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Efectos terapéuticos - Efectos analíticos.

30/11/2008- Por Osvaldo Delgado - Realizar Consulta

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Efectos terapéuticos, refieren al alivio y/o desaparición de un padecimiento del cuerpo y/o del pensamiento. Desde cierta perspectiva su inscripción refiere a la salud pública y dentro de ella a la salud mental. Es algo que requiere el Estado, el cuerpo social, los órganos públicos como un bien para el ciudadano, o una mercancía según las empresas privadas. Queda articulado a la serie del “arte de curar”. Es lo que estos estamentos (públicos o privados) le exigen como eficacia, a los así llamados agentes de salud. Para estos estamentos, los efectos analíticos no existen. No sólo que no tienen ningún valor ni importancia, sino que radicalmente no existen. La eficacia del saber hacer, refiere únicamente a la dimensión terapéutica. El reconocimiento de autoridad profesional, se sostiene en el eje: éxito o fracaso terapéutico.
Efectos analíticos, refiere a una modificación en la relación de un sujeto con sus dichos, el sostenimiento de un espacio entre los enunciados y la posición de enunciación. Claramente una experiencia del inconciente. Su orientación, es ese forzamiento que implica el deseo de saber y no aporta ningún bienestar.Por lo tanto, así como Miller afirma, que “el psicoanálisis no puede estar al servicio de ninguna finalidad superior a la operación analítica misma” y “solo puede estar al servicio del deseo del analista”; podemos sostener la contraria: para los órganos públicos y/o privados de salud mental no hay ninguna finalidad superior a la eficacia psicoterapéutica misma.

1. Efectos terapéuticos, refieren al alivio y/o desaparición de un padecimiento del cuerpo y/o del pensamiento.

Desde cierta perspectiva su inscripción refiere a la salud pública y dentro de ella a la salud mental.

 Es algo que requiere el Estado, el cuerpo social, los órganos públicos como un bien para el ciudadano, o una mercancía según las empresas privadas.

Queda articulado a la serie del “arte de curar”.

Es lo que estos estamentos (públicos o privados) le exigen como eficacia, a los así llamados agentes de salud.

Para estos estamentos, los efectos analíticos no existen. No sólo que no tienen ningún valor ni importancia, sino que radicalmente no existen.

La eficacia del saber hacer, refiere únicamente a la dimensión terapéutica. El reconocimiento de autoridad profesional, se sostiene en el eje: éxito o fracaso terapéutico.

 

2. Efectos analíticos, refiere a una modificación en la relación de un sujeto con sus dichos, el sostenimiento de un espacio entre los enunciados y la posición de enunciación. Claramente una experiencia del inconciente.

Su orientación, es ese forzamiento que implica el deseo de saber y no aporta ningún bienestar.

 

3. Por lo tanto, así como Miller afirma, que “el psicoanálisis no puede estar al servicio de ninguna finalidad superior a la operación analítica misma” y “solo puede estar al servicio del deseo del analista”; podemos sostener la contraria: para los órganos públicos y/o privados de salud mental no hay ninguna finalidad superior a la eficacia psicoterapéutica misma.

Para estos órganos el comentario de Freud en el cap. IV del Esquema del Psicoanálisis que dice: “los resultados curativos producidos bajo el imperio de la transferencia positiva están bajo sospecha de ser de naturaleza sugestiva”, no tiene ninguna importancia.

 

4. En tanto psicoanalistas, cada inicio de análisis lo pensamos desde una concepción del final.

 En algunos casos es posible esa conclusión, en otros nos retiramos en silencio y con todos los respetos como decía Freud, cuando el sujeto es feliz por vivir como nos enseña Lacan en sus conferencias en EE.UU.

Para el Otro social, la posición del sujeto es una enfermedad, para nosotros una “decisión inconciente que sigue una lógica ignorada. Descubrirla, permite al deseo liberarse para hallar otras opciones” (Rosa Masip Arcilaga).

Nos inmiscuimos por ese “demasiado trabajo” que se dan los sujetos para la satisfacción pulsional. Ya que nadie enferma por una fijación pulsional, en sentido freudiano, sino cuando se ve constreñido a abandonarla.

 

5. Más allá de lo que demande el Otro social; si es privado, el restablecimiento del consumidor; si es estatal, el aseguramiento de un derecho del ciudadano; y más allá de hacer por parte de un analista, un Ideal del fin del análisis, podemos pensar los efectos terapéuticos en relación a lo que afirma Miller: “En un caso afloja las identificaciones ideales cuyas exigencias asedian a un sujeto. En el caso en el que el yo es débil, extrae de los dichos de un sujeto con que consolidar una organización viable. Si el sentido está bloqueado, lo articula, lo hace fluido, lo introduce en una dialéctica. Si el sentido se desliza sin detenerse en ninguna significación sustancial, instala puntos de detención, puntos de capitón, como decimos a veces, que darán al sujeto un armazón de sostén”.

 Podría agregar, una operación sobre el Ideal que le exige gozar como se debe, y no como lo hace mediante, parafraseando a Aramburu, de su diferencia limitada, su síntoma.

