» Introducción al Psicoanálisis

Calumnia. Deshonrar al otro

12/03/2005- Por Marta Kreiselman de Mosner - Realizar Consulta

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CODIGO PENAL

Según Tucídides, dicen los atenienses a los melios:“no os vamos a aburrir con discursos(...) Simplemente os decimos que, o bien os sometéis o bien os destruiremos”.

“Lo terrible que el texto identifica –que la fuerza no necesita sostenerse en la persuasión– es algo que no terminamos de aprender (o que aprendimos demasiado bien)”.[1]

“En la moral clásica se juzgaba duramente la calumnia porque implica una violación injusta de la fama de otro. La calumnia consiste en mentir sobre el otro, difamándolo y matándolo frente a la sociedad porque enloda su reputación. Pero, la calumnia atenta contra la justicia porque cada uno tiene derecho a su buen nombre en la sociedad. Incluso los muertos tienen derecho a su buen nombre”[2].

En el Diccionario: acusación falsa, hecha maliciosamente para causar daño. En Derecho: imputación falsa de un delito, de los que dan lugar a procedimiento de oficio[3]. En latín “calumnia-ae”: engaño, crítica injusta, falsa denuncia. Condena y castigo por una falsa acusación. Pretexto, interpretación viciosa, maniobra, embrollos; subterfugio[4]. En el Código Penal la calumnia es un delito contra el honor. El artículo 205 dice: “Es calumnia la imputación de un delito hecha con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad.” La calumnia se refiere a falsear una verdad, es decir, construir un contenido malicioso al modo de una acusación a un sujeto, el objetivo es provocarle una injuria, lesionar su dignidad. La calumnia conduce a la injuria.

El aporte judío puede dividirse aproximadamente en tres ideas generales: La ley, la definición y la psicología de la calumnia. La ley es lo más importante. En el Judaísmo, calumnia y chismorreo están contra la ley. Cada calumnia viola tres prohibiciones bíblicas. El Talmud dice: “Miren cuán grande es la calumnia. Es más grave que derramar sangre. Es más grave que ver la desnudez de los padres. Es más grave que idolatrar falsos dioses”. De estas cosas está escrito que es grande el pecado, pero en referencia a la calumnia dice en superlativo “grandísimo”. El delito de la calumnia es más grave que los tres anteriores y los cuatro están prohibidos en este mundo y se pagan en este mundo.

El Judaísmo describe la calumnia como la transmisión, directa o indirecta, de información negativa sobre otra persona. En la tradición judía el hombre es llamado medaber, ser parlante. El habla es la esencia de la humanidad. Según los místicos, es la única facultad humana que nos permite exteriorizar lo que está oculto en nuestro interior. De hecho, el habla es la herramienta que nos entregó Dios para redimir a otros y a nosotros mismos de la soledad. Usar este poder para crear desunión, conducir a otros hacia la soledad, es violar la finalidad básica de nuestra creación.

Esta es la razón por la cual bíblicamente el castigo para lashón hará
siempre fue la lepra. (Éxodo 4, y Números 12). El leproso es condenado a vivir "aislado". Contrario a algunas interpretaciones, no se trata de una cuarentena, sino lo que tan mordazmente dice el Midrash: "Quien ha llevado a otros a la soledad y al confinamiento debe ser castigado de la misma manera."

Nos cuesta reconocer las cualidades de otro, no sólo porque no nos gusta o porque inconscientemente les deseamos mal, sino porque sus cualidades aparentes, sus logros especiales, en cierto modo socavan nuestra autoestima.

La calumnia altruista es la más destructiva, nos dice el Rabí Israel Salanter, el gran maestro de la ética judía expresa : “La excusa más utilizada para la calumnia se viste de piedad. Cuídense de quienes lo hacen porque es una mitzvah proteger la comunidad. Las guerras santas nunca fueron hechas por santos".

