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El cuerpo del Psicoanálisis: el Yo ideal - Ideal del Yo

02/06/2006- Por Norma Gentili - Realizar Consulta

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Lacan nos llama la atención sobre la diferencia entre el Superyo y el Ideal del Yo: “No se si han advertido aun lo siguiente: existen dos concepciones que, apenas introducidas en una dialéctica cualquiera para explicar un comportamiento enfermo, parecen dirigirse exactamente en sentido contrario. El Superyo es coercitivo. El Ideal del Yo es exaltante”. Son estas cosas que tendemos a eliminar, al pasar de un término a otro como si fueran sinónimos. Se trata de una cuestión que valdrá la pena plantear a propósito de la relación transferencial. Cuando se busca el fundamento de la acción terapéutica, suele decirse que el sujeto identifica al analista con su Superyo o por el contrario con el Ideal del Yo y en el mismo texto un término sustituye a otro.

La humanización, el conjunto de observaciones que realiza el cachorro humano para salir “del batuque pulsional del que partió” (Freud) no es cronológica, pero lleva tiempo.

Su estructuración. La estructura es un conjunto abierto, respecto del cual el Sujeto se asigna una posición. Conjunto de significantes, cada uno remite a otro. Lo que detiene esa loca remisión es la posibilidad de almohadillado, abrochamiento, sentido, metáfora, significación:  Falo

Masotta, interrogándose en relación a que es la estructura en psicoanálisis, dice “Por más vacía que la palabra estructura ofrece para nosotros a esta altura de nuestra exposición, pero respetando en todo caso el uso de términos y expresiones, podemos afirmar que en Lacan, la estructura de la significación, preside y funda a la estructura del sujeto. O bien podríamos decir que en la teoría psicoanalítica, la noción de estructura, al desdoblar el campo al que se aplica, se desdobla ella misma, y que se debería hablar, entonces, de una estructura estructurante y de una estructura estructurada.”

En Lacan, la significación estructura, en un sentido, el Sujeto. Y no al revés. Mientras que en el interior de la articulación, la función de desconocimiento del yo, garantiza la ligazón entre el momento estructurante de la estructura y sus efectos estructurados. Entonces, la estructura de la significación es previa. De ella depende, articulada a ella se juega la estructura del Sujeto. Cita de Lacan:

“La función del yo en el diálogo analítico por no haber sido rigurosamente situada, sigue siendo pues hasta hoy, profundamente contradictoria. Y ello se manifiesta cada vez que abordamos los principios de la técnica”.

La función del yo, el yo, lo imaginario, lo especular, las capturas, para seguir con los principios es ineludible pensar en el Estadio del Espejo que no es simplemente un momento del desarrollo del sujeto. Lacan parte de “El yo y el ello” en el cual Freud establece:

“El yo es, ante todo, una entidad corporal No solo una entidad en superficie, sino una entidad que corresponde a la proyección de una superficie”

 

Coordenadas: tiempo y espacio que a su vez, luego serán, tiempos del análisis. El tiempo, como tiempo del análisis; es la angustia. El espacio, el territorio amenazado, el territorio del yo: a tensión agresiva, es un tiempo del análisis.

Esta tensión agresiva que también se desencadena en la psicosis, cuando el analista ocupa el lugar del Ideal.

El Escrito de Lacan comienza hablando del “cogito cartesiano”: Yo pienso, princeps de la razón, que las servidumbres del yo, desmienten. Habíamos quedado en que: allí donde tú piensas, tú no eres. Tu certeza: “pienso”, está en los laberintos de lo imaginario. No sólo no piensas, fuiste hablado, eso eres. El yo no sabe lo que dice.

El cachorro humano, nace prematuro. Aún, no completamente mielinizado. Prematuro, inmaduro. No se sostiene.

Lacan ilustra este momento, con el alborozo que experimenta el niño con su imagen Jubilosa, cuando es puesto frente al espejo por su madre y ve su forma. ¿Ve su forma?  Este espejo, que es la mirada del Otro permite la aprehensión de su imagen, de su Imagen virtual. Esta aprehensión de su imagen es fugaz, anticipada e ilusoria. fugaz, porque se aprehende en un instante. Anticipada, porque el ve lo que él será. Él no es en posición erecta. Esto es lo que él será. De modo que este tiempo de anticipación es inherente a la formación del yo. El no es eso, y nunca será lo que vea. Por lo mismo es ilusoria. Es ficticia. Por primera vez y “por suerte” ha caído en la trampa.

