» Introducción al Psicoanálisis
El síntoma en la clínica psicoanalítica31/03/2004- Por Susana Díaz - Realizar Consulta

El síntoma es la brújula de la cura, y como tal tiene una relevancia particular entre los conceptos que sostienen el saber epistémico de la disciplina. Es necesario discernir lo que opera en el síntoma, aquello que lo forma y lo mantiene. Este trabajo intenta demostrar que lo que da forma al síntoma son los dichos del paciente y lo que lo mantiene es el empuje constante de la pulsión.
El síntoma es la brújula de la cura, y como tal
tiene una relevancia particular entre los conceptos que sostienen el saber
epistémico de la disciplina. Es necesario discernir lo que opera en el síntoma,
aquello que lo forma y lo mantiene.
Este trabajo intenta demostrar que lo que da forma al síntoma son los dichos
del paciente y lo que lo mantiene es el empuje constante de la pulsión.
La huella metodológica freudiana, aquella que marca
su procedimiento expositivo ejemplar, parte de la conjetura de un saber y se
extiende hasta la comprobación clínica. Traza un recorrido conceptual que toma
consistencia y se puede verificar en el
transcurso de una cura.
El saber producido acerca del síntoma remite a
algunos de los textos fundadores:
La
gran tesis que sostiene” “El sentido de los síntomas” es que: todo síntoma tiene un sentido. Y que
ese sentido no está a disposición de la conciencia, es decir, el sujeto no sabe
su sentido. Dicho de otro modo, los síntomas son una manifestación de ideas
inconscientes. Los síntomas neuróticos tienen, al igual que los actos fallidos
y los sueños, un sentido inconciente y están en relación con la historia de los
sujetos que los padecen.
En este punto Freud coloca a los síntomas en serie
con las producciones del inconsciente. Entonces los síntomas son producto del trabajo del inconsciente,
de la condensación y el desplazamiento tal y como los actos fallidos, los
sueños, el chiste.
Ilustra esta relación
del síntoma con las ideas inconcientes, o dicho de otro modo, demuestra el
sentido de los síntomas con ejemplos tomados de la neurosis obsesiva. Si bien
el síntoma obsesivo se apodera del pensamiento, el histérico anida en el cuerpo
y el fóbico en la realidad.
El texto indica algunas características de los obsesivos es posible reconocer unos cuantos
rasgos clínicos de los casos que aborda en, De
la historia de una neurosis infantil, conocido como el Hombre de los Lobos
y A propósito de un caso de neurosis
obsesiva, el Hombre de las Ratas. Revela que sienten impulsos extraños a su
personalidad, que se ven obligados a realizar actos displacenteros, los hombres
de los animales son tentados a blasfemar o injuriar a Dios.
Por otra parte, su pensamiento está fijo a ideas
ilógicas, ajenas a su interés normal. Estas ideas, que F. llama representaciones
obsesivas pueden carecer de sentido o ser indiferentes pero lo más
frecuente es que sean absurdas. Sea como sea, son el punto de partida de una
intensa actividad intelectual que agota al paciente que se ve compelido a
pensar incesantemente alrededor de esas ideas contra su voluntad. En el Hombre
de los Lobos se puede encontrar la idea obsesiva de que le han producido un
daño irreparable en la nariz. El Hombre de las Ratas medita incesantemente
acerca de cómo saldar su deuda.
Los impulsos tienen
mayormente un contenido temeroso. El enfermo se siente incitado a cometer
graves crímenes, en el primer caso matar al Dr. X, o a Ruth Mac Brunswick, su
segunda analista. Sin embargo, se defiende contra la tentación por medio de
todo tipo de prohibiciones, renunciamientos y limitaciones de su libertad. Esos
crímenes nunca son siquiera iniciados. Los actos que el paciente lleva
realmente a cabo, los actos obsesivos, son siempre inocentes e insignificantes.
Habitualmente se trata de repeticiones o ceremoniales sobre los actos
más corrientes de la vida cotidiana. De este modo, las acciones más habituales,
tales como acostarse, lavarse, vestirse, salir a la calle, se convierten en
problemas complicadísimos. Recuerden en el Hombre de los Lobos el entretenido
ceremonial de besar los iconos al acostarse, o el ejemplo del sujeto que
planchaba los billetes para pagar pulcramente en el historial del Hombre de las
Ratas.
Los síntomas obsesivos poseen una mayor capacidad de
desplazamiento que otros. Así el paciente no puede hacer otra cosa que
desplazar o sustituir su obsesión por otra; reemplazar una idea absurda por
otra, cambiar de precauciones y prohibiciones o variar el ceremonial. Puede
desplazarse la coerción pero el sujeto no logra suprimirla.
