» Introducción al Psicoanálisis

Acerca de la elección de objeto masculina

05/10/2005- Por Sonia Scalise - Realizar Consulta

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La satisfacción humana no tiene nada de natural en el sentido instintivo, nada rige la vinculación de los seres hablantes con la sexualidad,  ya que está en el centro de todo lo que sucede en el inconsciente, en tanto es una falta.

La sexualidad masculina es tan enigmática  como la femenina: ¿cuál es la particularidad en la elección masculina de objeto? ¿Cuáles son las condiciones eróticas exigidas al objeto?

Hay hombres que eligen como objeto de amor a una mujer, otros a varias mujeres, hombres que eligen a otro hombre, otros que eligen a varios hombres, hombres que eligen a una mujer y/o a un hombre.

Los síntomas sexuales como la eyaculación precoz, la imposibilidad de abordar al objeto, ¿importa si es en relación a mujeres o a otros hombres?

Objetos de amor que llevan como condición erótica el de ser de otro: marido, novio, amante, donde aparece un tercero perjudicado. Hay otro que tiene con ese objeto alguna relación de propiedad. U objetos de amor cuya condición erótica es la de ser “fáciles”, ya sea estar disponibles para cualquiera o recibir algún pago.

El amante entrega todo el interés hacia el objeto de su elección pero éste es fácilmente sustituible y se arman series o debe  rescatar a la dama de algún peligro.

Una mujer pasa a constituirse en objeto de amor, no es objeto per se, es constituída como objeto desde el sujeto. El objeto en tanto carnal lleva, su aspecto degradado, no así un objeto sublime. Si pasa a constituirse como objeto, hipervaloración y degradación son dos mecanismos u operaciones mediante las cuales el objeto se constituye como tal para el sujeto que nos conduce al Otro materno de cuya fijación se deriva la elección de objeto.

La pulsión no tiene objeto determinado, encuentra a la mujer cuando ésta es puesta en la estructura por otro hombre que la desea, es el deseo del tercero el que introduce el objeto y lo torna objeto de deseo.

El que ha sido testigo horrorizado de la insatisfacción de su mamá, cuya responsabilidad le achaca al padre detecta a las damas dolientes a quienes ofrecer el bálsamo de su corazón. Su deber es dar esa imagen de lo contrario las chicas no hallarán consuelo, ¿no las desea? Sí, pero tiene dos problemas: el primero dar señal de ese apetito, el segundo eventualidad de encontrar un eco positivo a su señal.

Si él envía una señal explícita peligra su imagen. Permanece en la fila mientras la dama se divierte, o no. Se satisface o permanece insatisfecha con otro u otros. El caballero aguarda a que las condiciones sean propicias.

En la novela El caballero inexistente de Italo Calvino, el personaje principal se llama Agilulfo, es un héroe medieval que pasa su vida de hazaña en hazaña, pero su rasgo distintivo es que no tiene cuerpo, bajo su impecable y brillante armadura blanca sin rasguños, no hay nada. Se trata de una armadura vacía, ignora lo que es el miedo, carece de necesidades como comer, si duerme desaparece, es incansable, tiene fama en todas partes.

Mantiene cerrada la celada del yelmo y desde allí se escucha su voz metálica como si no fuera una garganta sino la propia chapa de la armadura la que vibrase, nadie lo ha visto jamás. Es un modelo de soldado.

En el capítulo VIII llega acompañado por Gurdulú, su escudero, al castillo de la viuda Priscila quien vive con sus sirvientas y solicita los servicios de Agilulfo para protegerse de unos osos negros.

La espada del caballero está solícita para damas indefensas, a pesar que ésto es una trampa de Priscila para seducirlo. Agilulfo no teme a la lujuria. Luego de matar a los osos, es recibido con honores e invitado a los aposentos de la dama. Agilulfo habla sin parar de consideraciones poéticas y mitológicas, mientras ella se acerca, él habla de todo lo que sabe del amor; Priscila se desnuda y él no se saca la armadura, la peina y despeina, mientras le acerca un espejo y ella se ve hermosa.

Mientras tanto en otras habitaciones del castillo se escuchan gritos y risas de las sirvientas con Gurdulú.

Pasan las horas, llega el alba, él no se quitó la armadura, ella jamás gozó tanto. Cuando el caballero parte, las sirvientas le preguntan por aquella noche, y ella -a su vez- les pregunta a ellas quienes dicen que no recuerdan lo que pasó con el escudero, mientras Priscila sólo repite: Un hombre…¡Oh, Agilulfo!

Agilulfo carece de pene pero no de falo imaginario, con la voz de él, ella goza. El caballero inexistente se encuentra a salvo de la demanda de ser amado por lo que es de verdad. Si hubiera en el sujeto algún ser de verdad que el Otro sexo pudiera apetecer, este ser se mostraría rigurosamente objetal, un objeto. La faz objetal del sujeto es angustiante y velada por aluviones de pensamientos.

Agilulfo es sujeto, está engañado, corre detrás de una virginidad perdida hace quince años, el engaño es propio de la estructura del sujeto. Corre detrás de un señuelo cualquiera, presentificación de su causa perdida, el sujeto es de algún modo extraño a sus propios actos, a su propia vida. 

Bibliografía: 

Calvino, Italo El caballero inexistente.

Estacolchich, Ricardo.“Las neurosis”y “Los desencuentros del amor” en Apuntes clínicos de un psicoanalista.

Estacolchich, Ricardo y Rodríguez, Sergio Pollerudos, destinos de la sexualidad masculina.

Fischman,  Mario y Hartman, Alicia: “Las fórmulas de la sexuación” en Amor, sexo y…fórmulas.

Freud, Sigmund: Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre (Contribuciones a la psicología del amor, l) de 1910.

Massota, Oscar. “Deseo y goce” en Lecturas de Psicoanálisis Freud Lacan

Seminario de la Escuela Freudiana de Buenos Aires: “Los hombres, ¿son todos iguales?” La clase 2 de Victor Iunger y la clase 3 de Cristina Marrone, año 1990

 


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