegir entre tres mujeres, encarnaciones del amor, cuyo sentido primitivo era el de las Moiras, diosas de la Muerte.

 

  El último escrito literario de Freud está dedicado a Dostoyevski, con el tema del parricidio, tal como es tratado por él en Los hermanos Karamazov y otras obras del escritor.

 

  Freud admiraba a los clásicos, sobre todo a Con frecuencia expresó su escasa afición por la literatura y el arte de vanguardia. En la carta a Stefan Zweig del 20 de julio de 1938 Freud dice de los surrealistas que son “locos absolutos (como llamamos absoluto al alcohol de 95 grados)….”

 

  Con respecto al arte, sus trabajos sobre Leonardo Da Vinci y sobre Miguel Ángel fueron objeto en su momento de intensas críticas. En el ensayo sobre “El Moisés de Miguel Ángel”, el verdadero héroe no es Miguel Ángel sino Moisés, ese imponente héroe bíblico que trae la Ley a los hombres. Tenemos que referirnos a la época para comprender esas reacciones generales de la opinión ante la concepción freudiana del hombre.

 

  Otro aspecto que nos parece importante citar es el ambiente filosófico que rodeaba a Freud. En “Psicopatología de la vida cotidiana (1904) propone “traducir la metafísica en metapsicología”, considerando las creencias mitológicas y las supersticiones como “proyecciones de procesos inconscientes”.

 

  Extendió este principio a otras ideologías: religiosas, morales, políticas, filosóficas.

En “El múltiple interés del psicoanálisis” dice:”Todavía existe otro aspecto desde el cual puede la filosofía recibir impulso del psicoanálisis y es pasando a ser objeto del mismo.”

 

  Desde el comienzo de su obra Freud trató que sus investigaciones no fueran tomadas como una filosofía más. En los comienzos del siglo XX dominaban en Europa las ideas de la psicología experimental de Wundt.

 

  A mediados de ese siglo comenzó a formarse lo que en el año 1923 se conoció como “Círculo de Viena”. Fue a través de las ideas de Wittgenstein que Freud toma contacto con ese grupo de filósofos y científicos.

 

“El Círculo de Viena (Wiener Kreis en alemán) fue un organismo científico y filosófico formado por Moritz Schlick (Alemania) en Viena, Austria, en el año 1921 y disuelto definitivamente en 1936. Este movimiento, con el nombre original de Círculo de Viena para la concepción científica del mundo, se ocupa principalmente de la lógica de la ciencia, considerando la filosofía como una disciplina encargada de distinguir entre lo que es ciencia y lo que no, y de la elaboración de un lenguaje común a todas las ciencias.”

 

  La filosofía del Círculo de Viena aboga por una concepción científica del mundo, defendiendo el empirismo de David Hume, John Locke y Ernst Mach, el método de la inducción, la búsqueda de la unificación del lenguaje de la ciencia y la abolición de la metafísica en el ámbito científico. Esta filosofía es una forma de empirismo y una forma de positivismo conocida con los nombres de positivismo lógico, neopositivismo, empirismo lógico o neoempirismo, aunque los miembros del Círculo de Viena preferían llamarlo empirismo.

 

  El positivismo y el empirismo lógico o neo empirismo no precisaban distinción alguna, pues disponían de criterios objetivos con los que poder responder: los principios de verificación y de confirmación respectivamente. Sin embargo, tan pronto como se identifica el conocimiento con el conocimiento probado o confirmado, en cierto grado surge el escollo de tener que justificar el inductivismo como doctrina legitimadora de las inferencias. De este escollo se ven libres las concepciones instrumentalistas, que basan la aceptabilidad en criterios utilitaristas.

 

  El proyecto del Círculo de Viena comenzó a difundirse a partir de los trabajos de la revista Erkenntnis dirigida por Rudolf Carnap, en la cual se publicaron los principales aportes de este movimiento. Karl Popper hizo una presentación de su obra La lógica de la investigación científica que influyó en forma importante en el Círculo. Si bien se identificó con ciertas premisas que están en el racionalismo crítico (corriente fundada por Karl Popper, filósofo). Es uno de los pilares del método científico., nunca se consideró o asoció posteriormente con el Círculo siendo un crítico de su positivismo.