Por otra parte, estas ideas
obsesivas se presentan en oposiciones, esto hace aparecer un estado de duda que
provoca en el sujeto una perpetua indecisión. Doy una comida o no la doy, me
caso o no me caso, etc. En la mayoría de los casos, estos pacientes, presentan
una alta disciplina moral, llevada hasta el escrúpulo y una extrema corrección.
Bien, después de esta
descripción que enumera las características de la neurosis obsesiva y pone
algunas de ellas en relación algunos rasgos de los casos clínicos, se abren
paso las tesis que sostiene esta conferencia. En esta conferencia hay dos tesis,
1.
Los síntomas tienen un
sentido inconsciente
2.
Es posible hacerlos
desaparecer definitivamente si descubrimos su sentido inconciente
La segunda tesis nos
revela a un Freud algo optimista, efectivamente la va a modificar en la
conferencia 23, “Vías de formación de síntomas”.
Que los síntomas tienen
sentido apunta a que adquieren su sentido cuando se ligan primero a los
recuerdo preconcientes y de ahí a las
representaciones inconscientes, a las ideas, o bien a los significantes que es
un concepto que Lacan importó de la lingüística y que ilumina o “aggiorna” el
término representación de Freud.
Síntoma
Recuerdo
preconciente
Ideas
inconscientes, representaciones, significantes
El hecho de pensar que
los síntomas tienen un sentido habilita la vía para conceptualizarlos como un mensaje cifrado, o como un enigma a
descifrar. El procedimiento de descifrado es el mismo procedimiento que Freud
ha desplegado en “La interpretación de los sueños”, es decir, la asociación, la
palabra. Es al decir lo que se le pasa
por la cabeza donde reside el sentido de su síntoma. Ya que se trata, de
producciones del inconsciente, el método de descifrado es el mismo que para el
sueño.
Freud ilustra estos axiomas, estas
afirmaciones con 2 casos, una paciente de 30 años y una bella muchacha de 19.
En ambos casos las pacientes mismas son las que hacen la interpretación del
ceremonial.
El texto sostiene que
existe una estrecha correspondencia entre los elementos del ceremonial y las
fantasías que la interpretación nos revela.
En el primer caso, “la
dama del mantel” o bien “la correteadora” tenía un curioso padecer, ejecutaba
una acción obsesiva asombrosa varias veces al día: corría de una habitación a
la otra, se paraba frente a la mesa y llamaba a la mucama, le daba algún
encargo sin importancia y la despedía. La dama desconocía el sentido de este
síntoma.
Este es el enunciado del síntoma,
la cadena discursiva orienta al recuerdo preconciente, es decir, lo que puede
ubicar la paciente en relación al síntoma. Sería el desde donde se arma el síntoma: Un día lo asoció con su noche de
bodas en la que se evidenció la impotencia del marido. El buen señor corría de
su habitación a la de su esposa para repetir el intento con resultados
infructuosos. Por la mañana siguiente volcó el contenido de un frasco de tinta
roja sobre la sábana para no
avergonzarse frente a la mucama, pero, lamentablemente la mancha no quedó
en el lugar adecuado.
Por medio de su acción
obsesiva, la correteadora, intentaba con su síntoma corregir el error de su
marido, su propósito era mostrar a la mucama una mancha en el mantel que
evocaba aquella otra que habría tenido que producirse de un modo distinto y en
diferente lugar.
El texto inconsciente,
el para qué, la intención que
sostiene la acción obsesiva es: no tiene de que avergonzarse frente a la mucama
puesto que el no es impotente. La repetición de la escena sirve al propósito de
modificarla. En la nueva versión ella logra mostrar la mancha aunque se haya
desplazado de la sábana al mantel.
Por otra parte F nos
hace saber que esta señora se mantiene, desde hace varios años en un total
apartamiento social y sexual. El síntoma representa la demostración, la
evidencia de una relación sexual que aunque no tuvo lugar, es repetidamente
sostenida, se reitera cada vez que se pone en marcha la acción obsesiva. He
aquí el sentido de este síntoma.
Subraya, antes de abandonar el
comentario de esta conferencia, que los recuerdos que participan en la
formación de síntomas, aquellos que le dan sentido, son de orden sexual. Es
decir, que las representaciones que articulan el síntoma se mantienen
suspendidas sobre recuerdos e ideas inconcientes que aluden a la sexualidad.
