» Introducción al Psicoanálisis

Acerca de la señora Cäcilie de M.

27/11/2003- Por David Laznik -

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El caso de Cäcilie de M

  El caso de Cäcilie de M., uno de los casos clínicos relatados por Freud en los “Estudios sobre la histeria”, tiene la extraña peculiaridad de no constituir un historial completo como los otros cinco que conforman el mencionado texto y, sin embargo, ser al mismo tiempo “...la causa más inmediata para la publicación de nuestra ‘Comunicación preliminar’”, escrita por Freud y Breuer en 1893. De este modo, Freud nos señala el valor que tuvo para él el tratamiento de Cäcilie.

Los “Estudios...” son un testimonio fiel del encuentro de Freud con la histeria. Reflejan con singular frescura la vocación de rigor científico heredada de Charcot, al mismo tiempo que su disposición a dejarse sorprender por las versiones que producían sus pacientes histéricas de los síntomas que las aquejaban. Ahí, en ese relato, comenzaba Freud a vislumbrar el surgimiento de una verdad que demandaba expresarse.

Es en ese contexto, que Cäcilie de M. ocupa un lugar singular. Es con ella que Freud comprueba la importancia de la “simbolización”. Ésta permite dar cuenta del “anudamiento asociativo entre el dolor físico y el afecto psíquico”. Sin embargo, este anudamiento permanecerá opaco mientras no se esclarezca la índole de la conexión entre el ocasionamiento y el síntoma histérico.

Inicialmente Freud abordará esta conexión por la vía del recuerdo del hecho traumático, el que permite a su vez explicar el efecto terapéutico de la averiguación del mismo. Pero es con Cäcilie de M. que Freud se adelanta incluso a la teoría que él mismo produce en ese momento al señalar el lugar de los “puentes para el acto de la conversión”: las “locuciones”, es decir, las manifestaciones verbales, que permiten abrir una vía para los pensamientos que atormentaban a Cácilie y que operaban como fundamento del síntoma.

Freud constata así que el relato de su paciente histérica es “un texto iluminador clarificador”. Inclusive, descubre con asombro que la comunicación de ese pensamiento atrapado en el síntoma produce como efecto no sólo su curación, sino que la paciente “rompe a reír”, al revelársele las “conexiones de pensamiento enredadas que regían la sucesión de estos episodios”. En “Sobre el mecanismo psíquico de fenómenos histéricos” proseguirá esta vía, afirmando que el síntoma histérico revela un “propósito de expresar el estado psíquico mediante uno corporal, para lo cual el uso lingüístico ofrece los puentes”.

Así, anticipa el concepto de inconciente, la agudeza que revelan sus formaciones, y permite ir delimitando el valor de la interpretación, en la medida que el síntoma es ya una “interpretación psíquica”. Los pensamientos “no entrar con el pie derecho”, o “ser penetrada con la mirada”, por ejemplo, se revelan como el fundamento de los dolores en el pie derecho y en el entrecejo, adquiriendo entonces el síntoma valor de “expresión simbólica para sus pensamientos dolorosos”.

De esta manera, Freud redefine el lugar que el cuerpo tenía para la psiquiatría y la neurología de la época. Éste pasa a ser el lugar en el que se inscriben esas “locuciones”, esos “puentes lingüísticos”, y el síntoma el testimonio de un pensamiento, de una interrogación no formulada por el sujeto.

Es comprensible entonces que Freud vaya afirmando cada vez más el valor del síntoma a partir de las versiones que el paciente produce de su padecimiento, más allá de la conciencia. Si años más tarde, la teoría freudiana del sueño afirmará que el sueño es el relato del sueño, se esboza en estos momentos una característica análoga: el síntoma no es sino el relato del síntoma.

El síntoma histérico se forma por “simbolización mediante la manifestación verbal”, y el histérico “revive las sensaciones a las que la locución idiomática debe su justificación”, señala Freud. El “afecto psíquico” resulta de este modo el modo de nombrar el efecto de sujeción del sujeto humano a las representaciones: la histeria “se nutre con el lenguaje de una fuente común”.

“Debo agradecer (a Cäcilie) un gran impulso en el entendimiento de síntomas histéricos”, dice Freud. Se entiende su agradecimiento. Seguramente no fue menor el que sintió Cäcilie de M. por Freud por haber ofertado su escucha para que esas locuciones, esos decires, hubieran encontrado un lugar en el cual inscribirse.

 

 

                                                                                 

El mail del autor es  dlaznik@fibertel.com.ar

 


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