» Introducción al Psicoanálisis

Dolor y duelo en la clínica

18/01/2012- Por Elvira Lamborghini -

Imprimir Imprimir    Tamaño texto:

Puesta en relación de los conceptos “dolor” y “duelo” en la singularidad de la Clínica Psicoanalítica, pensando el duelo en su función estructural y no como un evento posible en la vida de un sujeto.

 Dolor y duelo aparecen emparentados en su definición y en su etimología. Cito a Philippe Ariès: “…el duelo fue hasta nuestros días el dolor por excelencia, cuya manifestación era legítima y necesaria. El antiguo vocablo del dolor: dol o doel, permaneció en nuestra lengua, pero con el sentido restringido que reconocemos al duelo. Mucho antes de recibir un nombre, el dolor ante la muerte del prójimo era la expresión más fuerte entre los sentimientos espontáneos.” (“Morir en Occidente.”)

 

¿De qué dolor se trata? Hay dos acepciones del mismo. Una, que lo define en su aspecto de dolor físico y otra, de la cual surge el concepto de duelo, que subraya el aspecto anímico del dolor, la aflicción.

 

Freud inicia su artículo “Duelo y Melancolía”, afirmando que intentará estudiar el duelo para esclarecer la esencia de la melancolía. 

 

Considerar el duelo ya no como un avatar en la vida de un sujeto sino como función de estructura, nos abre otra mirada en la lectura de la diversidad de la clínica que se nos presenta. En la singularidad de cada caso, podremos advertir  esta función faltante o no del todo cumplida cuando se presenten situaciones que ameriten disponer de la misma, esto es, que pongan a prueba la estructura psíquica.

 

Ante la imposibilidad de realizar el trabajo de duelo, surgen en Freud dos respuestas calificadas como patológicas:

 

La Amentia de Meynert, en la cual no se reconoce la pérdida y el objeto es conservado alucinatoriamente.

 

La Melancolía, en la cual se reconoce la pérdida, pero no se la acepta.

 

Se abre a nuestra consideración la posibilidad de re-pensar otras presentaciones clínicas, además de las dos mencionadas, en función de considerar no sólo los duelos patológicos sino también los avatares de la falla de la función del duelo en la estructura.

 

A este efecto, voy a mencionar a grandes rasgos algunos ejemplos que podrían ser analizados desde esta perspectiva:

 

Nuevamente partiré de  Freud. En Duelo y Melancolía, considera que hay diversas formas clínicas de la Melancolía y que algunas recuerdan más las afecciones somáticas que las psicógenas. Al respecto de esto, con frecuencia nos preguntamos e intentamos diferenciar la Melancolía clásica de los “estados melancólicos” posibles de presentarse en diferentes estructuras psíquicas.

 

Autores como Jacques Hassoum, incluyen los llamados trastornos de la alimentación (anorexia y bulimia) y las toxicomanías como equivalentes sintomáticos de la melancolía. Cabe recordar que Freud, en el “Manuscrito G” considera la anorexia en las jóvenes como un equivalente de la Melancolía.

 

También el terreno de los Fenómenos Psicosomáticos merecería una consideración respecto de su relación con el duelo y con la conformación subjetiva.

 

Toda la gama de manifestaciones que se presentan en la clínica del Acting-out, o del Pasaje al Acto, en las cuales el sujeto parece no poder responder con las formaciones del inconsciente nos interroga también en este sentido.

 

La cuestión a considerar podría tener su punto de partida en lo que Freud introduce en “Duelo y Melancolía.” como una “disposición enfermiza” que se encontraría en la base de la Melancolía. Al final del minucioso análisis que hace en este artículo, concluye que el único factor eficaz en este sentido es “la regresión de la libido al narcisismo” producto de una fijación previa. En congruencia con esto, en “Neurosis y Psicosis.”, ubicará a la Melancolía como una “Neurosis Narcisista”, en la cual el conflicto se daría entre el Yo y el Superyo.

 

La falla estructural en Freud estará entonces en lo relacionado con la constitución del Narcisismo y, se podría agregar, con la “falta de disposición a la angustia”, que protege al sujeto de la rotura de la barrera del Principio del Placer.

 

¿Cómo entran en juego estos dos conceptos? Se trata de la puesta en relación de las pulsiones sexuales y de autoconservación con la pulsión de muerte. Una rotura del balance pulsional que deja librado al sujeto a los avatares de, entre otras cosas, la compulsión a la repetición, como intento de provocar una emergencia de angustia para ligar el exceso de energía provocada por las situaciones traumáticas, como por ejemplo una pérdida en lo real. Se trata de sujetos que no disponen en determinado momento de la emergencia de la señal de angustia en el Yo. Lo que adviene es más bien la angustia en tanto que masiva y automática, el “desamparo”.