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Estos dos casos abonan también los argumentos de la conferencia
siguiente: “La fijación al trauma”. Ambas pacientes están fijadas a un
fragmento de su pasado, retroceden con
sus síntomas a un período pretérito, por lo general, a su primera infancia y,
ese encuentro es traumático. Traumáticos son aquellos sucesos a los que se
encuentran fijados los pacientes neuróticos.
El trauma es definido
como: aquella situación vivida por un sujeto de forma breve y con un enorme
incremento de energía que hace imposible su procesamiento. El aumento de libido
se traduce de inmediato como malestar en el aparato psíquico ya que la ley que
lo rige es la homeostasis del principio del placer. Freud afirma, también que
en las neurosis traumáticas los pacientes reproducen en sus sueños la situación
traumática.
Se abre de inmediato un
interrogante: ¿por qué retornar a aquello que fue displacentero? ¿por qué
reeditar el malestar? Para ser más concretos, ¿por qué la correteadora retorna con
su síntoma a la noche traumática, la noche en la que se le revela el fracaso de
la relación sexual, el fracaso del falo?
Freud aporta algunos
elementos para responder: el secreto más hondo que guarda su síntoma es
resguardar a su marido de la maledicencia, es decir, que aunque estén separados
desde hace años ella no quiere perjudicar al falo. Vuelve para modificar la
escena traumática, vuelve para mostrar que hay una evidencia de relación sexual
repetidamente sostenida cada vez que se pone en marcha el ceremonial.
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En
la conferencia 23, “Vías de formación de síntomas” observa que los síntomas no
siempre ceden cuando se descubre su sentido y además, pueden reeditarse, pueden formarse nuevos
síntomas. Es decir, la afirmación que había hecho en la conferencia 17 acerca
de que los síntomas desaparecen definitivamente cuando descubrimos su sentido
va a ser repensada.
Si sólo se
tomara en cuenta la vía de la palabra, tal vez podría pensarse que el
psicoanálisis es una rama de la lingüística, o de la filosofía, pero esta
conferencia, la 23, introduce en la especificidad del psicoanálisis con la tesis que sostiene que el síntoma es una
satisfacción sustitutiva, es un modo de gozar.
En la vía
de la palabra la cura toma un camino interminable, el sentido puede
reproducirse de forma infinita ya que lo que mantiene al síntoma en su eficacia
es la inercia libidinal, el empuje constante de la pulsión.
Los
síntomas son el efecto de un conflicto que aparece en relación con un modo de
satisfacción de la libido que busca la descarga al modo de organizaciones
anteriores. La libido regresa a las fijaciones establecidas en otro tiempo.
¿Por qué
regresa la libido a esos puntos de fijación?
Porque en esos puntos se produjo
una cristalización de una determinada cantidad de energía
libidinosa. La palabra cristalización conduce directamente a la fantasía.
Se puede
observar un desplazamiento aquí, de establecer que las fijaciones tenían que
ver con el trauma, como indicó en la
Conferencia 18, La fijación al trauma, hay
una modificación que hace que pasemos a la fijación de la libido en la
fantasía. Hay un pasaje del trauma a la
fantasía que no implica el abandono definitivo o por completo de la teoría
del trauma.
El paciente
presta gran importancia a los acontecimientos infantiles y a los personajes de
su infancia. A menudo adjudica su padecimiento a alguno de estos personajes o
enfatiza determinados episodios de su historia que pone en relación con sus
síntomas. Pero estos sucesos no han tenido en la época en que se produjeron
importancia alguna y sólo con retroactividad han llegado a adquirir tal
relevancia, es decir, cuando han sido cargados de sentido a partir de una
situación actual.
El ejemplo
princeps se encuentra en el historial del Hombre de los Lobos: tiene un sueño
de angustia a los cuatro años que carga de sentido, que resignifica con
posterioridad el coito entre los padres que nuestro sujeto vió cuando tenía un
año y medio.
Estas
escenas infantiles no son siempre verdaderas, es decir que los síntomas pueden
responder a sucesos que han ocurrido realmente o a fantasías que han
determinado la fijación de la libido. En este sentido, el psicoanalista coloca
en un mismo plano la realidad y la fantasía y no le preocupa si aquello que el
paciente ha relatado sucedió o no en la realidad. Piensa que las fantasías son
producciones psíquicas y son, reales, en el sentido que el paciente ha creado
esos sucesos imaginarios, afirma,
entonces que estas fantasías tienen una realidad psíquica.