Estas tres particularidades de este momento son las que caracterizan al conocimiento y al yo. El conocimiento es paranoico. Con un ruidito, dos señores en un pasillo y una Jefa de blancos cabellos, por el mismo procedimiento la Joven del “Caso de paranoia contrario a la teoría psicoanalítica” completa un argumento. Reconoce el “complot”.

El Estadio del Espejo es una identificación, a saber, la transformación producida en el Sujeto cuando asume una imagen.

Identificarse es identificarse a una propuesta del Otro. Y esa propuesta es un significante, siempre, en los tres órdenes de la identificación.

Esta forma que el niño asume es su Yo Ideal.

Esta primera Identificación será el tronco de las identificaciones secundarias.

La asunción de esta Imagen instalará para siempre al sujeto en una línea de ficción. Lo instalará en una discordancia permanente respecto de la realidad. La forma total del cuerpo, gracias a la cual el sujeto se adelanta en un espejismo a la maduración y a su poder, sólo le es dada como Gestalt, es decir, en una exterioridad donde esa forma no es constituida sino constituyente. Aparece en forma invertida y coagulada, en oposición a la turbulencia, al descontrol que el niño tiene, es, experimenta.

Esta Gestalt, simboliza la permanencia mental del yo, y perfila el destino alienado de ese yo. Alienado quiere decir, atado a una forma con la que no se corresponde. Esta Gestalt es la preñada de fantasmas que la dominan.

El autómata, el Frankenstein, el robot, la estatua, formas cuya rigidez le aseguran no desarmarse. No volver a caer en su incapacidad motriz. No desarticularse o expandirse. La imagen especular es el umbral de acceso al mundo visible. Este Gestalt es capaz, tiene efectos formativos sobre el cuerpo.

Lacan habla, en este Escrito, de mimetismo, como lo piensa Roger Caillois, una identificación es una mimesis y toma al cuerpo, lo moldea, lo modela, sabemos que el yo es un camaleón. La función de la imagen es establecer una relación del organismo con su realidad.

La prematuración, esto es la falta de maduración del sistema nervioso, hace que lo que le falta a este organismo para madurar forme parte de la historia de su estructura psíquica y ese desarrollo temporal es uno de los ejes del espejo, una de las coordenadas.

El Estadio del espejo es un drama cuyo empuje interno precipita de la insuficiencia a la anticipación...

Se trata de una identificación espacial, de un dominio sobre ella que dará lugar a la máquina de sus fantasías que podrán ir desde una Imagen fragmentada de su cuerpo hasta una forma que llamaremos ortopédica en su totalidad. Esta armadura dará también su rigidez a todo su desarrollo mental.

Este cuerpo fragmentado aparece en los sueños, durante el análisis, cuando este se acerca a cierto nivel de desintegración agresiva del individuo.

A través de este Estadio el niño se identifica con la imago del semejante y lo constituye rivalizando consigo mismo. El asume su forma vía la forma de su semejante. Cree ser ese semejante y en muchos momentos tratará a los otros, imaginarios, desde esa tensión agresiva y a si mismo como al objeto de sus celos. Esto es claro en el transitivismo. Hay una suerte de confusión básica entre el si mismo y el otro. Ya que el otro es la vía por la que se apropia de si mismo, de su deseo aún en pedazos. Siempre estará mediatizado por el deseo del otro y rivalizando con los objetos del deseo del otro o aún con el deseo mismo. Ser lo que el otro desea. Lo que se constituye en el Estadio del Espejo es el Narcisismo Primario. Nuestra experiencia nos aparta totalmente de la idea de que el yo organiza la realidad, para indicarnos que la función del yo es una función de desconocimiento. Desconocimiento que, como decía en otro momento, no es ignorancia sino sistema perfectamente organizado de creencias, certezas y afirmaciones.

El último parágrafo de este Escrito es más manifiestamente ético. Nos habla del altruismo que oculta a la agresividad y al Amo. Y dice para analizar, que en el análisis al paciente podemos acompañarlo hasta el “Tú crees eso”. Lo cual implica que no alentamos en la empresa ninguna fórmula adaptativa, ni normalizante, ni resocializante, ni moral de ninguna clase sino ética. Tú eres eso. En otro Escrito, no editado, que se llama “Algunas reflexiones sobre el yo” Lacan toma también al Estadio del espejo, especialmente, porque en verdad nunca deja de retomarlo, y se refiere a las fallas de especularización, que merecerían un capitulo aparte. (No me refiero al menos fi)

Dice que si algún trastorno orgánico severo ocurre en el niño durante el desarrollo del Estadio del espejo el sujeto queda, aunque neurótico, arrinconado e impostando una perversión o una psicosis. Si pensamos que el significante es la entrada del sujeto en lo real y que la vía es la imagen del cuerpo, lo que podernos deducir es que un significante no imaginarizado queda como puro real y en general pasa al acto, vía quirófano o corte. Sucede lo suficientemente como para tenerlo bien en cuenta.