En el Psicoanálisis, autores como Joel Zac, Cristopher Bollas y André Green, nos hablan de la estructura de la maldad. Zac advierte la capacidad de ciertos sujetos de armar una actividad todopoderosa dirigida contra el mundo exterior con una intención destructiva y sostenida por ideales vindicativos. Utilizan una percepción hipertrofiada de los otros, que sienten que este individuo tiene capacidad adivinatoria de sus deseos. Bollas sitúa en este punto la captura de la víctima: la bondad como seducción, algo así como “yo sé lo que tú necesitas”. Es la creación de un espacio potencial falso: el ofrecimiento y tentación de que van a satisfacer ilusiones y anhelos de la víctima. Luego viene la escandalosa traición y la víctima tiene la vivencia de un asesinato de su propio self, de su yo, pues en el único momento que una persona se expone a ser atravesado por una mirada adivinatoria es por las necesidades características de la indefensión infantil, y por el anhelo de una entrega al objeto primordial de amor.

El sujeto destructivo va armando una dependencia maligna, obtiene saber sobre el otro con la finalidad de destruirlo. Green dice que hay que diferenciar el sadismo del superyó del masoquismo del yo. El sadismo superyoico es la fuente de la perversión y depende de otro, hace pareja. En cambio... “el masoquismo puede ser interpretado como el signo de una voluntad de poder “invertida”, es preciso agregar que, a diferencia de la voluntad de poder común, esta es infalible. No conoce la derrota, porque lo que para los otros es causa de abatimiento, esperanza deshecha, signo de disfavor del destino, aquí es apoteosis suprema. Más dura la caída, más alta la victoria. En el juego de “el que pierde gana”, es fácil ser invencible, mientras que la voluntad de poder común exige sea el sometimiento, sea el consentimiento del objeto, y por lo tanto instituye una dependencia aleatoria. El trastorno masoquista sólo depende de uno mismo, y se libra de cualquier incertidumbre. ¿Acaso lo peor no es siempre seguro? Lo es, si tal es mi predilección” .[5]

La calumnia es un instrumento de carácter sádico que utiliza el masoquista, aquel que está seguro de la destrucción y desesperanza del propio yo (y por tanto también de la vacuidad del mundo). Mediante la calumnia ataca a los “pobres tontos” que creen tener una vida que aún sin completud vale la pena ser vivida. Es decir que se trata de formas melancólicas en el sentido de la vivencia de vacío o destrucción del yo que resuelve la sobrevivencia mediante el dominio sádico de los otros. Sí, creo que el calumniador psicopático es un melancólico con tendencias sádicas que transmite la verdad meláncolica de que la vida no tiene sentido, y sólo vive alimentándose del dolor que ocasiona con su sadismo destructivo. Su historia infantil mostrará que ha sido víctima de crueldades que tramita a su vez haciéndolas a otros, a quiénes sin dudas sabe elegir.

Marta Kreiselman de Mosner

mmosner@infovia.com.ar

Bibliografía:

-Green Andre, 1988. “La nueva clínica psicoanalítica”. Capítulo 6, ¿Por qué el mal?.

-Bollas Cristopher, 1992. “La estructura de la maldad”.

-“La peste de Tebas”. Publicación psicoanalítica Nº29 Crueldad.

-Características individuales de los padres del futuro psicópata. Joel Zac

-Internet:

-Gafni Mordejai, Palabras que matan, y por qué seguimos usándolas”
-
Mifsud Tony, “El buen hombre”.

- Código Penal. Libro II. Titulo XI Delitos contra el honor. Capítulo I De la calumnia. El artículo 208 del Código Penal dice: “Injuria es la acción o expresión que lesiona la dignidad de otra persona, menoscabando su fama o atentando contra su propia estimación”.



[1] Eco Umberto, “Los clásicos y el poder de la fuerza”. La Nación 5 de Julio de 2004.

[2] Tony Mifsud, sacerdote jesuita. “El buen Hombre”.

[3] Diccionario Espasa Calpe Argentina.

[4] Diccionario Latino- español Vox.

[5] Green Andre (1988). “La nueva clínica psicoanalítica”. Capítulo 6 ¿Por qué el mal?


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