 

  El círculo de Viena se disolverá producto de la presión política y ascenso del nazismo en Austria. En 1936 sería asesinado Morris Schlick por un estudiante nazi Johann Nelböck, situación justificada por la prensa alemana de la época. Tras estos acontecimientos, la mayor parte de los miembros del círculo de Viena escaparon a otros países (principalmente a Estados Unidos) donde seguirán desarrollando su filosofía: el positivismo lógico, pero ya no como un círculo, sino de manera diseminada.

 

  En 1939 Rudolf Carnap, Otto Neurath y Charles Morris publican la Enciclopedia Internacional de la Ciencia Unificada. Si bien el empirismo lógico siguió desarrollándose por un tiempo, este volumen es considerado como el último trabajo realizado por el Círculo de Viena. De  ese Círculo salió Einstein, también Hans Kelsen (Teoría pura del derecho).

 

  “Si bien la lectura de los Presocráticos tuvo influencia en Freud en “Más allá del principio del placer” con Empédocles a la cabeza y su teoría sobre el bien y el mal, la construcción y la destrucción, el odio y el amor, la teoría del conflicto psíquico podría estar basada en Heráclito.

 

  De los empiristas ingleses Freud sacó como conclusión que “Nada hay en el inconsciente que no haya pasado por los sentidos”

De Stuart Mill sobre la existencia del mal o el poder para destruir al otro, el problema de las guerras. De este mismo autor lo que se refiere a las representaciones (de objeto o cosa y de palabra).

 

  La obra Sobre la libertad de Mill se dirige a la naturaleza y límites del poder que puede ser ejercido legítimamente por la sociedad sobre el individuo. Uno de los argumentos que mantenía Mill es el «principio del daño» o «principio del perjuicio»). Este mantiene «que cada individuo tiene el derecho a actuar de acuerdo a su propia voluntad en tanto que tales acciones no perjudiquen o dañen a otros».

 

  Si la realización de la acción solo abarca la propia persona, esto es, si solo afecta directamente al individuo ejecutor; la sociedad no tiene derecho alguno a intervenir, incluso si cree que el ejecutor se está perjudicando a sí mismo. Sostiene, sin embargo, que los individuos no tienen derecho a llevar a cabo acciones que puedan causar daños perdurables y graves sobre su persona o propiedades.

 

  En tanto que nadie existe en absoluto ostracismo, el daño que recibe uno mismo también perjudica a otros y el destruir propiedades afecta a la comunidad tanto como a uno mismo. Mill excluye a aquellos que son «incapaces de autogobierno» de tal principio, tales como niños en edad temprana o aquellos que viven en «estados socialmente atrasados».

 

  Paralelamente al Círculo de Viena existía una escuela de filosofía, la de Brentano (1838-1919), revalorizada por la fenomenología de Husserl.

 

  Franz Brentano era opuesto a las corrientes positivistas. Enseñó en la Universidad de Viena y ejerció mucha influencia en alumnos como Sigmund Freud, Carl Stumpf, Edmund Husserl, Kazimierz, Twardowski, Alexius Meinong y Christian von Ehrenfels. En Viena publicó su obra más relevante: Psicología desde el punto de vista empírico.

 

  Corría 1874 y también Wundt publicó, influido por Kant, sus Fundamentos de Psicología Fisiológica, creadores de la "Psicología de la conciencia" por medio de la observación de la experiencia. Brentano investigó las cuestiones metafísicas mediante un análisis lógico-lingüístico, con lo que se distinguió tanto de los empiristas ingleses como del kantismo académico.

 

  Sus estudios en el campo de la psicología introdujeron el concepto de «intencionalidad», que tendría una influencia directa en Husserl, según el cual los fenómenos de la conciencia se distinguen por tener un contenido, es decir, por «referirse» a algún objeto. Definió a su vez la «existencia intencional», que corresponde, por ejemplo, a los colores o los sonidos.

 

  Brentano partía de unos principios aristotélicos desarrollados durante el medievo, desechando el producto cartesiano del "Camino de la Idea", ya que esto ofrecía una concepción ingenua y metafísica de la experiencia reflejada en la mente. Brentano concluía que la mente se compone de actos mentales que se dirigen a objetos con significados externos a la mente misma, no siendo una situación compleja de agregados mentales formados por elementos sensoriales.