 “Los modos de contracción de neurosis” de Freud nos enseña esto cabalmente.

 

6. Pensar los efectos terapéuticos es un modo de no autosegregarnos, de hacer valer la eficacia de nuestro saber hacer en el mundo, y de horadar el Ideal del fin del análisis como un a priori de máxima pureza, que también puede llevar a lo peor. Cuando Freud anuncia el mezclar el oro con el cobre, o cuando habla de la psicoterapia para el pueblo, no se refiere a ninguna capitulación de los principios, ni a ninguna degradación en el rigor de la práctica clínica, sino que, a mi entender, está afirmando que no todos son “candidatos”, que no para todos somos “didactas”, que no en todos, está en juego el advenimiento de un nuevo analista.

 

7. Una única interpretación puede tener efectos para la vida de un sujeto (una interpretación inolvidable, según E. Laurent), la caída de un significante amo que sostenía un campo de significación anudando un goce, la resolución de la angustia como único modo de anudamiento, la superación de una inhibición, un desplazamiento sintomático, una sintomatización, la elaboración de un saber en el lugar de la verdad que pueda impedir la inminencia de un pasaje al acto, la elaboración de un proceso de duelo, una determinada posición de un analista ante un decir psicótico que crea condiciones para una estabilización, etc.; podemos leerlos como efectos terapéuticos, cuestiones posibles incluso en un breve lapso de tratamiento.

 

8. El Otro social no demanda efectos analíticos. sí efectos terapéuticos. Podemos demostrar que nuestro saber hacer que incluye el deseo, al sujeto, es de eficacia superior a otros abordajes clínicos.

Esto no degrada nuestros principios, sino que por el contrario hace valer nuestra ética en el mundo.

 Desde nuestra perspectiva, en la medida en que el efecto analítico da cuenta de una operación respecto al goce y una ganancia en el plano del deseo, su resultado es terapéutico, aunque conlleve por un momento la presentificación contingente de un monto de angustia que le es inherente.

 

II

Argumentos Conclusivos

 

1. Freud, diferencia tajantemente al psicoanálisis, de toda práctica psicoterapéutica al final de su texto “Recordar, repetir y reelaborar”, asentándolo en la elaboración del quantum pulsional (lo que del goce no se articula en el significante). Verdadero núcleo de la Regla de Abstinencia.

 

2. Efecto terapéutico, efecto analítico; no refieren a un mismo campo epistémico. El primero, tiene como partenaire a la medicina o más ampliamente al campo “Psi”; el segundo, a la ética.

 Un psicoanálisis es una experiencia ética, estar mal en el bien, “se sostiene en el saber hacer ahí con el síntoma, e implica un duelo por el Otro” (Aramburu).

Bien decir y bien estar no se intersectan.

 

3. El efecto analítico, implica una ruptura subversiva con la ética tradicional (estar bien en el bien como lo señala Epicúreo) y con la ética “conformista”, de estar mal en el mal (Kant, Sade).

Lacan lo señala, cuando ubica al Soberano bien situado en Das Ding.

 

4. La clínica de la no relación sexual, problematiza de un modo inédito el “efecto por añadidura”.

El límite freudiano, el impasse fálico; por su misma lógica permitía una posible articulación a partir de la referencia paterna.

El lado mujer de la fórmula de la sexuación, nombrando el agujero sin taponarlo, sitúa a “lo terapéutico” como un semblante epocal.

 

5. Ambos son “efectos”, pero no responden a una misma conceptualización de la “causa”, incluso nombran la diferencia causa- determinación con perspectivas que no se “ligan”.

 

6. “Terapéutico”, no es un concepto psicoanalítico. Es un significante que refiere al origen del Psicoanálisis, a su ubicación en las Ciencias de la Naturaleza, al desvío errático del postfreudismo, al debate actual con los intentos de reglamentación.

Refiere tanto a los ideales de la modernidad, como a la eficacia del pragmatismo neoliberal, con sentidos distintos.

 

7. Efecto terapéutico, es un desván donde hay de todo, una melange residual, tiene múltiples sentidos.

Efecto analítico, es una división del sujeto, como efecto de la puesta en función del deseo del analista. Esto, y sólo esto.

 

8. Finalmente mi hipótesis es que el “efecto terapéutico por añadidura” sólo es pensable en una elaboración sostenida en la diferencia del “punto de capitón”, del sentido.

Dice Miller en “El lugar y el lazo”: (…) En la perspectiva del Psicoanálisis fuera del sentido, la diferencia entre Psicoanálisis puro y Psicoanálisis aplicado a la terapéutica es inesencial(…), tan inesencial como efecto analítico- efecto terapéutico.

 

 

 

Bibliografía:

Aramburu Javier. El deseo del analista. Editorial Tres Haches, Argentina, 1999.

Miller J. A. Clínica psicoanalítica. “Psicoterapia – Psicoanálisis”. Instituto del Campo Freudiano, Madrid. 1995.

 


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