 

Cito en relación a esto, una frase maravillosa de Freud, aplicable al tema que nos convoca. En Introducción al Narcisismo propone que cuando la carga libidinal del yo excede cierta medida, la misma sobrepasa las fronteras del narcisismo e inviste objetos exteriores. Y que entonces: “hemos de comenzar a amar para no enfermar y enfermamos en cuanto una prohibición interior o exterior nos impide amar.” Agrego: lo que está en juego es la posibilidad de desear.

 

Para pensar la temática del Narcisismo en la obra de Lacan, me remitiré al Estadío del Espejo. El primer momento en que el niño, preso de la desorganización inherente a la prematuración humana, expresa su júbilo frente a la imagen unificada en el espejo, no basta.

 

Es necesario un segundo momento, en el cuál se produce una vuelta de giro de la cabeza del niño buscando la mirada del Otro que lo sostiene. El encuentro con esa mirada de asentimiento será crucial respecto a la introducción de lo simbólico a partir de la formación del Ideal del Yo, que, puesto en relación con el Yo Ideal de la imagen especular, provocará, si todo marcha, la conformación del Yo Auténtico. Es recién a partir de aquí que, après-coup, se producirá el verdadero júbilo producto del encuentro con la imagen unificada.

 

Si el encuentro con la mirada de asentimiento no se produce, tendremos por un lado una falla en la constitución del Ideal del Yo que remitirá a lo que más arriba introdujimos con Freud como Neurosis Narcisistas y al feroz accionar del Superyo.

 

Por otro lado, podemos pensar las consecuencias en relación a la temática del amor y del deseo. Los efectos del “no ser la perfección” quedaran puestos del lado del sujeto, al modo de una falla y no de una falta estructural.

 

¿A qué nos referimos con “falta estructural”? Que el objeto esté perdido de entrada y por estructura es a lo que se alude con este concepto y es de eso que se trata en la función del duelo en la estructura. Se trata de la posibilidad del sujeto de presentarse como deseante.

 

Por fuera del campo de las Psicosis, nos encontramos con los estragos que la falta de esta falta ocasiona en el sujeto.

 

El objeto tiene que estar perdido para el Otro primordial como primera inscripción de esta pérdida estructural y aquí podemos pensar las dificultades que se podrían presentar a la hora de la búsqueda de la mirada de asentimiento. A partir de esta primera inscripción de la falta, cuando esta ha sido posible, la misma se tendrá que reinscribir en la estructura en tiempos instituyentes. La puesta a prueba de la estructura que una situación de pérdida en lo real conlleva, correrá los avatares de la inscripción de la misma, en cada sujeto en particular.  Así es como podremos intentar situar el obstáculo, la falla en la estructuración del sujeto en relación a lo que en la singularidad de la clínica se nos presenta.

 

Algunas viñetas clínicas:

María se presenta como padeciendo una hernia hiatal que le recuerda la “fisura” posterior al consumo de cocaína en su época de adicción a esta droga. Reproduce en el cuerpo, fenómeno psicosomático mediante, esa sensación de vacío que el circuito del consumo intentaba en vano llenar. Su “drama” es una pérdida traumática: el fallecimiento de su madre. A poco de andar en el tratamiento, surgen en su historia los datos que permiten situar ese detenimiento en la capacidad de elaborar el duelo en una cuestión temprana en la estructura: se inscribe en la misma como habiendo sido una “hija no deseada”, no siendo amada por sus imperfecciones. Recordemos la frase de Lacan: “No estamos de duelo sino  por alguien de quien podemos decirnos yo era su falta.” María, en concordancia con esto, dice no haber deseado nunca nada.

 

Laura refiere haber “nacido para perder”. Al modo de una “Neurosis de Destino”, se ocupó de alejarse de todo aquello que decía haber deseado para ella misma y que fuera significado como “momentos de felicidad”. También ella acusa a la vida de haberle arrebatado tempranamente sus seres más queridos: sus padres. A partir de quedar huérfana, pasa a vivir con una tía que le dice: “Te recogí de la calle. Si no hubiera sido por mí hubieras sido lo que queda en la calle: una basura.” A partir de ese momento, la paciente en ese entonces púber, comienza a desarrollar una serie ininterrumpida e infinita de enfermedades en el cuerpo que la llevan a vivir de médico en médico. Dice: “Con mis dos padres muertos de cáncer, cada vez que me dolía algo tenía que averiguar por qué me dolía lo que me dolía.” Lo que Laura inscribe como consecuencia traumática del fallecimiento de sus padres, ¿no habrá sido más bien un intento de ligadura de lo traumático por la vía el dolor físico?, habida cuenta de que no contaba con un otro que le hiciera de sostén para instrumentar los recursos necesarios para elaborar el duelo.