Queda
entonces intercalada en el esquema de la forma siguiente:
Síntoma
Recuerdos
Ideas inconscientes
Fantasía
Trauma
Toda
renuncia al placer ha sido siempre dolorosa para el hombre, por eso es que lo
lleva a cabo asegurándose de cierta compensación. Por medio de la fantasía,
las fuentes de placer y todos los medios de adquirir placer a los cuales ha
renunciado continúan existiendo, tienen, si me permiten la expresión, una
existencia virtual. Es decir, que el sujeto encuentra en la fantasía una
compensación al placer que tuvo que resignar.
Ahora bien,
a consecuencia de privaciones en la realidad, la libido retorna a la fantasía,
a esas fijaciones y esta sobrecarga incide en la producción de síntomas. Dicho
de otro modo, las fantasías que participan en la formación de los síntomas han
gozado siempre de cierta tolerancia, pero, como consecuencia de la privación,
es decir de la imposibilidad de descarga en la realidad, la libido retorna a
esos puntos de fijación, y se intensifica, se produce una sobreinvestidura que
se manifiesta con una tendencia a la realización. Aquí surge inevitablemente un
conflicto con el yo que hace que esas fantasías sucumban a la represión. Con
este proceso quedan creadas las condiciones para la producción de síntomas.
Sintetizo
entonces:
El síntoma tiene dos ejes o dos
caras, el eje del recuerdo, de la palabra y el eje de la satisfacción. En el
eje de la palabra, se trata de observar el relieve del relato de lo que no
anda, atender acerca del discurso de la queja, escuchar el desliz, el accidente
verbal, el fallido que es la pequeña grieta que nos conduce a develar el eje de
la satisfacción.
El síntoma
no es todo representación, no es todo palabra o significante, sino que se
sustenta en la sexualidad, es decir, en una porción de libido, en la pulsión
que se fija a la fantasía.
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Hay otra
afirmación de Freud que entra en serie con las anteriores: “los síntomas son la práctica sexual de los pacientes”. Esta frase se puede encontrar en el
Epílogo del historial de Dora, el caso emblemático de histeria en su vasta
obra.[1]
Mantiene la misma concepción del síntoma en “Fantasías histéricas y su relación
con la bisexualidad”.
Surge de
este modo una equivalencia entre las fantasías, los delirios de los psicóticos
y los requerimientos escénicos de los perversos. Las fantasías
inconcientes están en relación con la
vida sexual de los sujetos y producen los síntomas.
¿De qué
modo son la práctica sexual y de qué modo producen los síntomas?
Con la
afirmación de que la fantasía inconciente es idéntica a la que le sirvió para
la satisfacción sexual en el período de masturbación infantil, que se encuentra
en “Fantasías Histéricas y su relación con la bisexualidad”[2]. Freud extrae, da cuenta de una soldadura en
la masturbación, una soldadura entre la evocación de la fantasía y la
manipulación de la zona erógena. Una soldadura,
entre una representación
simbólica y una manipulación real. Se trata de un anudamiento entre lo
simbólico y lo real.
Representación Libido
S R
S a
Por medio de esta soldadura, algo
del orden de lo libidinal, lo que Lacan llama lo real, adquiere representación,
esto da cuenta del hecho clínico de que una frase pueda producir excitación
sexual.
Explica este proceso en tres
fases:
1.
En la primera fase, el acto masturbador tenía un
carácter puramente autoerótico. Se trataba de obtener placer de una zona
erógena.
2.
Luego, esta acción puramente autoerótica se fusionó,
se ligó, se soldó con una representación perteneciente al círculo de la
elección de objeto. Es decir, hay una fijación de objeto, es por la vía de la
fantasía que se le otorga un objeto a la pulsión.
3.
A causa de la imposibilidad de efectuar la descarga
libidinal en la realidad, la fantasía se sobreinviste, se sobrecarga. Esta
sobrecarga entra en conflicto con el yo y tiene por resultado la represión de
la fantasía. La fantasía pasa a ser inconsciente y la satisfacción merma. Al
cabo de este proceso están dadas las condiciones para la producción de
síntomas. Hay un exceso que no se puede tramitar vía la fantasía que va a
buscar satisfacción en el síntoma.
representación
S
quantum pulsional
Síntoma
Fantasía Inc. Menos satisfacción
Representación y pulsión
S a
Fijación de
objeto de la libido (a)
Autoerotismo
De este
modo, es posible afirmar que el síntoma restablece la satisfacción sexual,
mermada. Es así como el psicoanálisis da cuenta de que las fantasías son las
premisas de los síntomas. En particular los síntomas histéricos provienen de
fantasías que se manifiestan por medio de la conversión somática. Con
frecuencia muestran haber sido elegidos entre las sensaciones sexuales y zonas
erógenas que en un principio acompañaron a las fantasías.