 

  Para él la mente no era un mundo mental conectado accidentalmente a la realidad, sino el medio a través del cual el organismo capta de manera activa la realidad que nos rodea.

 

  Freud no desconoció la obra de Nietzsche. El concepto de inconsciente está presente en su obra aunque él no use ese término, “Más allá del bien y del mal”, “La caída de los ídolos”. Internado los últimos diez años de su vida en un hospital para enfermos mentales por una Parálisis general progresiva, escribió “El Anticristo”, “Así hablaba Zaratustra”, “La voluntad de poder”.

 

  Freud se interesó por la primera parte de su obra a la que tuvo acceso por Lou Andreas-Salomé. Pero es con Kant con quien dialoga internamente y lo cita reiteradamente en su obra con respecto a la percepción interna. La idea de Kant es que hay dos formas a priori de la percepción: espacio y tiempo. Freud se refiere a esta cuestión en “El Proyecto” y en “El yo y el ello”. Freud nunca escribió explícitamente sobre la percepción interna pero todo los que se refiere a hacer consciente lo inconsciente alude a ella.

 

 

           *  Graben in Viena (entre 1890 y 1905)

Original image: Photochrom print (color photo lithograph)

 

 

Nota: el presente escrito se corresponde con el desarrollo que su autora ha brindado en el volumen…

Humano, nada más que humano. La transferencia en la vida y obra de Freud de Editorial Letra Viva. 2017.

          Junto a: 

                      

                       Carlos Weisse –compilador e impulsor–

                     

                       Amalia Barrero

                       María Inés Mosquera

                       Graciela Campins

                       Rachel Golub

                       Silvia Koval

                       Susana Crespo

                       Cynthia Tombeur 

 

 

Bibliografía

 

1- Sebastián Bauer, Licenciado en Artes; Edmundo Saimovici psicoanalista  en: “Freud y su tiempo”; Grupo de investigación del Departamento de Historia, Coordinador: Nasim Yampey, Asociación Psicoanalítica Argentina, 1996

2- Hannah S. Decker: “Freud, Dora y la Viena de 1900”. Psicoanálisis y Sociedad, Ed.  y Asoc. Psicoan. de Madrid. Biblioteca Nueva, 1999.

3- Jorge González, artista plástico- Rev. Docta- Año 8, 2010

 Publicación de la Asociación Psicoanalítica de Córdoba.

4- Frederic V. Grunfeld: “Profetas malditos”. El drama de los intelectuales judíos centroeuropeos en vísperas del nazismo. Editorial Planeta, Barcelona,1987.

5- Gottfried Fliedl, ed. Taschen, 1991.                                                                                                                       

6- Le Rider, Jacques: “Les Juifs viennios a la Belle Époque”  - Editions Albin Michel, 2013

 

7- Liberman, Arnoldo: “La nostalgia del padre”. Colección Ensayo, España, 1994

                              “De la música, el amor y el inconsciente”, Ed. Gedisa, 1993, Barcelona, España.

8- Numberg, Herman y Federn, Ernst: (compiladores): “Las reuniones de los miércoles” Actas de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, Tomos III y IV

9- Robert, Marthe: “La revolución psicoanalítica”. Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1966

10- M. Schur: “Sigmund Freud – enfermedad y muerte en su vida y en su obra “. Paidos Studio.

[1]  Berta Zuckerkandl, My Life, Nueva York, Alfred A. Knopf, 1939, págs. 180-181. Citado por Eric Kandel “La era del Inconsciente” 2013, Barcelona. pág.

 

 

 

[2] Fuente:
http://www.medellindigital.gov.co/Mediateca/repositorio%20de%20recursos/Hofmannsthal,%20Hugo%

20Von%20(1874%20%20%E2%80%93%201929)/Hofmannsthal_Hugo_Von-La_carta_de_Lord_Chandos.pdf

[3] (Carta a Ernst Freud, 20 de febrero de 1934)

 

[4] (Carta de Freud a Lou Andreas-Salomé, 14 de mayo de 1933 y a Sandor Ferenczi, 2 de abril de 1933, citadas en P. Gay).

 

 


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