El Yo ideal y el ideal del Yo son dos niveles concretos de la identificación. Lacan dice que la distinción en Freud no está clara y agrega que la Imagen virtual, la imagen especular metaforiza, yo: el que está en el espejo, el soporte de la función de la imagen especular en tanto cargada con su poder de fascinación, capturante, del investimiento libidinal narcisista.

A partir de la creación de un objeto se lo comienza a padecer, a ser determinado por él como si en verdad se fuera el producto de eso.

Estas palabras no alcanzan para definir todas las incidencias bajo las cuales aparece la función del Yo ideal. La función del Yo ideal es opuesta y diferenciada de la del ideal del Yo.

Enfrentados al funcionamiento del otro en tanto que es el otro el sujeto hablante, en tanto por el lugar de la palabra juega la incidencia del significante y en tanto nosotros, psicoanalistas; tenemos que ver con esto, puede ubicarse allí el lugar del ideal del Yo.

El sujeto sólo mediante un artificio puede captar su imagen. Solo por medio del espejo del Otro llega a ubicarse allí. El Otro es aquel que nos devuelve nuestra imagen. Y si el Otro es sólo el que me devuelve, yo soy nada más que lo que me veo ser en el Otro. La presencia del significante proveniente del campo del Otro, es lo único que nos abre la posibilidad de salir de la pura y simple captura del campo narcisista.

Cuando el niño se ve jubiloso, vuelve su cabeza hacia atrás, hacia el Otro para que le confirme lo que él ve. Conviene que el otro no esté distraído. En ese momento un significante del Otro que es un padre, un emblema, un jefe, un rey, un militante, un maestro, significante de padre imaginario, metáfora del padre, ese significante le confirma el niño, que él es ese que se ve ser en el espejo y que asegura su imagen virtual a la fuente. Este es el ideal del Yo.

Yo ideal e ideal del Yo son distintas identificaciones del Yo. Distintos investimientos libidinales que dependen de los avatares narcisístícos.

El ideal del Yo es una introyección simbólica. El Yo ideal es una fuente de proyección imaginaria.

El ideal del Yo es el guía en el plano simbólico y el que determina la posición del sujeta en tanto que deseante respecto del plano de la estructura imaginaria. El objeto de la identificación narcisística no es el de la demanda, el falo; ni el objeto causa de deseo a, sino lo que perdura en un punto de atascamiento de demanda y deseo, que se resuelve cuando el Nombre del Padre deja lugar al deseo.

Cuando hablamos de no satisfacer la demanda, es en la medida en que la demanda en el análisis debe renovarse hasta alcanzar a las demandas mas originales, más arcas.

El deseo del analista sitúa al analista en posición de mantener alejados el ideal del Yo del a. Dado que si la demanda es demanda de amor y es el amor del ideal el que pretende, al que se le pregunta: ¿yo soy el que me veo ser? Si el analista está en posición del ideal la posibilidad de renovar la demanda queda clausurada por la completud del Otro. Su tachadura es donde el sujeto resulta escindido y deja como producto del a. Si el analista se identifica con el ideal que devino del Otro de una localización en el Otro el analizante sale de un espejismo, para entrar en otro, quedando capturado por ese ideal que lo aplaude como un niño-falo, que es un prodigio, donde lo que no se revela es que no es lo que cree ser ni el Otro es lo que él cree que el Otro es. Porque no se es sin tener.

Lo cual pone en juego la falta. La primera en el Otro. Cuya marca, lo de la tachadura del Otro es a.  

El ideal del Yo es una certeza, que deviene del campo del Otro. Pero esta respuesta prematura es la evitación de la respuesta al ¿qué soy? ¿Che vuoi? Esta pregunta, ¿qué le quieres a yo? es fuente de alienación, no formularia en el análisis deja intacta la alienación a la respuesta que ese sujeto se dio.

La estructura de la significación depende del ideal del Yo a quien a su vez instituye el Nombre del Padre.

La estructura de la significación es la estructura estrictamente de lo que habla Masotta que citare al comenzar, ella depende, repito, del ideal del Yo.

 

 


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