Entonces resta situar el
componente pulsional en el esquema:
Síntoma
Significantes
Fantasía
Pulsión
Trauma
En Historia de una neurosis infantil, Freud
demuestra de que modo interviene la pulsión en el mantenimiento del síntoma. El
padecimiento que afecta al intestino, que el psicoanalista ubica como la punta
de histeria de la estructura obsesiva dentro del capítulo “Erotismo anal y
complejo de castración”.[3]
En consonancia con el orden
establecido, lo primero que aparece son los recuerdos, las representaciones o
bien los significantes que el sujeto emplea para explicar su síntoma, en este
caso, los recuerdos de la incontinencia, por ejemplo, cuando dormía en el
cuarto de la gobernanta, etc.
Llega
así al relato de un momento en el que se avergüenza de la incontinencia y comenta: “así no puedo vivir más”[4]. El
sujeto recuerda haber oído esta frase que su madre dirigía al médico en ocasión
se relatarle sus dolores intestinales y hemorragias. Esta queja nos revela, enseña Freud, su identificación con la
madre, es decir, su posición femenina ante el varón. Hasta aquí verificamos la
primera parte de las ecuaciones trazadas más arriba, el síntoma en relación a
los significantes.
En esta
línea asociativa surge la idea de que la madre enferma por lo que el padre le
hace[5].
Se puede verificar en el historial que las perturbaciones intestinales o el
síntoma intestinal está sostenido por la fantasía. ¿Cuál fantasía? Freud lo
explicita: la actitud femenina hacia el varón es reprimida y se repliega
a la sintomatología intestinal.
Entonces
renuevo la pregunta: ¿cuál fantasía? La de ser satisfecho sexualmente por su
padre del mismo modo que su madre.
¿Cuál es la
pulsión en juego, la pulsión que articula síntoma y fantasía?
La pulsión anal. “Significa un
estado de excitación de la zona anal” dice Freud textualmente y agrega, “en el
sentido más lato”.[6]
Sintetizo
lo que he dicho hasta ahora:
La concepción del síntoma en la
clínica de Freud toma dos vertientes:
La vía del sentido y la vía de la
satisfacción libidinal. Descubrir el sentido del síntoma no implica su
supresión a causa de la satisfacción que proporciona y a la que el sujeto no
siempre está dispuesto a renunciar aún cuando la satisfacción que implica para
un sistema suponga dolor para el otro. Es por esto que la satisfacción que el
síntoma aporta es una satisfacción paradojal, dolorosa, no reconocible como
tal.
En su
retorno a Freud, Lacan vuelve a insistir en estas vías o vectores que dan
cuenta del síntoma en la clínica. Es de este modo como en su “Conferencia en
Ginebra sobre el síntoma” retoma la conferencia 17, “El sentido de los
síntomas” y la 23, “Vías de formación de síntomas”. Allí redescubre lo que ya
estaba en Freud, la concepción del síntoma como efecto del encuentro traumático
del goce y la palabra.
Julio
de 2002
Bibliografía
Freud,
S.,“El sentido de los síntomas”, Obras
Completas, Volumen II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1968.
-
De la historia de una
neurosis infantil, Obras Completas,
Amorrortu, Buenos
Aires,
Volumen XVII, 1997.
- “La fijación al trauma”, Obras
Completas, Volumen II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1968.
- “Vías de formación de
síntomas”, Obras Completas, Volumen
II, Biblioteca Nueva, Madrid, 1968.
- “Fantasías histéricas
y su relación con la bisexualidad”, Obras
Completas, Volumen I, Biblioteca Nueva, Madrid, 1968.
- Análisis fragmentario de una histeria, Obras Completas, Volumen II, Biblioteca
Nueva, Madrid, 1968.
Lacan, J., “Conferencia en Ginebra
sobre el síntoma”, Intervenciones y
textos 2, Manantial, Buenos Aires,
1988.
[1] Freud, S., Análisis fragmentario de una histeria. Amorrortu, Buenos Aires, Tomo VII Pág. 100
[2] Freud, S., “Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad, Biblioteca Nueva, Madrid, Tomo I Pág 955.
[3] Historia de una neurosis infantil, Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, volumen XVII, 1997, Pág. 70
[4] Freud, S., op cit, Pág. 71
[5] Freud, S., op cit, Pág. 72
[6] Freud S., “Erotismo anal y complejo de castración”. De la historia de una neurosis infantil, op cit, Pág 74
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