» Introducción al Psicoanálisis
Creer en el inconsciente: ¿algo más que un chiste?15/02/2008- Por Marcelo Mazzuca - Realizar Consulta

El psicoanálisis es y seguirá siendo un arte... el arte de la interpretación... interpretación bajo transferencia que permite provocar un eco sobre el cuerpo sufriente para liberar al deseo de las cadenas del goce. El uso tan particular que su práctica hace de la palabra distingue su método del método científico, su poder es comparable al de una bomba a punto de explotar. Aunque para poder probar su eficacia es sin embargo necesario un acto de fe que precede a la prueba misma. ¿Permanece entonces en el campo de la religión? ¿Es el analizante un creyente? ¿Lo somos todos, analista incluido? ¿Es aquí el científico el único ateo? ¿O ni siquiera él alcanza la pureza del cínico?
Las preguntas podrían multiplicarse en distintas direcciones, pero basta para nosotros dejar planteada una que utilizaremos de guía: ¿En qué cree entonces el analizante? Freud respondió: cree en el inconsciente... pero en la medida en que el analista lo cre(y)ó antes que él. Y agregamos nosotros: ...y eso no es ni más ni menos que hacer un chiste. Pues entonces: ¿qué es un chiste? Aquí uno...
Las preguntas podrían multiplicarse en distintas direcciones, pero basta para nosotros dejar planteada una que utilizaremos de guía: ¿En qué cree entonces el analizante? Freud respondió: cree en el inconsciente... pero en la medida en que el analista lo cre(y)ó antes que él. Y agregamos nosotros: ...y eso no es ni más ni menos que hacer un chiste. Pues entonces: ¿qué es un chiste? Aquí uno...
<<Resulta que se produce una gran inundación y a Pedro, no sabiendo nadar, no le queda más remedio que subirse al techo de su casa. Mientras lo hace, ruega a Dios que lo salve de aquel peligro y aguarda su ayuda con absoluta confianza. En eso aparece en primer lugar un hombre que le ofrece su salvavidas, pero Pedro rechaza el ofrecimiento confiado en la respuesta de Dios. Luego se acerca la prefectura con un bote ofreciéndole rescate, pero Pedro lo rechaza por el mismo motivo. Por último, sucede lo mismo con un helicóptero. Pedro muere ahogado y va al cielo. Al encontrarse con Dios le pregunta con tono recriminatorio: ¿por qué me has dejado morir? ¿Por qué no has venido en mi ayuda, si yo nunca he cedido en mi fe? A lo cual Dios responde: y ¿quién crees que te envió al hombre, el bote y el helicóptero?[1] >>
Se trata de un chiste, aunque bien podría haber sido un sueño. Es necesario plantear entonces las diferencias entre ambas operaciones anímicas.
1- La interpretación de los sueños: del descubrimiento a la invención.
Está ya lo suficientemente subrayado el hecho de que Freud descubre el campo del inconsciente a través de la interpretación de los sueños, los propios y los de sus pacientes. Es algo del orden de un verdadero descubrimiento, forzado por el trabajo del duelo que realizó frente a la muerte de su padre. Descubrimiento de un campo que luego precisa de la invención del dispositivo con el cual explorarlo.
El sueño, “vía regia” hacia el deseo inconsciente, requiere de la interpretación y ésta necesita de un texto, como por ejemplo el de nuestro chiste. Incluso en éste mismo texto podría representarse el contenido de un sueño, por qué no, uno de esos en donde la neurosis expresa la confianza ciega en el Dios padre como principio de la creencia en la vida eterna. Utilicémoslo pues para puntar algunas cosas en lo referente al problema de la creencia.
En primer lugar: ¿qué nos dice su contenido? Que creer en el padre, en tanto se trate de dicha confianza ciega, puede llevar a lo peor.