 

 A diferencia de María, Laura refiere haberse sentido amada por sus padres. El desamor aparece después de la muerte de los mismos, con esta tía que la ubica en el lugar de “resto” y que inaugurará una serie de “perseguidoras”. Todas mujeres mayores que de uno u otro modo se dedicarán a hacerle la vida imposible al igual que el objeto de su fobia y de sus pesadillas: “ella”, la araña, que la busca, que porta un mensaje que le está dirigido y que no logra descifrar. Si bien se trata de un síntoma que podría ser calificado como fóbico, está todavía lejos de poder constituirse como tal. La araña aparece como del orden de lo siniestro, provocando una emergencia de angustia masiva que pone a prueba la estructura, temiendo la paciente ser tomada por loca en virtud de la certeza que la araña le aporta.

 

Adrián presentifica en su cuerpo el daño de una pérdida. Conviven el sentimiento de culpa por “haber hecho mal las cosas” y pagado con su cuerpo, con el registro de que lo sucedido es un exceso y, en este caso, no de su parte.  Relata haber llegado a la guardia del Htal. a partir de un presunto episodio de “excitación psicomotriz” post-consumo de cocaína. Refiere haber sido sedado y contenido mecánicamente y que, producto de esos procedimientos resultó con lesiones que le impiden mover ambos brazos. Significa lo sucedido como un “castigo” pero en simultáneo dice no merecer semejante daño. ¿Cuál es la culpa por la cuál se siente castigado? Adrián lo sitúa en el consumo de drogas que tanto mal le ocasionó a su entorno. Nuevamente aparece en el origen una pérdida en lo real: la de su padre en la adolescencia, momento en el cual, se pelea con su madre, abandona su casa y comienza a vivir en la calle.

 

La situación de pelea con su madre no era novedosa ni casual. La misma se había ausentado varias veces del hogar, abandonando a los hijos junto con el marido y teniendo los niños que “cuidarse solos”, mientras el padre trabajaba. Nuevamente la pérdida en cuestión se sitúa como previa al fallecimiento significado como inaugural de lo traumático. El paciente se encuentra teniendo que re-posicionarse en la vida no disponiendo ya del objeto droga y no disponiendo de la capacidad de autovalerse. ¿Cómo enfrentar lo traumático acontecido sin ese suplemento que la droga le aportaba a falta de recursos en su estructura? ¿Cómo instrumentar la emergencia de angustia que sucede a cada experiencia actual de frustración para que la misma no se torne “masiva” y paralizante para el sujeto? ¿Qué lugar para el deseo?

 

Las tres viñetas clínicas que elegí, tienen, en la singularidad de sus presentaciones y posibles hipótesis diagnósticas, la puesta en juego de lo que intenté trabajar anteriormente como falla de la función del duelo en la estructura.

 

En los tres casos se hacía presente la temática del dolor. Dolor físico que se reflejaba en el psiquismo. Dolor psíquico que se presentificaba en el cuerpo. La pérdida real que los aquejaba era erigida como  causa.

 

 Intento señalar en cada uno como es posible situar la problemática de no haber podido ubicarse como “deseados” en el discurso del Otro, Otro para el cual no eran su falta, primer obstáculo en el registro del objeto en tanto que perdido. Tropiezos a la hora de poner a prueba la estructura: No pueden responder con las formaciones del inconsciente, angustia señal mediante, la posibilidad de constituirse como deseantes está alterada.

Lo que aparece como respuesta ante lo traumático es de otro orden: la adicción, el fenómeno psicosomático, la enfermedad física, el dolor.

                                                       

Bibliografía

 

Freud, Sigmund. “Duelo y Melancolía.”

Freud, Sigmund. “Neurosis y Psicosis.”

Freud, Sigmund. “Manuscrito G.”

Freud, Sigmund. “Más allá del Principio del Placer.” Capítulo IV.

Freud, Sigmund. “Introducción al Narcisismo.” Capítulo II.

Lacan, Jacques. Seminario “La Transferencia.” Clases 24 y 25.

Lacan, Jacques. Seminario “La Angustia.” Clase del 30-01-63.

Hassoun, Jacques. “La crueldad melancólica.” Introducción. 


© elSigma.com - Todos los derechos reservados


Recibí los newsletters de elSigma

Completá este formulario

Actividades Destacadas


Del mismo autor

No hay más artículos de este autor

Búsquedas relacionadas

» Dolor
» Duelo
» Clínica