En segundo lugar: ¿en qué se diferencia del sueño? Principalmente en que el sueño requeriría, como hemos dicho, de la interpretación, en tanto es una formación del inconsciente. Sería necesario para eso fragmentar su texto y pedir asociaciones al soñante (analizante, llegado el caso) para luego realizar tras dicho trabajo la interpretación del deseo inconsciente. Toda esa tarea requiere de un tiempo generalmente prolongado y apunta según Freud a recorrer en forma inversa el camino del trabajo del sueño, aquél que muda los pensamientos latentes en el contenido manifiesto. ¿Su propósito? Evitar un displacer a través de la realización de un deseo, cosa que en nuestro ejemplo ficticio podemos notar: se trata de un sujeto afectado por el peligro de la muerte, para quien se representa el deseo de ser salvado por el padre. Deseo realizado, ya que no debemos olvidar que el chiste-sueño muestra a la muerte como un acto fallido, en la medida en que representa un más allá de la muerte en donde el sujeto puede recriminarle al padre su acción-omisión.
¿Ocurre lo mismo en el caso del chiste?: no exactamente. Sus rasgos diferenciales merecen ser subrayados. El chiste apunta a producir un plus de placer a partir del ahorro de un gasto psíquico, y no requiere de la interpretación, por el hecho de sustentarse su efecto en el código que comparten el emisor del chiste y su interlocutor. Pero fundamentalmente el chiste es una invención. Es un invento singular que requiere de la ocurrencia y del acto, en la medida en que la subjetividad participa desanudando y volviendo a anudar sus registros.
Veamos cómo lo dice Freud.
2- El chiste y su relación con el inconsciente: de la creación al lapsus calculado.
Si el sueño, dice Freud, es siempre un deseo vuelto irreconocible, el chiste es un juego desarrollado (2). Y en la medida en que se trata de un juego, se combinan las reglas con la invención. A partir de lo que ya existe y está establecido se crea algo nuevo, mejor dicho: se “inventa” algo. Todo el asunto reside en ese “se inventa”: ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿por qué? y ¿para qué?. Mientras que el sueño es una creación (formación) del inconsciente del soñante, en el chiste se trata para Freud de lo siguiente: “un pensamiento preconciente es entregado por un momento a la elaboración inconsciente, y su resultado es aprehendido enseguida por la percepción consciente” (3). El chiste entonces “se inventa o se hace”, pero con algún orden de participación de quien lo enuncia, aspecto u orden que Freud delimita como la relación entre esa suerte de voluntad preconciente y la elaboración inconsciente. Tenemos allí un intento de respuesta a la pregunta sobre el quién y el cómo que Freud completa subrayando el retorno de ese pensamiento-representación al plano o al registro de la conciencia. Vuelta casi completa del pensamiento que parte de la subjetividad preconciente, se articula con las reglas de juego inconscientes y encuentra su eco en la percepción consciente.
Ahora bien, la definición de Freud, para ser precisos: su supuesto, no sólo incluye las referencias tópicas (sobre el quién) y dinámicas (sobre el cómo), sino también al cuándo, es decir, al aspecto dinámico-económico que hace referencia a la variable temporal expresada en la fórmula a través de la sucesión y articulación de las expresiones “por un momento” y “aprehendido enseguida”, aquellas que además resultan ser los resortes fundamentales de la ganancia o plus de placer que tras la risa se experimenta en el cuerpo. Ubicamos allí la referencia clara a una temporalidad, más lógica que cronológica, que desarticula las dos últimas preguntas, referidas al “para qué” y el “por qué”, en las que, por otro lado, la voluntad consciente querría afirmarse al máximo con la intención de prever las consecuencias de lo que devendría en acto. La definición que nos da Freud es entonces tan compleja como precisa, y encuentra en Lacan una versión (más) económica, dice Lacan: “el chiste es lapsus calculado” y agrega “aquel que le gana de mano al inconsciente” . Es entonces el chiste de Lacan sobre el texto de Freud, en la medida en que apela a las nociones creadas por la doctrina freudiana para, condensando y aludiendo, inventar una versión que produce efectos de enseñanza por su economía. Es entonces también una interpretación de Lacan sobre el texto de Freud.
Aclaremos un poco más este punto.
“Lapsus calculado” refiere de este modo, a lo que hemos delimitado como la pregunta sobre el quién, sobre la participación del ser que habla y enuncia. Mientras que el agregado, el ganarle de mano al inconsciente (4), alude tanto al juego y la competencia como a la temporalidad allí implicada. Siguiendo a Lacan podríamos decir que el proceso de formación del chiste comienza con el instante de ver, aunque se trata ahí de una verdadera “ocurrencia”, en términos de Freud. No es la voluntad consciente la que se toma el tiempo para el cálculo, sino la ocurrencia (preconciente) la que detona el proceso en un instante y deja a cuenta del inconsciente lo que para la conciencia sería el tiempo de comprender (en la definición de Freud: “por un momento”). Tiempo de comprender que de esta manera evita demorarse en el para qué y el por qué, y deviene “aprehendido enseguida” momento de concluir, es decir: acto inventivo (que le gana de mano a la creencia-creación inconsciente). De un chiste no se explica su por qué ni es necesario explicitar su para qué, simplemente se hace, y eso tiene consecuencias.
Intentemos entonces, a partir de lo expuesto, realizar algunas últimas consideraciones sobre la o las creencias del análisis y su vinculación con el acto.
3- Análisis terminable o interminable: del acto de fe al acteísmo.
De lo antedicho se desprende la relación que tanto el analizante como el analista entablan con el inconsciente: lo creen, lo crean. Movimiento de uno a otro (del analizante al analista tanto como de la creencia a la invención) que Freud expresa sobre el final de su obra refiriéndose a la “firme convicción ” (5) que el analizante debe adquirir en relación a la existencia de lo inconsciente para poder posicionarse como analista.
Creencias entonces, la del analizante y la del analista, que no pueden ser aprehendidas sino por referencia a un acto en donde se ponen en juego el conjunto de aspectos que hacen al ser que habla. Si la virtud equívoca y alusiva del chiste le gana de mano al inconsciente, es fundamentalmente porque es atea o actea, en la medida en que pone en juego la contingencia de un acto que produce efectos sin dejar al sujeto por fuera de una relación con el otro. Contingencia del acto que se expresa en el texto del chiste con el que concluimos.
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- Bueno... soy El Papa...
- ... ¿quién?
- El Papa, Juan Pablo segundo... ¿puedo pasar?
- Disculpe pero no sé quién es, ¿qué es lo que se le ofrece?
- (El Papa ya un poco malhumorado responde): me hace el favor de llamar a Dios.
- Dios, hay alguien que pregunta por vos, podes venir a atender...
- (Al minuto aparece Dios): Sí, ¿qué desea?...
- ¡Dios, soy yo, el Papa!...
- ¿Quién?
- ¡El Papa, Juan Pablo segundo! ¿no me reconoces?
- (Dios hace gestos de desconcierto y desentendiéndose llama a Jesús): Jesús, te podés encargar de este tipo... ¿cómo me dijo que se llama?
- ¡¡El Papa, soy El Papa!!
- “El papá” (pronuncia Dios mientras se retira)
- (Al minuto aparece Jesús y el Papa ya desesperado lo interroga): ¡Jesús, dime que tu si te acuerdas de mi...!
- Mmmmm, no, ¿alguna ayudita?
- ¡Pero Jesús, no te acuerdas que tu dijiste: “sobre esta piedra edificaré mi iglesia”!
- Jesús lo mira con gesto pensativo y exclama: ¡ah, funcionó ese asunto! >>
Referencias
1. Chiste que llegó a mis oídos (si es que de esa manera un chiste se recibe) por intermedio de Fabián Naparstek, quien a su vez lo había recogido de labios de Claudio Godoy, el que, por otro lado, lo tomó de Luis Landrisina, aparentemente su autor. Lo que no hace más que demostrar el poder de contagio que posee, al decir de Freud, “la más social de las operaciones anímicas”.
2. Freud.F: “El chiste y su relación con el inconsciente” (1905), AE tomo VIII, capítulo 6, página 171.
3. Idem, página 159.
4. Lacan. J: “Televisión” (1973), Editorial Anagrama, página 134.
5. Freud. F: “Análisis terminable interminable” (1937) , AE tomo XXIII, página 250.
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